99. Al fin solo.

Desparramado en su sofá, Benito terminó otra lata de cerveza y la arrojó al suelo: ahora nadie se lo iba a reprochar. Su esposa estaba muerta, él la había matado.
Todos sabían que se llevaban mal desde hacía mucho. Estaba seguro que no iba a tener problemas para convencer a los curiosos y a la policía de que ella había huido, que no sabía
nada de su paradero. Quién iba a sospechar que la había enterrado allí, en el jardín.
Se levantó y caminó pesadamente hasta la puerta que da al jardín. La noche estaba oscura.
El jardín era un montón de sombras deformes y compactas. Miró por la ventana de la puerta, sonrió y dijo: "¡Buenas noches, bruja!, ¡jajaja!" -y se apartó de la ventana.
Volvió a andar pesadamente, bostezando, y entró a su cuarto. Ni se molestó en encender la luz y se
acostó así como estaba.
No advirtió las pisadas sucias de tierra que iban hasta el cuarto, ni vio la figura de ojos blancos que lo observaba desde un rincón oscuro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top