Not Easy... II

Nos ubicamos en una esquina del escenario y sacamos las latas de comida que Sarah había empacado. Nadie dijo una palabra más allá de lo necesario. Pasado un tiempo, nos acurrucados entre nosotros y callamos. Escuchábamos atentamente los ruidos de fuera. Yo imaginaba cada acción que provocaba cada sonido. Una explosión, un choque, un grito de miedo.

Pasaba el tiempo, los pequeños, aburridos, exploraban el teatro, Héctor buscaba en sus libros y Laura dormía profundamente. Yo me quedé cuidando a Easy, pues, al tocar su frente, sentí que estaba un poco caliente.

-Easy, ¿te sientes bien? Creo que tienes fiebre.

-No me siento mal. Solo... mareado.

-Debe ser por el golpe. Trata de descansar.

-No puedo, quiero saber qué ocurre. Estoy demasiado alerta.

-No te pasará nada, confía en mí. Nosotros te protegeremos.

-No sé aún cómo me convenciste de creer en ti.

-Quizás porque soy diferente a los demás.

-Vaya humildad.

-¡No! Lo digo porque no trato de matarte como los otros.

-Tiene gracia...- rió ligeramente y suspiró.- Ah... me desvanezco... me duermo...

-Eso es, descansa.- dije poniendo bajo su cabeza un adorno de un material mullido.- Así te recuperarás. ¡Espera! ¿Easy?

-¿Qué...?

-¿Dónde está tu bastón?- pregunté notando que estaba con las manos vacías.

-Se me cayó... cuando la persecución...

-¡¿Dónde?!

-No sé...

-Lo buscaré...- no lo escuché responder.- ¿Easy?- ya estaba dormido.

Lo cubrí con un vestuario y lo dejé descansar en aquel rincón del escenario. Pedí a los pequeños silencio para dejar a Easy descansar. Había perdido mucha sangre y necesitaba recuperarse. Aún así, necesitaba su bastón si algo nos ocurría y faltaba lo único que le daba independencia. Era arriesgado, pero debía salir y buscarlo.

-Héctor, ¿has averiguado algo?- le pregunté al acercarme y sentarme junto a él.

-Según la historia local, en 1843 se dio un incidente similar que los registros del pueblo intentaron borrar.

-¿A qué se debe eso?

-Solo he podido descubrir que su detonante fue la explosión de la madrugada, también registrada en el incidente anterior.

-¿Y el resultado?

-Cero sobrevivientes. Por alguna extraña razón, los asesinos, al no ver más personas que matar, se suicidaban.

-Bien, sigue así.

-No tengo más información. Necesito los registros del año anterior, pero no estaban en la biblioteca.

-Cuando todo se calme un poco, iremos a buscarlos. Por ahora, iré fuera.

-¿Qué? ¿Estás loca? ¡Te matarán!

-Baja la voz, Héctor.- dije mirando a Easy desde lejos para saber si se había despertado, por suerte no.- No tengo opción. Debo buscar algo importante.

-¿Y si te ocurre algo?

-Haz lo que diga Laura, es mi suplente.

-¿Suplente? Es más joven que tú.

-Por solo un año, y es como tenerme a mí aquí. Confía en ella, es como confiar en mí.

-De acuerdo.- suspiró y asintió.

Le sonreí y fui hasta donde Laura para despertarla y darle instrucciones si yo no regresaba. Ella al principio se asustó, pero luego aceptó mis palabras. Me despedí de los peques con un abrazo y me encaminé a la puerta del teatro con mi mochila al hombro.

Me aseguré de que afuera no hubiese nadie, o al menos cerca, y salí mirando a mi alrededor atenta a todo. Cerré con precaución y volví a la plaza entre ocultándome y corriendo. Allí descubrí, estrellado contra un pilar de adorno, el auto que nos perseguía hacía un rato. El conductor y su acompañante ya no estaban, al parecer desde hacía mucho tiempo.

Volví sobre nuestros pasos mirando, con movimiento de abanico, el suelo en busca del bastón de Easy. Recorrí toda la plaza sin éxito, pero me sorprendió el no haberme topado con nadie en todo el trayecto. A mediados del camino de la escuela, lo encontré encima de la hierba. Corrí y lo tomé con entusiasmo, luego me encaminé a regresar con una sonrisa victoriosa. En la entrada de la plaza, un disparo de escopeta se oyó a lo lejos, iba dirigido a mí, aunque falló.

Me agaché del susto y corrí desesperada buscando un lugar donde esconderme. No veía a mi agresor, pues prefería solo correr y asegurar mi vida, pero sabía que me estaba siguiendo. Huí de él escuchando los continuos disparos. Divisé la puerta más cercana y entré a ocultarme. Me posicioné dentro de una habitación, tras un archivo de tres pisos.

Sentí la puerta abrirse lentamente, unos pasos recorrieron, con su sombrío eco, la habitación. Con la espalda pegada al archivo me fui deslizando hasta el suelo aferrando en mi pecho el bastón de Easy. Hacía lo posible por controlar mi agitada respiración. Escuché con atención los pasos y, cuando sube que estaba de espaldas, tomé un búcaro y lo rompí en su cabeza. De la impresión, el hombre disparó el arma hacia la pared provocando un gran estruendo. Tomé la soga de mi mochila y lo até a una mesa. Revisé el lugar por si había algo útil y me percaté de que me encontraba en la oficina del alcalde. Observé me alrededor todo desperdigado y roto. El cuadro de la pared, arruinado por el disparo, abría una puerta. Era una puerta que guardaba un secreto. Investigué descubriendo una caja fuerte que, por el disparo, había perdido sus cerradura.  Dentro de las cosas que contenía esa caja encontré los registros del incidente anterior. Le tomé y guardé en mi mochila.

