La vida después de la muerte (Parte 1)

Víctor Van Dort tuvo una vida difícil desde su nacimiento, pertenecía a una familia adinerada, con alta posición social en aquella época victoriana.

Pero Víctor nació con una maldición, era delgado, pálido y desgarbado, con cabellos azabache siempre grasoso y enredado, portaba ojeras profundas con ojos opacos y vacíos.

Para sus padres era una abominación, un monstruo que no merecía vivir, pensaban que habían maldecido a su familia de la peor manera.

¿Cómo podían casar a su único hijo siendo el tan tétrico?

Así era la vida de Víctor constantemente, con comentarios despectivos de sus padres, vivía recluido en su habitación, sin mostrarse hacia nadie para no avergonzar a la familia Van Dort.

Víctor despertó esa mañana con toques en la puerta de su habitación, el pensaba: ¿quién lo visitaría?

El abrió la puerta encontrándose con una de las criadas de la mansión monótona en la que residía.

—¿Qué desea? —preguntó el chico en tono cortez.

La criada, como todos en la casa, lo observó con asco, aunque un poco más reprimido, pero aún así el podía oír cuando susurraban atrocidades sobre su persona.

—La señora Van Dort solicita su presencia en el salón con urgencia —dijo la criada con voz neutra, pero con un toque de asco —.Tambien pidió, explícitamente, que se presentara lo más elegante posible —añadió con un toque de burla.

Víctor suspiró, acostumbrado a esos malos tratos de parte de toda la casa, pero si quería permanecer allí, refugiado de los horrores en las calles, debía acatar cada orden al pie de la letra.

El chico se vistió con lo más formal que tenía, camisa manga larga blanca, pantalones de pitillo negros y una chaqueta igual negra, se colocó su mejor calzado y bajó para acudir a su madre.

Para sorpresa de Víctor, no solo encontró a su madre y padre sentados en el amplio sofá de tul blanco que adornaba parte del salón principal de su hogar, sino también a una señora y una señorita hermosa.

Ambas tenían el cabello castaño oscuro, eran esbeltas y de buena figura, ojos rasgados cafés y cuello largo.

La única diferencia entre ellas eran las evidentes arrugas que poseía la señora, la cuál portaba un pronunciado fruncido en sus cejas y labios.

La chica solo se veía indiferente, con una expresión de aburrimiento total, cosa que cambió cuando sus ojos se encontraron.

Todos al percatarse de su presencia se levantaron de sus respectivos asientos para el recibimiento, esto lo hizo confundirse más.

Jamás me han recibido así, con tanto respeto.

Pensó el chico mientras acortaba los pasos que quedaban desde la escalera al sofá donde estaban sus padres.

—Hijo ven por favor, aquí te presentamos a la señora Everglot y su hija Victoria Everglot —dijo la madre del chico con voz amable.

Ya Víctor sabía a qué se debía todo ese espectáculo, esa era la única oportunidad para casarlo con una hermosa joven y la reputación de la familia no se viera afectada.

—Un gusto conocerlas señora y señorita Everglot —dijo el chico con voz tranquila y con la mayor cortesía que pudo reunir.

Pero por más educado que fuera, gentil y caballeroso, jamás lo verían como alguien normal, las miradas despectivas y llenas de asco no tardaron en llegar cuando fijaron sus ojos en el chico.

—Pobre de mi hija que se tiene que casar con este engendro —había murmurado la señora Everglot, pero el chico podía escucharlo a la perfección —.¿Está segura de que los hijos saldrán con buen aspecto señora Van Dort?

—Con la belleza inigualable de Victoria estoy segura de que sí —respondió complaciente la susodicha.

En todo el tiempo que duró la conversación ninguno de los muchachos hablaron más, Víctor tenía curiosidad por como sonaría la voz de su futura esposa.

Ella se veía recatada, lo miraba con una pizca de asco pero lo disimulaba, eso era nuevo para él.

Algo se removió en su interior al pensar en lo que esa mirada significaba, ella sentía vergüenza por él, pero era entendible, no era atractivo, sino todo lo contrario, parecía un esqueleto andante.

Esos pensamientos le hicieron tomar una desición, compraría las mejores opciones y perfumes, cremas y accesorios de vestir, haría hasta lo imposible por mejorar su apariencia y no ser una vergüenza para ella.

