Adeptus Custodes: Mantenlo a Salvo
Los labios de Theodorik estaban secos. Trató de humedecérselos, pero no pudo.
Incluso después de un año, sigo sin estar acostumbrado, pensó.
Los Custodes le habían quitado la lengua al completar sus quince años de formación como escriba. Una precaución en caso de captura; una de muchas para mantener a salvo el conocimiento que atesoraba. Otras eran mucho menos visibles y mucho más dolorosas. Conocía demasiadas cosas que personas y criaturas indeseables ansiaban descubrir.
- Y el Primarca resucitado, el decimotercero de los suyos, regresó a Terra, un evento de lo más inesperado... - dictó el Custode Archilos Vantar.
Además del retumbar de su voz estentórea, que inundó toda la cámara, el único sonido perceptible era el del roce de las plumas contra el pergamino y el suave golpeteo de los dedos augméticos en las listas de datos. Decenas de escribas, igual que Theodorik, trabajaban sin parar. Todos llevaban túnicas de un negro profundo. Todos iban afeitados y tenían el símbolo del Aquila, el laurel y los rayos tatuados en la frente, una marca más de la protección y propiedad de los Custodios. Un escriba de los Diez Mil podía confiar que, en virtud de las marcas, incluso elementos superiores de otras organizaciones imperiales los dejarían en paz. Nadie se atrevería a provocar la ira de los guardianes del Emperador.
Todos eran eunucos. Los Diez Mil no tenían tiempo para distracciones humanas primitivas.
-...y con todo honor, respeto y dignidad este hijo fue recibido en el MundoTrono por la gente, los Altos Señores del Emperador y los Adeptus Custodes...
La cámara, la Cataloguia Dictatior en sí, era perfectamente circular y estaba iluminada por braseros, tiras de lumen y velas colocadas en la parte superior de servocráneos (explicado mas adelante) flotantes. El Custodio Vantar se erguía sobre un pedestal en el centro, con decenas de escritorios idénticos a su alrededor y mirando hacia él. En cada uno se sentaba un escriba. La cámara se había diseñado enteramente teniendo en cuenta el dictado: la forma perfecta para que la voz de un Custodio llegue a cada escriba sin que él tenga que proyectar ni repetir una palabra.
-...mediante un veredicto rápido Roboute Guilliman de Macregge fue declarado Lord Comandante del Imperium, una autoridad que no había tenido durante diez milenios. Los Altos Señores aplaudieron el gran nombramiento y las masas lo vitorearon, porque aquellos eran días realmente oscuros...
Theodorik siguió cada palabra pronunciada por el Custodio. Sujetaba su pluma como un maestro espadachín empuña su espada favorita, con increíble destreza y familiaridad. Con sus manos mejoradas, aplicó la cantidad justa de presión a su pluma sobre el pergamino. Los dígitos lo aseguraron de tal manera que no hubo deslizamientos, manchas de tinta o derrames, y para que no pudiera dejarla en el tintero cuando Vantar hiciera una pausa, asegurándose de que nunca perdiera su lugar. Fallar en esto se castigaba con la lobotomía.
-... el decimotercer Primarca inició muchos cambios. Las grandes multitudes fueron demostraciones que abolió y los procesos burocráticos los desechó. Hizo muchos enemigos, tanto entre los más altos como entre los más bajos. Pero el mayor de todos era el Archienemigo, y derrotarlo y preservar el gran reino del Emperador fue la causa por la que tomó todas sus decisiones...
Las manos de Theodorik habían sido reemplazadas por unas implantadas a mitad de su entrenamiento. Las manos humanas eran insuficientes para las necesidades de los Custodes. Dolían y se cansaban. No podían formar las palabras pronunciadas en los complejos y arcaicos tipos de escritura exigida por los Custodes, ni en el lenguaje requerido asignado a cada escriba. No al mismo ritmo que hablaban los Custodes, al menos.
-... y entonces la Cicatrix Maledictum hizo pedazos la galaxia; la Gran Fisura...
Theodorik reprimió un escalofrío.
Concéntrate, pensó.
-... Terra fue atacada. La luz del Astronomicón se atenuó. Había mucha miseria, dolor y desorden en el Mundo Trono, desde la cima más alta hasta la colmena más profunda. Las prácticas paganas florecieron cuando las débiles masas se apiñaron en pos de cultos desenfrenados y reuniones heréticas. Imperaba la locura. Los Diez Ml erradicaron, y multitud de débiles y peligrosos fueron sacrificados...
Theodorik no reaccionó. Su propósito era escribir lo que se decía y nada más. La idea de la rebelión no inspiró ningún tipo de pausa en él: servía a los Adeptus Custodes y conocía mejor que la mayoría el destino de cualquiera que se opusiera a ellos.
Los Custodes exigieron que los dictados se registraran en todos los idiomas terrestres en todos los medios. Algunos escribas escribían en varios tipos de alto gótico en códices encuadernados en cuero, mientras otros introducían caracteres del gótico bajo en listas de datos en una miríada de dialectos. Sobre resmas de pergamino Theodorik escribió el gótico medio de la Cruzada-Era Sud-Merikan. Quince años de práctica continua e inculcación cirujana aseguraron una fluidez perfecta. Había aprendido desde la niñez, y lo mismo les ocurriría a sus sucesores cuando él fuera demasiado viejo para ser útil a los Custodes.
-...la batalla de la Puerta del León continuó, y la victoria se ganó gracias a los sacrificios y esfuerzos de la Hermandad Silenciosa, los Diez Mil y los Ultramarines del Adeptus Astartes, los hijos genéticos de Roboute Guilliman. Feroz fue su determinación, sublime su habilidad y profunda su devoción. Muchos de los Diez Mil cayeron, guerreros que habían hecho su vigilia durante milenios...
