Me gusta el hermano de Miércoles VII

Punto de vista de Tn.

Todo lo sucedido aún me rondaba en mi cabeza. Cada vez que recordaba ese momento de tener a Enid entre mis brazos, viendo una película, como una pareja, un calor subía por todo mi cuerpo hasta sentir que la cara se me ponía toda roja.

—Señor Addams—me llamó la profesora haciendo que saliera de mi mundo—¿está prestando atención?—preguntó ella con voz autoritaria.

—Lo siento, me he despistado

—Espero que no vuelva a ocurrir

—No, no volverá a suceder.

Ya en el descanso, Miércoles me preguntaba que ocurría. Viendo que Enid estaba con Yoko mirando los teléfonos le conté toda la situación.

—Entiendo, te has dejado embaucar por sus colores—dijo ella—pues ve a esa cita, arreglas todo esto y termina el problema. Quiero tener tranquilidad en mi cuarto, y con Enid ya es difícil para que ahora tenerte a ti también dando problemas.

—Lo siento, no quería molestarte—me apresuré a decir.

Ella me miró unos segundos.

—Lo siento, es sólo que todo este tema...

—No es lo tuyo

—Exacto, lo que te he dicho es el mejor consejo. Cuánto antes se aclare...mejor.

En las siguientes clases estuve mucho más concentrado, como siempre, respondiendo a las preguntas junto a mi hermana. Pero no podía evitar distraerme en alguna ocasión cuando mis ojos miraban a Enid riendo, sonriendo o simplemente atendiendo.

—Tn—escuché una voz al salir de clase.

Era ella. Volteé y ahí estaba con Yoko y algunas más.

—Dime—dije un poco nervioso.

—¿Podrías darnos clases?—preguntó ella con su habitual sonrisa—está tarde estamos libres.

—Claro, será un placer ayudaros.

Concretamos la hora y hasta ese momento, me tumbé en la cama. Las diferentes caras que ponía Enid según la situación iban llegando a mi mente. Suspiré recordando lo sucedido, no había forma de quitarme esa sensación de mi cuerpo.

Cuando llegué a la biblioteca me encontré con ellas ya sentadas, los libros abiertos y listas para trabajar en los temas que tanto costaban. Enseguida les repartí lo que había hecho, unos cuantos esquemas sencillos que me ayudaron durante las dos horas que estuvimos ahí.

—Creo que es suficiente por hoy—dijo Yoko estirándose.

—Yo he aprendido mucho—añadió otra de las amigas de Enid.

—Ya os dije que Tn era muy buen profesor—halagó la loba.

—Eres tan diferente a Miércoles, ella nos habría pateado el culo—rió la vampira.

Estuvimos un rato hablando hasta que se marcharon a descansar hasta la hora de cenar. Todas menos Enid quien se acercó a mí.

—Gracias, no debe haber sido fácil—comentó mientras se sentaba a mi lado.

—Siendo sincero no, pero bueno, me alegra haber ayudado.

La rubia dijo que era mejor regresar, que se quería duchar. La acompañe y de paso vería a mi hermana.  La prohibición de chicos fue levantada siempre y cuando a nuestra hora estuviéramos todos en nuestros respectivos dormitorios.

—Hola hermana—saludé mientras veía como guardaba unas cosas.

—Hola—saludó fría.

—Voy a ducharme—Enid recogió unas cosas y se fue al baño. 

Tras la remodelación, cada dormitorio contaba con un pequeño baño para los estudiantes. Todo gracias a las inversiones y fondos proporcionados por los ricos para la adaptación de los excluidos. Sin duda era un gran avance para la academia.

—Tardará una hora por lo menos—comentó mi hermana—¿todo bien?.

—¿Sabes lo difícil que ha sido darles clase?

—Por eso no lo hago, yo las habría matado a todas.

Hablamos hasta que Enid salió ya cambiada del baño. Luego los tres bajamos a cenar aunque yo me fui con Eugene y Xavier mientras que ellas se iban con Yoko y Bianca.

El día transcurrió sin más, yo estaba tan cansado que me dormí enseguida.

A la tarde del día siguiente, me fui a pasear por los alrededores de la academia, acompañando a Eugene a recoger setas y otras hierbas. Miércoles nos acompañaba porque necesitaba algunas para unos experimentos que estaba preparando.

—Tn, ¿y Enid?, ¿ya lo has solucionado?—negué—ya veo.

Ambos se quedaron buscando mientras yo cargaba todo de vuelta a la academia. Lo dejé en la caseta de las abejas y al salir Enid me esperaba.

—¿Podemos hablar?—preguntó—pero lejos de los bichos e insectos—puso cara de asco.

—Claro—dije mientras volvíamos a la academia.

Nos fuimos a su cuarto y la loba le pidió a Cosa que se marchase. Nos quedamos a solas y esperé a que empezase.

—Dime—dije mirando mis manos.

—He pensado que podríamos ir a tomar algo mañana, luego al cine y después...—me tomó de la cara para mirarla.

—¿Después?—nervioso y sudando, así estaba.

—Bueno...—podemos dar una vuelta.

—Por supuesto.

Nos quedamos en silencio, ese rostro colorido tenía algo que te atrapaba, que no te dejaba pensar en nada. Ella jugaba con su pelo mientras sonreía como sólo ella sabía.

—¿Y algo más que quieras de mí?—pregunté sin saber muy bien porque lo dije.

—No, ¿y tú de mí?—se acercó un poco a mí.

—Enid...—me mordía el labio.

—¿Sí?, el otro día también me llamaste...¿qué quieres?.

Mi cuerpo se sentía muy caliente, tenía ganas de besarla con mucha pasión pero la poca cordura que aún tenía lo impedía por completo.

—Venga, dime, no me dejes con la duda

—Quiero besarte.

Ella abrió los ojos sorprendida, pero sobretodo, su sonrisa se amplió mostrando unos dientes blancos y perfectos.

—¿Y qué te lo impide?—ahora era yo el sorprendido.

Me rodeó con los brazos y se puso encima mío, sentirla me hacia arder. Nos fuimos acercando poco a poco, la distancia era cada vez menor hasta que...¡PUM!, la puerta se abrió dejando ver a Miércoles quien al vernos así se acercó y la tomó de la oreja.

—¡Auch!—se quejó ella.

—Te dije que en la habitación no—comentó Miércoles ante mi sorpresa.

—Perdón

—Bastante tuve con el olor de Ajax. No era muy aseado que digamos.

Después de eso nos fuimos, caminamos en silencio hasta mi cuarto donde Eugene dejó una nota de que estaría fuera haciendo unas cosas por las abejas. Al leerlo, miré a Enid quien esbozó una pequeña sonrisa.

La tome de la cintura, atrayendo a la joven loba hacía mí. 

—Enid—susurré mientras acortaba la distancia.

—Tn—finalmente nuestros labios se juntaron durante unos pocos segundos.

La joven me rodeó con los brazos, acariciando mi espalda y yo sonreía devolviendo los gestos de cariño. Poco a poco la cosa fue a más haciendo que me sentase en el borde de la cama con ella encima cuando Eugene llegó diciendo que estaba lloviendo. Al vernos se disculpó y Enid se fue no sin antes decirme que mañana en la cita habrían más besos.

—De acuerdo—susurré.

Esa noche hasta dormir, nos mandamos muchos mensajes cursis.

Continuará...

Espero que les haya gustado.

Un saludo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top