7ª. Cracker y Smoker - El tritón

EL TRITÓN

El océano era un lugar que no se exploró al 100%. Lo más probable era que hubiera criaturas desconocidas en esas profundidades. ¿Existirá el Megalodón? ¿El Kraken? No era una experta, pero llevábamos años o siglos investigando el planeta Tierra. El mar era bonito, pero no me gustaba estar ahí y sin saber que había debajo de mis pies. Realmente era uno de mis miedos. Estuve tan distraída que no me di cuenta de que estaba llegando a mi zona de trabajo. Un barco me encontraba y la empresa estaba en el mismo océano para descubrir más fauna y flora.

Oh, estarás pensando que era científica, ¿verdad? Ojalá. Yo me encargaba realmente de limpiar los desastres culinarios de la gente. La parte que más odiaba era limpiar los retretes. Qué punto asco. Estas personas no tenían vergüenza ajena. Cerré mi libro titulado "Misterios del tritón" y lo guardé en mi mochila lista para desembarcar. Siempre tenía curiosidad sobre las criaturas mitológicas y de sus orígenes. Muchos marineros hablaban sobre la sirena, una criatura peligrosa capaz de atraer a sus presas con su canto y llevarlos a lo más profundo del mar. ¿Y el tritón? ¿Ligaba a las jóvenes doncellas con su elegancia?

A veces tenía la incertidumbre de que todavía existen, pero eran rumores. Al desembarcar, lo primero que hice era dirigirme a la sala de las limpiadoras para cambiar mis ropas. Éramos unas cuantas. Debíamos limpiar esto como la seda. Sí, nos explotaban y nos daban un sueldo de mierda. Odiaba este trabajo, pero no encontraba nada que me gustara y más si quería independizarme. Algunas de mis compañeras comentaban sobre experimentos que hacían esta empresa y que eran sumamente peligrosos. Para mí eran rumores. Sí eran cosas del gobierno, no quería meterme en líos y que me experimenten. Ya preparada y con el carro de la limpieza, me puse los cascos y empecé a trabajar.

Las limpiadoras éramos consideradas como personas invisibles ante ojos de cualquier empleado. Ya sea científico, policía, marine... Sí, los marines también estaban aquí y no entendía el por qué.

Siempre hacía la misma rutina pasando por los grandes pasillos hasta llegar a una sala enorme. El pasillo me reconfortaba porque me sentía segura. Y lo digo porque tenía vistas hacia las profundidades del océano. Imaginaos encontraros a unas cuantas ballenas cantar o delfines jugar, mientras estás limpiando. Me motivaba de algún modo porque veía a esas criaturas en total libertad y que no estaban metidas en jaulas, como en los zoológicos. Están vivas como nosotros.

En el pasillo era invisible para cualquier persona que pasaba por ahí porque todos estaban distraídos leyendo sus informes o conversando sobre la última investigación. Yo no escuchaba nada porque me dedicaba a oír música. Era una manera de estar concentrada en mi labor. De vez en cuando tomaba mi descanso para ver el paisaje que tenía delante de mis narices. Ojalá tuviera el valor de bucear y nadar con los cetáceos, pero el miedo de que me encontrara a un pez depredador, como el tiburón, me invadían por dentro. Y eso que me encantaban esos escualos.

Estaba tan centrada en el cristal que no me percaté que alguien me estaba observando. Por inercia, giré mi cabeza llevándome un susto tremendo. Este hombre algún día me matará. Me volví tímida al instante al verlo porque era demasiado atractivo para los ojos de cualquier mujer. Ese pelo canoso hacia atrás gracias a la gomina, esos pectorales que querían romper la camisa, su cicatriz recorrer por su lado derecho y sus simples puros. Cuando olías a habano del bueno solo podía encontrarte al responsable: Smoker.

Su mirada me ponía muy nerviosa porque imponía demasiado. Tanto que pensé que me iba a desmayar. Me sonrojé brutalmente sin darme cuenta. Cada vez que limpiaba por aquí no me acordaba que él solía vigilar por esta zona. ¿O lo hacía para ponerme nerviosa? No lo sé con claridad. Nadie le decía nada con respecto a los puros. Era su pura adicción. Yo seguí con mi labor sin tener la mirada fija en Smoker. Me estaba dando prisa para no verle la cara.

