6ª. Piccolo - Sentimientos de un asexual
SENTIMIENTOS DE UN ASEXUAL
Un día maravilloso se presentaba hoy en las montañas. El cantar de los pájaros era un sonido espectacular para mis oídos humanos. La brisa acariciar mi piel era mágico. Era un día más, sí, pero distinto para todos mis sentidos. Paz y armonía era lo que necesitaba. La montaña Paoz tenía ese toque que no podía describir. Inspiré y exhalé ese aire puro, incluso alguna que otra mariposa se posaba en mi cara por estar demasiada tranquila. No podía pedir más. Acostada en el prado verde, mientras disfrutaba de este gran momento. Sola y sin compañía de nadie. ¿Qué más podía pedir?
Pero eso acabó cuando escuché una explosión a cinco kilómetros que me senté para ver donde provenía. No sé por qué, pero sospechaba que eran los niños jugando con algún animal gigante. Ellos eran demasiados hiperactivos. Yo chasqueé la lengua y volví a mi posición habitual ignorando, no obstante, la explosión volvió y más cerca de mí posición. Gruñí por lo bajo y me levanté un tanto molesta. Esos niños salieron del bosque y con ellos salió una especie de dinosaurio que los estaba persiguiendo. Tuve la sospecha de que estorbaron su sueño. Como se enteren Chichi y Bulma no saldrán con vida.
—¡Goten! ¡Trunks! —les grité—. ¡Dejad de jugar con ese dinosaurio y no hagáis explotar más! —les eché la bronca.
—¡No queríamos molestarlo! —se excusó Goten esquivando sin ningún problema la mordedura del animal.
Estos niños nunca cambiarán. Cuando maduren, verán lo difícil que es ser adulto. Trunks ya cansado de ser perseguido, se giró para golpear con fuerza el estómago del gran animal. Este resistió, pero cayó al suelo con mucho dolor. Ese niño salió a su padre Vegeta, un Saiyan un tanto orgulloso de sí mismo. Y Trunks era todo lo contrario y menos mal porque imaginad si fuera como él. Tendríamos a dos alienígenas un tanto arrogantes. La bestia volvió sobre sus pasos porque no quería enfrentarse a ellos. Una estrategia inteligente por su parte.
—¿Ves? Había que enfrentarse a él —dijo el muchacho de cabellos lilas.
—Pero yo no quería hacerle daño.
—Pues a la próxima pedís disculpas —aclaré, viendo que ambos bajaron para conversar conmigo.
—Menos mal que no se acercó a ti, Laura-chan. —Goten esbozó una gran sonrisa.
No podía enfadarme con ellos. Eran niños todavía. Ya cuando sean adolescente las cosas iban a cambiar. Yo con veinticinco años y tenía que soportar estás cosas. No quería decir que odiaba a los niños, me encantaban. Pero llegaba en un punto en que te desquician. Me gustaría tener hijos, pero eso era muy complicado. Primero, debería conseguir una pareja. O también tenía la opción de adoptar a uno, pero aún era joven para eso. Debería esperar unos cinco años más.
—¿No está contigo Piccolo-san? —preguntó el pequeño Trunks. Realmente me dejó un poco confusa.
—¿Por qué piensas que el Namekiano iba a estar conmigo?
—Porque os lleváis muy bien y hacéis buena pareja —respondió Goten.
Ese comentario provocó que mis mejillas se incendiaran a más no poder. ¿Piccolo y yo? ¡Anda ya! Podía admitir que ese hombrecillo verde era atractivo, ¡pero estamos hablando de un ser que era asexual en todos los sentidos! Ni siquiera sé si Piccolo tenía, por algún casual, algún órgano reproductivo. ¡Que no me interesaba para nada!
—¡Laura-chan se ha puesto roja! —gritaron al unísono.
—¡Callaos! ¡Y dejad de decir estupideces!
