El Color de la Tristeza 2
"¡Mamá! ¡Papá! ¡Miren, llegué a la cima del tobogán!"
"¡Papá! ¡Mira! ¡Saque diez en ortografía!"
"¡Mamá! ¡Soy famosa en internet, de las más famosas de mi edad!"
"¿Papá...? ¿Mamá...?"
Muchas veces las personas cometemos errores que son duramente juzgados. Sin embargo, cada persona tiene una percepción del mundo imposible de compartir con los demás, por lo cual, la realidad nos es diferente en cada persona.
Andrea no quiso hacer daño. Pero ya viendo la repetición de su transmisión, había notado la molestia y pena en las caras de Molly y de Sharon. Una incomodidad palpable. Sintió mucha vergüenza con la señora McGee.
Había tomado la decisión de hacer un especial sobre los beneficios de una familia de nivel socioeconómico medio bajo (que en ningún momento lo pensó como una ofensa) porque esa mañana había discutido con sus padres. Les había gritado, insultado, tirado jarrones y todo para que la voltearan a ver ya que ella quería como regalo de su cumpleaños próximo, una salida con ellos a donde fuera.
Pero lo que hicieron fue amenazarla con enviarla a un internado.
"Ya habíamos hablado de esto, la agenda está ocupada y si sigues tirando cosas, no amaneces aquí mañana" Sentenció su madre. Su padre solo asintió sin dejar de ver en el celular la bolsa de valores. -En tu cumpleaños te daremos un camper en el patio para que juegues con tus amigas. ¿Qué más quieres?
Y siguieron cada uno en sus ocupaciones.
En su enorme decepción, Andrea deseó ser hija de alguien como Sharon o hermana de alguien como Libby y vivir en un rinconcito en donde sintiera calor por dentro. El abrazo fraterno del amor sincero. No necesitaba nada más que la mano de alguien en el hombro; ni un cuarto gigantesco y vacío, ni cosas inútiles que suplieran la atención.
Y tomó la poco acertada decisión de hacer un especial de una familia como la que desearía tener. Luego se dio cuenta que en realidad parecía una burla lo que había hecho y la señora Sharon...bueno, solo dijo la verdad. Una verdad que le llagaba por dentro.
Llegó a su casa y cerró detrás de ella la enorme puerta blanca de roble. Alzó la mirada, esa en donde ya se había escurrido y secado el delineado negro, y vio en el alto techo el candelabro de cristal cortado, brillando. A los lados, en la inmensidad, los cuadros de fotografías y pinturas donde siempre aparecían tres personas. Ella y dos personas que apenas la conocían. Sus padres.
Lo había hecho todo. Había hecho de todo para que le voltearan a ver. Para que la felicitaran sinceramente y no solo frente a las cámaras. Para que la abrazaran solo por el simple hecho de que la amaban. Pero ni una vez había sido así.
Se le vino a la mente la imagen de Sharon abrazando de forma tosca a Molly y si bien sabía que lo hizo para que dejara de grabar, en el fondo de su corazón sabía que anhelaba un abrazo así de fuerte. Así de sincero. Así de lleno de corazón.
Sintió odio.
En su andar, subió las escaleras y quedó de frente al más grande de todos los cuadros. Su padre del lado derecho, sonriendo, su madre del lado izquierdo, sonriendo. Ella, al centro con las manos de sus padres en el hombro, sonriendo.
Recordaba ese día. Había durado 15 segundo tomar una foto que sirviera al pintor para realizar esa mentira. Una vez tomada la foto, inmediatamente se habían retirado ignorándola por completo como toda la vida.
Y pensó que ella podría tirarse a las drogas o beber alcohol...a lo mejor así les importaría.
Podría andar con muchos chicos...a lo mejor así les importaría.
Pero sus lágrimas comenzaron de nuevo a escurrir.
"¿Por qué no me aman?"
"¡¿Por qué no me aman?!" Se llevó las manos a la cabeza y gritó muy fuerte.
Y nadie vino.
