22 La vida de Muhammad SWS 03

Con más de treinta años, el amor a Dios y el deseo de adorarle iban poseyendo cada vez más al Profeta(sa). Sentía repugnancia por los males y los numerosos vicios de los mequíes, y eligió para sus meditaciones un lugar situado a cinco kilómetros aproximadamente de la ciudad. Estaba en lo alto de una colina, una especie de cueva cavada en la roca. Su esposa Jadiyya(ra) le preparaba comida suficiente para algunos días, y él se retiraba, con estas provisiones, a la cueva llamada Hira. Allí adoraba a Dios, día y noche. Cuando tenía cuarenta años, tuvo una visión en esta cueva. Vio que alguien le ordenaba recitar. El Profeta(sa) respondió que no sabía qué recitar, ni cómo hacerlo. La figura insistió y finalmente hizo que el Profeta(sa) recitara los siguientes versículos:

"Recita en nombre de tu Señor que creó. Creó al hombre de un coágulo de sangre. ¡Recita! Y tu Señor es el Sumo Benefactor, que enseñó al hombre mediante la pluma; enseñó al hombre lo que no sabía." (96: 2-6).

Estos versículos, los primeros revelados al Profeta(sa), formaron parte del Corán, al igual que los demás revelados posteriormente. Su significado es muy profundo: ordenan al Profeta(sa) levantarse y prepararse para proclamar el nombre de Dios Único, el Único Creador -del Profeta(sa) y de toda la humanidad– que creó al hombre y sembró en su corazón la semilla de Su amor y del amor al prójimo. Se le ordena proclamar el Mensaje de Dios y se le promete ayuda y protección Divina en dicha Misión. Los versículos anuncian una época en la que se enseñará al mundo mediante la pluma todo tipo de ciencia, y cosas nunca conocidas antes. Estos versículos constituyen el epítome del Corán. Todo cuanto se enseñó posteriormente al Profeta(sa) está contenido en esencia en estos versículos. Con ellos se establecen los cimientos de un gran paso antes desconocido en el progreso espiritual del hombre. Tanto el significado como la explicación de estos versículos se encuentran en el Comentario. Nos referimos aquí a ellos porque su revelación constituye un gran acontecimiento en la vida del Profeta(sa). Al recibir esta revelación, el Profeta(sa) temió no ser capaz de asumir la responsabilidad que Dios le había confiado. Otra persona, en su lugar, se habría llenado de orgullo -se habría considerado ya grande-. El Profeta(sa) era distinto. Era capaz de lograr grandes cosas sin enorgullecerse por ello. Después de este gran acontecimiento, regresó a casa en un estado de gran conmoción y con aspecto cansado. Al preguntarle Jadiyya qué había ocurrido, le contó toda la historia y le hizo partícipe de sus temores, diciendo: "Soy un hombre muy débil. ¿Cómo podré llevar la responsabilidad que Dios propone colocar sobre mis hombros?". Jadiyya le respondió en seguida:

"Dios es Testigo de que no te ha enviado Su Palabra para que fracases y seas indigno de ella, y que Él tenga que abandonarte posteriormente. ¿Cómo podría Dios hacer tal cosa, si eres bondadoso y compasivo con tus parientes, y ayudas a los pobres y a los infelices a llevar su carga? Estás restaurando las virtudes que habían desaparecido de nuestro país. Siempre tratas con honor a los invitados y ayudas a los desgraciados. ¿Acaso Dios te puede someter a alguna prueba?" (Bujari).

Con estas palabras, Jadiyya(ra) acompañó al Profeta(sa) a la casa de su primo cristiano Waraqa bin Naufal. Al conocer lo ocurrido, Waraqa exclamó: "El mismo ángel que descendió sobre Moisés, estoy seguro que ha descendido hoy sobre ti" (Bujari).

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