El día en que el destino se volvió sangre

La mañana del 15 de febrero comenzó como cualquier otra, cuando la jóven de los cabellos rojos despertó, se levantó para verse al espejo, viendo aquellos collares en su cuello que sin duda, se volvieron demasiado importantes para ella, aún así, después fue a darse una ducha directamente, poniéndose su kimono blanco que su abuela le había dado tiempo atrás aunque estuviera algo desgastado, y bajo las escaleras hacia la sala ansiosa, tomándola por sorpresa el hecho de que no hubiera nadie.

Koemi: -viendo alrededor, pudo visualizar finalmente en la mesa una nota y una cajita, dirigiéndose de inmediato a ella- "Cariño, tuvimos que salir por un asunto importante, te dejamos dinero para que pases un buen día en el pueblo, volveremos hasta en la noche, feliz cumpleaños" uh... -viendo incrédula aquello una sonrisa de formó en su rostro- deben quererme fuera de casa hasta la noche... -viendo el dinero- bueno... Quien soy yo para juzgar lo que ellos planeen? -mencionó animada tomando aquello para solo dirigirse a la puerta colocándose los zapatos- volveré más tarde -canturreó en voz alta para salir de allí con destino directo hacia el pueblo.

El ambiente era bastante cálido a pesar de la época del año, y es que realmente por el pueblo siempre la habían visto como la chica alegre y amable con todos.

—Oh Koemi-chan, feliz cumpleaños -mencionó el hombre de una pequeña posada en el lugar- mira que tengo por aquí -mencionó sacando algo del mostrador, dejando ver una peineta con forma de libélula- te gusta?

Koemi: -viendola sonrió- es hermosa! Pero no puedo aceptarla, cómo cree?

—El otro día encontraste a mi hijo que se había escapado, es lo menos que podría hacer querida

Koemi: -viendolo sonrió con levedad para tomar la peineta colocandosela- que tal me queda?

—Bellisima! Sin duda serás la envidia de las chicas en el pueblo -alago.

Koemi: cómo cree? Esa es mi hermana Kyomi, yo solo soy la melliza de Takeo -recargandose en el mostrador.

—Oh no, estoy seguro que es al revés, no conozco a nadie que no conozca a la pelirroja de la sonrisa brillante, a ustedes no los ven como mellizos, tienen cada uno su sello distintivo, el tuyo es tu nombre que perfectamente queda contigo -revolviendole el cabello.

Koemi: bueno, hay quienes dicen que sonreír endulza la vida, y hasta ahora todo a ido bien -divertida alzó el rostro- muchas gracias señor, creo que iré a comprar algo de comer porque no desayuné, quizás le compre algo a Kishi de paso, nos vemos -mencionó con una sonrisa para marcharse.

La joven, nunca había sido del tipo de personas que gastaban en tonterías, sin importar su posición económica o social, ella le gustaba ser simple, encontraba la belleza y felicidad en las cosas que da la naturaleza, paso su tarde en un pequeño lugar donde servían comidas, además de conseguir un hermoso kimono para su sobrina, espero en las afueras a qué anocheciera, tomando una siesta a la sombra de unos árboles, sin darse cuenta, su día relajado comenzaba a llegar a su fin, en un abrir y cerrar de ojos cayó la noche sobre el pueblo, mientras que unas nubes de tormenta se hacían presentes, cuando comenzaba a regresar hacia su casa a través del pueblo, la lluvia había comenzado, y el dueño de la posada la llamo repentinamente.

Koemi: eh... Lo siento señor, pero es que me están esperando en mi casa

—Lo se lo sé, pero es que Ryota estaba insistente en que quería verte, crees que te puedas quedar un rato? -cuestionó apenado el hombre- solo hasta que se duerma, yo tengo que buscar unas cosas en las afueras y volveré hasta la madrugada, además así esperarás a que se calme la lluvia -explico mientras un florero con glicinas dejaba caer unos pétalos.

Koemi: -suelta un ligero suspiro- está bien, supongo que no pasara nada si demoro un poco -mencionó rascandose la nuca mientras un pequeño niño llegaba a abrazarla de las piernas- muy bien Ryota, te daré algo de cenar y luego a dormir -mencionó con una sonrisa.

Más tarde, cuando finalmente el niño se había quedado dormido, la joven corrió con dirección a su hogar en la colina, se notaba que ya todo estaba apagado y los lugares cerrados, sin embargo, ella solo quería llegar con su familia, justo cuando estaba por llegar, una corriente de viento frío causo un escalofrío en todo su ser.

