La historia de Ananías y Safira

Hoy nos vamos a poner serios porque al siguiente relato no soy capaz de encontrarle lo divertido por ningún lado, pero no quiero dejarlo sin tratar puesto que se trata de un doble asesinato cometido por los discípulos de Cristo. Es la historia de Ananías y Safira, que puede leerse en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Hay que tener en cuenta que tras la muerte de Jesús, los apóstoles pasaron a administrar los bienes de todos sus seguidores, bienes puestos en común muy oportunamente, como apreciamos en esta lectura bíblica:

Hechos 4

32. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía que era suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.


33. Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y había abundante gracia sobre todos ellos.


34. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido.


35. y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

Con estos antecedentes pasamos a transcribir la historia de Ananías y Safira.

Hechos 5

Ananías y Safira

5 1-2 Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles.

3 —Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? 4 ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres, sino a Dios!

5 Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. 6 Entonces se acercaron los más jóvenes, envolvieron el cuerpo, se lo llevaron y le dieron sepultura.

7 Unas tres horas más tarde entró la esposa, sin saber lo que había ocurrido.

8 —Dime —le preguntó Pedro—, ¿vendieron ustedes el terreno por tal precio?

—Sí —dijo ella—, por tal precio.

9 —¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? —le recriminó Pedro—. ¡Mira! Los que sepultaron a tu esposo acaban de regresar y ahora te llevarán a ti.

10 En ese mismo instante ella cayó muerta a los pies de Pedro. Entonces entraron los jóvenes y, al verla muerta, se la llevaron y le dieron sepultura al lado de su esposo. 11 Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que se enteraron de estos sucesos.

Como se ve, esto no hay por donde disculparlo. Es evidente que los apóstoles los mataron a los dos por no entregar todo su dinero a la bolsa del tesoro apostólico. Y el versículo 11 y último demuestra que se hizo como escarmiento para que todos los de la secta supiesen en adelante lo que le esperaba al disidente.

Habrá quien proteste y diga que el crimen no lo cometieron los apóstoles sino Dios. Esto es mucho peor todavía. Es arrojar basura sobre la imagen de un Dios misericordioso y JUSTO. Porque no hay ni un solo juez en la tierra, por muy mala persona que sea que castigue con la muerte a dos personas, una detrás de la otra, por quedarse con algo de dinero que era suyo con anterioridad. No podemos proyectar sobre Dios nuestras iniquidades y nuestras maneras vengativas y llenas de ira. Y si nadie en la tierra (y seguro que nadie aquí en Wattpad tampoco) mataría a dos personas por un hecho tan intrascendente y que se solucionaría de manera lógica expulsando al que no contribuye, pensar que Dios si lo haría parece incluso monstruoso.

P.D: Y por favor, no ofendan nuestra inteligencia alegando que fue un infarto de miocardio doble, jaja, porque en ese caso Pedro era adivino o médico, al decirle a la mujer que ahora se la llevarían a ella...

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