Flor salvaje.

¿Cuándo fue la última vez que me ví a mí misma como la verdadera mujer que soy? ¿Cuándo fue eso?
¿Fue antes de conocerte?
¿Fue cuando nos casamos?
Sinceramente no sé cuando me perdí.
Pensé que todo estaba bien mientras tú estabas a mi lado.
Creí que la vida se me iría si tú te ibas pero... me equivoqué.
Cuando comencé a notar que daba vueltas en círculos, cuando ví mi patética actuación de polilla girando alrededor de aquella ardiente y mortal luz que emanabas, ahí comprendí que el amor no estaba en amarte a tí: estaba en amarme a mí.
¿Tuvimos momentos buenos? ¡Claro que sí cariño! Pero creo que me sobran los dedos de una mano para enumerarlos.
Tú solo echaste la red al mar y atrapaste la oportunidad de conservar, intacta, tu hombría en esta sociedad machista que también te condena.
Yo solo me dejé llevar por el brillo de tus palabras de cartón y tus precarios toques amatorios... al fin de cuentas, mi experiencia personal solo se remitía a lo que me proporcionabas.
Luego de tanto ardid, te despojaste de la máscara y te mostraste tal cual: un ser de barro, defectuoso; incapaz de sentir el ardor del fuego en tu pecho y, mucho menos, animarte a volar.
No sé si tarde me dí cuenta de todo ello, pero agradezco al azar por abrirme los ojos y poder renacer como la mariposa que soy.
Aunque no lo creas, querido, soy una flor salvaje: aquella que crece hasta en las grietas del inclemente cemento.
He dejado de bailar con las sombras equivocadas para hacerme una misma con la mía.
Puedo darme todos los placeres que creí jamás permitirme.
Y si lloro, lo hago de felicidad ante la hermosa persona que rescaté.
He resurgido de las cenizas, tengo mil años de perdón por mi propio maltrato.
Me he abrazado a mi misma, me he perdonado; me he comprado un hermoso vestido rojo y un ramo de pensamientos violetas.
He jugado bajo la lluvia y me acaricié el alma yo misma.
Dime si tú puedes hacer lo mismo contigo,cariño. Hemos destruído tanta creencia en nosotros mismos que tu ya no te reconoces y te arrodillas ante mi abatido.
No quise ser una foto más en la pared de nuestro hogar; no quise ser un plato más dentro de la lavadora.
No quise ser un calcetín dentro de tu cómoda.
Siempre quise ser el viento que corre tras los sueños para hacerlos realidad, o aquel atardecer en donde me ahogue triunfante entre el resplandor del sol y la claridad del mar.
Y lo estoy consiguiendo ¡claro que sí! Porque entendí que no eras tú el que me salvaría, ni nadie... solo yo.
Sin remordimientos. No me arrepiento de lo que tuve y de lo que tendré.
Dejarte ir es la mejor opción que escogí.
Ver el amanecer en mi propia compañía se ha vuelto mi mantra de sanación y mi boleto de ida hacia la dicha que comencé a construir sin tí.
Deberías secarte las lágrimas y sacudirte los lamentos, mi querido: amarse a uno mismo es la única salvación que alguien tiene.
Deberías probarlo: morir en los demás para renacer por tí.

Hola! Hola! Hola! Nuevamente hola! Y mil veces hola! Último relato por el mes de la mujer, esta vez dedicado a mi amiga y compañera de trabajo Daniela Arroyo.
Historia inspirada en tema "Flowers" de Miley Cyrus (tremenda canción de superación).
Gracias! Gracias! Gracias! Por acompañarme en este proyecto! Los quiero!
Espero lo disfruten!
Aaaaahh! Antes de irme: quizás haya un bonus track!

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