4ª. Bardock - Saiyan y humana (3)

SAIYAN Y HUMANA (3)

Desde que le dije aquello que deseaba escuchar, Bardock se distanció de mí por completo. Ya ni siquiera me dirigía la palabra y ni una mirada. ¿Debería preocuparme? No, era mejor así porque no quería tener algo con él. Ojalá irme de la casa lejos para que nadie me encontrase, pero sería muy arriesgado porque un Saiyan me capturaría y podía hacerme cosas que yo no desearía. No sabía qué hacer. Eso sí, Gine nunca dejó de hacernos una visita. Ahí me di cuenta que el comportamiento de Bardock con la Saiyan era más abierta que nunca. Es decir, como si yo no existiera.

Eso en el fondo me dolía bastante. Dolor sentía en mi pecho. No podía ser que tuviera sentimientos hacia el moreno. Debía negarlo rotundamente antes de que sea demasiado tarde. Dos semanas pasaron y estaba relativamente confusa con todo esto. Quisiera intentar comprender mis sentimientos, pero estaba llena en un mar de dudas que ni siquiera podía controlarlo. Bardock estaba fuera, mientras Gine y yo preparábamos la comida. Últimamente estaba tan distraída que no me daba cuenta de los errores que estaba cometiendo. Incluso una vez quemé sin querer la carne dejándola con un sabor amarga.

No paraba de mirar el caldero lleno de sopa. Mis ojos estaban fijos en un punto en concreto: mi reflejo. Me preguntaba qué hubiera pasado si Bardock me hubiera besado. Seguramente que perdería el control y nos hubiéramos revolcado en la cama. Era una cosa que no podía permitirlo. Me sobresalté al sentir la mano de Gine en mi hombro. Menos mal que en ese momento no tenía el cucharón en la mano porque lo hubiera soltado y me hubiera quemado.

—¿Estás bien? Te noto distraída.

—Perdona si te he preocupado —me disculpé.

—Es que últimamente estás muy rara —comentó. Sus ojos negros analizaban mi postura y mi desconexión con el mundo—. ¿Pasó algo entre tú y Bardock?

¿Qué debería decirle? ¿Qué Bardock estuvo a punto de besarme? ¿O callármelo para siempre? Gine confiaba en mí y yo haría lo mismo. No quería romper esta amistad por culpa de lo que nos pasaba a ambos. Apreté los labios, una forma de decirme a mí misma: «hazlo». La miré directamente a los ojos para que escuchase lo que estaba a punto de decirle:

—Hace dos semanas, él estuvo a punto de besarme —le dije. Su cara fue estupefacta—. Pero yo no se lo permití porque está contigo, pero parecía ignorarme. Entones la única manera de deshacerme de él era diciéndole donde provenía. Desde ese entonces ha estado evitándome. Ni siquiera me mira a los ojos. Todo ese comportamiento me está creando confusión, incluso podía tener sentimientos hacia el Saiyan, pero es imposible. Yo no me podría gustar a alguien que ya tuviese pareja. No podía.

Gine estuvo callada todo este tiempo, muy atenta a la conversación que le estaba dando. También analizaba mis palabras con detalle. Su cabeza se ladeó un poco a modo pensativa. ¿No me dirá nada? Yo tenía toda la paciencia del mundo y seguramente que la pobre aún intentaba comprenderlo todo. Me miró y me dedicó una sonrisa dulce. No mostraba signos de enfado y eso me preocupaba un poco.

—Bardock me lo explicó —comentó—. Hace dos semanas, vino a mi casa por la noche con un malhumor de perros increíble. Me dijo que estaba a punto de hacer una locura contigo. Que te manoseó sin tu consentimiento. —Sí, me acuerdo. No pensé que Bardock se lo contase a Gine. Eso significaba que él era una persona que confía en su pareja—. Tu olor está por todas partes y lo enloquece demasiado. Es muy atrayente, mejor que el mío.

—Eso me dijo. Siento si te dijo eso.

—No te disculpes porque eso es natural en un Saiyan. Me dijo que no sabía qué hacer. No quería traicionarme, aunque los dos aún no hemos realizado el ritual. Siente confusión.

—Pues sí él está confuso, imagínate yo —le dije y la seguí mirando—. ¿Y qué le dijiste?

—Que hiciera caso a su instinto —añadió.

—Sabes perfectamente que su instinto le va a decir: «acuéstate con ella».

—Lo sé, pero es una cosa que no se puede ignorar. Hasta él me dijo que tenía miedo de perderme, pero yo le dije que no debe preocuparse por eso. Al explicarme eso, yo le perdonaré. Yo le dije que, si me explicara las cosas, yo lo entendería finalmente. Hablar no es malo. Es una forma de expresar lo que sientes.

