"El Jefe Y Su Empleada"
Ella entra luego de pedir con su cálida y fina voz un “Puedo pasar” y esperar mi concesión para adentrarse en mi despacho. Yo mantengo esa postura de hombre frío, insensible y poderoso mientras que sin dejar de analizarla asiento lentamente con la cabeza permitiendo su presencia en el resinto.
Se nota nerviosa e incomoda al estar encerrada en mi grandiosa oficina que pasa a ser lo más pequeño sobre la faz de la tierra cuando ella y yo nos encontramos juntos en este lugar. Veo que se coloca sus guantes y al parecer sintió que la asechava con la mirada porque dio un girón de cabeza para comprobarlo, pero fuy más competente y en un ágil movimiento logré girar mi cabeza desvinculando completamente mis ojos de ella.
Agacha la cabeza y continúa en sus labores, de su carrito saca un plumero y comienza al despojar las finas capas de polvo que cubren los libros de mi estante. Está de espaldas a mi y ni por un instante saco la vista de ella. Tiene un cuerpo impresionante, y unas curvas espectaculares. Su cabello rojo cerezo esta hecho una trenza que sale al descubierto por una pequeña ranura del gorro en su cabeza. Las luces del sol que apenas se ponen se fija en su piel haciéndola parecer un ángel caído del cielo. Se ve tan brillante y apetecible, es una chica hermosa de todas las formas que puedan llegar a imaginar.
Agarra una pequeña escalerilla y asciende por ella para llegar a lo más alto del estante. No pude elegir un mejor lugar para colocarlo. Mientras asciende escalón a escalón sus glúteos en forma de pelota, una pelota dura, buena y muy delirante, se mueven haciendo que fantasee más de dos perversas abstracciones.
Sacude el polvo con una destreza impresionante, ya quisiera ser polvo para que me sacudiese aunque fuese dos segundos, o el pequeño plumero que lleva en mano. Desearía ser cualquier objeto de ese diminuto carrito que está aparcado delante mío, con tal de que me tocase aunque fuese por dos segundos para mi seria la gloria.
Nuevamente baja las escaleras y continúa en lo suyo. No me mira, no me habla, ni siquiera hace ruido. Es como si estuviese solo yo en este despacho, pero la verdad es que no, y teniéndola así de uniformada con ese conjunto blanco y negro que lleva encaje por todo el borde de su falda, se me hace imposible poder concentrarme en otra cosa que no sea ella. Agarra unos pomos de limpieza y un paño amarillo que se ve sumamente absorbente y comiemza a limpiar los estantes de cristal con muchísimo cuidado. Pues en ellos están mis trofeos más valiosos, y algunos adornos que valen más de lo que llegarían a imaginar.
Mi teléfono móvil suena sacándome de mi hipnotismo embelesante. Miro a la pantalla para ver quien es el responsable del mal humor que recién me invade al ser sacado de mi más hermosa abstraccion y suelto un bufido cuando compruebo que es la persona más insignificante del mundo, por lo mismo le cuelgo, y como se que no dejará de insistir decido apagar el móvil y continuar disfrutando de mi ensimismamiento.
Unos minutos después su trabajo en mi despacho esta por concluir, quisiera decirle alguna palabra, o sacarle un tema de conversación, pero se que no me atrevería y sería muy duro que la persona por la que llevas enamorado más de tres años te rechace por el simple hecho de que seas su jefe y tema perder su empleo, eso siendo en el mejor de los casos
¿Cual es el peor?
Que se espante, me aparte y rechace porque verdaderamente no siente nada por mi y lo único que podría y me une a ella es su trabajo profesional en mi hogar, eso y nada más. Si, lo sé, es muy triste.
La verdad es que siempre he estado enamorado de ella, desde que llegó a trabajar en esta casa. Ella es cinco años menor que yo, pero desde que vi ese hermoso cabello rojo, esos inmensos ojos marrón semejantes a los de las Bratz y ese bello cuerpo tallado como si fuese una guitarra, no he dejado de fantasear y soñarla en ningún momento. Cuando la veo en las mañanas haciendome el desayuno tengo que aguantar todos mis impulsos para no saltarle encima y deborarla toda. La deseo más que a nada, nunca en la vida creí que llegaría a desear tanto a una persona.