Koemi: no creí que tardaría tanto -murmuró acercándose al portón, visualizando como extrañamente estaba abierto- mamá odia que dejemos abierto... -emitió por lo bajo para solo entrar con cuidado y dirigirse a la puerta, sin embargo, una sensación de terror la abarcó aún sin haber visto a nada, era una sensación fría en el ambiente, y no era por el clima en si, era algo que no podía explicar.

Al ver las luces encendidas en la casa sonrió de lado con levedad, aún la debían estar esperando, sin embargo, al acercarse a la puerta, su mirada bajo a sus pies al sentir que pisaba algo mojado.

Koemi: que es...? -mirando hacia abajo visualizo un charco carmesí a sus pies- es... Sangre -dijo tensandose por completo cuando se escuchó un relámpago de la tormenta, por inercia, la joven entro de golpe a la casa corriendo, siguiendo el rastro de sangre hasta el comedor y la cocina, sintiendo como se hacía un nudo en su garganta y como su mirada se nublaba ante tal escena.

Las luces parpadeaban por la tormenta, dejando a la vista la horrible escena de los Ootani, en la entrada del comedor se encontraba el cuerpo inerte de Takeo tirado en el piso lleno de sangre, mientras que en el comedor alrededor de la mesa se encontraban los de Kyomi, Kento y Kishi de igual manera, el cuerpo de Kyomi yacia abrazando el se Kishi como si hubiera tratado de protegerla, mientras que el de Kento estaba sobre el de ellas como si las hubiera tratado de proteger, y en la entrada de la cocina, yacian los cuerpos de Ichiro y Sumi en el piso, se notaba que el hombre había tratado de protegerla, con su sangre se mezclaba el pastel que al caer se había destrozado por completo, ante tal escena, un grito desgarrador salió con fuerza de Koemi, mientras las lágrimas inundaban sus ojos.

Koemi: Takeo! Takeo! Porfavor Takeo! -se puso de rodillas frente a su cuerpo tratando de hacerlo reaccionar- no no no! Porfavor! Hermanito... Reacciona porfavor, despierta -suplico con la voz quebrada, después se levantó para ir hacia los otros- Kento-kun... Kento... Porfavor... T-te traje dulces y... Íbamos a hablar de la abuela juntos... Kento despierta -entre sollozos sintió como su alma se quebraba lentamente- K-Kyomi... Porfavor, e-es una broma verdad? D-debe ser parte de la sorpresa? Ya puedes levantarte... Me hicieron caer -trato de negarse y reír, sin embargo los sollozos inundaron su ser al ver el cuerpo de su pequeña sobrina cargandolo por instinto- Kishi... No, tu no... Porfavor... -sollozando- mi princesita... No puedes... No puedes estar... T-te compré un hermoso kimono... De tu color favorito Kishi, porfavor... Porfavor despierta -se aferró a su cuerpo cerrando los ojos con fuerza, su kimono blanco, con facilidad se teñia de rojo por la sangre que había- t-tu papá aún las espera... Tienen que reaccionar... Q-que fue lo que pasó...? -cuestionó quebrándose para dejar el cuerpo de la niña cuidadosamente en los brazos de Kyomi para dirigirse gateando hacia los cuerpos de sus padres, con los ojos llenos de tristeza, y un rostro de desesperación- Papá... Mamá... -viéndolos con los ojos inundados de lágrimas- Papi ya llegué... Mami... -temblando dejo caer lo que traía consigo para sus hermanos, que en poco se tiñó de rojo.

La jóven Ootani se sentó recargada a la pared abrazándose las piernas aterrada, tratando de procesar todo lo que acababa de suceder, ¿que pasó? ¿Porque?, Por unos momentos recordó aquel pacto que había hecho con su hermano, y algo esperanzada miro su pulsera, solo para encontrarse que se había tornado de un color gris oscuro, como si se hubiera apagado.

Koemi: Takeo -dijo con un hilo de voz viendo el brazalete para después reaccionar- H-Hotaka! -emitió para levantarse de golpe y comenzar a buscar por la casa, incluso por el jardín, al no encontrar rastro de el, una pequeña luz de esperanza llegó a ella.

Fue en ese momento, que decidió bajar la colina directamente al pueblo.

Koemi: Necesito ayuda! Porfavor! -gritó desesperada tratando de que alguien la ayudará o la escuchará- mi familia... Todos han muerto! Hotaka está desaparecido! Se los suplico! S-si todos nos juntamos puede que lo encontremos a salvó! N-no se que hacer, estoy desesperada! -gritaba cada vez más fuerte hasta que su garganta ardiera, pero nadie salió, no era que no escucharan en si, siendo un pueblo tan tranquilo, claro que tenían miedo, más al ver a la chica cubierta de sangre y en ese estado.