Cada vez me sorprendía más ante las palabras de Gine. Parecía una sabia que quería culminar su semilla a los nuevos miembros de esta raza. Que no todo es violencia, sino también hay amor. La chica tomó mis manos sin dejar de sonreír. Su cara estaba brillando con mucha fuerza, sorprendiéndome demasiado.

—Y eres muy considerada no hacerlo con él sabiendo que estamos juntos, pero es mejor que le dejes hacerlo. Sí, también me contó que ese mismo día le dijiste lo que eras y eso lo frustró mucho. Por eso, decidió ignorarte porque sabía que era una misión imposible porque provienes de un planeta distinto al nuestro.

—Gine, ¿a qué quieres llegar con todo esto?

—Que le dejes hacerlo.

—¡¿Qué?! —grité a los cuatro vientos, no creyendo lo que me dijo—. Gine, no pienso hacerlo.

—Ambos tenéis curiosidad por el otro —me recalcó.

—Sí, pero no es la mejor forma. No voy a acostarme con Bardock sabiendo que tú estás en su vida.

—Pero eres mi amiga y él me lo explicó.

—¡No lo voy hacer! ¡Ni en un millón de años! —le aclaré.

De repente, se escuchó la puerta abrirse a lo que yo miré quien era. Bardock hacía acto de presencia con una mirada fruncida. Siempre tenía esa cara, no tenía otra. Gine corrió hacia él para tomar sus manos y apoyar la cabeza en su pecho. ¿Cómo podía pedirme algo así, si luego se ponía de esa forma? Esta raza no lo comprendía en absoluto. El Saiyan apoyó las manos en los hombros de su compañera para alejarla un poco. Él caminó hacia mí con un rostro serio y frío.

—A medianoche te irás. Pude coger una nave para que te puedas ir a tu planeta sin ningún problema.

—¿Ya se va? —preguntó Gine con incredulidad—. Tenías que habérmelo dicho, Bardock.

—No quería que te despidieras tan pronto —dijo—. Hiciste buenas amigas con ella.

—Sí, pero... ¡no es justo! —Unas cuantas lágrimas iban resbalando por el rostro de la Saiyan. Ella me abrazó con mucha fuerza, casi sintiendo mis huesos romperse—. ¡Te echaré mucho de menos!

—Y yo a ti —respondí, aún con ese sabor amargo en la boca.

Aún no creía que me iba a marchar tan pronto. Pensé que era un sueño imposible. Gine dejó de abrazarme para secarse las lágrimas y fue en dirección a Bardock para cogerle de la mano y aproximarlo a mí. Espera, ¿qué estaba haciendo?

—Ustedes dos tenéis que resolver un asunto —dijo, y cogió la mía para juntar la de él—. Y es importante que lo hagáis cuanto antes. Yo me retiro para que podáis estar a solas —concluyó, mientras cogía un plato de carne y se retiraba de la casa.

Al marcharse, yo retiré mi mano con puro nerviosismo. Miré de reojo su reacción y solo se dedicaba a observar la suya propia. No podía creer que me haya metido en un marrón tremendo. Esta Gine y sus ocurrencias. Yo no pensaba acostarme con él, en absoluto. Él caminó en dirección a las ollas para coger un muslo de carne. Bardock pensará igual que yo. Después de lo sucedido, no rentaba demasiado en volver aquello. El ambiente estaba tenso y no me gustaba para nada. Debería comer algo también, pero los nerviosa me traicionaban de una manera escandalosa.

¿Debería decirle algo? Estaba dudando mucho con todo esto. Relativamente era muy confuso. Escuchaba como Bardock comía con suma tranquilidad, como si lo nuestro no hubiera pasado nada. ¿De verdad yo le interesaba? ¿Tanto que habló con Gine? Al dar un paso hacia adelante, él se giró para verme. Joder, como odiaba esos momentos. Yo no podía mirarle a la cara. Estaba tan avergonzada con todo esto. Todo mi cuerpo temblaba a más no poder. Yo quería decir algo al respecto y no podía.

Al alzar la cabeza para enfrentarme a él, me sorprendí cuando unos brazos musculosos rodearon mi cuerpo pequeño. Nunca me esperé esa acción por parte suya. Yo no me iba a negarlo, por lo que lo acepté. Me sentía protegida con él. Poco a poco iba dejando mi cabeza apoyarse en su pecho o, más bien, en la armadura fría. Sus dedos acariciaban con sutileza mi espalda y yo cerraba los ojos ante ese gesto. Había olvidado lo importante que era el cariño de las personas.

—Me imagino que las dos habéis hablado.

