El cascanueces
En una noche buena justo en el epicentro de Londres se encontraba la familia Tsukino que era conformada por Kenji el padre Ikuko la madre y Shingo y Usagi los hijos.
Toda la familia estaba reunida en el recibidor de la gran casa, los niños esperaban ansiosos poder abrir sus regalos, pues así recibían la Navidad abriendo los obsequios justo a las 12:00 en punto.
—Papá, cuanto falta ya quiero abrir mis regalos —se quejó Shingo haciendo un puchero.
—Si, papá por favor podemos abrir ya los regalos —suplico la dulce Usagi.
—Bueno —dijo su padre revisando su reloj de bolsillo —¿¡Pues que esperan!? ¡Ya es tarde!
Anunció feliz y los niños salieron corriendo a la sala donde ya hacían ahí debajo del árbol un sin fin de regalos para ellos, Shingo recibió soldaditos de plomo y muchos otros muñequitos con los cuales seguro formaría un poderoso ejército, Usagi recibió vestidos de ceda y muchas hermosas muñecas.
—¿Pero papá falta el regalo del padrino Seiya? —dijo Usagi.
—¡Así es! ¡Falta el mejor de todos! —anunció con jubiló un apuesto joven que apareció en el marco de la puerta.
—¡Seiya! Que alegría que hayas podido acompañarnos —dijo Kenji.
—Si, si, mucho cariño y presentaciones a media, igual que todos los años Kenji, como sea ¿¡quien quiere saber cuál es mi regalo? —dijo el joven abriéndose paso en la habitación, Kenji simplemente negó la cabeza rendido.
—¡Yo! —dijeron los niños.
—Bueno pues síganme—dijo el joven, ambos niños lo siguieron muy de cerca ansiosos por ver que sorpresa les daría su joven padrino.
Los guió por la gran habitación pasando junto al árbol y la chimenea asta detenerse en una pequeña mesita en donde un objeto era cubierto por una tela que no dejaba ver su contenido.
—Bien con ustedes the mystical creation of man —y con eso destapó el objeto revelando un pequeño muñequito de madera bastante curioso a decir verdad.
Tenía un gran sombrero color azul marino y una cara cuadrada y alargada, dientes grandes, un curioso traje de color rojo.
—¿Un feo muñeco? ¿Encerio? —dijo Shingo sin mucho interés.
—Bueno el verdadero valor de un objeto o de una persona es en el interior, a simple vista, pero como sabes no hay peor ciego que el que no quiere ver, pero como dices que no es mucho —dijo metiendo la mano en su capa y sacó un paquete de esta—Para vuestra Alteza Serenísima.
Shingo inmediatamente arrebató el paquete de las manos de su padrino y se fue a jugar con lo que sea que contenga el paquete.
—¡Un carruaje y dos arqueros! —grito el niño emocionado a la lejanía.
—Yo creo que es muy bonito —dijo Usagi tomando al muñeco entre sus manos.
—Ya lo creo, este es un cascanueces —dijo el joven —permítanme —garro una nuez y se la puso en la boca al muñeco movió el brazo de este y la nuez se rompió con mucha facilidad —como vez también es una muy agradable herramienta, no sólo eso este curioso amiguito, se diría que tiene corazón de Príncipe —dijo Seiya metiéndose la nuez a la boca.
—¿¡Corazon de Príncipe!? —dijo Shingo corriendo hacia ellos y arrebatándole el muñeco a Usagi —entonces será perfecto para que dirija mis tropas.
—¡No Shingo! —dijo Usagi y ambos niños pelearon por el asta que un sonido horrible sonó e inmediatamente se supo porque el brazo del muñeco se había roto, esta colgando.
—Oh, balla, que pena —dijo Seiya.
—Lo siento —dijo Shingo regrezandole el muñeco a su hermana.
—Pobre cascanueces —hablo Usagi afligida y con el listón de su cabello le hizo un cabestrillo.
