Los matices del gris: que conjunto tan espectral. Podemos jugar con los blancos extremos y las líneas negras para definir el frío, la nostalgia, la soledad. Podemos escurrir las sombras y a la vez resaltar figuras manteniéndolas en el total anonimato. Podemos simular la asfixia y desfigurar la silueta más hermosa; ¡qué gran gama de colores tan desprestigiados!, mientras irónicamente, se convierten en amos de las mentes sórdidas y embelesadas por bellezas raras gracias a esa mala fama tan bien ganada.
 
Me encantan los matices del gris, la gama del blanco al negro, todo en el conjunto. Hacen de los bosques misterios y leyendas y de las historias de amor pálidas tragedias. Engrandece al villano y mitifica al héroe sacrificado. Cubre de ritos malditos a los animales más simples y los vuelves aliados de Lucifer. Nunca mirarás a los ojos a un animal en los matices del gris de la misma manera que en total tecnicolor. Dicen que los primeros, carecen de alma. 
 
Los caminos de primavera y verano se vuelven entrañables y de mal agüero; siempre hay un dejo de algo que se pierde cuando solo hay de blanco al negro; otoño en gris es el padre de los pesimistas y melancólicos y en invierno; de los soñadores de leyendas.
 
  A mí en lo particular me encanta, me ensueña, me enamora. Siempre me han gustado. No sé si por romántico o por la soledad que me acompañó durante tanto tiempo. No sé si por un adorable paradigma o simplemente, por la sensación de que detrás de un árbol, de un bosque, del océano, de un río o una cascada, de una ciudad o un pueblo, de un cielo que sonríe tristemente en matices en gris, existen cosas que mi mente no alcanza a imaginar, pero cuya dimensión sobrepasa la fuerza de mis rodillas y no he perdido las esperanza de, algún día, en el mágico momento en donde no te enteras de que sueñas, sin pedirlo ni buscarlo, te envíe una tarjeta que diga:
 
Gendou Uribe.
Detrás de los Matices del Gris.