Feliz Halloween
Aparqué el coche y salí de él. Ginny me pasó mi chaqueta y me abrigué todo lo que pude. Ya era finales de octubre, por lo que era casi imposible salir a la calle sin una chaqueta.
Ron salió del coche, con una bolsa con forma de calabaza en sus mano, llena de chuches.
—Merlín, Ronald, ¡no son solo para tí! —rio Hermione.
Ron le sacó la lengua y le metió una chuche en la boca.
—Come y deja comer —el pelirrojo cogió cinco caramelos y se los metió en la boca todos de una vez.
La castaña rodó los ojos y nos ofreció a Ginny y a mí regalices y chicles de Halloween.
Seguimos caminando, y parando de vez en cuando en alguna casa para pedir caramelos.
En varias casas nos habían echado a patadas, ya que no es muy normal ir a pedir caramelos con 18 años. Pero Ron Weasley es muy insistente y a mí me venía bien un respiro antes de llegar al lugar al que me dirigía.
Llegamos hasta un terreno con un montón de lápidas, al lado de una iglesia: el cementerio. Habíamos decidido hacer el truco o trato en Godric's Hollow para que después yo pudiese visitar la tumba de mis padres.
—¡El primero que llegue a esa casa se lleva todos los dulces! —gritó el ojiazul, empezando a correr.
Hermione gritó algo de que no era justo y le siguió, llegando dos segundos después de Ron.
Ginny y yo nos quedamos en el coche, viendo como se peleaban.
—Parecen críos pequeños —susurró Ginny rodeándome con un brazo.
—Y discuten como siempre —sonreí yo.
Ginny me miró a los ojos y me peinó el flequillo.
—¿Estás listo? —preguntó mi novia.
Asentí y dirigí mi mirada hacia el cementerio. Casi podía destinguir desde ahí la tumba de mis padres.
Recordoba perfectmente como el año pasado Hermione y yo habíamls visitado el mismo sitio en Noche Buena. Era la primera vez que iba ahí y me hubiera gustado ir más veces, ya que no sabía si esa sería la última vez que podría visitarlos. Por suerte, sobreviví a la guerra y la mayoría de mis amigos también.
«Fred» pensé automáticamente.
No, ahora no podía pensar en eso. Decidí apartar ese nombre de mi cabeza. Por fin había entendido que su muerte no era culpa mía, y además en ese momento estábamos de celebración.
—Tierra llamando a Harry Potter, ¿Harry Potter está ahí? —Ginny estaba sacudiendo la mano por delante de mi cara—. Pareces más atontado que si te hubiera golpeado una bludger —rio.
Pestañeé varias veces y sacudí la cabeza, para luego mostrarle a la chica una sonrisa torcida.
—Tú no me hables de bludgers, señorita —dije poniendo una expresión de enfado falsa.
—¡Te dije que fue sin querer! Además, ya no tienes rota la nariz, ¿verdad? —para comprobarlo, la pelirroja se puso de puntillas y me dio un pequeño beso en el puente de la nariz.
Le abracé y susurré:
—Seguimos sin estar en paz, Weasley. Revancha mañana, ¿qué me dices?
—Que estaré encantada de humillarte —me sacó la lengua y miró hacia atrás, al oír un ruido.
Ron y Hermione se estaban pegando, literalmente, por una chocolantina.
—Oh, ni hablar, Ronald Bilius Weasley, esta chocolatina me la han dado a mí —la castaña le pegó un puñetazo en el hombro y Ron se lo devolvió.
—¡Pero yo gané la carrera! ¡Las normas son las normas!
—¡Ganaste haciendo trampas!
—¡No hay ninguna norma que diga que no se puedan hacer trampas!
—Ya bueno, ¡tú te has inventado las normas! ¡Es injusto!
Quedaron una cara en frente de la otra, los dos rojos, no sabía si de furia o de vergüenza al quedar tan cerca.
Ginevra y yo estallamos en carcajadas y los dos se separaron, Hermione con su chocolatina y Ron con la boca manchada de todos los dulces que se había tragado.
Nos sentamos en un banco y empezamos a tomar las pocas chuches que el pelirrojo nos había dejado. Charlamos y reímos, y comentamos los difraces.
Hermione y Ron iban disfrazados de Leia y Han Solo, los míticos personajes de Star Wars. A Hermione le había llevado más de una hora poder recogerse el pelo en los dos conocidos moños que lleva la Princesa Leia.
Ginny iba de Fiona, la princesa de Shrek. Como no quería llevar peluca o teñirse el pelo había decidido que buscaría un personaje que fuese pelirrojo sí o sí.
Yo en cambio iba de mago. Lo sé, poco original, pero nunca me había entusiasmado mucho Halloween, por el hecho de ser en la fecha que es. Cogí mi túnica, un gorro y un palo del jardín (no quería arriesgarme a llevar la varita de verdad a la vista).
Lo estábamos pasando muy bien, hasta que dieron las diez de la noche.
—Se hace tarde —dijo Hermione. Se giró para mirarme y me regaló una sonrisa amistosa aunque con una expresión algo preocupada—. ¿Vamos?
—Claro —contesté simplemente.
Entramos en el cementerio, que estaba vacío. Lo normal era visitarlo el 1 de noviembre, pero supongo que yo nunca había sido normal. Recorrimos varias tumbas, reconociendo algunos apellidos e ignorando otros, hasta que llegamos.
Ginny creó un ramo de flores, usando el mismo hechizo que usó una vez Hermione. Lo dejó delante de la lápida que rezaba "Lily y James Potter".
Me senté frente a ella, mientras que mis amigos se quedaron un poco detrás. En silencio dije todo lo que se me ocurrió que nunca pude decirles en vida.
Solté alguna lágrima, no voy a mentir.
No sé cuanto tiempo estuve ahí, me parecieron segundos, pero después me di cuenta de que las luces de los bares cercanos se habían apagado. Justo en ese momento sentí como Ginny me ponía en la mano en el hombro para llamarme la atención.
—Deberíamos irnos ya, ¿no crees? Es muy tarde.
Me giré y vi a un Ron casi dormido y a una Hermione que le susurraba palabras para que siguiese despierto.
—Sí, vámonos.
Me levanté y cogí de la mano a Gin. Llegamos hasta el coche y me senté en asiento de conductor.
—Ah chico, feliz Halloween.
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¡Por fin actualizo!
Bien, espero que os haya gustado el capítulo. La verdad, está algo soso, pero quería publicar algo por Halloween (ya sé, dos días tarde) ya que es una fecha muy especial para los Potterheads.
¡Feliz cumpleaños atrasado Nick Casi-decapitado!
Nos leemos,
~Pau
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