Entonces apretó los puños y los dientes. Se dirigió con prisa al cuarto de sus padres hasta adentrarse al baño. Un lugar super lujoso y amplio lleno de mármol y acabados en oro. De un brinco se subió a la mesa donde estaban los cajones de baño y los abrió. Revisó entre perfumes, sales de baño, cremas, navajas de afeitar...hasta encontrar en una bolsa negra y abrirla.
Sacó un frasco con gotero. Uno que veía que su madre tomaba para cuando no podía dormir.
Un frasco que decía Clonazepam.
En medio vaso de agua, diluyo tres gotas. Todo lo que quería era dormir y olvidar y calmar el dolor. Que se le pasara esa sensación agria en la garganta, esa sensación de hierro en el pecho, y ese frío en los huesos que le dejaba la soledad en esa enorme mansión.
Lugar que cambiaría sin dudar, si pudiera vivir en la casa de Molly. De que su mamá la abrazara y su padre la felicitara. Y de alguien que la quisiera.
En sus pensamientos preadolescentes enmarcados por lo que ella no sabía que era una severa depresión, no se dio cuenta que vertió una y otra vez, gotas en aquel medio vaso. Hasta que perdió la cuenta.
Tomó el vaso, lo miró. Y de golpe lo bebió todo. Tenía un sabor a dulce. Luego a una amarga medicina.
********
-Molly, yo...yo...no sé que pasó...yo solo quería dormir y tomé...tomé algo...- Dijo aquel fantasma celeste de pestañas largas y cabello lacio.
Molly se puso de pie y se acercó a ella. Le acarició el rostro y lo sintió helado.
-Andrea, linda, ¿Qué paso? ¿Dónde está tu cuerpo? Dime por favor que no...que no estás...- Molly comenzó a lagrimear. No organizaba bien sus ideas.
-Debe estar en mi casa. Después de tomar la medicina me fui a dormir a mi cuarto.
-¿Qué medicina tomaste, Andrea?- Preguntó Scracht preocupado.
-Clonazepam, gotas. Las usa mi mamá para dormir y yo quería...solo dormir y no pensar más.-
-¿Cuántas tomaste?-
-Yo...no me acuerdo...-
-Ok, niñas, esa cosa en un cuerpo tan pequeño en dosis no medidas puede provocarle un coma. Es decir que aun puede estar viva. Sin embargo, su corazón podría detenerse en cualquier momento.
Scratch tomó la mano de Molly y de Andrea. -¡Debemos ir a donde está! ¡Llevar su cuerpo a un hospital o algo!
-¡Cierto, Andrea!, ¡Estoy segura que aún hay tiempo!- dijo Molly y ambos hicieron a salir por la ventana. Entre dos fantasmas podrían llevar bien a Molly hasta la mansión Devenport.
Pero un tirón los detuvo. Andrea no se había movido.
-Andri...¿Qué pasa? Tenemos que darnos prisa, tu corazón podría detenerse en cualquier momento.-Comentó Molly.
Andrea se tomó de un brazo. Se le veía triste. Se movió un poco dándoles la espalda.
-Molly...dime, ¿Qué caso tiene?
-¿Qué caso tiene QUÉ?
-Si me quedo así, podría vivir aquí contigo, ¿cierto? ¿Me darías cabida?
Los ojos de Molly se abrieron al máximo.
-Pe-pe-pe-pero Andrea, ¿no entiendo?
-Mis padres no me quieren. Y yo ya me cansé de pedirles que me quieran. Mi casa es una cárcel en realidad. Yo quisiera vivir con una familia como la tuya. Me es imposible viva, y ahora que, sin querer, me morí. Pudiera quedarme aquí...con ustedes.
-Andrea, no hablas en serio.-Dijo Scratch- sé que a veces soy frívolo con el tema, pero realmente créeme cuando te digo que eso que acabas de decir es una muy, muy mala idea.
-¿Es decir, que no me quieren aquí?
-Andri, no es eso. Siempre serás más que bienvenida aquí, realmente te queremos todos. Pero así no puede ser...
