6ª. Piccolo - Sentimientos de un asexual (2)

SENTIMIENTOS DE UN ASEXUAL (2)

Desde que Piccolo y yo decidimos dar una oportunidad para esto, debía confesar que me era raro porque todos no paraban de preguntarnos que si ya éramos oficial. Supuestamente sí. El Namekiano no decía nada al respecto porque se callaba o gruñía por lo bajo. Tenía mis sospechas de que esto iba a ocurrir en cualquier momento. Que si ya nos habíamos besado, que si tuvimos nuestra primera cita... Esas preguntas las hacían las chicas. Los chicos se ponían a molestar a Piccolo, menos Son Gohan que le dio sus felicitaciones. Ese era un buen muchacho.

Había momentos de incomodidad máxima cuando estaba con él a solas. Los chicos lo hacían así para ver cuanto íbamos a durar. Esto era una tortura para mí. ¿Por qué tuve que aceptarlo? ¿Por qué él sentía curiosidad? Dudaba mucho que Piccolo aguantaría esta estúpida relación. Incluso había momentos en que observaba como hablaba con el hijo mayor de Son Goku. Mis ansias de saber su conversación me intrigaban demasiado. Vamos, Laura. No eres una cotilla. Prefieres ignorar las conversaciones y centrarte en tu vida.

Un día estaba jugando con la pequeña Pan que se estaba volviendo más revoltosa de lo normal. Yo pensaba que era cosa de la sangre Saiyan, pero era una ignorante de la vida. Y no estaba sola, estaba con Piccolo. El Namekiano tenía la costumbre de ser el niñero de la bebé y que no le pasara nada. Realmente le pegaba ser el padre sustituto. Pan era adorable cuando lo llamaba. Ella no lloraba en ningún momento cuando le decía que no a las cosas. Me di cuenta que Piccolo era muy atento. Cada cosa que hacía mal me corregía. Me moría de la vergüenza cada vez que decía que el pañal estaba al revés.

Si algún día fuera madre, sería un desastre prácticamente. Necesitaría toda la ayuda del mundo. Y en un momento a otro ambos estiramos nuestros brazos para coger el sonajero y nuestros dedos se rozaron al momento. Yo reaccioné, apartando la mano y con la cara roja. Ya estaba acostumbrada a que, por ejemplo, me agarrase cuando peleaba con alguien para amortiguar la caída, pero esto era distinto porque ¡éramos pareja! Él no entendió mi comportamiento y esperaba que no me lo preguntase porque era difícil de explicar.

Piccolo era una criatura que no entendía el significado de la palabra "amor", pero por la historia que me contó Gohan, él desarrolló un sentimiento fraternal hacia el muchacho. Yo dudaba que nuestro caso sería igual, pero ¿y si fuese así? ¡Y otra vez pasó! Joder, ya esto era una cosa que no podía hacer nada. Iba hacer el mismo gesto, pero me sorprendió el siguiente movimiento que hizo Piccolo: agarró mi mano. Mi cara estaba ardiendo por el atrevimiento del Namekiano y lo miré. También tenía las mejillas coloradas con ese tono morado.

¿Y sabéis? Lo acepté con la mano relajada. La mirada de Pan dedicaba curiosidad y simplemente reía porque le fascinaba esa reacción. Tal vez porque estaba acostumbrada a que sus padres se toquen de esa manera. La pequeña colocó sus manitas en las nuestras para no sentirse excluida. Que adorable era. Esto era un gran paso para nosotros.

Otro momento fue cuando Goku se empeñó en pelear conmigo. Yo tenía una fuerza sobrenatural, muy superior al de cualquier ser humano. Y digamos que a Piccolo no le sentó nada bien de que el Saiyan estuviera detrás de mí para pelear. Me dio la sensación de que se mostró celoso o molesto de que iba a aceptar la propuesta de Goku, pero yo me negué en absoluto. Yo admití que se veía lindo el Namekiano con ese comportamiento. Los gruñidos que provocaba en su garganta era una señal de sobreprotección.