—No podía ocultarlo más. De hecho, no podía —me sinceré.

—Ella sabe lo que me pasa contigo. Ni yo mismo pensé en estar interesado en una humana como tú.

—Pero yo no pienso acostarme contigo —le aclaré—. No podía hacerlo. Si lo hago, no estaré para nada tranquila sabiendo que tú y Gine estáis juntos.

—Ya me di cuenta. A veces se me olvida que no eres una Saiyan. ¿Los humanos sois así? Ya sabes, no acostarte con alguien si tiene esa situación.

—Si yo te contara —suspiré—. No todos somos así. Solo unos pocos. Por naturaleza somos polígamos, pero siempre habrá excepciones de parejas monógamas. La verdad es que envidio esas personas por encontrar a su media naranja.

—¿Nos tienes envidia? —preguntó.

—Un poco. La verdad es que sois una pareja bien linda.

—No digas estupideces.

Me imaginé a Bardock avergonzado con las mejillas encendidas. Yo simplemente me dedicaba a decir la verdad absoluta. ¿Para qué mentir? Él seguía abrazándome, no queriendo romper ese momento juntos. Yo temía que él perdiese el control, pero parecía que era consciente lo que estaba sucediendo. Se iba separando lentamente de mí para tomar mi rostro con gentileza. Nunca pensé que un asesino como él fuera suave. Algo aprendió de Gine, estaba muy segura de ello. Nuestras miradas estaban conectadas y no la podíamos desviar.

—Vamos. Hay que aprovechar el momento en que todos están durmiendo.

Asentí con la cabeza. Si me quedaba más tiempo, era posible que me encontrasen y estaría acabada. Ambos salimos de la casa y me cogió en brazos para empezar a dar saltos. Su intención era no llamar la atención. Los rastreadores de los Saiyan podrían avisar de un elevado poder, ya sea de movimiento o de cualquier cosa. Me hubiera gustado de despedirme bien de Gine, pero se marchó así sin más. Desde mi posición observaba a Bardock. Su rostro no era para nada fino, sino todo lo contrario. Duro, como una roca o un diamante irrompible. Cualquiera que lo viera ya sentiría un miedo absoluto. Seguramente que será muy estricto con sus hijos.

El viento soplaba a un ritmo lento, jugando con mis cabellos e impidiendo verlo mejor. Los Saiyans eran una raza bastante extraña y llamativa. Criaturas que amaban pelear a toda costa y que solo existían para procrear. Bardock se detuvo en seco a lo que parpadeé unas cuantas veces volviendo a la realidad. El alienígena me colocó en el suelo y lo primero que vi era una pequeña nave. Suficiente para viajar a mi hogar. No me resistí a acercarme para verlo más de cerca. Tenía forma de cápsula redonda y solo podía caber una persona. ¿Con esto viajaban para conquistar planetas?

Bardock presionó un botón para abrir la compuerta de la nave. Tenía un asiento, más botones y una especie de cámaras. Supongo que funcionarán como hiper sueño.

—Las coordenadas a tu planeta están puestas —me iba diciendo—. Solo tienes que presionar ese botón y te llevará allá.

—Parece sencillo —dije.

Sí, todo parecía sencillo. El lugar estaba desértico. Un sitio perfecto para que nadie sospechara. Otra vez ese momento incómodo entre ambos. Yo ni sabía que decirle. ¿Gracias por todo? ¿Adiós? ¿Nos vemos? No sé. Eran cosas que yo no quería pensar demasiado.

—Bueno... esto es un adiós —comenté. Él no abrió la boca—. Gracias por no matarme en ese momento. Y también por dejarme dormir en tu casa, aunque es verdad que hemos tenido muchos problemas —hablaba y hablaba, y él simplemente me escuchaba—. Será mejor que me vaya.

Estuve a punto de subirme a la nave, pero Bardock me sostuvo el brazo para tirarme y besarme. Me quedé helada en mi sitio que mis ojos se agrandaron tanto. Mis mejillas se tornaron de color rosa y mi corazón bombeaba sangre a más no poder. Y yo, por inercia, iba cerrando los ojos lentamente dejándome llevar. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero nos separamos para conseguir aire y Bardock apoyó su frente con la mía. Este comportamiento era una muestra de afecto hacia mí.

Aún agarraba mis manos no queriéndome soltarme, pero yo poco a poco me alejaba para instalarme en el asiento. La puerta se cerraba lentamente ante nuestros ojos y lo único que nos dejaba visualizar era el cristal. Bardock apoyó su mano y yo con la mía. Ojalá estar más tiempo con el Saiyan, pero debía volver a mi hogar por seguridad. Presioné el botón que me dijo y la nave comenzó a despegar lentamente. El hombre se tuvo que alejar y ver como poco a poco se alejaba, yendo directamente hacia el cielo.

