Nos morimos y no quejamos, nos dejamos y nos amamos. Somos dueños del sin razón, ¿De un mundo sin corazón?

Se hizo día y vino en sus labios, alcohol dejado por sobrenombre, que no te asombre que no te mate, que no anochezca  ¡Que no perezca! Aunque como agua se desvanzca, bien que te lees sus dulces gritos mientras que sueñas poco a poquito, con sus caprichos inconfesables y aunque tú solo en la noche hables, mano de Dios, todo lo sabes.

Bajo la lluvia, bajo la nieve, bajo la sombra de su relieve, existe un mundo petrificado, acunado, solidificado, donde aventó todo su pasado, donde cambió su filosofía, donde vendió viejas alegrías que de tristeza ya respiraban, que desamores hoy celebraban, ¡Que se olvidaron que yo vivía! Que de polvo todo cubría, en esa nueva vil soledad.

Donde te fuiste mi dulce grito, créete un poco, te necesito, que de sordera me muero hoy.

Gendou Uribe