7ª. Cracker y Smoker - El tritón (3)

EL TRITÓN (3)

Llevaba una semana sin poder dormir desde aquel encuentro con Cracker. No estaba muy tranquila por aquellas palabras que me dijo, incluso evitaba a Smoker a toda costa. Me encontraba en mi casa lejos de las instalaciones porque pedí un mes de baja, algo que Akainu no rechistó. Él aceptó la propuesta de alejarme por un buen tiempo. Lo más importante ahora era que estuviera tranquila e intentar dormir todo lo posible. Aún podía escuchar su voz llamarme con desesperación. Solo espero que no hiciera ninguna locura, como romper el brazo a alguien.

¿Por qué me estaba preocupando? A ver, es lógico, era una criatura casi extinta o mitológica que estaba siendo custodiado y estudiado por el Gobierno. Mi pregunta del millón era si era el único, es decir, debió estar mucho tiempo escondido para luego salir. Pensar mucho hacía que el tiempo volase sin darme cuenta y lo preferiría así. Estar encerrada las veinticuatro horas en mi casa no era sano, pero no tenía ganas de salir tampoco. Ya me acostumbré a esta vida, a estar metida en mi zona de confort porque me sentía segura.

El sonido de una notificación de mi móvil alertó mis oídos por lo que lo cogí de la cómoda y miré que me estaba avisando que iban a echar una película en la televisión. Genial, era una buena forma para distraerme de esta locura. Y luego vi mensajes de Smoker. No le contesté en ningún momento y sé que estaba siendo una maleducada, pero necesitaba aclarar mis ideas y mis emociones. Todo esto me estaba consumiendo por dentro de una manera inigualable y que no sabría explicar con palabras.

Me levanté de la cama con mucha pereza para coger el mando de la televisión y volver a mi zona segura y emprender la pantalla. Aún miraba el móvil y los mensajes del peliblanco. ¿Debería contestar? Joder, todo esto se me estaba complicando. Venga, va. Abrí la aplicación de WhatsApp para contestarle. Todos sus mensajes eran relacionados a que si estaba bien y que no le ignorase porque estaba realmente preocupado. ¿Y lo seguirá estando? Al escribirle, él me respondió con rapidez con gran alivio. Ahí se notó que le importaba mucho.

Di un leve suspiro como una tonta enamorada de este sujeto e ignoré por completo la televisión. Estaba más centrada en la pantalla de mi móvil viendo los mensajes que me mandaba Smoker y yo le respondía al momento. Me confesó que estaba aburrido y que necesitaba verme, sin mi presencia no estaría animado. Oh, que mono y que dulce. Nunca vi ese lado tierno del hombre corpulento. Le pregunté por Cracker solo por curiosidad y a ver que me iba a contestar. Él simplemente me dice que no para de gruñir a todo el mundo y no estaba en la labor de ser estudiado.

Me lo sospeché. El tritón no estaba para nada contento porque no estaba yo, pero era la única manera de alejarme de ese sitio. Aún me duele un poco el cuello por la zona donde me mordió. Los animales hacían eso para marcar a sus parejas y yo me temía que Cracker me haya escogido como suya. «Princess mía», esas palabras no paraban de resonar en mi cabeza una y otra vez, sumida a su canto de tritón.

Y me asusté porque mis manos vibraron a causa del móvil. Estaba recibiendo una llamada de Smoker. ¿Debería cogerlo? Tal vez sí o tal vez no. Bueno, no me quedaba más remedio porque le estaba hablando por WhatsApp. Cogí la llamada muy atenta a su voz varonil.

—Si que has tardado en coger la llamada —me riñó de forma suave.

—No tengo culpa de haberme asustado por la vibración.

—Eso ha sonado un poco mal, pero lo voy a ignorar —dijo sin pelos en la lengua—. ¿Sabes? Escuchar tu voz me relaja.

—¿Y eso?

—Porque me indica que estás bien.

—Y lo estoy. Solo que... necesito despejar la mente —confesé.

—¿Y eso no puedes hacerlo estando conmigo?

