Destination (6/11)

Destination (6/11)

VI

—Changmin me dio tu dirección— explicó antes de entrar al lugar sin ser invitada.

Minho maldijo mentalmente al nombrado, —¿por qué te fuiste así?

—Porque estaba buscando un buen apartamento y lo encontré— contestó él tranquilamente.

—Es por el dinero, ¿cierto?

—La renta es económica, si a eso te refieres— después de decir eso su mirada viajó del rostro de la chica a la silueta que se hizo presente en medio de la sala.

—Minho, ya te dije que mi padre puede darte todo el dinero que necesites; sólo tienes que pedirlo— se acercó un paso.

—No voy a hacer eso— frunció el ceño, —conseguiré las cosas por mis propios medios.

—¿Por qué eres tan orgulloso?— hizo un mohín con los labios, luego agregó, —pero ¿sabes? por eso me gustas— puso una mano sobre el pecho del alto, —porque nunca te rindes, eres muy trabajador y...

—Yuri— la interrumpió y quitó la mano de ella con la diestra, —es mejor que no sigas con esto.

—Una chica no debería estar sola en el departamento de un hombre— agregó el pelirrojo, el muchacho estaba serio y tenía los brazos cruzados sobre el pecho; pero claro, eso sólo lo escuchó el moreno.

—Minho— refutó ella, —¿sabes a cuantos he rechazado sólo por ti?

—No lo sé— , "y la verdad no me importa", quiso agregar, —pero si continúas insistiendo te voy a pedir que por favor te retires— señaló la puerta.

—Perdón, discúlpame— bajó la mirada, parecía en verdad arrepentida, sin embargo, tras unos segundos se lanzó a sus brazos lloriqueando, —¡es que te extrañé!— Minho sólo se quedó allí, estático, no correspondió, sólo suspiró y luego se liberó.

—Es mejor que te vayas.

—Pero...

—Yuri, otro día hablamos, ¿de acuerdo? Ahora estoy ocupado—, la empujó por la espalda y prácticamente la sacó del departamento.

—¡Minho!— se escuchaba su voz tras la puerta; la mujer intentó un par de veces más pero al ver que el alto no cedía, optó por retirarse.

—¿Es tu novia?— indagó el pelirrojo, aún seguía de pie en el mismo lugar, en cambio Minho había tomado asiento en el sofá individual.

—No, no lo es.

Eel chico fantasma sintió que se relajaba, era tal vez una sensación de ¿alivio?

Hace poco había caído en la cuenta de que no estaba vivo, por lo que aún no podía descifrar si lo que sentía eran emociones, cambios de humor o simplemente, por ser un ente de energía, era sensible a los cambios de temperatura.

—Es una amiga de la infancia— continuó el alto, —pero hace ya un par de años me declaró sus sentimientos; pensé en darle una oportunidad a esa relación, puesto que la conocía desde hacía mucho tiempo. Nuestros padres estuvieron contentos, pero después el ambiente entre nosotros dos se tronó algo incómodo, al menos para mí.

Lo miró atento, esperando la explicación, y sí la hubo.

—Yuri comenzó con sus celos, no podía siquiera verme charlar con alguna compañera de trabajo; llegó al punto en que quiso que yo no trabajara más.

—¿Eso dijo ella?

—No específicamente, pero lo insinuaba.

El pelirrojo parpadeó varias veces sorprendido, si Minho había huido no lo culpaba.

Observó su reloj de pulsera, eran casi las dos de la tarde; ya no le daría tiempo de ejercitarse, sólo terminaría de acomodar sus cosas, ya que por los últimos acontecimientos aún tenía cajas selladas. Se levantó de su asiento y se dirigió al cuarto donde antes se encontraban platicando antes de que Yuri irrumpiera.

—Parece ser que gracias a la visita inoportuna tendré que omitir mi rutina del día de hoy— dijo en lo que caminaba. Los pies del otro parecieron moverse por sí solos tras del alto.

Ante la atenta mirada del fantasma, Minho sacó las mancuernas de una caja.

—¿Solías hacer ejercicio?— preguntó sin mirarlo, quiso retomar la plática que tenían.

—No lo recuerdo.

—Entonces, todas estas cosas han de ser una novedad para ti, ¿cierto?— dijo con un claro tono de broma y sonrió.

—No dije que fuera un ignorante—, caminó hacia uno de los aparatos y luego agregó; —el principio fundamental de hacer ejercicio se basa en organizar y realizar repeticiones y series según sea el objetivo— Minho levantó una ceja ante esa explicación, el fantasma continuó, —existen distintos ejercicios según la zona muscular que desees desarrollar. Para trabajarlas debes realizar rutinas o planes de entrenamiento que incluyan ejercicios de rotación articular, una activación cardiovascular y estiramientos. ¡Ah! Y también ejercicios monoarticulares y para los músculos estabilizadores, como el abdomen y la zona baja de la espalda o lumbar.

Minho boqueó sorprendido, —vaya; ¿acaso te dedicabas a entrenar a profesionales?