Theodorik había oído poco sobre la Batalla de la Puerta del León, solo que había habido una. Él había estado en esta cámara en ese momento, registrando las acciones de los Leones en la Compañía Escudo de Auramita. Sabía que era mejor no preguntar por la batalla. A los de su clase solo se les dijo lo que los Custodes consideraban absolutamente necesario, y debían estar agradecidos por no saber más. Eso nunca le había impedido imaginar cómo sería ver a los Diez Mil en guerra.
Qué espectáculo debió ser, pensó. ¡Tantos héroes en el campo a la vez! ¡Qué inspirador!
-En las secuelas de la batalla se encontraron al Primarca resucitado y el Capitán General Trajann Valoris. Su discurso estaba bajo llave. Detrás de salas, protecciones psíquicas, una docena de candados y más, discutieron el futuro y lo que sería de los Diez Mil y del Imperium...
Theodorik siguió escribiendo. Ni siquiera podía empezar a imaginar la forma en que un Primarca y el Capitán General se dirigirían el uno al otro.
Tal encuentro de mentes, se maravilló. La sofisticación de su lógica, el genio de su perspicacia, la maravilla de su capacidad para seguir argumentos y reconstruir fragmentos aparentemente aleatorios de datos e inteligentes. ¿Qué no podrían lograr si ambos aunaran sus intelectos?
-Después de muchos días, llegó el acuerdo. Se enmendó formalmente el papel de los Diez Mil. El palacio permanecería seguro en sus manos pero, en el resto de la galaxia lucharían más de lo que lo habían hecho en diez mil años. Muchas son las amenazas al Emperador, y deben extinguirse dondequiera que se encuentren...
Alabado sea, rezó Theodorik. Nuestros enemigos conocerán el verdadero significado del miedo cuando la lanza empaladora de los semidioses áuricos atraviese las estrellas para ensartarlos dondequiera que estén. ¿Qué no podría lograr nuestro Imperium con los Diez Mil marchando en masa al exterior? ¿Cuántos ídolos falsos serán derribados? ¿Cuántas razas xenos sometidas bajo nuestras lanzas? ¿Cuántos traidores purgados y sus dominios inmundos convertidos en sacrosantos? El Emperador protege: a medida que surgen amenazas para su pueblo, ¡Él se acerca para protegerlos con su propia guardia!
-...muchas tareas emprendieron los Adeptus Custodes, todas de vital importancia. Muchas fueron las fortalezas reforzadas, rearmadas y reconstruidas. Incluso los archiherejes mejor escondidos serían perseguidos y asesinados. El regalo del Emperador de la tecnología Primaris iba a ser llevado a los asediados Capítulos del Adeptus Astartes. Las rutas de la disformidad a Terra debían ser seguras. Los artefactos innumerables y vitales para el Imperium debían ser asegurados y destruidos o llevados a Terra para su confinamiento...
Este será el comienzo de una nueva era para la Humanidad, pensó Theodorik. Aunque la noche llegue, la luz la hará retroceder. ¿Qué puede resistir a estos seres?
No deseaba nada más que mirar a Vantar, pero no podía. Apartar la mirada de su trabajo, incluso por un momento era delatar una falta de concentración y arriesgarse a la censura.
-...con la ayuda de los oraculares vaticinahorrores y las interceptaciones astropáticas, y con no poca ayuda a los Ojos del Emperador, se identificaron cada vez más amenazas. En pos de ellas, los Diez Mil enviaron a muchos de sus miembros con la Cruzada Indomitus de Roboute Guilliman. La Humanidad no había emprendido una expedición mayor en diez milenios. Sus esfuerzos serían similares a golpear los nidos de insectoides asesinos, sabiendo que las criaturas que emergían debían ser exterminadas. Por el bien del Trono, por el bien de Terra, por el bien de Él. Scriptum Finitis- conluyó Vantar.
Theodorik bajó la pluma, bajó la cabeza y apoyó ambas manos sobre el escritorio, una a cada lado de su trabajo. Allí permanecería hasta que se recogieran sus escritos y se fuera Vantar.
Mantenlo a salvo. Mantenlo a salvo. Mantennos a salvo, rezó.
¿Qué son los servocráneos?
Los servocráneos son aparatos robóticos similares a drones hechos a partir de los cráneos de leales Adeptos del Adeptus Terra y otros píos sirvientes del Imperio a los que se les han añadido componentes robóticos y un impulsor antigravedad. Esto se hace para que puedan seguir sirviendo al Emperador incluso después de muertos. Que el cráneo de una persona sea escogido para servir como servocráneo es un gran honor en el Imperio, pues implica que su servicio en vida ha sido lo bastante satisfactorio como para desear que continúe más allá de la muerte.
Los servocráneos ocupan un nicho importante en el trabajo imperial, sirviendo en cualquier función, desde la escritura automática de conversaciones importantes y confesiones de prisioneros, hasta como simples linternas móviles, flotando en torno a su propietario con velas y lámparas eléctricas para iluminar el área. Ciertos Magos del Adeptus Mechanicus y oficiales de alto rango del Imperio tienen motores lógicos especiales y cogitadores que someten a los servocráneos a un propietario en particular.
Los servocráneos se usan en todas las organizaciones del Imperio de la Humanidad, y cada uno es construido para realizar una tarea concreta. Algunos están diseñados para cumplir funciones militares, y entre estos hay algunos equipados con sensores ópticos potenciados para permitirles actuar como exploradores y reconocer el terreno. Los servocráneos suelen ser usados por los Inquisidores y Lord Inquisidores como asistentes no humanos conocidos como Familiares. En este caso están conectados a la mente del Inquisidor por medios bien psíquicos bien biónicos, lo que le permite controlarlos y ver y oír a través de ellos.
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