Yo solo deseaba que ambos se cuidasen y tuvieran una vida feliz. Las aberturas de las cámaras de encendieron, echando ese gas que hacía que durmiera. Poco a poco me iba acomodando para cerrar los ojos y dormir plácidamente.

¿Te volveré a ver?

🦋🦋🦋🦋

Y los años pasaron desde que ocurrió aquello. Siempre me preguntaba cómo se encontrarán. Si algún día los volveré a ver. Ya me estaba haciendo mayor. Desde que llegué al planeta Tierra, se me hizo muy raro entablar conversación con la gente. El Dr. Briefs me dio un trabajo siendo una de sus investigadoras importantes. Me dediqué mi vida en analizar más especies de las que conocí en su día. O investigar nuevas rocas que caían del cielo sin ningún motivo aparente.

Su hija Bulma era una niña muy inteligente. De hecho, me fascinaba esos momentos en que solucionaba una cosa al instante. Iba a ser un genio. A veces la cuidaba cuando sus padres no estaban. La pequeña creció tanto que ni me di cuenta que ya era una mujer hecha y derecha. Se hizo muy buena de personas que todavía no conocí y que tenía un novio casi mujeriego llamado Yamcha. A él lo veía de vez en cuando. Era un poco... No sé, no me gustaba que fuera la pareja de Bulma, pero para gustos los colores.

Un día, la peli-azul estaba llorando escandalosamente porque dijo que unos alienígenas, raza de Son Goku, mataron a su novio. ¿Alienígenas? ¿Y quién es Goku? Muchas preguntas me surgieron. Bulma estaba preparando una nave para irse a un planeta lejana para resucitar a sus amigos a través de las Bolas de Dragón porque las de la Tierra desaparecieron. ¿Cómo era posible? La peli-azul partió junto con un muchacho llamado Krillin y un niño pequeño llamado Gohan. Su rostro se me hizo familiar.

El Dr. Briefs estaba creando otra máquina para Goku y me dijo que lo ayudase, y yo no me negué en absoluto. Pasábamos horas y horas trabajando hasta que, finalmente, pudimos acabarlo. Me sentí orgullosa de haber creado una nave y que incluya gravedad para los entrenamientos de ese muchacho. Me dijo que él era impresionante. Tenía ganas de conocerle. Ese día la señora Briefs me estaba preparando un buen desayuno y oí al Dr. Briefs exclamar el siguiente nombre: «¡Son Goku!».

Mi curiosidad aumentó tanto que tuve que dejar a la madre de Bulma y verlo en persona. Sentía tantas ganas porque todos no paraban de hablar de él. Y al atravesar la puerta me sorprendí demasiado al verlo. Ese muchacho, a quien estaba viendo, era idéntico a Bardock, pero no tenía la cicatriz en su mejilla. Los recuerdos volvieron y pasaban por mi mente a cámara lenta. ¿Era el hijo de Bardock y Gine? ¿Y cómo llegó aquí?

En la conversación que estaban manteniendo oí que esa raza, que dicen ser que también es uno, vinieron aquí para que Goku se uniera a ellos. Ahora los únicos supervivientes eran él y otro más que quiso conquistar el planeta Tierra porque su hermano y su otro compañero murieron. ¿Solo hubo cuatro supervivientes? Una sensación de vacío hizo de acto de aparición. ¿Bardock murió y lo único que salvó era a su hijo? Gine... No podía creer que esa raza guerrera se haya extinguido y solo sobrevivieron unos pocos.

Entonces caí en la cuenta que Son Goku, el muchacho que tenía delante de mis narices e idéntico a Bardock, fue salvado por su padre y él pensó un lugar donde estuviera a salvo. No se olvidó de mí. En todos estos años que pasaron nunca me olvidó. Me daban ganas de llorar. Pensar que ese maldito aún conservaba sus sentimientos hacia a mí.

—Debo ir a donde está Gohan cuanto antes. Chichi me mata si no voy a por mi hijo.

¿Así que estaba casado y tenía un hijo? Me alegro por él. Será un buen guerrero, como su padre. Seguramente que querrá saber cómo era su padre y su madre. Me gustaría hablar con él para contarselo porque yo era la única que los conocía en persona.

Míralo, Bardock. Es idéntico a ti y su personalidad es igualita a Gine. Encima tienes un nieto. Tendrás que estar orgulloso de él. El día en que me muera, ojalá puedas recibirme con los brazos abiertos junto con tu pareja.

«Bienvenido, Son Goku». 

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