Destination (3/11)
Destination (3/11)
III
La campanilla de la puerta se escuchó y el dependiente salió de entre los estantes lleno de libros y fue a atender.
—Buen día, ¿buscaba algo en especial?— indagó un muchacho de ojos pequeños y cabello color castaño.
—Si— dijo agitado el joven recién llegado, parecía haber llegado corriendo, —busco algo sobre fantasmas.
—¿Fantasmas?— se llevó la diestra al mentón, —¿cuentos o leyendas?
—No, eso— el joven atlético señaló el cartel donde se anunciaba la promoción de "libros esotéricos"
—¿Te refieres a algo más específico?
—Sí, algo así como la vida después de la muerte.
El dependiente se quedó pensando un instante, luego le indicó, —sígueme.
Los pasillos del lugar eran reducidos debido a la gran cantidad de textos que había.
—Mira— le ofreció uno muy viejo, —trata sobre apariciones. Ve si te sirve—, con la mirada señaló una puerta corrediza de cristal que daba a un pequeño patio con una sombrilla, una mesa y un par de sillas.
Al principio dudó, pero luego pensó que hojearlo era buena idea antes de comprarlo; así que fue hasta donde el chico le indicó y se dispuso a ver el contenido.
Al haber presenciado algo como la desaparición del muchacho pensó que alucinó, pero luego lo primero que le vino a la mente fue la palabra "fantasma" y junto con ella, la promoción de libros de cierto contenido que pensó podría serle útil. Creyó conveniente investigar sobre ello antes de ir con un cura, sacerdote o algún experto.
Relatos sobre apariciones, crónicas y algunos testimonios, pero nada similar a lo que había presenciado.
—¿No es lo que buscas?— indagó el dependiente al traerle un vaso con jugo, habían pasado ya varios minutos y la verdad es que el muchacho alto parecía estar algo desesperado.
—No, creo que no.
El chico de ojos pequeños se sentó a su lado, —tal vez si me dices qué es lo que exactamente deseas pueda ayudarte—; pero al ver la cara de desconcierto del joven, agregó; —mi nombre es Lee Jinki y soy el propietario de este lugar. Desde muy joven he leído este tipo de libros y probablemente podría ayudarte— se presentó.
—Soy Choi Minho y hace unos días me mudé a un barrio cerca de aquí.
—Bien, Choi Minho, bienvenido.
—Sólo llámame Minho— corrigió el moreno.
—Y a mí llámame Onew— sonrió, —ahora dime, ¿en qué te puedo ayudar?
Al principio dudó, pero luego se las ingenió para tocar el tema, usaría una excusa trillada y barata, al fin y al cabo jamás volvería a ese lugar, ¿cierto?
—Resulta que... un amigo dice ver fantasmas— inició su explicación.
—¿Ah sí?— Onew se mostró interesado. En realidad eso siempre le había llamado la atención, cosas del más allá y vida después de la muerte eran sus temas favoritos.
—Sí, pero parece ser que al principio mi amigo confundió al fantasma con una persona normal.
—¿Cómo fue eso posible?
—Se encontró con un joven y habló con él; pero luego resultó que se esfumó ante los ojos de mi amigo.
—Vaya— se llevó una mano al mentón; —¿alguna otra pista?
—Lo vio en cuanto se mudó a su nuevo departamento.
—¡Bingo!— dijo Onew, —el fantasma vive allí.
—Eso fue justo lo que dijo.
—Entonces, ¿cuál es la duda?
—¿Cómo lo saco de allí? ¿Con un exorcismo?
—Eso sólo funciona cuando poseen cuerpos humanos— frunció el ceño, como si lo que acabara de decir el alto hubiera sido algo muy tonto; —puede que tenga algún asunto pendiente, dime, ¿el fantasma es agresivo?
—No; bueno, sólo dice que es su casa y la última vez quiso quitarme una botella de las manos.
—Tal vez no sabe que está muerto— argumentó Onew.
—Posiblemente— exclamó convencido, —no sabe su propio nombre.
—Minho— se puso de pie, —¿podrías llevarme a tu nuevo apartamento? Quisiera conocer al fantasma.
—¿Qué?— se sobresaltó, —dije que era de un amigo—; Jinki lo miró fijamente y luego levantó una ceja, como diciendo, "¿estás bromeando?"
Boqueó como pez fuera del agua, era claro que su plan para ocultar la verdad había fallado.
—Por favor— pidió, —yo siempre he querido ver uno, me fascinan los relatos sobre apariciones. No tienes nada que perder.
Cierto, de los males el menor, si hubiera caído en otras manos, probablemente lo tachaban de demente; a menos claro que ahora estuviese con uno verdadero.
Caminaron tres cuadras hasta llegar al edificio de cinco niveles, hasta el último se encontraba su apartamento.
¿En qué estaba pensando al llevar a un desconocido a su casa? Pero ya nada podía ser más extraño.
Tomaron el ascensor y al llegar a la puerta, como siempre, Minho fue muy consciente de sus movimientos, sacó la llave de su bolsillo y la introdujo en el cerrojo, escuchó cómo el seguro se removió y luego giró el pomo.