Puso todo de vuelta en su carrito y solo dejó fuera el pomo de sprei y un paño limpio. Lo que significa que su trabajo en esta habitación está por acabar. Veo que los deja sobre una mesita de madera que tengo en la otra esquina del lugar y agarra la pequeña escalerilla para aumentarle el tamaño y correrla hasta las repisas de cristal que le faltan por desempercudir. Y ¡HAY SAN MACARIO!, las palabras nunca me llegarian a alcanzar para explicar lo jodidamente sexy que se ve doblando un poco su cintura para empujar la escalera.
Una vez todo donde lo deseaba agarro el paño y el pomo azul oscuro que contiene un excelente aroma y es un blanqueador al cien, para rosearlo sobre el cristal y pulirlo con el paño. ¿Les he dicho que no he dejado de mirarle ni por un instante?
Pues espero que si, porque aunque me concideren un deprebado o pervertido, o quizás las dos, fue eso lo que la salvó de caer al suelo
¿Porqué?
Resulta que ella estaba muy entretenida puliendo el cristal de la repisa, pero creo que olvidó esa insignificante parte en donde resulta que estaba encaramada sobre una escalera. Y bueno no hay que ser muy listo para deducir que hizo un mal movimiento y al tropezar con su propio pie calló desparramada de las escaleras. Solo que rápidamente me levante del cómodo y acolchonado asiento y corrí a salvar de mi damisela en apuros. Por suerte para ambos la sostuve en mis brazos cuando estuvo por terminar en el suelo.
Entonces todo se me vino abajo, todo el muro contra la instigación que he estado construyendo en estos cinco años se me estaba llendo abajo al tenerla sobre mis brazos. Es incluso más suave de lo que en sueños imaginaba, sus faroles marrones hicieron contacto con los mis y juro que el tiempo se detuvo a mi alrededor. Eramos solo ella y yo, la empleada y su jefe.
Su respiración estaba exaltada, y sus pómulos estaban un poco coloridos, de seguro por el susto que pasó pensando que caería el suelo. Me quede perdido analizando cada facción de su rostro, las imperceptibles pecas que decoravan los contornos de su nariz, el hermoso lunar que pesque a ver debajo de su planchada y blanca camisa, lo esculpidos que estaban sus labios, y lo apetecibles que se me hacían al tenerlos tan de serca. Nunca antes la había tenido tan de serca, y nunca antes había sentido la corriente tan escalofriante que esta recorriendo cada parte de mi cuerpo.
Sin dejar de sujetarla por la espalda alce una mano para acariciar su hermosa y ruborizada mejilla, solo que fuy interrumpido por una voz demandante
—¡Puedes bajarme! — dijo al ver mis intenciones en un tono seco y firme. Desilusionado baje mi mano y seguido la coloque en el suelo con mucha delicadeza como si temiera a que se rompiera.
Una vez sus zapatos negros de tacón bajo pisaron el suelo me aparte de ella y luego de decir:
—Lo siento — totalmente desencantado le di la espalda alejándome de ella para volver a mi sillón que aguardaba por mi llegada.
Entonces mis piernas se detuvieron y mi mente comenzó a atiborrarme con preguntas que me terminarían volviendo loco. Aunque un poco de razón si que tenían mis suposiciones
Nunca antes había tenido a Claudia tan de serca, y hoy por primera vez después de cinco años por cosas del destino ella había terminado en mis brazos, y sí, prácticamente me había rechazado, o mejor dicho, me ha rechazado. Así que si ya lo ha hecho, ¿Que podía perder?
Me gire de sopetón y en un ágil movimiento la agarre de la cintura y la estampé al estante de cristal que llega prácticamente hasta el techo. Este comenzó a balancearse de lo fuerte que la lancé contra él, pero la verdad es que no me importaba nada ya, y ni siquiera espere al próximo rechazo por su parte. Sino que antes de que siquiera pudiese hablar ya estaba estrellando mis labios con los suyos en un beso necesitado y lleno de deseos. Un beso que para mi sorpresa Claudia correspondió con los mismos impulsos, y undiendo sus dedos en mi suave cabello presionó más sus labios sobre los míos dándome a mostrar que me deseaba tanto como yo a ella.
—Pensé que te rendirías fácil — dijo con la respiración acelerada una vez que nos apartamos por causa del maldito oxígeno
—Pues pensaste mal — dije excitado y sin soltarle de las caderas ni apartarla del estante la alcé quedando entre sus piernas y ella que es muy inteligente rodeo mi cintura con sus hermosas piernas
—He ansiado esto más de lo que imaginas — me susurro al odio para luego morderlo con algo de picardia, logrando encender todo mi ser y provocando la ereccion más dura que he tenido en mi vida.
En mis pantalones se lograba divisar con muchísima facilidad el empinamiento que con unas pocas palabras ella logró provocar.