Ya la última demostración fue cuando todos decidimos ir a la playa. Yo era muy insegura de mi cuerpo porque no era como el de otras mujeres. Bulma siempre me decía que me quitara esa ropa abultada para mostrar tal y como era. Claro, como ella tenía un cuerpo de escándalo y un marido que no se quejaba para nada, pues ya me dirás tú. La peli-azul me quitó el pareo de playa quedándome en bañador y yo intentaba todo lo posible para cubrírmelo. Yo sé que ella intentaba ayudarme, pero no de esa manera.

De pronto, sentí algo muy pesado en mis hombros y giré mi cabeza para ver al responsable. Piccolo me entregó su capa para que me cubriera sin ningún problema. Mi reacción fue sonrojarme y agradecerle por lo bajo. Fue lindo de su parte. Eso me demostraba mucho, que yo le importaba demasiado. Cuando nadie nos veía, yo aproveché para tocar su mano a modo de que se agachara. Él era demasiado alto para mí. El Namekiano no objetó y besé su mejilla a modo de agradecimiento. La pobre criatura se puso colorada y no evité reírme por lo bajo.

Piccolo no era muy abierto con muchas personas. Solo con unos pocos que le demostraron mucho, por ejemplo, Gohan y Dende. Y yo en todo caso. Él era un lobo solitario que prefería estar en una montaña meditando y sin ser molestado por nadie, sin embargo, esos momentos claves me demostraron que realmente no le importaría estar conmigo.

Yo vivía sola y él me visitaba muy a menudo porque ambos sabíamos que nadie nos iba a molestar. Antes Piccolo no se atrevía porque respetaba mi espacio, pero su manera de pensar había cambiado cuando lo besé en el cachete. Oh, bueno, era lo que creía. Me explicó que los Namekianos solo necesitaban beber agua para sobrevivir, aunque él era una excepción porque él nació aquí y se había acostumbrado a la cultura humana. Yo no era una buena cocinera, pero me conformaba en verlo sonreír, disfrutando como nunca.

A veces, desde la ventana de mi habitación, lo veía meditar en una roca con suma tranquilidad. Era un ser muy espiritual y me gustaba mucho su forma de ser. Una criatura muy peculiar. Eso sí, cuando era de noche, él prefería estar fuera que, dentro de la casa, aunque yo le había insistido muchas veces. No quería que se pusiera malo. Piccolo me reprochaba a veces de que no se iba a enfermar porque sus defensas eran distintas a las mías. Jolín, yo lo hacía porque me preocupaba mucho.

Un día al despertarme, me asustó porque él se encontraba en la esquina de mi habitación con una pose tranquila. No llevaba puesto su capa y su gorra, y sus ropas estaban mojadas. Las noticias del tiempo anunciaron de que esa noche iba a llover. Menos mal que era Piccolo y no un ladrón. Tuve que encargarme de secar la ropa y le pedí amablemente que se pusiera otra. No paraba de gruñirme porque se negaba a hacerlo. Vale, entendía que no le gustaba la ropa humana, pero era una manera para que se secase sin ningún tipo de problema.

Me tuve que conformar en coger una toalla y empezar a secarlo. Piccolo seguía gruñéndome y con la mirada desviada. Eso le pasaba por ser un guerrero demasiado orgulloso y no hacerme caso. Tuve mucho cuidado a la hora de secar sus antenas y sus orejas puntiagudas porque sé que eran sus zonas sensibles. Había olvidado por completo que estaba en pijama y él pudiera ver más allá, pero sabiendo que es asexual no me preocupaba. Su mirada estaba fija en mis movimientos o en mi rostro. ¿Me estaba analizando? No me di cuenta que estaba muy cerca de su rostro y reaccioné rápidamente, apartándome de él.

Sin embargo, Piccolo sujetó mi cintura para atraerme y obligándome a sentarme en su regazo. Se me olvidó añadir antes que él estaba en el suelo. No quería que mojase las sábanas de la cama. Volviendo a lo ocurrido, yo estaba roja por el acto que hizo. Y más aún que podría notar su hombría. Un momento, ¿la tendrá? No estaba muy segura. ¿Y por qué debería pensar en ello? En ese momento no tenía las gafas puestas y su respiración las empañaría. Él rozó con sutileza su nariz con la mía y yo apoyé las manos, aún sonrojada.