Entraron y todo estaba perfectamente bien. Demasiado iluminado por la falta de cortinas, algunas cajas en las esquinas, pero nada fuera de lo común.
—No, no hay nada— dijo Jinki luego de echar un vistazo en la cocina; —tal vez tu amigo alucinó— dijo sonriente, consciente de su propio chiste.
—¿Por qué traes a un extraño a mi casa?— Minho escuchó una voz y volteó, justo en medio de la sala estaba el pelirrojo de pie; —dile que se vaya inmediatamente, suficiente tengo contigo invadiendo mi espacio.
—¿Tu espacio? Te dije que era mi apartamento, ya pagué por adelantado— refutó el moreno llamando la atención de Onew.
—Dile que se vaya, ahora.
—Probablemente él pueda ayudarte.
—¿Ayudarme?— cuestionó y dio un par de zancadas para acercarse. Onew veía atento al alto, miró hacia donde él observaba, pero no había absolutamente nada.
—Sí, ayudarte. ¿Qué no te has dado cuenta?
—¿Cuenta de qué?— el chico llevó ambas manos a sus caderas.
—A ver, ¿cómo te llamas?
Jinki sólo era testigo del monólogo de Minho.
—Yy-yo... yo... — trató de recordar, luego frunció el ceño, —el que no recuerde no tiene que ver con que metas a un extraño a mi casa.
—Eres un fantasma, eso es lo que eres.
Bufó antes de soltar una carcajada; —sólo sufro de amnesia, probablemente por un golpe o trabajo excesivo, qué se yo.
—¿Ah sí? Pues atrapa esto— Minho le lanzó una almohada que tomó del sofá; el pelirrojo intentó atraparla, pero ésta atravesó su cuerpo.
El invitado sólo vio al moreno lanzar una almohada al aire, nada inusual ocurrió.
El chico desconocido se sorprendió, luego intentó recoger el cojín y no pudo, lo intentó un par de veces y no tuvo éxito.
—Oh por Dios, estoy muerto— exclamó antes de desaparecer.
Onew sólo percibió un destello fugaz de luz a través de la enorme ventana de cristal.
—¿Lo viste?— cuestionó Minho.
—No.
—Pero lo escuchaste, ¿verdad?
—Tampoco— negó con la cabeza.
—¡¿Qué?! Pero si estaba allí— señaló el cojín en el suelo, —no estoy loco.
—Te creo— colocó la diestra en su hombro, —pero no pude presenciarlo, parece que sólo aparece ante ti.
Volvieron a salir del departamento, Jinki debía regresar a la tienda.
—Dijiste que puede que tenga un asunto pendiente, ¿cierto?— cuestionó el moreno estando en el pasillo.
—Sí, eso dije.
—Entonces, ¿por qué sólo yo puedo verlo?
Lo pensó unos segundos, —antes de ti, ¿alguien más habitó este lugar?
—Mmm... no lo creo, el propietario vive al otro extremo de la ciudad, este lugar estaba completamente vacío cuando llegué.
—Entonces no tengo idea, no sabría decirte; pero en cuanto se me ocurra algo te lo comunico.
—Gracias.
.
Aún sin relajarse tanto, tomó un baño, preparó otro de los paquetes de ramen y luego se dedicó a desempacar lo que faltaba. Encendió la radio, le gustaba escuchar música, comenzó a colocar las cortinas en su sitio y luego su ropa en los ganchos para después colgarlos en el clóset.
Miró su reloj, ya eran casi las tres de la tarde y pensó que lo ideal sería tomar una siesta puesto que tenía un compromiso más tarde.
Minutos antes de las cinco despertó, volvió a ducharse y se cambió de ropa, era sábado y tenía que trabajar en el club, los fines de semana era cuando recibía más propina.
—¿Pero qué...?— exclamó al encontrarse con el joven pelirrojo sentado en el sofá individual; —¿qué haces aquí? Pensé que habías desaparecido para siempre.
—¿Por qué lo haría?
—¿No es lo que hacen los fantasmas al darse cuenta que no pertenecen aquí?— explicó lo que le pareció más lógico.
El chico de la gorra negra hizo un mohín con los labios, —No sé cómo hacer eso, no sé cómo desaparecer para siempre— dijo y se desvaneció.
Minho exhaló y se quedó de pie allí unos segundos, luego recordó que tenía que ir al trabajo así que se dio prisa, se alistó para salir, y justo cuando eran las seis con quince minutos tomó el pomo de la puerta, pero luego lo soltó y palpó su bolsillo buscando algo.
—Ahí las dejaste— el chico volvió a aparecer y señaló el sofá, allí las había arrojado después de que Jinki se fue.
—Gracias— dijo y las tomó.
—¿A dónde vas?
—A trabajar— se colocó los zapatos.
—Y eso, ¿donde es?
—Lejos de aquí— salió y cerró la puerta dejando al chico dentro.
—Si está lejos, ¿por qué te mudaste a este lugar?— apareció a sus espaldas, en el pasillo.
—¿Qué haces aquí? ¿No te vas a quedar en casa?
—No, sería aburrido.
Minho lo miró y luego suspiró resignado, si elfantasma lo seguía sería una jornada larga.
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