Chico de la limpieza I

Aviso: En cuanto pueda subiré las portadas cuando tenga a mano un buen internet y demás, hasta ese entonces, espero que disfruten de la historia. Y aquí estará la directora viva.

Yo estaba nervioso, trabajar en Nevermore, un lugar lleno de excluidos que habían tenido problemas con los normies no era tarea sencilla. El resto del personal de limpieza me dio la bienvenida, estaba de sustituto y necesitaba el dinero pues mi madre estaba enferma y el tratamiento para curarla era costoso.

La academia era sorprendente, era tan grande que me preguntaba como se podía limpiar y mantener aseado un lugar así. Notaba que la gente me miraba, tal vez al no haberme visto nunca allí era normal aunque sentía cierto temor al principio, luego me fui relajando, tenía que centrarme en mi trabajo. Los alumnos de allí me parecieron de lo más normal, haciendo la vida de un estudiante cualquiera, nada que ver con la imagen que me habían vendido de ellos.

—Tn, te toca limpiar el patio—dijo mi jefe mientras me daba el cubo, los trapos y el resto del material de limpieza. Ellos se marcharon arriba, harían la parte más complicada debido a su experiencia.

Me puse a limpiar el recinto, poco a poco iba limpiando todas las mesas cuando escuche unos pasos aproximándose a mí. Al voltear, vi a dos chicas, una con el pelo corto y rubio, muy colorida mientras que la otra tenía el pelo negro y trenzas, con una mirada fría y seria.

—Hola—saludó la chica rubia con alegría.

—Hola—devolví el saludo.

—Soy Enid, Enid Sinclair—ella extendió la mano y la estreché.

—Tn—entonces fui abrazado.

Un olor a vainilla me vino pero la cosa era la fuerza que hacia la joven.

—Enid deja de acosarlo—dijo su compañera.

Ella se soltó enojada.

—¡No lo estaba acosando!—replicó ella molesta.

—Soy Miércoles, Miércoles Addams, si te ocasiona problemas me lo dices, así tengo un motivo para matarla mientras duerme—comentó ella estrechaba mi mano.

—¿Es una broma?—ella negó con la cabeza.

—Nunca bromeo con este tipo de cosas.

Ante sus caras de sorpresa, yo me eché a reír. Eran las distintas caras de una moneda.

—Eres muy...—buscaba la palabra adecuada para poder describirla.

—Siniestra es la palabra que buscas—dijo ella.

—Yo no creo que seas siniestra—Miércoles abrió los ojos un poco.

La campana sonó haciendo ver a los estudiantes que tenían que ir a clase.

—Las clases están por empezar, vamos Miércoles—dijo tomando a está del brazo—¡nos vemos Tn!.

—Adiós—me despedí de ellas. Ambas junto al resto se marcharon por una de las puertas.

Seguí haciendo mi trabajo por toda la academia, en las zonas donde me mandaban. Esa tarde tocaba la biblioteca la cual en aquellos momentos se encontraba vacía. Salvo por una persona, era la chica de esa mañana, Miércoles. Ella estaba ojeando un libro, como buscando información. A su lado tenía una pequeña pila de libros. Yo mientras tanto seguía limpiando la mesa de los alrededores tratando de no molestarla.

—¿Tienes que limpiar está mesa?—preguntó ella sin despegar la cara del libro.

—Tranquila, estoy primero con estas de aquí.

Era increíble la cantidad de polvo que se podía acumular en un sitio así. Quedando solamente una, donde estaba ella, me senté a recuperar el aliento en una de las sillas cercanas. Entonces escuché un pequeño ruido, vi que se acercaba a mí y tomaba un pañuelo para limpiar el sudor de mi frente.

—Te tomas demasiadas molestias para limpiar algo que se va a volver a ensuciar—susurró mientras quitaba la suciedad de mi frente.

—Necesito el dinero para mi madre

—¿Está enferma?—yo asentí—¿qué le pasa?.