Fue en ese momento, que la joven entendió que no tendría ayuda, con desesperación corrió de nuevo colina arriba, la lluvia combinandose con la sangre sobre ella, desesperada comenzo a romper cosas, con coraje e ira, con su tristeza y desesperación, solo deshagoandose, mientras que las voces de su familia inundaban su cabeza, su mirada se detuvo en una foto familiar de hacia unos meses, posando su mirada en sus hermanos y su sobrina.

Koemi: eran niños... -con la voz quebrada y la mano temblorosa- solo éramos niños! -gritó entre llanto pergandole a la pared con fuerza, consiguiendo que sus nudillos sangraran- solo tenía dos años... Dos pequeños años... Y Kento 6... -recargado la cabeza en la pared volvió a romper en llanto- quien puede ser tan bastardo para hacer esto? Porque?! -temblando , su mirada se posó en su anillo del colgante- debo encontrarlo... Yo debo... Si tan solo lo salvó a el... -abriendo los ojos reaccionó para correr a la oficina de su padre, acercándose a la vitrina sin dudarlo ni un segundo la rompió de un fuerte golpe con su mano y brazo, causandose cortadas que ignoró para tomar las dos katanas- Takeo... Las necesito... Lo siento -murmuró viéndolas para ir por una mochila y empezar a guardar cosas importantes.

Cuando la joven iba a marcharse, su mirada se posó en su familia una vez más, haciendo que dejara las cosas a un lado para comenzar a hacer hoyos en la tierra, después de enterrarlos, y rezar un poco, finalmente tomó sus cosas y partió de allí sin mirar atrás, no volvería a ese lugar, sin ellos, ya no era su hogar, solo era una atadura a lo irreal, sobrevivir, y encontrar a Hotaka era su realidad, ese día, el nombre que su madre había asignado para ella, solo quedaba como una mala broma del destino.

Pensó en irse al bosque, sin embargo, antes recordó lo que decía la carta de su abuela, por lo que primero, emprendió un viaje hacia donde vivían sus abuelos tiempo atrás, en unos días cuando finalmente llegó, vio todo para luego dirigirse a aquel lugar donde jugaba ajedrez con el hombre, al entrar, encontrándose con el lugar lleno de polvo.

Koemi: que se supone que encuentre aquí...? -cuestionó para si misma mientras encendido las luces del lugar para adentrarse, rompiendo las telarañas a su paso, hasta que su mirada se posó en un cofre- será...? -viendo su colgante de llave se lo arranco del cuello para tratar de abrir el cofre.

Cuando finalmente lo logró, pudo visualizar un par de trajes doblados, además de algunos libros, y una pulsera de asagao.

Koemi: todo el camino... Por solo esto...? -cuestionó cansada dejándose caer, no había dormido en esos días a fin de cuentas, aún así, con curiosidad tomo aquellos uniformes entre sus manos analizandolos para después mirar su kimono blanco con las manchas rojas de sangre- supongo que... Puedo cambiarme... Y podría darme un baño en el arroyo -mencionó por lo bajo para solo levantarse e irse.

Después de darse una ducha algo recuperadora y cazar algo para comer, volvió a aquel lugar, viendo cómo le quedaba aquel uniforme.

Koemi: no puedo creer que la abuela usará algo así -mencionó viendo cómo le quedaba la falda para luego detenerse en la camisa y entrecerrar los ojos- esto aprieta -se quejo desabotonando unos botones para luego sentarse en el piso tomando uno de aquellos libros, comenzando a leer de a poco.

Aquel libro, había sido escrito por la familia Ootani, era como un diario que había pasado por algunas generaciones, el último dueño había sido su abuelo junto a su abuela, se hablaba acerca de los cazadores de demonios, y no solo eso, acerca de las nichirin, los uniformes y sus propiedades, además de los demonios.

Koemi: -viendo el libro fijamente apretó su agarre unos segundos- entonces... Fueron demonios...? Todo encaja... Si tenemos esto en cuenta... Por eso mismo nadie quiso ayudarme -cerrando los ojos unos segundos echo la cabeza para atrás algo frustrada- como voy a sobrevivir a algo así...? Y si Hotaka ya... -temblo con levedad ante la idea, sin embargo, la imágen de su familia llegó repentinamente haciéndola abrir los ojos de golpe- los asesinare... A todos los demonios... No dejaré... Que sus muertes queden sin castigo -temblando con levedad- no importa si muero en el proceso, mataré a tantos como pueda... Y encontrare a Hotaka... -dijo decidida para tan solo guardar las cosas del cofre, además de colocarse de nuevo el kimono blanco con manchas de sangre, para tan solo salir de allí.

