EFECTO DOMINÓ (CONTRAPARTE)
"Las consecuencias de mis hechos han caído sobre ella, generando que se repliquen los mismos sucesos, los que, a su vez se volverán a repetir en otros nuevos, en forma encadenada... un efecto devastador para nuestras existencias". Hobs.
Todo parecía ocurrir en cámara lenta: ella entrando a mi habitación, Rocío subida en mi balancéandose... yo debajo de ella; en un instante perdido en el placer del sexo y al segundo siguiente hundido en el horror de asistir al desmoronamiento de la mujer que me había confiado hasta lo más profundo de su ser... Imperdonable, caótico... triste. Y el momento parecía avanzar ralentizado. Su rostro cubierto en llanto, dirigiendo su mirada al suelo, volviéndose hacia la puerta y yéndose. Solo atiné a gritar su nombre desesperadamente, pero los gritos hacían eco en todas partes... aunque ya su nombre hacía eco en mi pecho. Desde aquella noche que la dejé durmiendo sola después de haberla escuchado hablar dormida, una angustia crecía sin control dentro de mi. En mi mente solo había un cóctel explosivo de miedo, ansiedad, paranoia, ira. La abandoné a su suerte porque no reunía el valor suficiente para hablar al día siguiente de lo que había pasado y lo que había escuchado. Era tanta la culpa que sentía por ser conciente de que tenía una confusión sobre mis sentimientos hacia ella y aún así haberme aprovechado de la situación. Ahora entiendo a la perfección lo que es pecar... y más aún, sé lo que es arrepentirse y vivir atormentado.
Trataba de no coincidir con ella; me escapaba como un vil ladrón. Prefería faltar a clases o cambiar los horarios con tal de no enfretar la verdad.
Pero lo de hoy fue quizás la última ficha que cae en el juego macabro de este efecto dominó: situación tras situación, desencadenando miles de causas y efectos, derribando cada acción con un error... empeorando cada vez más mi estado emocional... ¿el de ella? Ni imaginarlo.
Cuando logré salir del cuarto, ella ya no estaba. Como un fantasma desapareció del pasillo, del espacio, de la vida en si.
A partir de ese instante, y los sucesivos meses que quedaban para nuestra graduación, solo se la veía ir de clases a su cuarto o a la biblioteca... no charlaba con nadie; utilizaba auriculares constantemente - solo prescindía de ellos al momento de escuchar a los profesores - por lo que se entendía que no quería escuchar nada ni a nadie; no miraba, solo su vista al frente del aula o clavada a los libros... ¿lágrimas? ¿Ojos enrojecidos e hinchados? ¿Algún indicio de dolor o abatimiento? La última vez que se los ví así fue en esa milésima de maldito destino cuando traspasó la entrada de mi habitación... Sin embargo, sigo siendo el mismo imbécil y cobarde que prefiere ahogar sus equivocaciones en el cuerpo de su compañera de estudios, como si de droga se tratara para luego quedar en el sordo silencio de esas cuatro paredes que constantemente me recuerdan las promesas y juramentos que le hice a ella de protegerla, cuidarla e inconcientemente amarla... y haberle fallado.
He aceptado por las malas lo que negaba mi corazón: que amo a Gloria desde la primera vez que nos cruzamos... pero siento que es tarde para reconocerlo y confesárselo... aún sigo siendo un chiquillo estúpido e inmaduro que solo sabe tirar las fichas del dominó en cascada, provocándole a ella una herida tras otra.
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