—Has empezado temprano, Princess —habló. Dios, que voz tan dominante y ruda.

—El barco llegó temprano, más bien —corregí.

—Entonces culpemos al capitán.

A veces, solía llegar puntual a mi zona de trabajo, pero hoy el capitán del barco decidió zarpar antes porque tenía unos asuntos pendientes que resolver que no eran de mi incumbencia. Coloqué la fregona en el balde para estrujar bien y que el agua fluyera.

—¿Has pensado en lo que te dije la última vez?

Y mi cuerpo se tensó cuando realizó esa pregunta. Se refería a la propuesta que me hizo. Una cita. Smoker, el vicealmirante de la marina, pidiéndome cita. Yo, una chica singular y no con buen cuerpo, salir con él. ¿Qué habrá visto? Yo no tenía mucha suerte con los hombres porque era invisible, es decir, no les atraía para nada. Y ahora viene él y me decía eso. Yo no sé cómo tomarla si a broma o qué, pero Smoker no era una persona que le gustasen mucho las bromas. Él era un hombre serio y se le notaba en la cara.

—Smoker pensarás que estoy huyendo de ti, pero no quiero tener una cita contigo porque no me veo —me sinceré.

—Eres una mujer insegura, Princess.

—Hombre, gracias por recordármelo.

—Oye, de veras, no te lo pedí para acostarme contigo si es lo que piensas —me dijo.

Ya no sé qué pensar con respecto a los hombres. A lo mejor me estaba contradiciendo y él sea muy diferente. Un gran suspiro salió de mis entrañas y miré de reojo al marine que estaba esperando mi respuesta. Además, era mi gran oportunidad de estar con un hombre como él. ¿Qué más podía pedir?

—Si vamos a tener una cita que no sea un sitio caro y pagaré mi parte, ¿entendido?

—Me parece justo. —Esbozó una pequeña sonrisa muy complacido—. ¿Te parece bien mañana por la noche?

—Está bien.

El hombre que ama fumar, se retiró para seguir indagando por aquellos pasillos enormes dejándome casi sola. Una cita con el marine más atractivo que había visto en mi vida. Que exagerada me he puesto. Debía estar contenta de quedar con él, pero a saber que ocurrirá mañana. Esperaba que no me llevase a la cama, aunque no me negaría. Pero siempre estaría la vergüenza de mi cuerpo. Palmeé mi rostro para tener la mente despejada y seguir con mi labor, ya que todavía me quedaba limpiar.

Me coloqué nuevamente los cascos para estar muy centrada e ignorar a la gente que pasaba a mi lado. Este mundo era una mierda, literalmente. Realmente la humanidad daba asco. No respetábamos el medio ambiente. La madre naturaleza tenía el poder suficiente para darnos vida y evolucionar como seres humanos. Y nosotros la estábamos destruyendo por pura ignorancia. Éramos y seguiremos siendo los causantes de la desaparición y extinción de los animales. Un ejemplo de ello, era el Dodo. Al menos yo era esa opción junto con otras personas u organizaciones que quieren proteger el planeta Tierra.

Las horas pasaban sin darme cuenta, a causa de la distracción que me daba el trabajo. Y llegué a esa gran y misteriosa sala. Era la única chica de la limpieza que podía entrar, además de los empleados más experimentados. No tenía que tocar nada y acceder a sitios concretos. Coloqué la tarjeta magnética en la máquina de registro para que se abriera. Las puertas hicieron un ruido estruendoso que provocaría a cualquiera los pelos de punta. Las luces se encendieron automáticamente iluminando la zona. Todo era lúgubre por las máquinas y había una especie de piscina de cúpula que siempre estaba cubierto por esas cortinas viejas.

Ni siquiera saber que experimentos estarán haciendo esta gente aquí. Mejor me centraré en limpiar y largarme. Coloqué el cubo, mojé la fregona e inicié la limpieza. Al lado de la cúpula había unas escaleras para llegar a una plataforma que cubría no gran parte de esa gran esfera. Y sé que hay agua ahí porque entre las cortinas, cuando las luces estaban apagadas, se veía algo de iluminación por las farolas. Esas escaleras tenían un cartel que decía "prohibido el paso, solo personal". Y en letras grandes por si uno era cegato.