Pasaron días, y de los días, meses, en un abrir y cerrar de ojos, el otoño había llegado, la chica no había vuelto a su casa nunca, en ocasiones iba a revisar si Hotaka había vuelto, pero nunca sucedió, esa tarde era fría, y la joven se encontraba comiendo en el bosque algo de lo que había cazado, de alguna u otra forma, ya no era la niña que esperaba la comida o que tenía lujos, se había adaptado al ambiente, incluso había desarrollado habilidades para sobrevivir, entre ellas, la percepción de su alrededor.

Koemi: -viendo fijamente el fuego de su fogata mientras comía, su mirada se dirigió a su pulsera una vez más, por una parte, esperanzada a qué todo fuera un día una pesadilla, y su hermano estuviera bien, pero por otra, aquel color gris le recordaba a Hotaka, era aquella pequeña esperanza de encontrarlo, quizás no estaría tan perdida si lo encontraba, sin embargo, de repente una sensación la hizo levantarse de golpe para ver alrededor sacando- debió... Ser solo el viento -murmura por lo bajo, sin embargo, de golpe saco la nichirin de su abuelo para apuntar hacia atrás de ella.

Su mirada se encontró de pronto con unos ojos grises, y cabello verde, haciendo que bajara el arma por instinto, mientras unas lágrimas de felicidad abandonaban sus ojos.

Koemi: H-Hotaka...? -viéndolo fijamente sonrió temblorosa para tratar de acercarse.

Sin embargo, algo que no quería aceptar la joven, era que sus ojos eran diferentes, sus pupilas, y su aparición, de imprevisto, el peliverde se lanzó directamente contra ella tratando de atacarla, no reaccionó hasta que con una de sus garras hirió a la chica dejándole una cortada en la mejilla izquierda, fue solo entonces cuando la jóven retrocedió de golpe cayendo al piso en el proceso.

Koemi: H-Hotaka... S-soy yo... Vamos, reacciona! -trato de hacerlo reaccionar, sin embargo volvió a tratar de atacarla, cosa que bloqueo con la nichirin mientras se ponía de pie- no voy a atacarte! Solo tienes que reaccionar! Hotaka soy yo! S-soy Koemi!

Sin embargo, este carecía de conciencia, era como un animal hambriento, seguía tratando de atacarla, pero la joven seguía negada a lastimarlo, por instinto tan solo retrocedía, hasta que en un movimiento rápido, la chica salió corriendo siendo perseguida por el, trataba con todas sus fuerzas de que no la alcanzará lo suficiente para lastimarla, sin darse cuenta, inconscientemente recorrían aquel mismo camino por el que iban cuando jugaban, cuando llegaron al río, la joven piso directamente el agua, rescalandose con las rocas para terminar en el piso, soltando un quejido al instante.

Koemi: -jadeando tan solo se dió vuelta en el piso al instante sacando la nishirin haciendo que el joven mordiera el mango cuando te estaba por atacarla- Hotaka! -gritó- porfavor! Te lo ruego! S-si estás allí... Si aún eres tú...! Porfavor -su voz se quebró.

Repentinamente, el joven parecía luchar consigo mismo, por unos momentos era como si recuperará la consciencia y tratara de no hacerle daño.

Koemi: porfavor, Hotaka... T-te estuve buscando todo este tiempo! -soltando lágrimas, posó su mano en su mejilla por unos segundos- que fue lo que te hicieron...?

La mano del de ojos grises, se posó sobre la de ella, sin embargo, de nuevo perdió el control, encajando sus garras en su mano, haciendo que la joven le soltara una patada mandandolo hacia atrás para poder levantarse entre jadeos.

Koemi: H-Hotaka... Yo no... No quiero esto -sollozó viéndolo mientras colocaba su arma al frente de ella- porfavor... Vete -suplico.

Sin embargo, el joven, una vez más se lazo contra ella con gran impulso una última vez, mientras que en ese momento, se escuchó la hoja de la katana hacer un corte limpio, la joven temblorosa, sintio como los brazos del peliverde rodeaban su cuerpo, mientras ambos caían de rodillas, y la cabeza del joven rodaba había el piso.

Koemi: -con los ojos muy abiertos, y la mirada borrosa, se aferró a su cuerpo temblando- lo siento... Lo siento tanto... Perdóname Hotaka... Lo siento -repitia muchas veces con la voz quebrada aferrándose, mientras el cuerpo comenzaba a deshacerse desde los pies.