Al salir de allí, por suerte, no me topé con ninguna otra persona, pero sí sentía algunos gritos desde lo lejos. Al regresar al teatro comenzaba a caer la noche. Mis hermanos, preocupados, al verme me abrazaron. Yo estaba muy feliz de verlos pues pensaba que no volvería a hacerlo otra vez. Cuando se percataron de que yo estaba bien, me dejaron libre del abrazo. Le di el registro a Héctor para que continuar a investigando y fui a comprobar el estado de Easy.

- Hola, Easy. Ya regresé.- dije al ir hacia el rincón donde aún se hallaba el chico.

-¿Isabel? ¡Estás viva!- exclamó al escuchar mi voz.

-Claro, y traje esto. Es tuyo.- se lo di.

-¡Mi bastón! ¿Por qué?

-Debes estar preparados si necesitas andar solo.

-Isabel...- dijo con notable asombro.

-¿Sí?

-Gracias.

-No tienes que darlas, estamos en una situación crítica. Debemos cuidarnos entre nosotros.

-Jamás pensé que algo como esto pudiera ocurrir, pero, al estar en la situación de esta mañana, me di cuenta de que estoy solo.- lo miré con ojos tristes.

-Easy...

-O, al menos  lo estaba, hasta que llegaste tú.

-Ah, Easy, te estás avergonzado.

-No, nunca pensé que me sentiría tan solo, pero me demostraste que, por muy solo que me sienta, hay alguien a quien le importo, aunque aún no sé por qué.

-No me gusta ver a nadie solo, y mucho menos siendo maltratado por los demás injustamente. Además, cuando hablé contigo, supe que eres un buen chico. No mereces estar solo.- le sonreí.

-Gracias.- repitió.

-Te he dicho que no necesitas darlas.

-Yo siento que sí.- reí levemente al ver su sonrisa.

-Está bien. Iré a hablar con Héctor, sigue descansando.- dejé una caricia en su mejillas y me levanté para dirigirme hacia el otro chico.

El muchacho considerado polilla de biblioteca estaba hojeando el libro de registro que yo le había dado hacía unos minutos. Movía las páginas adelante y atrás como si algo se le hubiera perdido.

-¿Va todo bien?- le pregunté sentándome a su lado.

-No lo sé,  esto no puede ser real.- decía mirando el libro.

-¿Qué es?

-Segun la historia, las familias fundadoras del pueblo hicieron una ofrenda aún demonio para que las cosechas fueran buenas. La ofrenda era una virgen nacida en el pueblo. Cada año se sacrificaba a alguna, pero hubo un año que no ocurrió y la maldición cayó sobre el pueblo. Adivina qué año fue.- me miró levantando una ceja.

-El 1843.- dije totalmente segura de mis palabras.

-Exacto. Según este libro, la explosión es un relámpago del infierno, por ello no se ve, pero se oye. La maldición comenzó por cobrar las vidas de todos los que pertenecen a las familias fundadoras por sus propias manos. Nadie sobrevivió y, durante varios años  fue un pueblo fantasma hasta que se construyó este pueblo sobre el anterior.

-¿La historia se repitió?

-Supongo, pero aún no sé cuál fue el detonante.

-Pero...- me quedé pensativa.- No lo entiendo. Si le ha pasado a todo el pueblo, ¿por qué a nosotros no?

-Dice que cobra la sangre de las familias fundadoras. ¿No es así?- habló Easy acercándose a nosotros con su bastón.

Yo tomé su mano y lo ayudé a sentarse junto a nosotros. Su semblante estaba mucho mejor y había color en sus mejillas.

-¿Te sientes mejor?- Easy me asintió y volteó hacia el otro muchacho.

-Héctor, ¿estás seguro de que solo es de las familias fundadoras?- reafirmó su pregunta.

-Así es. ¿Por qué?- dijo Héctor.

-Yo soy adoptado desde bebé. No soy sangre de la familia.- explicó Easy frunciendo el ceño.- Puede ser por eso que yo no me volví loco como mi hermano o mis padres.

-Oh, es cierto. Mis hermanos y yo nos mudamos, no somos de aquí.

-Entonces...- analizó Héctor.

-Estás en alguna de esas categorías, amigo mío.- sentenció Easy.

-¿Qué podemos hacer, Hector?- el muchacho aún lo procesaba, pero no tardó mucho en responder.

-Salir del pueblo. Así no nos veremos en peligro de morir por los malditos.

-¿A dónde iremos?- dije y sentí que Easy tomó mi mano.

-Da igual.- dijo.- A dónde sea que vayamos, será mejor que esté infierno.- sonreí y me sonrojé un poco al asentir.

-Está bien.

-¿No será complicado para los pequeños?- preguntó el otro chico.

-No los subestimes, Héctor, son muy capaces.

-Entonces, esperemos a la noche cerrada para escabullirnos sin que nos vean los que han sobrevivido y salir del pueblo.- dijo Easy y nosotros asentimos.

-Sí.- dijimos a la par.

Nuestra aventura no terminó cuando salimos del pueblo, pues fue bastante tranquilo al lograrlo. Pero no, nuestra aventura apenas empezaba en ese preciso momento.

(Fin)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top