Mi demonio favorito
Dió un largo suspiro. Tenía un complicado examen en la universidad al día siguiente y por más que se había esforzado en estudiar, tenía la mente totalmente en blanco. Apenas estaba oscureciendo y estaba demasiado aburrida, ni siquiera le animaba la idea de ver una película o de buscar algo para leer. Quería llenar el vacío que había en su cabeza luego de intentar de manera infructuosa memorizar las tediosas definiciones en sus libros de texto. Sus padres estaban de viaje, así que solo una silenciosa soledad le hacía compañía.
Sentada en la silla de su escritorio, veía como lentamente la oscuridad se adueñaba del lugar y todas sus cosas sufrían una lenta transformación de inofensivos objetos a extrañas criaturas que emergían de su imaginación. Si, era algo que solía hacer cuando era pequeña, imaginar que todo a su alrededor se transformaba en horribles monstruos capaces de robarle la cordura a quien se topara con ellos. Sonrió con malicia, eran buenos tiempos, su mente solía volar divagando, creando horribles historias de terror. Deseando que tomaran vida y convirtieran el mundo en un lugar lleno de caos y destrucción bajo sus órdenes. Imaginando lo que haría si en realidad tuviera el poder para crear y darle vida a la oscuridad que desde siempre formaba parte de su interior. Delirios infantiles, dejados atrás al encontrar cosas mucho más interesantes que hacer.
Entonces lo vió, justo entre la pila de libros que tenía sobre el escritorio. Era el viejo grimorio que había encontrado durante su niñez, oculto bajo las tablas del sótano. Una súbita idea hizo que se animara. Tal vez si encontraba un hechizo para memorizar todo lo de la prueba del día siguiente, o algo que le permitiera sacar sobresaliente sin estudiar. Eso sería perfecto.
Encendió una vela y comenzó a hojear el libro buscando algo que cumpliera con sus deseos. Cuando finalmente lo encontró, recitó el hechizo en voz alta, concentrándose en el resultado que deseaba. En sus ojos brillaba la emoción y la expectación. Silencio, solo el silencio fue su respuesta mientras la llama de la vela se movía ligeramente. Dió otro largo suspiro, no había pasado absolutamente nada. Decepcionada, apagó la vela y se dejó caer en la cama, solo la tenue luz de la luna entraba por la ventana concediéndole un aspecto aún más espectral al lugar. Miró hacia el techo, mientras sus sentidos comenzaban a nublarse lentamente, el sueño pronto la vencería por completo.
Ya casi se quedaba dormida, cuando de repente una mano salió de la nada y le cubrió la boca. Gimió sorprendida mientras alguien la miraba fijamente con unos penetrantes ojos amarillos que brillaban en la oscuridad. Intentó moverse, pero su cara estaba siendo sujetada con tal fuerza contra la cama, que no podía levantar la cabeza. La figura masculina se colocó entre sus piernas, obligándola a mantenerlas abiertas, mientras su bata de dormir se deslizaba dejando sus muslos desnudos. Ella negaba con la cabeza usando toda la energía que podía, mientras otra mano comenzaba a acariciar su piel con una deliciosa lentitud. Abriéndose paso hasta llegar a su zona de placer por encima de su ropa interior.
Su respiración comenzó a agitarse mientras trataba de soltarse de manera desesperada, pero no era rival para la fortaleza de su agresor. Fue despojada de su ropa interior, rasgada de un tirón, mientras unos largos dedos la penetraban provocando que sus gemidos se escucharan aunque su boca seguía cubierta. Una lengua lamió la parte superior de sus senos, raspando su piel con una textura extrañamente áspera. La mano que castigaba su interior se detuvo, solo para rasgar de golpe la bata de dormir con rudeza, dejándola completamente desnuda.
—Voy a disfrutar esto —siseó una cavernosa voz en su oído, mientras algo duro y caliente comenzaba a abrirse paso hacia su interior. Su boca fue liberada mientras los labios del intruso la atacaban sin piedad, saboreando cada jadeo que exhalaba ante las fuertes embestidas que sacudían su cuerpo de manera violenta. Las fuertes manos la agarraron por las caderas, empujando aún más profundo mientras sus ojos lagrimeaban de manera involuntaria nublándole la vista por momentos. Mientras el calor se comenzaba a concentrar en su vientre amenazando con explotar en cualquier momento, sus gemidos iban anunciando la llegada de su clímax.
Los únicos sonidos que llenaban la habitación provenían de los cuerpos chocando de manera salvaje, resbalando en el sudor y los fluidos de ambos, que mezclados mojaban las sábanas una y otra vez. Su placer fue tal, que un grito escapó de su garganta seca mientras su cuerpo temblaba de manera descontrolada bajo el peso de su captor.
—¿Entonces? —preguntó la voz masculina en su oído con malévola dulzura— ¿Mi ama está satisfecha?
—Demasiado —respondió ella tratando de recuperar el aliento— pero mañana tengo examen y necesitaba descansar
—Por eso cubrí tu boca, para que no pudieras ordenarme que me detuviera —dijo la oscura figura de manera casual sentándose en la cama
Ella sonrió de manera sensual y lo empujó haciendo que se acostara. Luego se subió sobre él, acariciando con suaves movimientos el miembro de la criatura contra su entrada mojada.
—Sabes que una vez que comienzas, no puedes detenerte hasta que esté totalmente satisfecha, llena de ti —dio un profundo gemido mientras llenaba su interior lentamente— por eso no quería hacer esto hoy, porque no sé cuando parar.
—No tienes por qué detenerte, la noche aún es joven
—Precisamente por eso eres mi demonio favorito...
La mañana la sorprendió desnuda en la cama. Su ropa rasgada permanecía en el suelo, como única evidencia de la noche salvaje que había tenido. Miró el reloj, era muy tarde, se había excedido. Abrió la puerta y se topó con su madre, al parecer sus padres habían retornado de su viaje temprano.
—Delillah cariño, ¿No tenías un examen en la universidad hoy? —preguntó su madre viendo su cara de cansancio
—Buenos día para ti también mamá —soltó con desgana
—Te ves cansada, justo como cuando eras pequeña y me contabas acerca del monstruo que vivía bajo tu cama, decías que conversabas toda la noche con él —dijo con una risita nostálgica, como si le trajera buenos recuerdos— A la mañana siguiente siempre estabas exhausta
—Digamos que nos hicimos buenos amigos después de tanto conversar
—Tu imaginación sigue siendo igual que entonces —dijo su madre besándola en la frente
Delilah se estiró mientras la veía desaparecer rumbo a la cocina. Sus planes apocalípticos tendrían que esperar un poco más, aunque quería desatar el caos y disfrutar el resultado. Hoy no era el día para hacerlo. Les daría un poco más de tiempo a estos tontos humanos, así su destrucción sería más placentera. Volver a crear el mundo a su antojo después de volverlo cenizas era muy tentador. Delilah, la bruja de la desolación sonrió de manera siniestra mientras unos ojos amarillos la miraban desde la oscuridad debajo de su cama.
"Tranquilos mis dulces demonios, los alimentaré con tantas almas humanas como sean capaces de devorar. La sangre correrá hasta saciar su sed y la oscuridad será el único amanecer que exista hasta el fin de los tiempos"
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