Era la mañana del lunes cuando, mientras me compraba un café, me llamó un agente bastante alterado diciendo que habían encontrado un cuerpo masacrado en un apartamento. Me encaminé hacia el lugar y cuando llegué me di cuenta de por qué mi compañero estaba tan alterado, el sujeto estaba en todas partes, sus intestinos estaban pegados de algún modo al techo y, en el espejo del baño, había un gran chorro de sangre fresca. 

La cara de la victima, la cual seguía casi intacta, parecía recordar los últimos segundos de su vida, pues en esta se dibujaba una mueca de terror. 

Al investigar más a fondo la escena del crimen, encontré una fotografía instantánea  revelada, la cual mostraba una pequeña cámara azul flotando que se reflejaba en el espejo y a la víctima aterrada mirándola.

Sentí un escalofrío cuando escuché aquel ruido de la fotografía y al voltearme al ver la fuente, vi esa pequeña cámara azul...