Dejaste vivir mucho tiempo el bello cielo del desinterés parcial. El sol bañó tu piel y la primavera cantó como si fuera confidente eterna. Como una amante absoluta, siempre a la espera.

Malabares y serpentinas en una noche fantasmal, como era, se hizo nada una noche entera. Y no volvió nunca más.

Fingiste tu muerte cerebral entonces, para comprar buenos tiempos; treta espartana que cayó en desgracia. ¿Sentiste el amanecer de los años fugados?

No, para ti el tiempo no había pasado.

Ahora, en medio del gran océano de relojes muertos, buscas revivir al nadador.

Lloran tus manos antes palmípedas. De plomo el corazón se refugia en la galera hundida. Arrastrando tu cabeza y retando valentía ¡te da solo un día! Para aprender.

Si la noche abismal te aparca en el fondo del mar más a fuerza que a voluntad, volverás al desinterés.

Y es lo mejor que no despiertes esta vez.

Duele en primavera, se sufre en verano, cuesta en otoño; pero en invierno, llegar al desinterés en invierno, es morir viviendo y ¡te juro por Dios! 

morir en vida.

Gendou