Una Historia de Vagón

Trabajo en el rubro ferroviario hace más de 5 años. Ni bién termine mis estudios escolares, mande mi cv a Trenes Argentinos y me tomaron como pasante. Hoy ya puedo decir que soy encargado zonal y tengo una historia que contar.

Es muy común las historias de fantasmas en el sector de vagones abandonados en el cual nosotros llamamos "El Cementerio".

Una habitual de ese lugar es la de dos ladrones que huían de la policía. Entre los tiroteos y gritos, la máquina emprendió su marcha, escapando dentro de ella los ladrones. Era de noche, así que en el vagón solo había dos personas más. Una de ellas era un mugriento mendigo encapuchado, que se tambaleaba gracias a una gran borrachera, y atesoraba entre sus manos una bolsa de papel con la que protegía una botella de licor. La otra persona era un hombre que parecía abogado, llevaba un impecable traje.

Sintiéndose tranquilos de haber escapado temporalmente, los ladrones planeaban qué hacer en la siguiente estación, ya que seguramente la policía los esperaba. Cuando se acercaban a la estación, para sorpresa de los ladrones, el tren no se detuvo, por el contrario aumentó su velocidad. Pensando que eran dirigidos a otro lugar donde la policía pudiera atraparlos con mayor facilidad, fueron en busca del maquinista para obligarlo a detenerse, pero las puertas parecían selladas, ni aún disparando podían abrirlas.

Pasaron por una nueva estación a toda velocidad, pero esta vez notaron algo extraño. La gente que esperaba en el andén no parecía ver la potente máquina que cruzaba a toda velocidad por la vía. El tren aumentaba su velocidad de forma alarmante, parecía que se metía en las entrañas de la tierra. El vagón se inclinaba conforme avanzaba. La luz empezó a parpadear, y cada vez que el vagón se iluminaba de nuevo, lucía cada vez más tétrico. Le brotaba sangre de las paredes, los asientos estaban oxidados y el plástico, derretido.

Aterrorizados, los dos maleantes no pronunciaban palabra alguna, vieron ante sus ojos una nueva estación, una cámara de tortura en la que despellejaban vivo a un desdichado que gritaba de dolor mientras lloraba sangre. Pasaron así varias cámaras mientras el tren bajaba la velocidad. Parecía hecho a propósito para que los pasajeros pudieran presenciar las más crueles y brutales formas de tortura.

Cuando el tren se detuvo, el mendigo de brillantes ojos amarillos y rostro rojo, adornado por una puntiaguda barba, dijo:

-Tú te bajas aquí, estafador– levantando al hombre de traje con un solo brazo y lanzándolo fuera.

De inmediato, en el suelo se formaron dos sombras que lo sujetaron con fuerza, llevándolo hasta una fosa llena de gusanos. El estafador comenzó a gritar mientras los gusanos le atravesaban la piel y comenzaban a devorarle por dentro.

Dirigiéndose a los dos ladrones les dijo:

–Ustedes no tienen tanta suerte, su lugar está mucho más abajo.

Al día siguiente se anunció en los periódicos la muerte de un policía y dos atracadores muertos a balazos a pocos metros del tren en el que pretendían escapar.

Si uno presta atencion, se pueden escuchar disparos en "El Cementerio" durante la noche. Ya se nos hizo normal; mientras no se nos aparezcan en la ofocina, todo bien....

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