NOTA: En esta etapa de la historia, Zeke es un adolescente, casi adulto, y se ve parecido a la multimedia que se encuentra encima de este mensaje.

Lo digo para que podáis situarle mejor!
Además, Eren se verá de la misma manera que el episodio final de la temporada 3.

Eren llegó, como de costumbre, unos minutos tarde a la hora de la comida, hábito al que ya Grisha y Zeke se habían acostumbrado diariamente.

—¿Qué tal el día, Eren? —era siempre la pregunta que ningún día faltaba.

Eren se encogió de hombros e hizo como si no hubiera escuchado la pregunta de su padre. No se sentía preparado para decirle que probablemente iba a tener muy malas notas, como casi siempre. Y sentirse como la decepción de la familia por culpa de los estándares del inteligente Zeke, al que siempre hacía sombra no era lo que más quería en estos días.

—Me ha ido bien. —mintió, sin más complicaciones.

La comida fluyó de manera normal dentro de lo que cabe, Grisha nunca confiaba al 100% en su hijo menor Eren pero áquel día estaba de buen humor y no quería estropearlo. De hecho, salió con otro tema totalmente diferente.

—¡Zeke! Me han dicho que por fin tienes novia, ¿No es así? —exclamó de la nada. Zeke se quedó paralizado al escuchar la pregunta.

—¿Cómo? —fue la única reacción que pudo dar.

—Sí, no mientras, Zeke. ¿Se llama Pieck, no es así? —preguntó Eren de forma entrometida mientras aún masticaba parte de la comida.

La mente de Zeke no sabía exactamente qué conclusiones sacar por aquellas afirmaciones de su familia, y de hecho se encontraba algo confundido.

—¿Pieck y yo? Pero... Ni siquiera somos amigos. —se defendió inocentemente Zeke.

—No tenéis por qué serlo. —volvió a decir Eren de forma entrometida.

—¿Cuándo me la presentarás, Zeke? —preguntó su padre, ignorando las palabras de Zeke.

—Yo no estoy saliendo con nadie. —declaró por última vez. Pero nadie de la mesa parecía querer creerle.

—Se nota que te gusta, Zeke. —dijo Eren a continuación con un travieso tono de voz.

—¿Cómo? —la reacción de Zeke le había delatado; su sonrojo y sorpresa habían salido a la luz, aunque a la hora de la verdad él era el que menos observaba todo eso.

—Acabas de confirmar lo que he dicho. —puso como punto final el castaño.

La conversación no siguió, se quedó ahí como un punto y seguido, es por eso mismo que Zeke siguió disfrutando de enrollar sus espagueti en el tenedor mientras le daba vueltas al tema. No fue hasta que la hora de la comida terminó y su padre se fue que los dos se quedaron solos en la habitación.
Eren veía la televisión y revisaba su móvil a la vez, Zeke estaba haciendo las tareas que le habían mandado aquél día.

Sin embargo, su fijación por los estudios se vio sustituida por las palabras de su hermano, que seguían rondando su mente, se levantó de la silla y se colocó justo delante de Eren, impidiéndole ver la televisión.

—¡Zeke! —gritó Eren mientras movía su cabeza intentando encontrar un ángulo para ver la televisión que su hermano tapaba.

—Necesito tu ayuda. —dijo Zeke.

Eren resopló, realmente, le guardaba algo de rencor a su hermano mayor por ser el favorito de la familia, el que siempre recibía todos los mimos de su padre, y cuando actuaba con esa actitud recordaba todos los privilegios que él tenía, y sólo quería echarle encima todo lo que poseía que él no tenía.

—¿Qué quieres? —preguntó molesto el oji-verde.

Zeke se avergonzó al instante pensando en lo que iba a preguntarle.

—¿Qué es lo que querías decir antes? —preguntó con timidez.

Eren le miró extrañado.
—¿De qué hablas?

Zeke miró para otro lado mientras Eren le observaba confundido. Sin embargo, no tardó en descubrir lo que Zeke quería decir, y esbozó una sonrisa.

—¿Dices lo de Pieck?

Zeke apartó aún más la mirada de Eren, con más timidez que antes.

—Mmmm, puede ser. —murmuró por lo bajo, incómodo.

Eren no se contuvo y empezó a reírse por lo bajo, hecho que Zeke notó al instante. Esto hizo que las mejillas del mayor se cubrieran de un rosado todavía más fuerte.

—Olvídalo.

Dijo con firmeza pero enfado, para acto seguido irse enfadado a su habitación sin dignarse a mirar de nuevo a su hermano.