Destination (8/11)

Destination (8/11)

VIII

Decidió tomar una siesta, a las once de la noche debía ir al supermercado del distrito norte para ayudar a descargar los camiones que traían la mercancía.

Sabía que el chico andaba cerca de allí, así que sólo se aseguró de cerrar bien la puerta principal antes de meterse a la cama y taparse.

—Minho— El fantasma le llamó luego de varios minutos después de que el alto se arropó.

—¿Sí?— su voz se escuchaba somnolienta.

—Fue un accidente, ¿verdad?

—Ajá— tenía cerrado los ojos.

—Todo estará bien porque estarás a mi lado, ¿cierto?

La respuesta fue un sonido gutural afirmativo.

El pelirrojo sonrió, estaba agradecido con aquél muchacho que recién acaba de conocer; se hincó a lado de su cama, cerca del moreno rostro; tragó saliva, iba a hacer algo que nunca pensó que haría, le daría un beso en la mejilla.

Estiró el cuello y posó sus rosados labios en la piel del más alto, lo sintió tibio.

Minho se removió y frunció el ceño aún sin abrir los ojos; —¿podrías cerrar la ventana? Hace frío— dijo con la voz rasposa antes de girar y darle la espalda. El chico de la gorra apretó los labios y asintió, luego miró la ventana, la cual estaba cerrada.

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—Primero hay que bajar los sacos de arroz del remolque— indicó el supervisor del almacén del súper-mercado, —luego nos dividiremos por grupos para hacer lo mismo con las verduras.

Minho escuchaba atento las instrucciones, eran las once de la noche en punto y su jornada daba inicio.

Mientras descargaba los sacos, su mente estaba en otra cosa.

Cuando dieron las nueve con cuarenta y cinco minutos, su reloj despertador había sonado, así que salió de la cama y se alistó; sin embargo no había rastros del pelirrojo; al principio dudó, pero antes de salir decidió dejarle una nota. Eso no era lo más preocupante, sino que había soñado que el muchacho le daba un beso en la mejilla, lo había sentido muy real que incluso asustaba; a él no solían atraerle los hombres, pero una vez, su amigo Heechul, primo de Yuri, bromeó con ello.

—Minho-ssi; esto es fácil, no puedes decir que algo no te gusta hasta que lo pruebas; es como el estofado de berenjenas, un niño no puede decir que no le gusta hasta que no lo ha comido; así que, siguiendo esa lógica, no puedes afirmar que no te gustan los hombres si nunca has estado con uno, ¿cierto?

¿Sería verdad? ¿Acaso él decía que no le gustaban los hombres porque no había conocido al indicado?

Yuri era una mujer que no pasaba desapercibida, y como bien lo había dicho ella en alguna ocasión, muchos hombres la asediaban, ¿por qué él no se había quedado con ella?, ¿había sido sólo su deseo de ser libre, o simplemente no le atraía y se sentía nada más obligado por la amistad de años atrás que existía?

—¡Choi! Date prisa— exclamó uno de sus compañeros, se había rezagado un poco; asintió y nuevamente tomó el ritmo, aún así, siguió pensando en la situación del muchacho.

Tenía ya algunas pistas; el chico se dedicaba a algo relacionado con la salud, conocía probablemente a un extranjero de nombre Key, sabía conducir y tuvo un accidente. Debía investigar sobre lo último, un accidente en una noche lluviosa debió haber salido en las noticias; planeó ir a la biblioteca, allí había un área donde se encontraban algunos periódicos o sino, por medio de algún buscador en internet.

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A las ocho de la mañana, el moreno había concluido con su jornada así que salió del almacén y caminó hacia el distrito norte, allí estaba la gran biblioteca.

Eran las ocho con cuarenta minutos cuando llegó a las puertas, hacía pocos minutos que estas se habían abierto al público.

Miró su móvil, pensó en llamar a su casa para avisar que llegaría tarde, pero era una locura, ¿acaso esperaba que el fantasma lo escuchara? Estrujó el aparato con la diestra, ¿qué más daba? si de por sí ya nada era normal en su vida.

Marcó el número del teléfono de su apartamento.

—¿Viste la nota que dejé en la cocina?... Bien, pues... sólo llamo para avisarte que tuve que detenerme para hacer una diligencia, llegaré más tarde de lo planeado a casa. Espérame.

En efecto, el pelirrojo se encontraba sólo en el apartamento, sonrió al escuchar la voz de Minho por medio de la contestadora, el saber que se preocupaba por él lo hacía sentir lleno de energía; hace mucho que no se sentía así, o mejor dicho, había olvidado algunas emociones de cuando estaba con vida.

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La búsqueda en impresos no había dado frutos, así que tomó un computador y escribió las palabras que pensó podrían ser de utilidad; "accidente", "auto", "lluvia", "carretera" y "médico"

Miles de resultaron aparecieron en cuestión de segundos en su pantalla, luego limitó la búsqueda a la región, primero al país y después a la ciudad.

