Capítulo 1

   —¡Joder Guillermo levántate ya! Que no querrás llegar tarde a tu primer día de clases –dijo mi madre con un tono tan fuerte que me levantó de golpe por el susto que me había dado.

Joder, no quería levantarme de la cama en ese momento; las sábanas me están atrapando y no me quieren soltar, pero al parecer a mi madre le da igual. Ella es capaz de arrojarme un cubo de agua fría o tirarme encima el desayuno con tal de que me levante así que no quise meterme en problemas y me incorporé con algo de pereza y le dije:

—Si madre, ya voy –le respondí con un tono de no querer hacerlo.

Maldita sea, las vacaciones han terminado y con lo bien que me la he pasado no me dan ganas de entrar al colegio de nuevo, es irritante, y menos a uno donde no conozco a nadie. No quiero volver a las tareas, los trabajos, el estudiar toda la semana para los exámenes, ni tampoco a empezar de nuevo todo, los amigos, relaciones con los maestros, eso siempre ha sido algo difícil para mí, nunca he sido exactamente alguien popular, solo tenía un par de amigos en toda la escuela, además me llevaba bien con los profesores, cosa que me beneficiaba en las calificaciones. Definitivamente nunca he sido bueno con los comienzos.

Bajé las escaleras con unas ganas que no son ni medio normales. Mi hermana, Carol, estaba en la mesa desayunando y a lado suyo se encontraba lo que parecía ser mi desayuno preferido: Hot cakes, huevos revueltos y tocino. Vaya desayuno se ha montado mi madre eh. Me senté en la silla y comencé a degustar lo que había preparado mi madre. Joder, le ha quedado delicioso, como siempre, por algo me gusta mucho la forma en que cocina, es especial. Nadie más ha logrado alcanzar el sabor que mi madre le da, en todos los restaurantes que he ido y pedido este desayuno ninguno puede si quiera tocarle los talones al de mi mamá.

Me entretuve un poco en el desayuno, me gusta disfrutar la comida, es algo que debo destacar de mí. Tal vez algún día me dedique a ser chef, me apasiona la comida, prepararla, disfrutarla, me encanta. Terminé el desayuno y chequé la hora en mi celular, 6:25.

—Mierda –susurre a mí mismo al ver la hora que era.

Joder, la entrada al colegio es a las 7:00 y queda un poco lejos de la casa, me cago en todo. Me levanté rápidamente de la silla y subí a mi cuarto a arreglarme. Me vestí lo mejor que pude y decidí salir para ir al colegio pero antes de salir recordé ponerme mi sudadera roja porque en Madrid hace un frío que te cagas, además de que esa sudadera me trae buena suerte y vaya que la iba a necesitar para mi primer día de clases en la nueva escuela.

Salí de casa junto con Carol para dirigirnos hacia el lugar donde pasaría mis estudios este año.

En el transcurso del camino me puse a pensar en el por qué me habían sacado de mi anterior escuela, todo iba bien allá, no daba problemas y era responsable con mis materias. Tenía dos amigos ahí, a uno le apodábamos Luzu porque le gustaba que le dijesen así y no por su nombre verdadero; y otro que se llamaba Rubén, era un buen chico, un poco loco pero me caía bien. Pero ya no los voy a poder ver, en la preparatoria vaya que te mantienen ocupado y más en tercero. Tendré que acoplarme a mis nuevos compañeros, espero no sean tan malos porque esta vez sí quiero tener varias amistades, quiero terminar bien este año. Joder, estoy bastante nervioso, no quiero liarla en mi primer día, quiero que salga todo perfecto, conocer nuevas personas, caerle bien a los profesores, ojalá y lo pueda lograr.

Pasó un largo rato y por fin pudimos llegar al nuevo colegio, tenía una gran reputación por ser uno de los mejores de Madrid, por ende era algo caro, sin embargo, mis buenas notas y la inteligencia de mi hermana nos consiguieron una beca completa para los dos cosa que es una gran ventaja, pero la condición de esa beca era que no bajara mí promedio de 9.5 cosa que no era nada fácil. Decidí dejar de pensar en eso y adentrarme en esa gran institución.