En algún momento me dará un paro cardíaco por las tonterías que comentaban. Además, entre tú y yo sabemos perfectamente que Piccolo no estaba interesado en nadie. Él no sabía explicar que era el amor entre dos seres que se aman. ¿O tal vez sí? No lo sé, todo esto se estaba creando una confusión en mi cabeza. Los niños decidieron volver a jugar, mientras yo me acosté nuevamente queriendo no pensar en ello. Un suspiro salió de mis labios y cerré los ojos definitivamente para concentrarme en la brisa.
Que exquisitez más grande. Estaría así para toda la eternidad. Escuchaba a los muchachos reír y jugar, y no me molestaba para nada. De pronto, esa explosión nuevamente a lo que me senté y vi que Goten lanzó una bola de ki hacia una roca. Joder, uno no podía estar tranquilo y disfrutar de la naturaleza al menos. Mejor me iba a otro sitio y encontrar la paz interna. O tal vez visitar a Videl para ver cómo está la pequeña Pan. Mi cuerpo empezó a elevarse y emprendí vuelo rumbo a la casa de los Son.
Esa bebé era un trasto. A saber, a quién salió. Todos dicen que se parecía un montón a su abuelo Son Goku y tenían razón. Si la dejabas sola, era posible que hiciera un desastre en la casa. Videl y Gohan la consentían demasiado y no hacían nada al respecto. Pero ¿quién iba a enfadarse de una ternura como ella? Es que daban ganas de achucharla con todas mis fuerzas. No tardé mucho en llegar allí. Mis pies tocaron el suelo y yo esbozaba con una gran sonrisa con ganas de empezar el día con buen pie.
Con mi dedo índice toqué el timbre. Yo esperé paciente a que abriesen la puerta. Mis oídos se agudizaron al escuchar la voz de Videl y la joven me abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Laura-chan! No me esperaba verte por aquí.
—Pensé en haceros una visita. Hace tiempo que no me paso por aquí.
—Claro. Pan se alegrará mucho de verte.
Y tanto. Cuando se trata de bebés, siempre estaba atenta a su alrededor y jugaba con ellos. Tenía ese don peculiar y no me disgustaba para nada. Al pisar la casa unas risas escuché y era la pequeña que se aproximó para abrazarme con todas sus fuerzas.
—¡Hola, Pan! Ya veo que cierta persona me echaba de menos —dije, mientras la alzaba por los aires.
—¡Laula! ¡Laula! —Aún no sabía pronunciar la "r" bien y era normal porque todavía era una bebé en pleno desarrollo.
—¿Quieres café? ¿Té?
—Agua me conformo, gracias —respondí con educación.
Caminé en dirección al salón para sentarme cómodamente en el sillón, pero no me imaginé encontrarme a cierta persona ahí mismo. Piccolo estaba en su postura de siempre y los ojos puestos en mí. Entonces me acordé ese comentario de Goten. Por idiota, mis mejillas se sonrojaron no imaginándome que él y yo fuésemos algo más que amigos. Laura, no sea maleducada y salúdale.
—B-Buenos días, Piccolo —tartamudeé. ¡¿Por qué cojones he tartamudeado?!
—Buenos días, Princess —me devolvió el saludo.
Yo me acerqué para sentarme en el sofá justo al lado del Namekiano. Oh, vamos, Laura. Cálmate. No podía ser que ese comentario me haya afectado tanto. La tensión estaba creciendo a cada momento. Entonces decidí distraerme en jugar con la pequeña Pan. Ella reía ante las cosquillas que le hacía, pero mis nervios florecían por culpa de la mirada que me dedicaba él. ¡Videl, aparece, por favor!
—Siento la tardanza. Estaba calentando la comida. —¡Gracias a Dios!
—No te preocupes —comenté con una pequeña sonrisa—. ¿Cómo le está yendo a Gohan en el trabajo?
—Pues bastante bien. —La morena se sentó en el otro sofá, pero antes me entregó un vaso lleno de agua—. Se está esforzando muchísimo para llegar a ser un gran investigador.
—Me alegro de verdad.
—¿Qué te trae por aquí?