"Joven médico sufre accidente en carretera", miró el encabezado y la fecha, era de más de tres meses atrás; le dio "clic".

En el monitor se fue desplegando el informe; leyó: La madrugada del día de ayer, en la carretera...

Se describían los pormenores y había una foto de una camioneta negra BMW con el frente destrozado. Siguió leyendo: ...el joven no falleció, los doctores han hecho lo posible para...

Continuó hasta terminar con la nota, y al final había una fotografía del muchacho; vestía una bata blanca y sonreía mientras estaba junto algunos niños; el cabello del joven era el mismo, castaño rojizo; su piel blanca y sus labios rosados; sonreía tan ampliamente que sus ojos amenazaban con desaparecer.

—Lee Taemin— musitó al leer su nombre al pie de la imagen y el lugar donde laboraba; imprimió la página y salió directo a su apartamento.

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Sacó la llave de su bolsillo y la introdujo en el cerrojo, escuchó los seguros moverse y luego abrió la puerta; la sala estaba vacía. Caminó hasta la cocina y estaba en las mismas condiciones, fue a su recámara y nada había; entonces fue hasta la otra habitación, donde estaban los aparatos para hacer ejercicio y allí estaba el pelirrojo, viendo hacia la pared vacía.

Dudó en llamarlo por su nombre pero luego pensó que lo mejor era hacerlo de una vez, el chico debía saberlo, —¿Taemin?— el chico volteó, y poco a poco fue abriendo los ojos en demasía; —ése es tu nombre, ¿verdad?... Lee Taemin— repitió.

Boqueó como pez fuera del agua y luego asintió; él lo sabía, con sólo escuchar el nombre supo que le pertenecía.

—Ya sé donde podremos encontrar respuestas— lentamente, sacó la hoja doblada en cuatro de su bolsillo, la extendió y se la ofreció.

Taemin se acercó e intentó tocarla pero no pudo, así que sólo la leyó.

Las gotas saladas rodaron por su mejilla, por fin sabía quién era.

El alto, más que por mero impulso, deseó detener esas lágrimas, así que llevó su mano al rostro del chico, con el dorso de ella las limpió, —¿quieres ir al hospital?— preguntó preocupado.

Taemin asintió.

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Tomó un vaso de jugo antes de salir de casa, cerró bien la puerta y se dirigió al gran hospital en donde Taemin trabajaba, por supuesto, en compañía del fantasma.

Iban en silencio, no sabían con lo que se encontrarían, puesto que la nota sólo decía sobre el accidente y que no había muerto, no daba detalles específicos.

El transporte colectivo tardó más de lo que esperaban, o tal vez eran sus ansias por encontrar respuestas.

Bajaron del autobús y miraron al enorme y blanco edificio que se erguía frente a ellos.

—¿Aún quieres ir?— indagó el alto al ver la indecisión del pelirrojo.

—Si— contestó luego de unos segundos, —es ahora o nunca—, dio un paso al frente, el moreno lo siguió.

Las puertas eléctricas se abrieron, estaba impecable, y el color blanco de las paredes y las grandes ventanas hacían que todo pareciera más iluminado.

Minho caminó hasta el escritorio de la recepción, no sabía qué debería preguntar, tal vez sólo por Lee Taemin, pero cuando volteó a su lado, el chico ya no estaba; lo buscó con la mirada y este había ido hasta un mural donde se exhibían varias fotos y noticias, entre ellas estaba la misma que describió aquella vez en la habitación del apartamento.

Taemin junto con Park Jin Young se encontraban rodeados de niños, había sido cumpleaños de uno de los pequeños que estaban en cuidados intensivos.

El alto se paró a su lado y también la observó, luego miró con detenimiento; había varias notas en papeles de colores; "Taemin hyung, recupérate pronto", "Taemin oppa, te queremos mucho"; leyendas similares a esa se encontraban esparcidas alrededor de esa fotografía.

Entonces recordó varios aspectos de lo que fue su vida; a su amigo Key, el amor por su trabajo, sus preferencias y gustos, el hecho de que era soltero, su hermano en un país extranjero; todo llegó como si fuera una mágica revelación.

—Joven, ¿le puedo ayudar en algo?— una chica de recepción se le acercó.

—¿Eh? Yo... — titubeó; Taemin miró a la mujer, recordó su rostro y sus palabras la noche del incidente, deseándole buenas noches y que descansara.

—¿Se le ofrece algo?— indagó ella al ver que el moreno no daba una respuesta concreta.

—Di que me estás buscando— dijo el más bajo.

—Yo... busco a Lee Taemin.

La chica parpadeó varias veces, luego dijo, —¿es usted familiar del doctor Lee?

—Emm... — miró disimuladamente al pelirrojo, necesitaba una coartada.

—Dile que eres mi novio.

—¡¿Qué?!— Minho se sobresaltó asustando a larecepcionista. 

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