Doggy |FRERARD|
-¡Hola! ¿Crees que puedas ayudarme? –preguntó con una tierna mirada y una sonrisa dubitativa, mientras escondía algo detrás del umbral de la puerta.
-¿Ayudarte con qué? –respondió dudoso.
-Con...
La cadena que sostenía fuerte entre sus manos se vio arrastrándose por los suelos de pronto, y el joven Frank corriendo tras el San Bernardo a través de los jardines vecinos.
-¡Gerard! ¡Gerard, vuelve aquí! –gritaba agitado, tratando inútilmente de lograr que el perro regresara a su lado.
-¡¿Nombraste a tu perro igual que yo?! –Refunfuñó con falso enojo el joven de ojos verdosos que recién salía de su hogar.
-Lo siento Gerard, Gerard no es mío, bueno, lo es ahora, pero recién me lo llevó mi abuelo a casa hace tres días, mi abuela ya no puede cuidarlo porque es demasiado grande y encima de todo bastante travieso.
Gerard rio por lo bajo, y tomó el mentón de Frank para obsequiarle un beso en los labios.
-Vamos, yo te ayudaré a atraparlo.
Mientras más corrían el perro corría más rápido, ellos se cansaban; pero el perro Gerard estaba seguro de que se trataba de un juego bastante divertido.
-¡Te atrapé! – Festejó Frank que logró pescar la cadena, pero el perro Gerard se haló tan fuerte que tumbó al pequeño Frank y se burló brincando sobre su cuerpo tirado en el suelo para seguir corriendo por los jardines posteriormente.
-Lo siento amor, dame la mano –dijo Gerard para ayudarlo a colocarse de pie –Gerard es más difícil de lo que creí ¿cómo un San Bernardo puede ser tan rápido?
-¿O cómo es que nosotros podemos ser tan lentos? – ambos rieron mientras Frank sacudía sus ropas.
El enorme perro pasó corriendo a por su lado, y sin pensarlo dos veces ambos se arrojaron sobre la cadena sin importarles ser arrastrados por Gerard y quedar llenos de tierra o lodo. El perro se giró hacia ellos, y al ver que no tenía medio de escape se quedó echado en el césped, los miró a ambos y soltó una queja que los enterneció inintencionadamente.
-A pesar de todo, parece ser un lindo cachorro –comentó Gerard mientras ambos se sentaban en el jardín.
-Lo es, pero creo que Gerard nunca va a quererme –respondió melancólico.
-Tal vez el cachorro Gerard nunca llegue a quererte, pero debes saber que este Gerard te ama – afirmó condescendiente y acariciando su mejilla.
-Y yo te amo a ti, gracias por ayudarme con mi perro –sonrió tímidamente y tomó su mano.
-¡Frank, no sueltes la cadena! –bramó Gerard al instante que la miraban arrastrarse de nuevo tras los brincos y largos pasos de alegría del perro.
-¡Lo siento amor, lo olvidé!
Ambos rieron, molestarse no tenía ningún sentido.
-Vamos, te ayudaré de nuevo a atrapar a Gerard –Dijo precipitándose tras el perro.
-¡Gerard, aguarda! –pidió Frank una vez de pie.
-¿Me lo dices a mí o al perro?
-A ti –se acercó y lo abrazó con fuerza por la cintura para después besar sus labios despacio –Te amo.
-Y yo a ti Frankie.
~
Esta historia fue escrita y publicada hace unos tres años.
Muchas gracias por leer, por sus votos y comentarios.
Un abrazo!
Atte: Deid.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top