—También lo deseo muchísimo — y sin más tiempo para palabras volví a unir mis labios con los suyos en un beso candente, exitante y casto
En pocos segundos ya estaba sin mi camisa en el cuerpo, ahora, estaba con mi pecho totalmente al descubierto, y con Claudia, besando y lamiendo cada parte de él
Eran tantas las ganas que le tenía que sentía que iba a explotar, y si que quería explotar, pero no lo haría yo solo. Sino que explotariamos los dos. Así que sin despegar mis labios de los suyos la lleve hasta mi buró y la acosté en el mismo sin salirme de sus piernas. Rasgue su camisa y resulta que no llebaba sujetador. Me recibieron unos pechos hermosos con unos pesones rosados y erectos que me dejaron impresionado.
Ni siquiera tuve que pensarlo y pase todo el dorso de mi lengua por sus erectos y duros pesones. Resulta que me puse aún más caliente cuando Claudia soltó un “Haa” que me dejó con deseos de escuchar muchísimos más. Así que sin detener a la inmensa bestia que amenazaba por convertirse en lo que sería yo comencé a besar su cuello y estimular sus pesones con mi mano, mientras que con la otra subía su falda para dejar su chocheta al descubierto. Alcé su falda hasta su abdomen y me deshise de sus bragas arrojandolas a algún lugar de mi despacho. Ya mi pantalón estaba sobre mis tobillos y mi calzón no se quedaba atrás.
Claudia estaba bien mojada, y con su intimidad tan lubricada no me fue nada difícil deslizarme dentro suyo. Solamente adentre el glande en su chichi y un ¡HAA! de dolor y satisfacción salió de sus labios tan hermosos e hinchados de tanto besarlos.
Cuando estuve totalmente dentro suyo me quedé quieto y sin hacer ningún movimiento, no lo tenia del todo claro pero estaba casi seguro que ella era señorita.
Estuve estático hasta que un “puedes continuar” salió de sus labios. Su rostro estaba un poco pálido y su abdomen temblaba.
—Claudia esta es...
—Sí — dijo algo adolorida aclarando todas mis dudas. Ella misma lo había afirmado, era virgen y yo la estaba desvirgando. No podría ser un hombre más feliz.
—Pues haré que sea espacial — dije como tonto enamorado
—Con que seas tú, ya es más que especial — dijo con una sonrisa ladeada, y luego de sonreír a su par comencé a moverme muy lentamente dentro suyo
Mis movimientos eran lentos, suaves y profundos. Pues estaba rompiendo algo muy importante para ella y algo que la primera vez es muy doloroso
Claudia jadeaba y gemia cada dos por tres, y yo ni se imaginan. Al tenerla tumbada sobre mis escritorio con sus pechos al aire y los pesones erectos, su falda alzada hasta el abdomen y mi verga en su vagina, me sentía por los cielos. No cabía un alpiste más en mi cuerpo. O sí, cuando ella muy cachonda me dijo:
—Más rápido — pidió en un gemido necesitado retando a la bestia que llevo dentro
—¿Estas segura? — pregunté dudoso, pues era su primera vez y no quería lástimarle o hacerle sentir mal. La quiero mucho y quiero que sea tan especial para mi como para ella
—¡SOLO HAZLO! — gritó como poseída y bueno no pude retenerlo más
Comencé a empotrarla con brusquedad, con firmeza y mucha destreza aferrado a su pequeña cintura. Y ella, pues ella joder, jemia y gritaba más que un bebé al nacer.
—¡Haa! ¡Así, así! ¡Siii! — gritaba y gritaba embullandome a más
Fue increíble lo bien que la pasamos juntos. Saqué mi miembro de ella cuando supe que estaba por correrme, y esta al instante soltó un líquido lechoso que salió disparado como una bala. Pero no fue eso lo sorprendente, ni tampoco que toda mi polla estuviese cubierta por una fina capa roja que obviamente era sangre, y tampoco que de la vagina de Claudia saliese un chorro bastante grande de la misma sangre. Sino sus palabras al terminar lo nuestro:
—Genial, tendré que limpiar todo esto — dijo en protesta viendo mi semen en el suelo y el pequeño charco de sangre bajo ella
Me la quede viendo incrédulo y a la misma vez en que sonreía inconscientemente viendo lo hermosa que se ve, las comisuras de sus labios se alzaron haciendo una “U”. Pues sí, los dos estábamos riendo, y eramos sumamente felices
—Te amo — dijo sin despegar la vista de mi provocándo que quedara pasmado. Es que nunca lo supuse, nunca creí que esto pasaría y menos que ella me dijera esas dos pequeñas palabras que son lo más grande para mi
—Yo también te amo — dije enamorado sin dejar de mirarle.
