No te enamores de mi. Por lo que más quieras, no lo hagas. No tengo el suficiente valor como para afrontar tu desdicha.
Estoy tan rota que cada fragmento necesita ser amado a su manera, no en su totalidad ni en su complemento. Cada pedazo de mi ser arruinado vive su oscuridad, su sosiego individualmente. Por eso es que ya no soy la misma; por eso es que no debes enamorarte ¿Qué parte de mi querrías más? Si quisieses tan solo a una, el resto se resentiría y te comería viva el alma... más, ¿soportarías llevar un hueco profundo y sórdido en tu pecho en lo que resta de tu existencia?
No te enamores de mi, te lo pido por favor. La soledad me ha consumido a tal punto que mi interior se ha secado como la gota de lluvia que intenta llegar al suelo pero se evapora antes de tocarlo, pues el inclemente calor la hizo desaparecer ¿Tú quieres eso? ¿Quieres la brutalidad del dolor?
No puedo corresponderte, porque ni siquiera puedo corresponderme yo misma... ni siquiera sé ya quién soy.
Estas lágrimas que ves son pura angustia, demasiada desesperación: porque tratan de llevarte de cara a la realidad para que andes con pies de plomo y caigas en cuenta de que si te acepto morirás en el preciso instante en que creas comenzar a ser feliz.
Hazme caso: no te enamores de mi. Tengo más de infierno que de redención... deambulo en un constante purgatorio... no estoy aquí ni tampoco en tu corazón.
He volado alto, hacia esas cumbres heladas de desolación para evitar enraizar mi daño en tu vida, en tu fe.
Solo eso te pido, no te enamores de mi. Porque te devorará la sombra de mi tristeza y no tendrás cómo salir de este calvario que en mi ya se volvió corona de espinas, lanza traspasando mi costado, cruz en un eterno Gólgota.