Oh, mi canción favorita. "Kiss it goodbye" de Nickelback. Era una de las canciones que más me animaban para seguir con mi labor porque tenía un ritmo que me encantaba. No me di cuenta que empecé a tararear. En serio, no podía resistirme. Entre mis gafas visualizaba algo de polvo en las máquinas. En serio, me daban ganas de pasar un paño, pero me prohibieron que no hiciera nada. Cómo se estropeen que nadie me diga nada.

De repente, un ruido no proveniente de la canción me alertó demasiado que tuve que quitarme los cascos. Esperé unos segundos. ¿Me lo habré imaginado? Seguramente porque este sitio me daba mala espina. Además, estaba yo sola y lo más probable era que yo fuera la causante del ruido. Encogí mis hombros y volví a mí rutina, sin embargo, minutos después, otra vez escuché el ruido y ya definitivamente apagué la música porque no era muy normal. Mi cabeza se movía automáticamente buscando algún signo de sospecha. Y me sobresalté al oírlo de nuevo y me quedé quieta enfrente de la cúpula llena de agua.

¿Había un animal ahí? ¿Un pez grande? ¿Un tiburón? No estaba muy segura de ello. Entonces mi curiosidad me estaba pidiendo a gritos que descorriera un poco la cortina para averiguar que era, pero mi otro instinto me decía que no, que era mejor ignorarlo y largase de ahí cuanto antes. Oh, por la Virgen del Pino, espero que lo que haré no haya problemas de cara en un futuro. Dejé la fregona en el cubo y guardé mi MP4 para tener más control de mí misma e intentar hacer el menor ruido posible. Y otro golpe vino. Parecía una llamada de atención hacia mi persona. Miré a mi alrededor nuevamente asegurándome de que no había nadie más.

Mis pies se movieron por sí solos. Mi corazón latía por cada segundo que pasaba por puro nervio haciendo que mi respiración sea un tanto irregular. Mis manos empezaron a sudar y yo suplicaba que parasen. Bueno, ya estaba a escasos centímetros de la cortina. Solo tenía que levantarlo y encontrarme con el animal. Tomé el borde inferior con mis yemas y lo iba levantando lentamente porque no quería hacer un movimiento brusco por si la criatura estaba ahí. Y no encontraba nada. Solo agua cristalina reflejada por el cristal. Oh, vamos Laura, ¿qué te esperabas encontrar? ¿Un nuevo animal marino? ¿El propio Megalodón en estado de cría?

Y una sorpresa me llevé que solté la cortina y caí al suelo por el tremendo susto. No paraba de respirar agitadamente con la mano en el pecho y la mirada fija en la piscina. ¿Qué demonios acababa de ver? ¿Un humano? Leves chapoteos escuchaban en la parte superior de la cúpula. Me levanté de mi sitio muy asustada y confusa. No estaba muy segura lo que vi. Volví a mis pasos con la respiración agitada y, esta vez, aparté la cortina para ver con más claridad. Mis ojos observaban una figura, una sombra moverse por el agua con algo de elegancia. Y apareció delante de mis narices y me quedé con la boca abierta.

¡Era un tritón! Mitad pez y mitad humano. ¡No! Estaba soñando, seguro. Me quité las gafas para rascarme los ojos, e incluso las limpié con un paño por si estaban empañadas. Y seguía ahí. Mis pupilar estaban viendo algo que era difícil de ver para los mortales. Un tritón de las leyendas, al igual que las sirenas. Era hermoso. Cabellos lilas que bailaban entre sí, una gran cicatriz que recorría por su lado derecho del rostro, ojos rosas y un cuerpo fornido. Definitivamente, era una criatura hermosa.

No me di cuenta que apoyé las manos en el cristal para estar más cerca de él y él me imitó. Yo tendré una cara de boba perdida. ¿Cómo lo habrán conseguido? ¿Era real o era causa de un experimento? Curiosidad creció en mí queriendo saber más sobre esta causa indescriptible. Deseaba estar más cerca de él y que no sea a través del cristal. Y me acordé de las escaleras que estaban a mi derecha. Era una locura, pero quería que fuera real y no un sueño. Así que decidí subir por ellas ante la atenta mirada del tritón que me siguió hasta llegar a la plataforma.