—Pues estaba tan tranquila en la montaña Paoz que dos niños tuvieron que incordiar ese momento. Y todo porque molestaron sin querer a un pobre animal —hablé—. Y todavía seguían ahí haciendo ruido; así que decidí venir aquí para haceros una visita. Lo único que no me esperaba era encontrarte a ti, Piccolo.
—Sabes perfectamente que yo suelo estar por aquí —habló el hombrecillo verde—, sobre todo, si tengo que cuidar de la pequeña revoltosa.
¡Estúpida, Laura! ¡Claro que lo sabías! De verdad, a veces me daban ganas de estar bajo tierra para morirme de la vergüenza. Pan agarró uno de mis dedos para llevárselo a la boca, a lo que no dije nada. Eso demostraba que ya empezaba a tener hambre. El olor a comida llegó a mis fosas nasales abriendo mi apetito, incluso mi estómago hizo un leve gruñido. Yo me sonrojé brutalmente y Videl no evitó reír por lo bajo.
—Lo siento. Es que huele tan bien —me disculpé.
—No te preocupes. Puedes comer aquí, si te apetece.
Se lo agradecí con toda mi alma no evitando es esbozar una dulce sonrisa. Se me hacía extraño que Piccolo estuviera presente porque éramos tres chicas. Bueno, Pan era una bebé aún, aunque sus balbuceos eran una forma de entablar conversación. Que linda se veía. De vez en cuando, Videl se ausentaba para mirar la comida y que no se le quemase. Ahí era cuando la tensión se notaba con creces. Yo evitaba todo lo posible para no mirar al Namekiano. No tenía nada en contra de él, sino todo lo contrario.
Yo diría que Piccolo era uno de los personajes más serios que había visto en mi vida y ambos estábamos de acuerdo en unas cuantas cosas. ¡Pero eso no implicaba que él me gustase! Laura, métetelo en tu cabeza: él es asexual. No estará atraído sexualmente a mí, aunque tener pareja sí que podría porque eso no era un impedimento. Pero que, vamos, él no sentirá interés hacia a mí porque yo soy humana y él un alienígena. Vale, las relaciones interraciales existían. O si no, preguntádselo a Bulma o a Chichi.
—Me hubieras avisado y te hubiera acompañado —dijo Piccolo. Yo reaccioné con la cabeza volteada hacia a él.
—No te preocupes. Seguramente querías estar con Pan, en caso de que Videl no pudiese porque tendría que atender ciertas cosas.
—Si fuera así, te hubiera llamado.
¿Eh? ¿Qué dijo? Me quedé muda cuando dijo eso. No me esperaba ese comentario. Mis mejillas se incendiaron a más no poder imaginando todas las cosas posibles que pudiéramos hacer. ¡Basta, Laura! Me abofeteé mentalmente ante esa estúpida idea.
—¡Ya la comida está lista!
Videl nos gritó por lo que fui la primera en levantarme y caminar con rapidez hacia el comedor. ¿Me estaba comportando como una tonta? Era posible, pero me daba igual ya todo. Mis ojos se iluminaron al ver unos manjares de escándalo. Mi estómago hizo ruido, señal de que estaba hambrienta. Piccolo me siguió y yo me senté porque su cercanía provocaba en mí un mar de sensaciones que no sabía describir. De verdad, debería insultarme en todos los idiomas posibles por comportarme de esa manera.
—Oye, Laura-chan, ¿cuándo piensas echarte novio?
Casi escupo el agua cuando la morena hizo ese comentario. Menos mal que Pan no estaba en mis brazos porque la hubiera mojado.
—¿Por qué esa pregunta? —cuestioné.
—Bueno, lo digo porque eres joven y a lo mejor sería la ocasión de tener uno.
—Yo con esas cosas no tengo ningún tipo de prisa —lo dije bien claro, mientras cogía un trozo de carne—. Si llega, llegará.
—¿Y no te gusta alguien en particular? —Videl, estás haciendo muchas preguntas.
—Como si esa persona tuviera interés en mí —especulé.
