Chico de la limpieza III
La situación era muy mala. El médico me había dicho que necesitaba con mucha urgencia operarse de lo suyo o de lo contrario no tardaría en ponerse peor. Llegado ese caso, la muerte sería inevitable. Yo ahora estaba en casa, sólo, llorando a más no poder por no poder salvarla, no tenía el suficiente dinero y ningún banco accedía a prestarnos el dinero. Era demasiado.
—Joder...joder...¡joder!—golpeé la mesa con mi puño haciéndome daño.
Todo por lo que había trabajado y trabajado se estaba viniendo abajo. Ya había perdido a mi padre, y ahora también iba a perderla a ella. Me desperté con el sonido de la alarma. Me lave la cara, me di una ducha y desayune antes de partir a Nevermore.
Como de costumbre, se repartieron las tareas y nos pusimos manos a la obra. Ese día no tenía demasiadas ganas pero hacia bien mi trabajo por orgullo y por respeto a la profesión. Miércoles me acompañó a casa el día anterior, agradecí su esfuerzo en haber compartido su tiempo para ayudarme. Pero luego una vez yo sólo en mi hogar...la cosa había resultado diferente.
—Tn, ¿qué tal?—preguntó una voz familiar, era Enid, tan rebosante de felicidad como siempre.
—Hola—saludé sin esfuerzo.
—Oye, siento lo de tu madre...si necesitas algo...aquí nos tienes—al mirar bien, vi a Miércoles mirarme no muy lejos de ella.
—Gracias, os lo agradezco.
Ella me dio un abrazo y en ese momento, al sentir esa calidez rompí a llorar. No sé cuanto tiempo estuve así, pero se que demasiado para haber dejado el trabajo a mitad.
—Lo siento—dije.
—No te preocupes. Nosotros vamos a clase, luego nos vemos—dijo poniendo una cara tierna.
Miércoles se aproximó, me tomó de la mano y asintió.
—Luego hablamos.
Me soltó y se fue con Enid.
Seguí con mi faena, era como si el apoyo de ambas me hubiera ayudado a recuperar las fuerzas así que continué. La directora se acercó a mí en uno de los descansos mientras comía un sandwich.
—Tn, me alegra verlo por aquí—dijo.
—Directora—me puse en pie—gracias por darme este trabajo.
—No es nada, tu madre siempre ha sido muy amable conmigo y está academia. Lamento mucho su estado, ojalá pudiera darte el dinero, pero no controlo yo, es la junta—dijo.
—No debe preocuparse, bastante ha hecho por mí—contesté—de verdad, agradezco mucho su apoyo.
—Es bueno saberlo. En fin, te dejo comer. Cualquier cosa por favor no dudes en pedirmelo.
—Claro, gracias.
A la tarde después de acabar mi turno me notaba muy cansado. El haber dormido en la silla por todo lo llorado tanto en el hospital como en casa acompañado del trabajo había sido excesivo para mí y ahora no podía apenas andar.
Al verme así, Miércoles le pidió a la directora que me llevase y ella que debía ir a Jerichó, lo hizo encantada. Aunque también vino la joven ya que al día siguiente no había clases. Al llegar a casa, le serví un poco de café. Ella no había dicho nada en todo el camino.
—Sino te importa, voy a dormir, no tengo hambre—dije mientras me iba a mi cuarto.
—Espera, deja que te ayude.
Me tumbe sobre la cama y al tocar el colchón sentí un gran descanso. Miércoles me cubrió con la manta y yo daba bostezos.
—Miércoles...—susurré—¿por qué haces esto?, es decir, ayudarme.
—Se podía decir que somos amigos—contestó mientras colocaba bien la almohada.
—¿En serio?, hace mucho que no tengo amigos...es lo que tiene trabajar y estar alejado de la escuela.
Ella apagó la luz y la habitación quedó a oscuras. Luego lo que sentí fue un pequeño beso en la frente y otro en la mejilla.
—Buenas noches Tn—dijo en un tono muy bajo.
—Buenas noches...Miércoles...
Al día siguiente me desperté ya mucho mejor y descansado, era algo tarde pero no trabajaba. Entonces vi a la joven tomando un café mientras ojeaba el periódico del día.
—Pensé que te habías ido—dije extrañado.
—¿Soy una molestia?
—En absoluto, ¿has dormido aquí?
—En la cama de tu madre, espero que no te haya molestado pero no había más camas.
Yo me serví un café y preparé tostadas.
—Aquí tienes.
Ella y yo desayunamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro. El médico me dijo que mi madre de nuevo estaba estable. Yo sentí un fuerte alivio. Pero el silencio se rompió gracias a que alguien llamó a la puerta.
—¿Enid?—está me abrazó.
—Hola—pasó sin dudarlo.
—Adelante...—reí.
Los tres desayunamos tranquilamente, Enid me hablaba de sus cosas mientras yo asentía pensando en como una persona podía recordar tantos chismes y rumores con tanta precisión.
—Miércoles, tenemos que ir al baile—dijo ella.
—No iré, tengo un asunto pendiente—sacó un mapa y lo mostró—esto es del bosque cercano a la academia y a las zonas de alrededor. Lo encontré bien oculto en una caja fuerte. Guarda tesoros—explicó.
—¿Vas a ser exploradora?—pregunté sonriente.
—Esto lo hago por ti. Aquí—sacó una carta—pone que está lleno de piedras preciosas y oro, lo necesario para pagar la operación de tu madre.
Enid puso caras raras.
—Ya habrá habido gente buscando eso. Además, no creo que existan—comentó.
—Yo lo creo—dije firme—necesito creerlo. Al menos es mejor que esperar a que mi madre muera en una puñetera cama de hospital mientras miró sin poder hacer nada.
—Perfecto, está misma tarde partiremos. Aprovecharemos la mañana para seguir investigando el terreno del mapa y pillar algunas cosas—dijo Miércoles enrollando el mapa.
—Bueno, yo debo ir con Yoko, luego os ayudaré—Enid se marchó.
Y nos quedamos solos de nuevo.
—Miércoles, ¿por qué me ayudas tanto?, aunque seas amiga, no tienes la obligación de hacerlo—comenté.
—Es una aventura, y si puedo ayudarte, lo haré.
Me senté cerca de ella.
—Gracias, de verdad, no sabes lo agradecido que estoy. Y ojalá pudiera devolverte el favor de alguna manera—susurré triste de ser ayudado tantas veces sin poder pagarlo.
La joven se acercó a mí y me miró a los ojos, me los quedé viendo embobado, tratando de articular palabra cuando acortamos distancias y nos dimos un pequeño beso.
—Miércoles...
Ella me dio otro y luego tras separarse, dijo que se marchaba a comprar las cosas, que preparase dos mochilas con agua y algo de comer. Yo asentí aún rojo por lo que acababa de suceder.
Tal como dijo, preparé las cosas y ella regresó con algunas cosas más. Vino acompañada de Enid quien al final comería con nosotros.
—Buen provecho—dijo Enid empezando a comer su hamburguesa.
—Buen provecho—respondí.
Durante la comida, ambos nos miramos y me pareció ver una pequeña sonrisa en Miércoles.
Continuará...
Bueno estimados lectores, espero que les este gustando está historia algo diferente y como va sucediendo las cosas :D
PD: Cualquier cosa ya saben, no duden en comentar.
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