• Padre •
Recuerdo tan bien... Aquel día en que decidí cuidarte con mi vida...
...
Un chico rubio caminaba por el mercado, estaba haciendo el mandado cuando de la nada, vio a una niña ser sujetada con fuerza y un hombre mayor le amenazaba.
—¡Pequeña rata! Voy a golpearte por haber robado en mi puesto
Antes de que el hombre le golpeara, el joven rubio le detuvo.
—Yo pagaré por la niña...
El hombre no muy convencido aceptó y después de haber pagado lo que la niña robó, fue con la pequeña para ver si se encontraba bien.
—¿Estas bien? ¿Te hicieron algo?
—Gracias por ayudarme...—dijo la menor mientras hacía una reverencia—.
No sabía por qué lo hice, pero no me arrepiento de haber recogido a esa pequeña niña y fue más grande mi sorpresa, al verla acompañada de un niño albino más pequeño.
Yukio Hamada cargaba en brazos a dos niños, los dos pequeños que cambiarían su vida.
—Prometo darles la vida que merecen, nada les pasará mientras esten conmigo...—murmuró para si mismo al ver como dormían los pequeños—.
[ .... ]
Un adulto de cabello rubio terminaba de beber el té, sonrió al ver a su hija de ahora 24 años entrar a su cuarto.
—Hola Sumire, ¿Cómo estas? ¿Y los niños?
A lo que la castaña no respondió, solo se sentó en silencio.
Sumire nunca ha sido muy expresiva, pero puedo ver en sus ojos que está triste, solo me limito a abrazarla y apoyarla en todo lo que pueda, ella es mi pequeña y no dejaré que le hagan daño.
....
Si tan solo me hubiera dado cuenta mucho antes...
Mi pequeña regresaba llorando, tuvo una pelea con su esposo, solo se encerró en su habitación, mi querida Hana fue con ella a consolarla y apoyarla, pequeña... ¿Qué te hizo ese hombre?
[ .... ]
Me encontraba arreglando el siguiente festival en el destrito, el verano es una estación muy bella y colorida, tal vez es por que me recuerda a aquel verano en el que fui a comprar sandías y regrese con dos pequeños niños...
Una doncella ingresó corriendo a la sala donde estaba un hombre rubio.
—¡Maestro! ¡La señorita Sumire tiene problemas con su esposo!
...
Jamás había sentido tanto miedo como ese día, mi pequeña violeta se encontraba tirada en el suelo, su frente sangraba y se aferraba con fuerza a su hijo, mi pequeño nieto... Sumire... ¿Por qué no dijiste nada?
Volteo a ver al responsable, Keitaro Minamoto, ten por seguro que de está no te salvas...
Se escuchó un golpe en seco, el mayor veía con enojo al responsable de que su pequeña flor estiviera lastimada.
—¿Cómo te atreves a lastimar a mi hija? Y peor aún... A tu propio hijo... Eres un despreciable y asqueroso hombre, te entregue a mi flor más bella de mi jardín y tu la lastimas y tratas como si fuera cualquier hierba... Me das asco y vergüenza, me prometiste el día que te entregué a mi pequeña que ibas a cuidarla sobre todas las cosas... Pero ahora veo que debió cuidarse de ti...
El contrario iba a hablar pero el mayor ni si quiera le permitió defenderse.
—Ni si quiera se te ocurra interrumpirme... Vas a divorciarte de mi hija sin pedirle nada a cambio, de lo contrario yo mismo haré que vivas el infierno por atreverte a tocarla...
Dijo para ayudar a su hija a levantarse y cargar a su nieto, sin embargo el contrario habló.
—¡Pero usted tuvo la culpa!
Hubo silencio, entregó al pequeño a su mamá y volteo a verlo.
—¿Te atreves a culparme de tus estúpideces?
Habló con fuerza, ni si quiera se molesto en esperar una respuesta, pues él rubio terminó por golpear al contrario hasta dejarlo inconsiente; una doncella que lo había acompañado, ayudó a la castaña, sabía que el maestro estaba más que enojado y sería mejor dejarlo.
[ .... ]
Un pequeño era cargado por su abuelo, ambos veían a la doncella ayudar a la castaña con su herida.
—Papá... ¿Nos dejó por qué no soy suficiente para él?
El mayor besó la frente del menor, cuando llegó por ellos y lo abrazó, había sentido como temblaba el pequeño, le recordó cuando entró a su madre por primera vez, ella también estaba temblando de miedo cuando aquel hombre quiso golpearla.
—Eres más que suficiente, tu mamá está orgullosa de ti al igual que yo y tu abuela... No debes guardar las palabras que te haya dicho ese... Hombre
El menor se aferró a su abuelo buscando el calor paternal en el mayor.
—Prometo darte la vida que mereces, mi pequeño pájarito...—murmuró el mayor en el oído del pequeño—.
Sumire y su hermano en la primera y segunda línea eran huerfanos y fueron adoptados por Yukio Hamada/Minamoto, sin embargo, Yukio murió cuando ellos tenían unos once o doce años.
Yukio con Sumire en la segunda línea estuvo con ella hasta que la vio formar su propia familia, la cuidaba de la misma forma que lo hacía con su esposa, consintiéndola y dandole todo el amor que se merecía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top