Hotaka: Ko...e...mi.. -su voz se escuchó débil, haciendo que la joven se paralizara- no hay nada que perdonar... Estoy... Orgulloso de ti -dijo con la voz entrecortada- l-lo mejor de esto... Es que pude ver tu rostro hasta el final... Yo sé que... Muchas veces dudabas... Pero... Puedes estar segura... Que te ame hasta el final... Y siempre te amare...

Koemi: -viendo su cabeza noto como empezaba a desaparecer- perdóname... Porfavor perdóname... Si no te hubiera... -sollozó- quería hacer mi vida contigo... Hotaka...

Hotaka: no importa lo que suceda... Ni lo difícil que sea... Prométeme que vas a seguir adelante por los dos... Vivirás a pesar de todo...

Koemi: yo que voy a hacer sin ti...? S-se supone que debo olvidarte y seguir...?! Eras... Lo único de familia que me quedaba... n-nos íbamos a casar... Íbamos a tener una familia! Que voy a hacer sin ti?!

Hotaka: vive por mi... Te lo ruego... Tal y como hoy... No te dejes morir... No podré darte lo que siempre soñé... Pero saldrás adelante... Y tendrás lo que no pudimos... -su cuerpo enlazo su meñique con el de ella- sino prométeme eso... Y podré irme...

Koemi: -temblando, solo correspondió al agarre del meñique- l-lo prometo... -dijo con la voz quebrada, causando una sonrisa triste en la cara del chico, antes de que desapareciera por completo.

Tan solo dejando caer el colgante con su anillo al río, dónde el agua se veía con sangre, la chica pudo sentir como su mundo se derrumbaba una vez mas, llena de lágrimas, y con las heridas sangrando, dejo caer la nichirin, mientras las voces de todos inundaban su cabeza.

"el día que puedas percibirme como yo a ti quizás logres ganarme"

"mi corazón... Solo late de esa manera cuando estoy contigo... Es por eso que... De verdad quiero estar aquí lo más posible... Y estar a tu lado hasta el fin de mis días..."

"eres la niña mas bonita que conozco, cuántas pelirrojas de ojos azules conoces eh?"

"si te enseño a hacerte trenzas ya no me vas a necesitar, eso sería muy cruel"

"uh? Y ese ceño fruncido? -cuestionó con una sonrisa en el rostro agachándose para extender sus brazos- anda, que aflige a mi princesita escarlata?"

"te quisieron mucho princesa... Mamá nunca se apartaba de ese collar de asagao... Amaba esas flores... Oh, y papá te dejo el collar de llave"

"eres mi hermana, y mi mejor amiga al mismo tiempo, yo también tengo miedo de que un día te marches y me dejes atrás"

"mientras estemos vivos, el color estará presente, si nos pasa algo malo cambiarán... Incluso si es emocional, así sin importar que, sabremos que siempre estaremos unidos"

"Déjame jugar contigo
Déjame hacerte sonreír
Déjame darte de mi dulzura
Para que sientas lo que sentí"

"Te regalo las piezas
Que a mi alma conforman
Que nunca nada te haga falta a ti
Te voy a amar hasta morir"

"el día que nos casemos, ambos nos pondremos nuestros anillos en el dedo para sellar nuestro amor... Te... Te gusta?"

"-con un ligero rubor saco de detrás de el un pequeño ramo de flores violetas- son asagao... papá me llevo a conseguirlas, dijo que a ti te gustaban mucho y que las cuidabas con la abuela..."

"entonces aprovechalas antes de que cierren, quizás te recuerdan aprovechar las cosas"

"-viendola miro sus manos para comenzar a replantearselo y después mostrar su manita formando un 2- dos años! -sonriendo."

"te quiero mucho tía!"

Con su vista nublada y las lágrimas cayendo, un grito desgarrador de desesperación abandonó su garganta hasta que se quedó sin voz, porque, al igual que las asagao, la vida puede cambiar por completo en menos de veinticuatro horas, su error, podría ser no haber apreciado suficiente a su familia, quizás, y solo quizás si hubiera llegado a tiempo ese día, hubiera podido estar hasta el final con ellos, pero en la vida, el hubiera no existe, al cabo de unas horas, de procesar todo, tan solo tomó sus cosas, para marcharse, mientras que el brillo en sus ojos se apagaba poco a poco, tal y como sus esperanzas lo habían hecho, tenía una promesa que cumplir, pero también un ideal que lograr, sin importar como, ni cuando, asesinaría a tantos demonios como le fueran posibles, sus hilos del destino, habían decidido una horrible dirección para su gusto, o quizás, su cabello era rojo carmesí por la sangre.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top