Las horas pasaron y Seiya prometió arreglar el cascanueces otro día.
Todos en la casa estaban plácidamente dormidos salvó claro Usagi.
La niña estaba en la vitrina donde se guardaban los juguetes.
—Tranquilo cascanueces el padrino te reparará mañana, mientras descansa aquí, se paciente —dijo dejando parado al muñeco.
Entonces el reloj marco las 12:00 en punto. El ruido del reloj resonó por toda la habitación, se escuchó el relinchar de un caballo, entonces un pequeño pegaso paso sobrevolando su cabeza y se sentó en la sima del reloj, este tomó una forma humana, se convirtió en Seiya.
—Padrino Seiya ¿Que hace ahí arriba?.
—La pregunta es ¿que hace el reloj debajo de mi?, ahora guarda silencio, son las 12:00 la hora de los juguetes, mantén ojos y oídos bien abiertos, escapa mientras puedas no creo que te vaya a gustar lo que va a pasar.
En ese momento un peculiar ruido se escuchó, era el ruido de la marcha de un ejército y trompetas.
Usagi pudo ver cómo una horda de pequeños ratones grises con uniformes militares y pequeñas espadas y lanzas comenzaban a llenar la habitación, justo al final había un horrible ratón de nomás de tres cabezas con una corona para cada cabeza, vestido de rey.
—¡Ataque! ¡Nos atacan! —oyó que decía la voz de un hombre —¡Queridos hermanos, levantense y luchen a mi lado!.
Los soldaditos de plomo, cajas musicales, marionetas, muñecos, muñecas y peluches comenzaron a bajar del estante, entonces algo llamo la atención de Usagi, si cascanueces estaba al frente de batalla luchando contra el rey de los ratones, era un duelo bastante horrible a ojos de Usagi, podía ver cómo los ratones destrozadan a sus queridos juguetes.
Entonces el cascanueces se distrajo cuando vio que algunos ratones intentaban llegar donde Usagi, lo que fue aprovechado por el rey ratón.
—¡Cuidado cascanueces! —grito con desesperación, no lo soporto más y callo desmayada.
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¿Pero acaso eso solo fue un sueño? ¿Acaso nada fue real? ¿Fue solo su imaginación? ¿El rey ratón no existe? Se preguntaba Usagi que había despertado tres días después de lo sucedido, su madre le había dicho que la encontraron con una herida en el brazo desmayada junto a la vitrina de los juguetes y todos estos regados, pero que no tenía porque preocuparse porque todos estaban bien ordenados y habían sido devueltos a su lugar.
Estaba sentada en la cama pensando sobre lo sucedido tres noches atrás cuando el sonido de su puerta abriéndose la despertó de su ensoñación. Era su padrino Seiya.
—Mira quien a venido a verte —dijo el tomando asiento al lado de la cama. Los ojos de Usagi se iluminaron era su cascanueces reparado.
—Gracias —dijo tomandolo.
—Me dijieron que te encontraron desmayada ¿como te siente?.
—Mucho mejor, gracias por preguntar —miro al cascanueces pensando en todo lo que pasó la noche que vio al cascanueces hablar y moverse seguía pensando que no había sido un sueño o ¿era acaso que se estaba volviendo loca?.
—Usagi, ¿quierea que te cuente un cuento?.
La niña simplemente asintió sin dejar de ver al cascanueces.
—Bien hace muchos años.....
𖥸 Había un sabio rey que gobernaba un próspero Reino, el tenía un hijo llamado Mamoru, Mamoru desde pequeño fue educado para gobernar, su educación estuvo a cargo de su tío, cuando Mamoru cumplió 16 años su padre el rey enfermo gravemente al morir se suponía que la corona y el Reino pasaría a Mamoru, pero el consejero real del rey una asquerosa rata con tres cabezas, alegó que el príncipe era muy pequeño para gobernar, así que el gobernaría asta que llegara a la mayoría de edad, desgraciadamente el poder le gusto y convirtió al joven príncipe en cascanueces para que nunca pudiera tomar la corona y así quedarse con el poder, pero el no contaba con que la conciencia del príncipe no se a perdido así como su valeroso corazón, su tío, paso años buscando la manera de que el volvía y recuperará el Reino desgraciadamente el nunca pudo encontrar la....... 𖥸.