Sin siquiera darse cuenta pasaron las semanas, el siguió recluido en su habitación, pero tenía más visitas, con los mejores estilistas de aquella época para su traje echo a medida para su boda, con economistas para firmar cheques para pagar cada detalle que la señora Everglot pedía.

Después de dos meses, había llegado el día de la boda, lo habían levantado muy temprano para acicalarlo y dejarlo en el mejor de los estados tanto para la boda como para la noche de bodas.

Cuando ya estaba listo recibió la visita menos esperada, su madre, la señora Van Dort, con su vestido azul cielo despampanante, acampanado de su cintura hasta la punta de sus finos pies, el cabello negro en un recogido complicado.

La señora de la casa Van Dort se veía impecable y toda poderosa como siempre, dando la mejor imagen en la familia.

Pero en su mirada se veía lo que realmente era, una mujer superficial, cruel y prejuiciosa, esa mirada era la que portaba cuando miraba a su hijo y está vez no era la excepción.

—No se que diablos harás —comenzó la mujer con voz fría y dura —pero mantendrás este matrimonio por lo menos hasta tener dos herederos —se acercó a él con paso firme —.Si tienes que usar una mascara para tapar tu horrible cara así lo harás por el bien de esta familia, que estamos en esta situación por tu culpa —terminó por decir frente a él con sus ojos oscuros derrochando odio.

El chico solo asintió, hacía tiempo que los comentarios hirientes de su madre ya no le afectaban, estaba tan acostumbrado que ya ni siquiera reaccionaba a ellos.

La mujer hizo un gesto con su madre, llamando así a una de las criadas que portaba una caja de terciopelo azul, el chico frunció el ceño.

¿Llevaba alguna corbata o zapatos allí dentro?¿Mi madre se preocupa por la apariencia de su hijo?

Pensaba el chico mientras la criada se acercaba a la mujer, de allí sacó un velo, el chico miraba el objeto con confusión, luego cayó en lo que eso significaba, su pecho se apretó.

Tonto, tonto, tonto.

Se repetía el chico en su mente, claro que su madre se preocupaba por las apariencias y por esa razón debía cubrir su rostro para todo público.

Víctor no pudo evitarlo, miraba a su madre con ojos tristes.

—¿No pensaste que te dejaría ir sin cubrir ese rostro horrible cierto? —dijo la madre con voz burlona.

El chico ocultó sus sentimientos tan rápido como los había mostrado, no podía darse el lujo de parecer débil ante los ojos de nadie o se lo comerían vivo.

Víctor dejó que su madre le colocará el velo, la seda le acariciaba el rostro y podía distinguir los bordados de telarañas en él.

La puerta de su habitación volvió a abrirse, está vez con el padre del chico, quién portaba su habitación expresión seria.

—Si ya están listos vámonos, el coche espera.

Todos los miembros de la familia Van Dort salieron de la habitación del chico para dirigirse al automóvil que los llevaría a la iglesia donde se realizaría la ceremonia de casamiento.

Después de llegar, todos los invitados saludaban a la familia, algunos preguntaban porque el chico llevaba un velo que le cubría el rostro, pero su madre siempre tenía un as bajo la manga, Víctor sufría de una dermatitis atópica que le cubría casi todos el rostro pero por suerte no era contagioso.

Las conversaciones previas a la ceremonia pasaron bastante rápido, el chico no prestaba mucha atención, hablaban de cosas vacías y carentes de sentido como el clima, la vestimenta de algunas damas y el orden de los asientos.

Sin darse cuenta comenzaron a sonar las campanas, la novia ya venía, todos se colocaron en sus respectivos asientos y los demás en sus posiciones.

Al poner un pie en la iglesia, Victoria Everglot se sintió poderosa, siendo el centro de atención, su vestido pomposo era deslumbrante.

El escote de corazón se le pegaba al pecho realzando si busto, la pedrería que lo adornaba resplandecían con intensidad, las mangas eran acampanadas con un pequeño puño de presión en las muñecas, eran transparentes y brillantes, dejando a relucir los hermosos bordados florales en ellas, en sus costillas comenzaba la amplia falda con muchas capas, la principal era de tul blanco, con diseños cosidos de ramas, hojas y flores, en los laterales se alzaban capas de gasa que terminaban en una larga cola que alzaban las madrinas de Victoria.