—¿Dónde está el Smoker orgulloso que conozco? —me burlé de él de forma cariñosa—. Que yo sepa tú no eres así realmente. ¿O acaso eres un impostor que se hace pasar por "El Cazador Blanco"?

—Desde que te conocí me he vuelto un blando.

—¿Eso fue una confesión?

—Sabes perfectamente que no soy un mentiroso. Es verdad que no suelo expresar mis emociones, pero así me siento contigo.

¡¿Y qué hago yo?! Esto de los amoríos se me daba fatal porque temía enamorarme y luego sentirme mal porque se me escapó de las manos. La única persona que iba a sufrir seré yo. Ya había pasado por eso muchas veces y no quería sentirme utilizada y engañada. No obstante, Smoker no era como aquellos hombres. Él mostraba interés y preocupación hacia mi persona. Yo esas cosas lo apreciaba de una manera sin igual.

—Oye, ¿te parece bien que vaya a tu casa a hacerte compañía? —Esa pregunta hizo que todos mis sentidos se alertaran.

—No creo que sea buena idea. —A lo mejor no venía con malas intenciones y yo me estaba montando una película.

—¿Y estar aburrida ahí metida en casa? No es malo que esté ahí hasta que nos aburramos, ¿no?

Me mordí el labio inferior con cierta duda en mi cuerpo. No, no era nada malo, pero podría pasar muchas cosas aquí dentro. Joder, estaba claro que era una pervertida en todos los sentidos. Y a lo mejor solo viene para hacerme compañía y listo. No pasará nada entre nosotros, ¿o sí? ¡Ah! Me estaba volviendo loca.

—¿Sabes dónde vivo?

—Te recuerdo que soy marine y me pongo a hojear los archivos de los empleados cuando estoy aburrido.

—Te me estás volviendo un acosador, Smoker.

—Solo para pillar a un infractor —rio por lo bajo—. Dame quince minutos.

—¿Vas a venir en un jet privado?

—No, simplemente que no en el mar, sino en tierra porque tuve reunión con mis superiores. Así que no tardaré.

—Te estaré esperando.

Esas fueron mis últimas palabras antes de colgar la llamada. ¡Ahora tenía que recoger todo para estar decente ante ese hombre! Me levanté con prisa de la cama teniendo mucho cuidado en no tropezarme. Mira que no me gustaba ver las cosas desordenadas, pero tenía tanta pereza y con mala gana que no quería hacer nada. Lavar los platos, ordenar la cama y los muebles, tirar la basura... ¡Y luego darme un baño! ¿Lo conseguiré? Ojalá tener los poderes de Flash para ir rápida, a la velocidad de la luz.

Quince minutos. En quince minutos estará aquí bien presentable y yo como una hedionda. Creo que me di la ducha más rápida del mundo y cogí el secador porque sé que mi pelo tardará horas en secarse, y eso que lo tengo liso y fino al mismo tiempo. Vamos, venga. Sécate de una puñetera vez. Y sonó el timbre. Ese dichoso sonido que no quería escuchar. Pues sí que cumplió su palabra que no iba a tardar demasiado. Ya en frente de la puerta bien vestida, tomé una bocanada y abrí la puerta.

Ahí estaba Smoker con su semblante serio de siempre y con una pose muy tranquila. Y no nos olvidemos de la costumbre de fumar con su famoso puro. Este hombre me ponía de los nervios cada que le mirada.

—¿Me dejarás entrar o quieres que charlemos fuera?

¡Maldita sea, Laura! Por mi cara de boba seguro que estuve como cinco minutos admirándolo. Me eché a un lado invitándolo a entrar, algo que no se negó. Ahora me sentía como un cordero que iba a ser aprisionado por un lobo feroz. Bueno, a Smoker le pegaba mucho ser ese animal cánido. Él empezó a echar un vistazo por toda la casa, mientras se adentraba poco a poco.

—¿Quieres algo para beber? —pregunté con educación.

—Una cerveza no estaría mal.

—Después tienes que conducir. Lo sabes, ¿no?

—Ya soy un adulto. No hace falta que me des sermones —bufó por lo bajo, mientras se sentaba en el gran sofá.