Nada más entrar vi un monumento en honor al fundador del lugar al fondo del pasillo. Madre mía, el lugar sí que es grande. Dirigí mi mirada hacia mi celular para ver la hora, 7:06, joder, voy tarde a la clase y ni siquiera sé dónde está. Me despedí de mi hermana y en seguida fui a buscar a alguien para que me ayudara a encontrar mi salón de clases, el número 27. Corrí por todo el lugar en busca de alguien pero no había ni un alma, todos estaban ya en sus aulas y yo no sabía cuál era la mía, me cago en todo. Después de recorrer todo el sitio encontré por fin a un hombre de unos 40 años bien vestido que estaba caminando rápidamente pero yo me dirigí hacia él.

—Buenos días –enuncié tímido.

—Dígame.

—Eh... Bueno... Disculpe por molestarle pero soy nuevo acá y estoy buscando el salón 27 ¿no sabe usted dónde se encuentra? –dije nervioso ya que seguro me vería como un tonto al ser esta hora y todavía preguntar por el salón.

—Pues que coincidencia, yo voy justamente para allá, sígame y lo llevo –respondió en un tono serio.

Llegamos al salón y al entrar todas las miradas se concentraban en las nuestras, parecían mirarme como un bicho raro por entrar con el profesor, mierda. No quería liarla y lo primero que hago es llamar la atención del grupo pero para mal, al parecer no era bien visto el entrar junto al profesor.

Miré al grupo y al parecer estaban sentados en binas en unas mesas que se encontraban a lo largo del aula, todas estaban ocupadas menos una que está hasta atrás. Había un lugar disponible que estaba junto a un chico algo alto, con buen cuerpo y buena apariencia. Y no es que sea gay o algo por el estilo, solo sé cuándo una persona es bonita, ya sea chica o chico. Como no tuve de otra me resigné a sentarme ahí.

En ese momento estaba nervioso, tanto porque era el primer día como por el hecho de que quería hacer alguna amistad y no quedarme solo por el resto del año y lo único que dije para romper el hielo fue:

—Hola.

Punto de Vista de Samuel

El sonido de la alarma marcando las cinco cincuenta de la mañana me despertó.

—Hay Dios, no otra vez, joder –susurré a mí mismo con tono molesto al escuchar la alarma del celular.

Maldita sea, ya es hora de levantarme para irme al colegio. No quiero ir, quiero seguir durmiendo hasta el medio día como siempre, no a estas horas que ni si quiera ha salido el Sol aún. Pero tengo qué hacer esto, sino mis padres me echan de la casa. Genial, se acabaron las noches de fiesta hasta las 4 de la mañana, los días en la playa disfrutando del calor y de las chicas sexys en bikini que caminan en la orilla del mar; el no hacer nada y disfrutar de mi tiempo libre, todo eso se ha llegado a su fin. Y no es que no me guste la escuela, bueno, para ser sinceros no me molesta tanto el ir ahí porque hago amigos y conozco chicas con las cuales pasar un muy buen rato, lo que me mosquea es el hecho de trabajar tanto por algo que ni siquiera deseo, un maldito diploma por haber logrado soportar esa estupidez por un año, bueno, al menos es así como yo lo veo.

Descendí a la parte baja de la casa para prepararme un ligero desayuno ya que mis padres ni de coña se despertarían a esta hora a prepararme algo y francamente si estuviese en su lugar ni yo lo haría pero eso no justifica nada. Me asomé en la alacena para ver que había y se encontraba mi cereal favorito, uno de estrellitas. Ya sé que suena infantil pero ese es mi preferido, su sabor me gusta y además me recuerdan los buenos momentos que tuve en mi niñez. Saqué un plato y serví de ese cereal en él, luego vertí leche y comencé a disfrutarlo. No me tardé mucho en acabar, así que subí a mi cuarto para arreglarme para ir al colegio. Me vestí de manera de quedar como un Don Juan para las chicas ya que siempre les quiero dar una buena impresión y si hay alguna que me guste pues conquistarla. Me peiné, tomé las llaves del coche de mi padre y me dirigí al garaje para sacar su auto, aunque ya me había dicho que si lo quería lo podía tomar así que no desaproveché la oportunidad y lo hice. Saqué el automóvil a la callé, cerré el portón y aceleré para ir a la escuela.

El auto en el que iba era un Clásico 2010, nada fuera de lo común, es un buen auto y con un buen cuidado da para mucho; como regalo por cumplir 18 años mi padre dejó que lo pintaran de mi color preferido, negro. Mola mucho el coche, además de que procuro que siempre este limpio para que luzca en las calles.