Víctor quedó deslumbrado al verla, parecía una verdadera princesa a punto de convertirse en reina, el chico se entretuvo observando el recogido lateral que le daba un toque elegante a su cuello esbelto.

El chico por primera vez, sintió algo parecido a la lujuria, deseó tocar aquel cuello, deshacer aquel peinado, ver su cabello y cuerpo desnudo en su cama.

La chica llegó hasta su altura, sacando a Víctor de sus pensamientos pecaminosos, las mejillas del chico se sonrojaban y agradeció por tener aquel velo puesto.

La ceremonia ocurrió demasiado rápido, dijeron sus votos, se colocaron los anillos y después del acepto llegó el momento tan esperado por el chico.

Victoria se acercó al chico, levantó un poco su velo y coló su cabeza dentro de aquel pedazo de tela, cubriendo así el rostro de ambos, el se acercó más para poder besarla, aunque no tenía ni idea de cómo hacerlo pero ella lo esquivó deliberadamente.

No le dió tiempo a cuestionar nada porque se alejó de él tan rápido como pudo, la chica estaba sonriendo a todo el público mientras sus mejillas se sonrojaban.

Las de Víctor también tomaron un leve sonrojo, pensaba que ella era tímida, eso lo conmovió, pero en su noche de bodas no tendrían público, no había nadie que los juzgarán.

Después de aquella escena continuó el festín, la gran cena, el baile de los recién casados, todo lo que sucedía en una boda hasta que empezó a anochecer y ambos muchachos se despidieron de sus familias, se montaron en un coche que los esperaba a las afueras de la iglesia para llevarlos al mejor hostal de toda la capital para pasar su noche de bodas y consumar así el matrimonio por completo.

El chico estaba nervioso cuando llegaron a la habitación, el se quitó aquel velo, quería verla sin aquella prenda de por medio, dificultando su visión, volvió a quedar impresionado con aquella belleza inigualable que portaba Victoria.

Sin pensar mucho se acercó a la chica, intentando besar sus labios nuevamente, pero otra vez la chica se apartó.

—No tan deprisa mi buen caballero —ella mostró una sonrisa tímida —bebamos algo primero, estoy algo nerviosa —para remarcar su afirmación soltó una risita aguda.

El chico sonrió.

—Déjeme servirle entonces mi lady —habló el chico por primera vez con ella.

—¡Oh no, para nada, permíteme el honor! —exclamó la muchacha, apresurándose a ir hasta donde se encontraban una botella de vino y dos copas.

El chico se quedó viendo su espalda desnuda, sintió un cosquilleo en su estomago que bajó a sus partes íntimas, pero sintió una urgencia mayor que lo hizo ponerse ansioso.

—Esta bien, si me permites, entoces iré un momento al baño.

Ella solo sonrió asintiendo, Víctor corrió al baño, hizo sus necesidades y salió del baño.

Victoria lo esperaba en el mismo lugar, pero con dos copas de vino servidas, el se acercó a ella cuando está le tendió una copa.

Víctor sin dudarlo bebió de ella, pero el chico comenzó a ver la mirada extraña que ella le dirigía mientras el vaciaba su copa, la sonrisa antes tímida se convirtió en macabra.

—¿Estaba bueno? —preguntó ella ya sin ningún matiz de timidez, solo quedaba la amarga burla que todos le dirigía a Víctor.

El chico sintió un leve mareo, que fue en aumento, intentó hablar pero si garganta se había cerrado, llevó sus manos a su cuello, como si así pudiera volver a respirar.

Observó a la chica, está lo veía mientras seguía bebiendo de su copa.

Que ingenuo había sido.

Pensó el chico nuevamente, creyó estúpidamente en la apariencia de la muchacha, jamás había entablando conversación con ella, nunca supo los verdaderos motivos, o quizás si pero el chico quiso creer que alguien, por fin lo vería de otra forma.

—Ten dulces sueños caballero.

Fue lo ultimo que Víctor escuchó cuando cayó al suelo, sentía su corazón acelerado, sus pulmones ardiendo pidiendo oxígeno, sintió su cuerpo revolucionarse hasta que todo se quedó en blanco.

El chico había muerto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top