A Media Noche
A media noche, tú. A media noche. Vista panorámica de albinas copas arbóreas, hartas de sus pies enraizados.
A media noche, yo. Un cielo negro y un manto blanco como mundo de luna a sus pies. Do, Re, Mi y sus amigos encriptados como estrellas allá, a donde nunca iremos.
A media noche, él. A media noche. Agua negra, limpia y pura, pero negra. Sin viento, como el ojo del huracán. Una calma violenta y desesperante que hiere al descuidado.
A media noche, nosotros. Rostros sin cara vestidos de traje y corbatas rojas con diagonales doradas. Andando, entre los árboles del allá abajo.
A media noche, ustedes. ¿Quienes son ustedes? Quien está allí a la hora de la oscuridad total. Me observas o te observo en lo alto de la montaña, mientras la cascada de agua negra pero limpia cae pulverizando a su paso el suelo blanco, blanco como la luna, como todos los colores de luz en pleno coito.
A media noche, ellos. Mis personas. Ellos se trasparentan y sus sonrisas llegan a sus orejas y sus ojos son blancos mientras su piel se torna en sombra vaporosa.
A media noche ella duerme.
A media noche me divierto haciendo canciones con las notas en el cielo, me divierto corriendo entre arboles albinos y misteriosos, me divierto nadando en aguas negras, pero limpias, reviento soportando la levedad de la ausencia del viento y escucho la cascada caer, bajo la penumbra de mi hermosisimo cielo negro.
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Gendo Uribe
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