No me tardé mucho en llegar al Instituto, tal vez unos 15 minutos, ya que no estaba tan lejos de mi casa pero me da una pereza increíble el venir hasta acá caminando. Aparqué el auto en frente de la entrada principal de la escuela, al menos así no le harían nada ya que los policías que vigilan la zona lo detendrían inmediatamente. Bajé del coche y vi la hora: 6:55.

—Justo a tiempo –me dije a mí mismo.

Si hay algo que destacar de mí es que siempre soy puntual, o al menos procuro serlo en todos los ámbitos.

Le activé el seguro y la alarma al coche y me dirigí al salón de clases. Conforme iba caminando vi a algunos amigos pasar, los cuales fui saludando. Llegué al aula y traté de localizar una mesa vacía pero al parecer no había muchas opciones, solo había dos: en frente del escritorio del profesor y una hasta atrás. Definitivamente escogí la mesa de hasta atrás, no es que me agrade mucho estar hasta el fondo pero es mil veces mejor a estar en frente del profesor donde él me estaría vigilando todo el tiempo.

Me acomodé ahí y saqué mi celular para entretenerme en lo que llegaba nuestro nuevo profesor. Pasaron los minutos y todos se callaron cuando llegó el profesor acompañado de un completo extraño. No lo había visto antes, así que podía asumir que era nuevo. Se quedó mirando toda el aula en busca de un lugar dónde sentarse y entre todos los jodidos espacios disponibles tenía que escoger el mío, maldita sea. Cuando se acercó hacia mí no tuve más remedio que arrimar mis cosas para que se pudiera sentar. Después de un minuto de silencio escuché como dijo:

—Hola.

—Hola –respondí seco.

La verdad no me interesaba hablar con este chico así que le di una indirecta de que no estuviese molestando pero, al parecer, no la captó.

—¿No eres nuevo o sí?

—No –comenté con indiferencia.

Un largo silencio se escuchó entre nosotros dos, al parecer al fin había captado mi indirecta de que no quería nada con él. Después de un momento el profesor se dirigió hacia el grupo diciendo:

—Bueno chicos, espero serles de su agrado ya que estaré aquí trabajando con ustedes por este año y que mejor que nos llevemos bien. –hizo una breve pausa y prosiguió–. Cabe mencionar que más vale que se lleven bien con el compañero con el que están sentados porque ese será su lugar por el resto del año. Ahora comencemos a trabajar.

Mierda, yo no quería nada con este tío y ahora voy a tener que soportarlo por el resto del año, joder.

Punto de Vista de Guillermo

Me cago en todo. Voy a tener que hacer las tareas y los trabajos con este tipo que ni siquiera conozco y ya me cae mal, joder. Saqué una libreta de mi mochila y apunté lo que dictó el profesor.

Pasó el rato y por fin era la hora de comer, así que todos nos dirigimos hacia el comedor para degustar lo que habíamos traído de casa. Yo, como la máquina que soy, no traje nada debido a que se me hizo tarde así que con el dinero que había traído me compraría algo. Me formé en la hilera que había para comprar. Miré el menú y se me antojó un croissant de jamón y queso con un poco de lechuga. Vi con cuánto dinero disponía y tenía 5 € y eso costaba 3 € así que decidí comprarlo, aunque sinceramente eso era algo caro para mí. Justo cuando me lo entregaron e iba a sentarme pasó mi compañero de mesa (que aún no sabía su nombre) y chocó contra mí provocando que mi comida cayera al piso. En ese momento me cabreé mucho y le dije:

—¡Oye idiota! ¡Ese era mi comida!

—¿A sí? –dijo en tono irónico–. Pues tú bien lo has dicho, era –empezó a caminar por el comedor.

Eso me calentó más de lo que de por sí ya estaba, ese maldito hijo de puta me ha tirado mi almuerzo y además se me pone chulo, me cago en todo.

—¡Y ahora qué cojones su supone que voy a hacer!

—Ese no es asunto mío.

Ufff macho, en serio,me voy a cagar en él mil años. Ese tío me desespera demasiado, es irritante,mal educado y me ha hecho odiarlo en tan solo el primer día. Faltan otros 163días por aguantar, no sé si pueda resistir pero lo que sí que me ha demostradoes que no va a ser fácil.

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