—¿Hay alguien?
Mierda, eso me pasaba por abrir la boca y ser demasiada directa. Además, ¿por qué dije eso? Ni que estuviera enamorada de Piccolo. ¡Maldito Goten!
—Yo no he dicho que haya alguien.
—Pero ese comentario dice todo lo contrario. —Videl se aproximó un poco más a mí para pinchar mi brazo con el dedo—. ¿Quién es? ¿Le conocemos? —Y no me olvidé que el Namekiano estaba escuchando la conversación.
—Repito: no me gusta nadie —aclaré con los ojos cerrados.
Y la morena no iba a insistir más porque sabía perfectamente que no iba a cantar y que estaría muy incómoda. Y más aún si no estábamos relativamente solas. Era mejor estar callada y no decir ninguna estupidez. Mis ojos se fijaban en Pan quien jugaba con la comida de mala manera y Piccolo tuvo que hacer algo al respecto. Él se comportaba como un padre. Gohan me comentó en su momento que él fue cuidado por el Namekiano cuando Goku estaba muerto. Se veía muy lindo. ¿Qué cosas estaba diciendo?
—¿O es por tú físico? —Y de nuevo las preguntas.
—Mira, creo que esa es una de las buenas razones. No conseguiré novio por mis chichas.
—Pero si te ves bien, mujer.
—Te recuerdo que no fui a la playa esa vez porque me moriría de la vergüenza —dije—. No iba a permitir que sea un objeto de burla.
—¿No crees que exageras un poco?
—Yo nunca exagero.
—Seguramente que Piccolo te ve atractiva.
Casi me atraganto con la comida cuando hizo ese comentario. ¿Cómo? Miré al hombrecillo verde y este no movió ni un dedo. Solo tenía los ojos cerrados y con el ceño fruncido, como si no hubiera creído que Videl haya dicho eso. ¿Ahora por qué todo el mundo le dio por hablar en la relación de nosotros?
—¡¿Qué os pasa a todos?! —vociferé, ya cansándome—. ¡Primero Goten! ¡Ahora tú! ¡¿Qué nos estáis queriendo decir?!
—Bueno que a lo mejor tú y...
—¡No! ¡No digas eso porque estoy casi segura que él estará de acuerdo conmigo! Es posible que nos llevemos bien, pero eso no implica que él y yo podamos hacer algo más.
Exploté como si fuera una bomba nuclear porque no iba a aguantar ese tipo de comentarios absurdos. Con permiso, decidí largarme de ahí cuanto antes porque me estaba muriendo de la vergüenza. ¿Qué le pasaba a todo el mundo? ¿Me estaban ocultando algo que yo no sé? Esto me estaba resultando extraño y me molestaba. Al salir de la casa no dudé en volar hacia el norte para despejar mi mente e intentar estar tranquila. Todas esas emociones estaban surgiendo en mi ser. Un sentimiento que no quería despertar.
Fui directamente hacia las montañas, más bien en un lugar recóndito y precioso. Un lago cristalino que no fue explorado por ningún ser humano. Este sitio era mi preferido y siempre iba cuando las cosas se ponían feas. Por dios, me había comportado como una niña pequeña delante de Videl y Piccolo, pero estaba molesta con esos comentarios. Yo no sentía nada por el Namekiano, ¿o sí? ¡Deja de pensar en esas cosas estúpidas! Me daban ganas de golpear mi cabeza en una pared para reaccionar de una vez por todas.
Sentada en el césped húmedo coloqué mi cabeza entre mis brazos porque tenía las piernas recogidas. Una forma de pensar con claridad lo ocurrido o simplemente ignorarlo por completo. Solo era una chica más que se unió a este gran grupo de guerreros que no dudarían en enfrentarse a cualquier enemigo, que deseara destruir la tierra. Ese objetivo siempre era el principal. Tan concentrada que estaba que no me di cuenta que alguien me estaba observando por detrás de mí. Sé quién era por su ki.