Hombres. No había que decir más de su comportamiento orgulloso. Fui a la cocina directamente para coger la botella de la nevera. Yo no era muy de cervezas, y si bebo alguno que sea con sabor de limón. Espero que no me ponga pegas. Busqué entre los cajones el abridor de chapas y volví al salón para dejar la botella en la mesa y me senté. Smoker la cogió para echar un vistazo al envase. Ay, no.

—¿Sabor limón?

—Si no te gusta, te vas a una tienda a comprarte uno.

—Me conformaré con lo que tienes —comentó, cogiendo el abridor.

—Ya te iba a echar a patadas —bromeé.

—Ya que me invitas, no iba a ser grosero. ¿Cómo estás? —preguntó, mientras se retiraba el puro y da un pequeño trago.

—Ahí andamos —respondí—. Ya estoy acostumbrada a estar encerrada las veinticuatro horas del día en mi casa.

—Deberías salir a tomar el aire, mujer.

—¿Y qué sugieres que haga? —le cuestioné.

—Ir al cine, comer en un restaurante... Lo que sea.

—Me lo pensaré.

Y el silencio reinó en la sala. Estaba un poco nerviosa porque estaba a solas con este hombre tan apuesto para los ojos de cualquier mujer. Si tuviera el valor suficiente me sentaría encima de él para demostrarle que yo era coqueta, pero ¿a quién íbamos a engañar? Ni me atrevía a hacerlo por temor a que pensara mal u otra cosa. Smoker solo se limitaba a beber esa cerveza, ya acostumbrado a este incómodo encuentro. Él era un marine, al fin y al cabo. Yo jugaba con mis dedos por puro nerviosismo buscando algún tema que conversar, pero no se me venía nada en la cabeza.

Yo y mi amiga la aburrida. Yo no era para nada interesante. Era todo lo contrario de un hombre aventurero. Preferiría estar encerrada en mi casa y ver vídeos en YouTube, o escribir algo dejando que mi imaginación volara a su plenitud. Escuché a Smoker moverse un poco del sofá acomodando su espalda en el respaldo y me miró. Esos ojos cafés intimidaban a cualquiera, incluyéndome. Mirarlo, demostraría debilidad, pero ese color de iris me encantaba, me atraía.

—¿Estás conociendo a alguien? —me preguntó, dejándome sorprendida.

—¿Tengo pinta de tener suerte con los hombres?

—¿Por qué no?

—No me conoces bien —aclaré—. No soy como esas mujeres voluptuosas que se ven en la televisión o en la calle.

—Entonces me estás afirmando que soy el único a quien estás conociendo actualmente.

—Se podría decir que sí —afirmé con los pómulos rosados.

Smoker esbozó una pequeña sonrisa volviéndose a incorporar, es decir, inclinando la espalda hacia delante para dejar la botella y mirarme como era debido.

—No sabes lo mucho que me alivia —dice, atreviéndose a tomar mis manos. Eran tan cálidas en comparación con las mías—. Sinceramente no soy un hombre romántico. No me va ese tipo de cosas.

—A mí me gusta lo romántico, pero tampoco quiero un empalagoso a mi lado —aclaré.

—¿Prefieres a un hombre con hechos que con palabras?

—Sí, eso me demuestra que realmente le intereso y no va por ahí jugando con mis sentimientos diciendo cosas que no son.

—Créeme que yo no haré eso —se sinceró—. Desconozco que experiencia obtuviste con los hombres, pero yo te puedo asegurar que soy diferente a todos ellos. No voy por ahí a acostarme con mujeres porque no tengo demasiado tiempo para eso, ni tampoco enamorarme de una porque, a las que conozco, las considero como compañeras. En cambio, fue verte y plantearme la duda de poder estar contigo sin que nada o nadie me lo impidiese.

Seguramente tendré la cara roja al igual que un tomate madura o una gamba cuando la hierven. Eran unas palabras demasiadas directas que yo desvié la mirada con mucha vergüenza. Oh, por la Virgen del Pino, esto nunca me había pasado ni siquiera con el chico que me gustaba en el colegio. Noté unos dedos rozar por mis pómulos a lo que miré al responsable de esa caricia tierna. Nunca había visto a Smoker con un rostro relajado mostrándome que todo iba a estar bien.