Lo que antes era una pequeña sonrisa en su rostro ahora era una tan linda y grande que prácticamente llegaba a sus orejas
—Ven — llamo haciendo un movimiento con sus manos y yo sin más le obedecí
Camine los pocos centímetros que nos separaban y nuevamente me encontraba entre sus piernas, pero ella ya no estaba acostada, sino sentada sobre mi buró.
—¿Que quiere mi reina? — susurre sobre sus labios tomándola de la cintura
—Te Amo — dijo emocionada deslizando su mano por mi brazo
—También te amo — dije igual de emocionado y besé sus bellos labios para recordar una vez más lo que se siente sentirse vivo, porque así me siento. Amo a Claudia más que nada en este mundo, más que a mi mismo
Pero este hermoso momento es roto por un grito que retumba en toda la casa
—¡Claudia! — se escucha la voz de una persona sumamente irritante y sobre todo agobiante.
Claudia me aparta de ella al instante y se viste correctamente a la velocidad de la luz. Yo igual de rápido subo mis pantalones y me coloco la camisa. Nos arreglamos en esos pocos segundos y cuando las puertas de mis despacho se abren todo esta como si nada ubiese pasado.
—Con que aquí estabas — dice con alivio al ver a Claudia limpiando delante de mi buró, si, esta limpiando la sangre que minutos atrás salio de su vagina
—¿Quiere algo señora?— pregunta muy servicial dejando lo que estaba haciendo para verle a la cara
Resulta que ella no le hace ni caso y no pierde el tiempo para encararme
—¡¿Porque no respondes mis llamadas?! — refuta como una loca. Bueno, lo que es
—¿Que quieres Alicia? — pregunto cansado
Pues si, resulta que es mi mujer. Está de pésimo humor como siempre porque... Bueno en pocas palabras, no me apetece follar con ella. Llevamos siete años de casados, pero desde que Claudia llegó a la casa mis ganas con ella fueron desapareciendo poco a poco. Y hasta hace unos meses le dije que no volvería a coger con ella. Pero no quiere dejarme y tampoco irse, aquí tiene una muy buena vida y no es tan tonta como para abandonarla
—Saber porque mi esposo no me contesta el puto móvil — en verdad es irritante
Ahora mismo me estoy preguntando ¿En que estaba pensando caundo comencé a salir con ella?, pero es que no se me ocurre nada. Porque obviamente no pensaba en nada
—Porque estoy seguro que es para otro de tus absurdos caprichos — dije con certeza sin quitar mi cara de cansancio. Claudia se giro para verme a la cara y reía sin hacer ruido, lo pasaba bien la condenada
—¡Caprichos! — dijo haciéndose la ofendida con la voca en forma de “o” y una mano en su pecho
—Di lo que quieres y dejame en paz, tengo mucho trabajo por hacer — al decir eso Claudia sonó su garganta haciéndose la graciosa, ya verá después como me la desquito
—Ernesto le ha comprado a Elena una nave nueva — explicó como si eso fuese algo importante para mi
—¿Y? — dije con una ceja alzada
—Pues que tu no me regalas nada desde hace...
—Ayer — completé
—Pues eso — se cruzo de brazos mientras hacía fuerza de cara. Y hasta ahora me doy cuenta que venía a ceducirme, pues trae una blusa transparente que muestra sus grandes pechos con una facilidad obvia, su cabello rubio cuelga sobre sus hombros y lleva bragas y nada más
—Pues que pena, no compraré nada — dije decidido
—Per...
—Nada — dije con firmeza viendole serio, y luego de hacer berrinches como una pequeña salio de mi despacho
—Eric, creo que esto no va a poder ser. Será mejor que olvidemos lo que pasó y continuemos como siempre, tu de jefe y yo.. pues de lo que soy. Bien — dijo con firmeza y tristesa a la vez para agarrar su carrito y caminar hacia la salida
—Escápate conmigo — dije de pie ante mi buró y ella se giro muy bruscamente para verme
—Es en serio — dije al ver que no lo creía
Soltó todo lo que llevaba en manos y corrió como si su vida dependiera de ello para abalanzarce sobre mi y abrazarme con todas sus fuerzas
—Te amo Clau — dije viendole a los ojos y ella tan eufórica y emocionada me beso loca y apasionadamente.
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