-Andrea,- Intervino Scratch- realmente no quieres esto. Sé que tus padres son unos irresponsables que no se dan cuenta de la maravillosa niña que eres. Pero la muerte es un hecho inevitable que llegará quieras o no. La vida, por otro lado, es muy corta y única.-
Andrea se elevó por el cuarto y comenzó a dar vueltas. Luego se les quedo viendo sonriente.
-No tengo ese dolor en el pecho. Puedo volar y me siento feliz.
-Luego será soledad y tristeza.
-Yo no te veo triste a ti, Scratch.
-Bueno, eso es porque tengo a Molly y a los demás.
-Yo también te tendría, ¿cierto Molly?- Y Andrea agarró con ambas manos el rostro de su amiga quien solo le veía con los ojos grandes y brillosos.
-¿Molly?-
Pero la niña comenzó a llorar. A ahogarse. Se empezó a soplar con las manos. Molly soltó un llanto de pronto profundo y fuerte. Andrea bajó la mirada a sabiendas.
-¡No quiero que mueras!- Le dijo con voz rota. El llanto de Molly atrajo la atención de toda la casa. Sharon entró de golpe con un bat de béisbol dispuesta a defender quien estuviera haciendo llorar a su niña gritona. Pero encontró a Molly llorando muy triste, mientras abrazaba a un fantasma que ella no conocía.
-Molly, cariño, ¿qué pasa? ¿Ella quién es? - Molly se separó de Andrea y a pesar de su aspecto fantasmal, Sharon pude reconocer a la niña que apenas en la tarde le había visitado.
Soltó el bat y se llevó las manos a la boca al reconocerla. Retrocedió hasta dar con pared.
-Eres...la niña Devenport...
Andrea asintió un par de veces mirando tristemente hacía un lado.
-Molly, ¿es que ella...falleció? ¿Cuándo? ¿Cómo?
Bueno,- apresuro Scratch- La niña tomó un calmante pasándose con la dosis. Creemos que esta en coma, pero tenemos que encontrar su cuerpo para llevarla al hospital.
-¿Y qué hacen aun aquí?
-Ella no quiere despertar.- Dijo tristemente, Scratch.
Al igual que su hija, los ojos de Sharon se abrieron desmesuradamente. Mira el fantasma de Andrea.
-Pero ¿por qué? Aun te podemos salvar, aún hay tiempo.
Andrea voló suavemente hasta quedar frente a Sharon. Luego la abrazó y la señora le recibió el abrazo.
-Que pasa pequeña. Eres hermosísima y tienes mucho por qué vivir.-
Andrea lloró un momento.
-Es que...en mi casa no me quieren. Soy poco menos que un trofeo. Y me sentía tan triste que...-
-¿Fue por lo que dije esta tarde? ¡Oh por dios! Pequeña, no era mi intención que te sintieras así...yo no sabía que...
-No, no es su culpa. Son mis padres. No les importo de verdad y mi mayor deseo es una familia. Una familia que me quiera. Yo no pensaba morir, solo quería descansar como lo hace mamá cuando toma esa medicina. Pero ahora que he muerto...quisiera estar con ustedes.
Sharon sentía el dolor de la niña, pero tampoco había tiempo que perder.
-Andrea, por favor, permítenos llegar a tu cuerpo y salvarte, luego podrás hablar con nosotros todo lo que quieras.
-Y luego volveré a una casa vacía, aún más vacía que antes.
-Te propongo un trato. Una vez que te despertemos, te quedas esta noche aquí hasta que hablemos con tus padres, ¿te parece?
-¿Y luego qué?
-Si vemos que no dan una respuesta, les decimos que te quedas con nosotros y que cuidaremos de ti por un tiempo indefinido. Como unas vacaciones. - Sharon no tenía idea de si lo que estaba diciendo iba a funcionar en realidad, pero necesitaban llegar al cuerpo de Andrea lo antes posible.
-¿Me lo promete?
-Es promesa de Mcgees.- Dijo sonriéndole.
Entonces Scratch, Molly, Sharon y Andrea partieron rumbo a la mansión Devenport a toda velocidad en el vehículo familiar.
El primer problema fue que sus padres no estaban y Andrea por obvias razones no tenía una llave.