Yo estaba hipnotizada, mirando sus ojos cafés mientras él se acercaba poco a poco a mi rostro con la intención de besarme. Yo cerré los ojos dispuesta a recibirlo porque él me gustaba muchísimo. Ya notaba su respiración chocar en mis labios, estaba a punto de sentir esos labios gruesos con los míos. Sin embargo, esa magia se rompió cuando un dolor punzante proveniente de mi cuello hizo acto de aparición. Dios, me dolía tanto que tuve que llevarme la mano ahí y apartarme de Smoker. Vamos, Laura, eres una campeona. Ya habías pasado por algo similar, pero en otras zonas de tu cuerpo.

—Princess, ¿estás bien? —me preguntó con un tono de preocupación.

—Estoy bien —mentí—. Solo que me lastimé el cuello.

Él alzó la ceja no sabiendo si creérselo o no. Smoker no era para nada estúpido. Tomó con cuidado mi mano para apartarla de la zona y sus ojos se ensancharon demasiado. ¿Qué? ¿Tenía algo?

—¿Desde cuando tienes esa marca?

Cuando hizo esa pregunta me acordé con lo sucedido con Cracker. Me levanté con rapidez para mirarme al espejo y ver que la marca se estaba enrojeciendo, como si lo tuviera en carne viva. Pero si lo tenía bien. ¿Cómo era posible?

—Dime que la última vez que habíamos hablado no te acercaste al tritón —me preguntó.

—... Me estaba llamado y yo acudí a su llamada.

—¡Oh, joder, Princess!

—Solo me mordió —comenté con mucha calma intentando ignorar el dolor.

—¡Te has dejado marcar por esa criatura! —me gritó. Se notaba que estaba furioso—. ¡¿Sabes lo que significa para un depredador como él?!

—Oh, vamos. Ni que fuera de su propiedad definitivamente.

—¡Claro que lo eres! —Se levantó—. Ese desgraciado te apartó de mí. ¿No te das cuenta que estuve a punto de besarte y tú me hiciste la cobra? ¡No quiere que esté cerca de ti porque ya eres suya!

—¿Me estás diciendo que me mordió para que ningún hombre se acercara a mí? ¿Solo él?

No obtuve respuesta porque Smoker se llevó los dedos al puente de su nariz pensando con claridad con lo sucedido. No podía ser. Yo, marcada por Cracker de por vida. ¡Esto no era el mundo de Omegaverse! Esto era la realidad pura y dura. Me miré nuevamente al espejo y ya la marca no estaba rojiza. ¡¿Por qué tuve que acercarme ese día?! Unas llaves escuché y vi que el peliblanco estaba de una mala hostia que iba a salir de mi casa. Tenía la certeza de que se iba a encarar con el tritón.

—¡Smoker, tranquilízate! —le aconsejé, mientras corría tras él.

—¡Ese desgraciado se va a enterar por morderte así sin más!

—Yo ya le eché la bronca en su momento, pero nunca pensé que esto me iba a perjudicar.

—¡Pues mira lo que ha hecho!

—¡Smoker! —lo grité, viendo que se estaba subiendo al vehículo.

¡Se acabó! Si este hombre no me iba a hacer caso, entonces haré lo que me da la gana. También me subí al vehículo ante su sorpresa.

—¡¿Qué haces?!

—Ir contigo. No quiero que hagas ninguna estupidez.

—No quiero que estés cerca de ese desgraciado.

—Tengo que responsabilizarme —le dije—. Esta mordida no salió así sin más.

—No quiero que estés delante de esa criatura. No quiero que te hipnotice o algo por el estilo —me advirtió.

—Si hace eso, te aseguro que le lanzaré una chola en la cara.

No iba a permitir que ese desgraciado me dejase con esta marca, pero esas palabras que me dedicó por última vez me estremecen. Smoker no dijo nada, simplemente arrancó el motor porque sabía que no me iba a rendir fácilmente. Es hora de volver ahí. 

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