Piccolo se aproximó para estar a mi lado y se sentó en su postura de siempre. No quería mirarlo a la cara por la vergüenza que había pasado. Su presencia provocaba que me pusiera más nerviosa de lo normal. A lo mejor quería hablar con respecto a lo sucedido de antes. Solo escuchaba el sonido del viento jugar un poco mis cabellos.
—¿Estás bien? —me preguntó con un tono suave. Pocas veces lo oía hablar de esa manera.
—Sí, solamente me dan ganas de golpear a algo.
—O a alguien.
—Eso no lo discuto —rio por lo bajo, ya mostrando mi rostro.
El silencio reinó por unos instantes. Las conversaciones que teníamos él y yo no iban más allá. Solo cuando estábamos rodeados de gente o él prefería estar callado, escuchando la conversación de los otros. Aunque tenía cierta incertidumbre por todo lo que ocurrió hoy. Necesitaba saber que pasaba.
—¿Sabes el motivo de por qué Videl contó eso? —le cuestioné, decidida de mirarlo a la cara.
—No lo sé. Ser madre debió afectarla demasiado —comentó muy tranquilo de su sitio.
—¿Tú crees?
—Llevo bastante tiempo en esa casa y más o menos sé que sus comportamientos han diferenciado bastante, desde que nació Pan.
—Si tú lo dices.
—Pero fue por mi culpa. —Mi cara fue de asombro y confusión cuando pronunció esas palabras.
—¿Cómo que por tu culpa? —repetí.
—Antes de que vinieras, le pedí un consejo.
—¿Qué consejo?
—¿Ahora esto se ha vuelto un interrogatorio?
—Es que estás diciendo cosas que me desconciertan demasiado, Piccolo. ¿Toda tu raza es así también?
Él se lo tomó como una broma porque rio un poco. Debía de haber un buen motivo para que sea tan misterioso para los ojos de cualquiera.
—Como saber si estoy enamorado.
¿Oí bien? ¿Quería un consejo de Videl sobre eso? Mi rostro se tornó rojo porque no me imaginé que Piccolo sintiera curiosidad o tal vez se sentía atraído por alguien, pero no sexualmente. Recordemos que él es asexual.
—¿Tú enamorado? ¿Qué te has fumado, Piccolo? —bromeé un poco.
—Raro, ¿no?
—Viniendo de ti, sí.
—Ella también me preguntó porque sentía curiosidad y yo le expliqué que me sentía extraño, cuando me acercaba a esa persona —iba confesando con la mirada fija en el lago—. Videl me dijo que esos eran indicios de que me gustaba esa persona por su personalidad.
—Y a que adivino —le interrumpí—. Soy yo, ¿no?
—¿Para qué mentir?
—¡¿Y por qué yo?! Es decir, no tienes pinta de estar interesado en alguien. Y no me refiero a lo sexual, sino en la parte romántica.
—No sé responder a eso —confesó—. Solo sé que me siento bien estando contigo.
Era una respuesta aceptable. Piccolo era una criatura que no sentía interés sexual por una persona. ¿Qué podía hacer yo? Los sentimientos que estaba teniendo con él eran simple amistad. No quería darle falsas esperanzas.
—Yo también me siento bien contigo, pero solo te veo como un amigo. Pero, si te soy sincera, me estoy volviendo loca en cuanto a mis emociones hacia a ti.
—No tengo conocimiento sobre esas cosas, pero me imagino que no te está siendo fácil.
—Pues la verdad es que no —me sinceré—. Eres un buen tipo, Piccolo. Eso no lo puedo negar. Pero que mantengamos una relación tú y yo es extraña.
—Princess sabes muy bien como soy. Para mí también será extraño —comentó, ya mirándome—. Yo observo y analizo a las parejas, incluso la de Gohan. Y, aun así, sigo sin comprenderlo.
—¿Y piensas que ser mi pareja te ayudará a comprenderlo? Dudo mucho que funcione.
—Otra idea no se me ocurre.
Una idea bastante alocada, la verdad. Pero ¿y si funcionaba?
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