-¿Dónde están tus padres?
-En una fiesta de personas ricas que recaudan fondos para proteger a los caracoles de jardín, o algo así.
-Bien, Andrea, ve con Scratch a tu cuarto y traigan tu cuerpo aquí. He llamado al 911, una ambulancia viene en camino.
-¿En que momento llamaste al 911, mamá?- Preguntó Molly.
-Mientras manejaba. A mi no se me muere Andrea.-
*******
Despertar fue tan extraño.
Lo anterior ¿había sido un sueño?
Abrí los ojos de súbito y me incorporé en la cama como cuando uno sueña que se cae de un árbol. Luego un enfermero me hizo recostarme nuevamente.
La señora Sharon entró y sonrió dulcemente mientras me veía. Luego entró Molly quien me abrazó con fuerza. No vi a Scratch.
-¿Cómo te sientes linda?- Preguntó Sharon.
-Tengo algo de náuseas y mareo, pero de allí en fuera me siento bien, señora.-
-El médico dice que no entraste en coma, solo en un sueño muy profundo que ralentizó tu corazón. Pero que si hubo peligro de que tu respiración se detuviera. -
Bajé los ojos y sonreí con tristeza. El dolor en mi pecho y la sensación de vacío, habían vuelto.
-Pues, que bueno, ¿no?- Sonreí.
-¿Qué si que bueno?- Interrumpió Molly. -No sabría que hacer si te hubiera pasado algo.
Me ha tomado de la mano. -¿Me...llevarán a su casa?- Dije con una suavidad que era muy diferente a mi voz normal. Esa que me suena en mi blog y en mis redes. Esa con la cual me presento en la escuela. Una voz insegura que odio mostrar.
-Claro, primor.- Dijo Sharon.- Esa era la promesa.
Entonces fue que entraron mis padres. Mi sonrisa se esfumó mientras se acercaban a la cama alejando a Molly y a la señora Sharon de mí. Desde allí me hicieron saber lo decepcionados que estaban conmigo por haber intentado suicidarme, que no lo esperaban de alguien con mi "madurez", que tantos años de darme todo y que les pagaba así. Los enfermeros sacaron a los McGee de la habitación y mi padre dio indicaciones para que me trasladaran a un hospital especial, donde posteriormente sería trasladada a un centro de rehabilitación para jóvenes suicidas, donde estaría varios meses hasta que me consideraran reformada.
Lo que yo opinara no importó. Mi versión no importó.
Cuando trasladaban mi camilla fuera del cuarto, la señora Sharon y Molly obstruyeron el camino. Explicaron que yo no había intentado suicidarme, si no que intentaba dormir, pero había medido mal la dosis.
-¿Y ustedes le creyeron?- Respondió mi padre; el cual mando personas que los quitaran del camino.
Sharon les gritó que me encontraba muy deprimida porque yo creía que ellos no me amaban, que necesitaba de atención y cariño y no una serie de doctores que solo querían dinero. Le reiteraron que no se metiera en lo que no sabía.
-¡Dénmela a mí!- Gritó la Señora McGee. -¡Yo sé cuidar niños con problemas! ¡No les cobraré un centavo y podrán verla cuando quieran! ¡Déjenla a mi cuidado!
Sonreí como hacía mucho no lo hacía cuando la escuché, me limpié un ojo. Era un indicio, un esbozo, un "algo" de una familia. Luego mi padre sonrió fastidiado y siguió sin detenerse.
Molly se escapó a uno de los guardias y se acercó corriendo, me dijo al oído.
-No te rindas, mandaré a Scratch para que no te deje sola. Algo haremos, pero vamos a ir por ti, Andrea.
Te haremos una Andrea Mcgee.-
Yo, atrapada en una cama, imposibilitada para cualquier cosa, le sonreí solo para decirle:
"De eso estoy segura, Molly, aunque tenga que morir para ello."
**********
En algún momento esto se volvió una novela coreana. Pero no me arrepiento.
Salvemos a Andrea y hagamosla una Mcgee.
Saludos y gracias por los comentarios.
Gendo Uribe.
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