112. secuestro.
Las heladas gotas que se colaban a través del resquebrajado techo de madera se estrellaban en la frente de Betty. La niña yacía entre el barro y las heces de las vacas que dormían a esas horas de la madrugada.
Afuera la lluvia arreciaba con ráfagas de viento que aullaba al atravesar las copas de los pinos que poblaban la granja que vio nacer 4 años atrás a la pequeña. Junto al cuerpo de Betty, en un charco de sangre estaba su osito de peluche, la sangre manaba de la entrepierna de la nenita…
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