—Es...una enfermedad muy rara y costosa, de momento podemos con los gastos gracias a lo que tenemos ahorrado, pero sino trabajo...no podremos seguir pagando los tratamientos y la medicación—respondí suspirando. Era mi mayor preocupación.

—¿Y tú padre?—preguntó.

—Mi padre falleció hace dos años, desde entonces solamente hemos estado mi madre y yo.

La joven guardó silencio y yo no sabía muy bien que decir. Entonces terminó de limpiar mi rostro del polvo, no me había dado cuenta y aunque fuera una tontería, el cuidado que le puso me recordó a mi infancia cuando me la pasaba jugando en el parque, llegaba sucio a casa y mi madre me limpiaba con un trapo de lo sucio que estaba.

—Listo—se apartó y dejó el trapo en el cubo.

—Gracias—agradecí.

—No es nada.

Ella recogió todos los libros, volteó a verme, se despidió con la mano y se marchó. Yo esboce una pequeña sonrisa antes de empezar a limpiar la mesa. Era la última faena del día. Volví a Jerichó agotado tras el primer día de trabajo. El resto estaban mucho mejor que yo, más acostumbrados.

Al llegar a casa, mi madre salió enseguida a recibirme y ver como me encontraba. Desde la enfermedad, estaba mucho más delgada, pero se mantenía lo suficientemente fuerte para poder hacer una vida relativamente normal como cocinar, vestirse ella sola o pasear.

—Siento que tengas que trabajar por mi culpa—como de costumbre, su tristeza me rompía un poco por dentro.

—Lo hago encantado mamá—dije mientras la abrazaba.

—Creo que te toca un baño—dijo ella riendo.

Yo me olí y tenía razón, me tenía que lavar.

En la mañana siguiente, tocaba volver al trabajo. Iba con el resto del personal de limpieza a currar, había tenido que dejar las clases para presentarme solamente a los exámenes. Algo que logró la directora Weems de Nevermore como un permiso especial.

De nuevo en el patio, limpiaba todo junto a un compañero, Erik, un hombre ya casado y que me enseñaba formas de limpiar más rápido e igual de bien. Terminamos bastante pronto y aprovechamos para descansar mientras el jefe organizaba desde el walkie. Nos dio unos tres minutos para relajarnos, no era mucho pero cuando trabajabas en eso, se agradecía. Entonces mis ojos captaron a ambas chicas que saludaron con la mano. Yo devolví el saludo cuando me pude fijar en algo así que me acerqué.

—¿Ocurre algo?—preguntó Miércoles.

—Un segundo.

Me agaché y se percató que tenía las botas un poco sucias. Las limpie en un abrir y cerrar de ojos haciendo que parecieran nuevas.

—Gracias—dijo ella.

—¿Ha dado las gracias?—preguntó Enid sorprendida.

—Te has colocado esto un poco mal—agarré su corbata y la arreglé—¡listo!.

Ella me miró con esos ojos de muerte, pero no notaba maldad en ellos, no sabría explicarlo muy bien. Enid comentó que le parecía muy extraño que ella se dejase ayudar de esa manera. Al preguntar si había algo entre los dos Miércoles la fulminó con la mirada.

—¿No tendrás por casualidad algo de ácido?—preguntó ella sosteniendo la mirada a su amiga.

—Tengo mataratas, ¿te sirve?—ella asintió y me pidió un poco—claro, encantado de ayudar.

—¡Eh, no tiene gracia!—las caras que puso me resultaron muy divertidas.

Una vez calmada la cosa, me tuve que despedir de ellas pues ya había transcurrido el tiempo de descanso. Miércoles me dio de nuevo las gracias por haberle puesto bien la corbata y limpiado las botas diciendo que no se había percatado de ello.

—No ha sido nada, mucha suerte con las clases—dije.

—Ella es muy inteligente, saca excelentes notas—comentó Enid.

—¿Puedo pedirte algún día ayuda?.

Ella me miró.

—Claro, sin problemas.

La campana sonó y nuestros caminos se separaron. Al menos hasta el siguiente descanso.

Fin del 1 capítulo, espero que lo hayan disfrutado :D

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