Él iba asomando poco a poco la cabeza y yo me agaché embelesada por tal cosa. En el libro que estaba leyendo contaba que los tritones eran capaces de robar las almas a sus presas y enjaularlas para toda la eternidad, pero no contaba nada acerca de las mujeres. Las sirenas capturaban a los marineros para llevárselos a lo más profundo del mar. ¿También lo hacen ellos?

—Eres bellísimo —susurré sin darme cuenta.

Él alzó un poco más su cuerpo casi a la altura de su torso, pero se impulsó más apoyando las manos en la plataforma para estar más cerca de mí. Una distancia corta había entre ambos y yo era capaz de poder tocarle. Y lo hice. Con una mano temblorosa lo guie hasta su rostro teniendo la gran oportunidad de rozar mis yemas en esa cicatriz. Era real. No era un sueño. Agaché un poco la mirada para encontrarme que tenía puesto un collar. Una forma de controlarlo y que no escapara.

Estaba tan absorta ante su belleza que no me di cuenta la hora que era. En media hora tenía que irme porque iban a aparecer esta gente para seguir trabajando. Estuve a punto de levantarme, pero la criatura agarró mi muñeca y me tiró al agua haciendo un gran escándalo. Mis pulmones me pedían a gritos aire por lo que reaccioné y saqué la cabeza con una gran bocanada de aire. Genial, ahora tenía la ropa mojada.

—¡Oye! Eres un maleducado haciendo eso.

El tritón estaba al otro lado de la cúpula, como si él era un santo y no había hecho nada. Yo miraba a mi alrededor a ver si encontraba unas escaleras o algo para subir. Mi única opción era la plataforma. Tenía que impulsarme con todas mis fuerzas para alcanzar mi objetivo. Moví mis brazos para nadar, sin embargo, la criatura me lo impidió, agarrando mi pierna y arrastrarme a lo más profundo de la piscina. Oh, no, quería matarme por entrar en su territorio. El miedo inundó todo mi ser y nadaba por puro instinto hacia el exterior.

El hombre pez agarró mis brazos otra vez impidiéndolo y yo le miré con súplica para que me dejase tranquila. De repente, ocurrió algo inesperado. Un beso me robó. Mis mejillas se tornaron rosas porque nunca creí que sería besada por una bella criatura como él. Mis pulmones se llenaban de aire gracias a él. Él me estaba dando oxígeno. Ahora sus manos descansaban en mis mejillas, mientras que mis gafas se retiraban poco a poco y hundiéndose. ¿Por qué? ¿Por qué hizo eso?

Este beso estaba siendo duradero y eterno para mi gusto. Él se separó un poco para mirarme a los ojos con una sonrisa surcar en sus labios. Y volvió a juntar sus labios con los míos. Yo estaba media ida porque no sabía qué hacer. Mi instinto reaccionó de una manera: corresponderlo. ¿Cómo? Pues mis manos se colocaron nuevamente en su rostro, una forma de decirle que me estaba gustando. Además, no me preocupaba el tema del oxígeno. Él me atrajo aún más queriendo estar más cerca de mí y yo le dejaba.

De pronto, la criatura gruñó con todas sus fuerzas y me soltó de golpe. Yo me quedé confusa por ese comportamiento tan repentino, pero mi vista veía pequeñas descargas salían en ese collar. Algo o alguien me agarró por debajo de los hombros para sacarme del agua. Otra vez di una bocanada de aire inmensa, mientras sentía que me tiraban y me colocaban de la plataforma. Estaba un poco confusa e ida porque no estaba entendiendo nada. La luz del sitio me cegaba, pero una figura casi familiar se interpuso y poco a poco escuchaba a alguien familiar.

—Princess —me llamaba. La figura de esa persona se hacía cada vez más visible por cada llamada. Hasta que le reconocí—. ¡Princess! ¿Me oyes?

Yo reaccioné, moviendo la cabeza y mirarlo. Smoker estaba ahí junto con Tashigi y Hina, y esta última tenía consigo una manta para arroparme por el frío. ¿Qué pasó? ¿Lo acabo de soñar? Un médico se aproximó para ver mis constantes vitales y mi vista. Yo aún estaba en estado de shock. Oí esos chapoteos y me asomé para ver que estaba pasando. Algunos marines intentaban controlar a la bestia porque estaba revolucionado dándole descargas eléctricas a su cuerpo.