—Bueno ya es hora de que me vaya —dijo Seiya.
Usagi siguió viendo al cascanueces un rato más asta que el sueño le ganó y terminó callendo en los brazos de Morfeo.
Eran las 12:00 am cuando un ruido despertó a Usagi lo que vio la dejo completamente helada justo enfrente de ella está el rey ratón.
—Usagi, dame todos tus dulces y caramelos su no quieres que lastime a tu querido cascanueces —con eso desapareció.
Al día siguiente antes de dormir Usagi dejo todos sus dulces y caramelos muy bien ordenados, cuando despertó no había rastro de ellos más que simples migajas.
Esa noche también apareció el rey exigiéndole sus muñecos de azúcar Usagi hizo lo mismo encontrando a la mañana siguiente solo las migajas.
—Usagi, dame todos tus vestidos de seda si no quieres que lastime a tu querido cascanueces.
El rey ratón apareció de nuevo, Usagi no quería darle sus vestidos así que sin saber que más hacer fue donde su cascanueces y le hablo.
—Oh, querido cascanueces se que eres el príncipe Mamoru, por favor ayúdame a desaseme del rey ratón, no quiero darle mis vestidos de seda y se que pronto pedirá más y más y cuando no tenga más que darle vendrá por los dos, por favor Mamoru ayúdame.
—Usagi tranquila, yo te protegere y ya no tendrás que darle nada al rey ratón solo consigue me un espada.
Y así lo hizo se pasó toda la tarde de ese día rogándole su hermano para que le día una espada de sus soldados de plomo. Cuando por fin la obtuvo la puso cuidadosamente en la funda del cinturon del cascanueces y se fue a dormir, un ruido la despertó en medio de la noche, un quejido.
Se levantó para ver y vio como el rey ratón era vencido por el cascanueces, entonces al morir el rey, el cascanueces se convirtió en un apuesto joven al darse cuenta de la presencia de Usagi se voltio hacia ella y le extendió las tres coronas del rey ratón.
—Gracias —dijo ella.
—Aun, no a acabado, quiero mostrarte mi reino querida Usagi.
El Reino de Mamoru estaba hecho de dulces y galletas, pasearon por varias horas, por calles y conocieron a los habitantes Usagi jamás se la había pasado mejor, el príncipe la dirijo a la torre más alta del Castillo y con una mirada muy segura y con las mejillas levementes sonrojadas.
—Usagi, serias mi reina —pregunto.
—Yo......
Antes de que pudiera contestar despertó ¿fue un sueño?, se preguntó cuando se despertó en su cama, pero entonces se dio cuenta de que a su lado estaban las tres coronas del rey ratón sonrió al recordar a Mamoru.
—¡Usagi, el padrino Seiya a venido a verte con su sobrino!
La llama su mamá, Usagi no supo porque pero se esmero mucho en su apariencia, cuando por fin bajo las escaleras pudo ver a su padrino y junto a él estaba Mamoru con un traje muy elegante pero a la vez casual, se apresuró a bajar un cuando estuvo frente a ellos hizo una reverencia y entonces Mamoru le beso la mano y sonrió.
—Usagi ¿aceptas ser mi esposa? —pregunto el.
—Si, me gustaría ser tu esposa.
Haci Mamoru se llevó a Usagi a su Reino y ella se convirtió en la nueva reina del Reino de dulce.
Sorry quería actualizar el mero 24 o 25 pero no pude, espero que lo hayan disfrutado.
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