Mis sospechas eran de que la criatura me iba a dar un beso, o tal vez eran especulaciones mías. Mis manos agarraron su túnica morada aún mojada. ¿Le implanto un beso o no? Estaba dudando mucho, pero me decidí hacerlo y lo besé. Sus labios eran esponjosos y gelatinosos, una sensación bastante agradable para mi gusto. Me separé del beso para esconder mi rostro en su pecho, muy avergonzada por el acto que hice. Piccolo no dijo nada al respecto, tan solo colocó sus manos —una en mi cabeza y otra en mi espalda— para abrazarme.

El Namekiano hacía que yo me sintiera segura en sus brazos. Escuchar los latidos de su corazón eran reconfortantes. En cualquier momento me quedaré dormida. Ante sus caricias y el bombeo de su órgano vital lo conseguirían.

—Me sentí... raro.

—Es una emoción nueva —le comenté—, así se siente uno cuando le gusta alguien.

Y no añadió nada más. Seguramente estaría analizando la frase porque él era muy observador en esas cosas. De repente, su corazón empezó a bombear con más fuerza y me preocupé mucho por lo que alcé la cabeza. La cara de Piccolo estaba de un color morado que le cubría hasta las orejas. Reí por lo bajo.

—No te burles de mí —gruñó muy molesto.

—Lo siento. Es que te ves adorable.

—Me estoy dando cuenta que disfrutas de ello.

—Yo te diría lo mismo en algunas ocasiones —me sinceré.

—Yo no me he burlado de ti.

—Ah, ¿no? ¿Y esa ocasión que me avergonzaste diciéndole al Namekiano del universo 6 que soy tuya?

—¿Y no lo eres acaso? —me preguntó con una ceja alzada.

—Pero no en ese sentido —le reitero—. No somos propiedad de nadie, sino de nosotros mismos. Sin embargo, mis sentimientos hacia ti si son de tu propiedad porque tú los causaste.

—Cada vez voy entendiendo menos.

—Eso es llevarlo a la práctica. Teóricamente es difícil que lo puedas entender a la primera, ya que no estás acostumbrado a este tipo de emociones.

Y era la verdad. A un alienígena que no estaba acostumbrado a este tipo de afecto le dificultará más entenderlo. El silencio reinó por unos segundos. Piccolo seguía abrazándome, como si no quisiera terminar este momento tan único.

—Si me vuelves a besar, ¿sentiré esos sentimientos extraños?

—O tú al revés. No siempre tengo que ser yo.

Y sin esperarlo, Piccolo me besó a lo que me sonrojé bruscamente. Ahora sí que me morí de la vergüenza porque no me lo esperaba. Vale que se lo había dicho, pero fue repentino esto. El beso fue largo para mi gusto y se separó, pero no demasiado porque apoyó su frente con la mía. De verdad, este Namekiano tenía unas cosas que me dejaban con la boca abierta. Le gustaba mi compañía porque no paraba de acariciar mis cabellos y mirarme directamente a los ojos. En cualquier momento mi corazón saldrá de mi pecho.

—¿Qué has hecho conmigo, Princess? —me preguntó con un tono confuso.

—Yo no hice nada —me sinceré, aunque dudaba un poco—, o no lo sé con certeza.

—¿Te incomoda estar así conmigo?

—No. ¿Y tú?

—Yo tampoco. Esta sensación es diferente cuando estoy con Gohan o con Dende —me iba explicando—. Es una emoción nueva, como tú dijiste. Me siento bien contigo, incluso tengo pensamiento de estar así: sentados y abrazados.

Esa confesión fue tan repentina que me estaba sonrojando aún más. ¡Oh, Piccolo! Estabas sacando tu lado tierno sin darte cuenta. Mejor no decir nada y estropear el momento. Aunque su orientación sexual implicaba no sentirse atraído sexualmente, él podía experimentar lo que es el amor de verdad. A mí me bastaba con eso realmente. Yo lo respetaría tal y como era, y él hará lo mismo conmigo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top