—¡¿Cómo demonios ha estrado?!

Me sobresalté al escuchar la voz del almirante de la flota. Una persona que me caía mal desde que lo vi por primera vez. Sakazuki, o conocido por todos Akainu. El hombre se notaba que estaba muy molesto porque tenía el ceño fruncido. Yo temí por mi trabajo, pero Smoker se interpuso.

—Ella tiene asignado limpiar esta zona, almirante —explicó—. Nunca le hemos revelado esa información.

—¿Insinúas que lo descubrió por su cuenta? —preguntó, y luego me miró—. ¡Contesta!

—Señor, le sugiero que no la grite. Aún está conmocionada por lo ocurrido —le sugirió mi médico—. Me impresiona que no esté muerta, pero tengo que llevarla a la sala médica para chequearla bien.

—¡Esto tenía que mantenerse en secreto! —gritó—. ¡Ahora que sabe que estamos custodiando a una criatura mitológica, se lo contará a todo el mundo!

—Princess no es así. No lo hará.

Mientras Akainu y Smoker discutían, sentí como me levantaban de mi sitio para caminar en dirección a las escaleras. ¿Criatura mitológica? ¿Era real? ¿Cuánto tiempo había pasado? Dios, aún estaba tiritando y me gustaría quitarme esta ropa cuanto antes. Ya abajo observé que estaban los científicos y unos cuantos marines susurrando por lo bajo. Como odiaba esa parte. Daba las gracias que mi médico estaba conmigo para guiarme a la salida. No obstante, me asusté cuando escuché un gran golpe en la cúpula de cristal.

Era el tritón quien estaba enfurecido y golpeaba con su cola a la mampara. ¿Por qué ese comportamiento? No lo estaba entendiendo. Eso alertó a Akainu quien bajó repentinamente para ver lo que pasaba. El peli-violeta enseñó sus dientes, o más bien sus colmillos hacia él con mucha molestia. El moreno frunció más el ceño como queriendo averiguar ese comportamiento tan gratuito por parte de la bestia. Entonces giró su cuerpo para mirarme. Yo me asusté porque pensé que me había metido en un buen lío.

Akainu alzó el brazo hacia a mí y otra vez otro golpe junto con un gruñido. Un momento, ¿me estaba protegiendo?

—¿Qué significa esto?

—Señor, creo que el tritón, llamado Cracker, está interesado en la señorita Princess —informó uno de los investigadores—. Es por eso que hemos recomendado que no trabajasen ninguna mujer porque estas criaturas, cuando ven a una, se vuelven rebeldes y posesivos.

—¿No se supone que eso lo hacen las sirenas?

—Bueno... vemos que también pasa igual con los tritones.

—¿Ves lo que pasa cuanto te metes en un asunto que no te incumbe? —Me miró y me señaló con el dedo culpándome de lo ocurrido.

—¡Ya le dije que ella solo se limitaba a limpiar! —gritó Smoker bajando con rapidez de las escaleras para defenderme de nuevo—. ¿Él ha intentado contactar contigo? —me preguntó con un tono más suave conmigo.

—Oí leves chapoteos —confesé—, pero no me imaginé que me arrastrara al agua.

—Al menos estás bien. Es lo que importa.

Estar con Smoker me reconfortaba muchísimo porque él no era para nada rudo conmigo. Cuando apoyó las manos en mis hombros para colocarme bien la toalla, otro golpe, pero más fuerte, me asustó demasiado. Cracker, como le nombraron, estaba mostrando una actitud posesiva y recelosa. Akainu sacó una especie de mando y pulsó el botón provocando que el collar se activara y electrocutara el cuello de la criatura. Una forma de comportarse de una buena manera.

—¡¿A qué estáis esperando?! ¡Un minuto más y la despediré!

Estaba claro que Akainu estará rabioso conmigo hasta el resto de mis días. Smoker me acompañó junto con el médico para ir a la sala médica. Yo miré un poco hacia atrás para ver a Cracker regocijarse de dolor. Él reaccionó, viendo como alejaba, apoyando las manos en el cristal. Sus ojos rosas me suplicaban que no me fuera, que me quedase con él, pero enarcó las cejas al ver que Smoker rodeó mi cintura con su brazo. Esa fue la última imagen que vi antes de que las puertas se cerraran.

¿Y ahora qué?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top