—No lo creo— levantó los brazos a unos noventa grados y giró sobre sus talones, —con este físico no creo que alguien dejara que yo lo entrenara.

El alto lo miró y soltó la carcajada, el muchacho tenía razón, su físico era algo escuálido, pero aún así no dejaba de ser atractivo... ¿atractivo?; dejó de reír y luego tragó saliva, últimamente, cuando se trataba de su inquilino fantasmal ese tipo de adjetivos llegaban a su mente.

El fantasma se quedó callado observando al alto mientras éste ajustaba una máquina que servía para ejercitar el abdomen, pero luego comenzó a lanzar preguntas.

—¿Te gusta mucho hacer ejercicio?— era un cuestionamiento tonto, pero finalmente lo que quería era romper la silenciosa atmósfera.

—Al principio, como todo el día estaba trabajando, fue una forma de evitar el stress, luego se me hizo un hábito.

Todo el día estaba trabajando. Ésa situación la sintió algo familiar.

—¿Y en qué consistía tu trabajo?

—Era en una oficina, estaba a cargo de la revisión de algunos presupuestos de la compañía del padre de Yuri.

—Tenías un trabajo estable, ¿qué sucedió?

El moreno le dio la espalda para sacar otras cosas de la caja de cartón; —era estable, tienes razón, pero estaba bajo el control de Yuri y además no era lo que quería.

El fantasma se quedó pensativo por un prolongado tiempo, luego continuó, —¿Y qué era lo que querías?

—Vivir libre, ser yo mismo, saber que lo que hago hace feliz a mi pareja; ser feliz con lo que mi pareja hace, en pocas palabras, vivir una vida normal y sencilla.

Minho ahora lo miró de frente.

—Y tú, ¿qué era lo que querías?— cuestionó.

—Salvar a las personas.

—¿Eh?— se sorprendió ante la respuesta directa, luego bromeó, —¿eras algún tipo de súper héroe?

Frunció el ceño, —No. Yo solo sé que me preocupa ver a alguien enfermo o en peligro; supongo que por eso era médico o enfermero.

—¿Salvar a las personas?— repitió y apretó ligeramente el objeto que tenía entre sus manos, —¿Y qué había de ti? ¿Existía alguien que se preocupara por salvarte?

Trató de recordar, —no lo sé, supongo que había algún pariente o amigo.

—A menos, claro, que fueras un loco adicto al trabajo— ironizó. El pelirrojo sólo hizo un mohín con los labios, no pudo refutar, puesto que no tenía argumento alguno.

Riendo ante el gesto del muchacho, miró su reloj, ya habían pasado treinta minutos.

—Iré al mini-súper. El refrigerador está vacío y necesitaré algo más saludable que ramen para estos días. Espérame aquí— pidió antes de salir de esa habitación.

.

Caminando, se dirigió al pequeño local que había encontrado el primer día que se mudó; pero no estaba solo, el muchacho había decidido acompañarlo.

—Algunas personas son unas inconscientes— dijo el pelirrojo llamando la atención de Minho; había un hombre que por hablar por teléfono celular había descuidado a su hijo pequeño y ahora no le tomaba la mano.

—Debes aceptar que no puedes ir por el mundo queriendo solucionar todo— musitó.

—Tal vez no por todo el mundo, pero sí lo que está a nuestro alcance—; el fantasma caminó junto al pequeño, evitando que se acercara demasiado a la orilla de la banqueta; no era una calle muy transitada, pero no dejaba de ser peligrosa.

El pequeño, de tal vez unos tres o cuatro años, tropezó y cayó de rodillas, sus ojos se aguaron, pero el chico de gorra se acuclilló a su lado.

Minho se sorprendió; el infante notó la presencia, puesto que sus pequeños ojos se posaron en el blanco rostro del muchacho.

El fantasma lo ayudó a ponerse de pie y luego observó sus rodillas; —sólo fue un pequeño golpe, no te raspaste; estarás bien— le sonrió.

—Yoogeun— exclamó el hombre que antes estaba hablando por teléfono; —¿te hiciste daño?— se acercó y comenzó a revisarlo de manera descuidada, el niño negó con la cabeza.

—¿Cómo hiciste eso?— indagó el alto cuando su fantasmal acompañante se colocó a su lado.

—¿Qué cosa?.

—Él pudo verte— lo señaló moviendo ligeramente la cabeza.

—Eso es porque lo desee y él también lo hizo— explicó como si fuera lo más natural que existiera.

.

Eso es porque lo desee y él también lo hizo, ésa había sido la explicación, la cual era algo confusa, ya que entonces, ¿por qué él lo podía ver? Nunca lo deseó, es más, ni lo conocía.

—Minho— el pelirrojo lo llamó, —mira, las zanahorias son una buena fuente de fósforo— señaló el área de verduras.

Ambos habían llegado el mini-súper y desde entonces, el alto aún no comprendía muy bien lo sucedido con aquél niño.

Le dio varias vueltas al asunto y al final pensóque lo mejor era ir con un experto, y al único que conocía era Onew. 

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