❄ Género: Romance | Fluff
❄ Palabras: 1K
❄ Sinopsis: Donde Baekhyun pasa frío despreocupadamente y Chanyeol lo cuida entre un par de bufidos y varios gruñidos.

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El primer bus de la mañana aparca frente a ellos. Sus puertas verdes se abren y los pasajeros con destino a la Torre Namsan, abordan sin siquiera leer que «El nuevo shampoo con extracto de coco deja tú cabello más suave y sedoso» que promociona Lee Min Ho, ahora tiene un envase azul bonito y no amarillo pollo feo.

El viento arrecia y las mejillas de Baekhyun se tiñen de rosa. El frío corta su suave piel y a su lado, Chanyeol observa a su hyung, quien parece no caer cuenta del color tan bonito que están adquiriendo sus abultados mofletes.

— Torpe — le gruñe el alto mientras rueda los ojos y se saca la máscara negra del bolsillo, poniéndola sobre el rostro de Baekhyun, quien permanece inmóvil al sentir sus grandes manos entrando en contacto con su fría piel.

— No dejes que se caiga — le espeta el castaño a su lado con visible irritación, porque el cubre-bocas es lo suficientemente ancho como para no encajar del todo en el pequeño rostro de Byun.

El segundo autobús del día hace su cotidiana parada y al correrse el metal azul, el chófer parece más amable que el gruñón señor que no deja de hablar por el móvil. Una madre echa a correr a unos metros de la parada con su bebé en brazos y Baekhyun sujeta fuerte la puerta del bus, observando al chofer que aguarda paciente frente a él.

— ¡Por un demonio, arranque ya! — se impacienta el hombre Mi-vida-es-mi-móvil y detrás del bajito rubio que detiene el autobús, Chanyeol vuelve a gruñir.

— ¡Niño! ¡O subes o no, pero deja el bus andar! — le reta el hombre y el más alto de ambos siente el fuerte impulso de tomar por las axilas a Baekhyun. Levantarlo en el aire y hacerlo sentar junto a él, porque no quiere escuchar más a ese idiota hablándole así.

La madre alcanza el bus y sonríe a Baek antes de pagar. Así, el chico se aleja y el vehículo echa a andar. El rubio vuelve a su lugar y una nueva brisa de viento le despeina los cabellos que no se ha esforzado verdaderamente en peinar aquella mañana logrando en el acto que Chanyeol bufe. Otra vez.

— ¿Has visto el clima hoy antes de salir? — reclama, pero se quita la mochila que cuelga de su hombro y la abre rebuscando algo que no llama la atención de Baekhyun como el llavero de perrito que le regaló al alto dos meses atrás y que este prometió no usar jamás.

El menor de ambos cierra el bolso y con el gorrito negro que suele llevar ya en sus manos, se acerca hasta colocarlo en la pequeña cabeza de su acompañante quien nuevamente es demasiado pequeño para embonar correctamente en la prenda.

— ¿Por qué has bordado una «B» en el gorrito? ¿Acaso te llamas Bark Chanyeol? ¿Bayeollie? ¿Park Bayeol? — el rubio continúa divagando en sus propios pensamientos y Chanyeol niega con la cabeza cuando un tercer autobús se detiene en la parada.

Siguiendo la ruta que pasa frente al Museo de Historia, el bus abre sus puertas y de él bajan dos personas. La primera, es una pequeña niña que va al Instituto de la mano del que parece ser su hermano mayor.

— ¡Seulgi-ah! ¿Me estás escuchando? Si vuelves a salir de casa sin tú bufanda, no volveré a comprarte dulces saliendo del colegio — se queja el chico con visible irritación y antes siquiera de que Chanyeol pueda espetar que «Mira, Baek, no eres el único que no piensa en el clima», el rubio ya se ha puesto de pie y se encuentra sacándose la única prenda que cuidó tomar antes de salir de casa.

— ¿Qué estás haciendo? — le inquiere aquel chico, mientras Baekhyun enrolla la bufanda gris que ha sacado del armario alrededor del cuello de Seulgi.

— No debes enfermarte si quieres comer muchos dulces y jugar con tus amigos. Yo no necesito mi bufanda, pero es claro que tú sí... — le dice el rubio a la niña y ella le sonríe mientras su hermano la arrastra para alejarse, aparentemente apenado de haber llamado tanto la atención.

Chanyeol gruñe y re gruñe y niega con la cabeza, al tiempo que el tercer bus se aleja siguiendo su ruta y el cuerpo de Baekhyun vuelve hasta su lado, tiritando de frío.

Nuevamente, el alto bufa, gruñe y maldice. Y se saca el abrigo y lo echa sobre Baekhyun mientras espeta duramente que:

— Si no metes los brazos se va a resbalar y si se resbala y se ensucia entonces tú lo lavaras — antes de que el rubio ensarte sus brazos en las mangas de ese largo abrigo y su cuerpo parezca dos veces más pequeño de lo que realmente es.

Finalmente, el cuarto autobús hace su parada y Baekhyun toma la mochila que dejó en el asiento detrás de él y se la echa a los hombros antes de subir. Las mangas del abrigo son tan largas que sus manos no alcanzan a salir y se ve en la necesidad de trotar por el pasillo hasta un sitio vacío, antes de que el auto se ponga en movimiento. Chanyeol vuelve a gruñir y Baekhyun lo observa pagar y caminar hasta él antes de mirar por la ventana cuando el alto toma asiento a su lado y juntos y en silencio recorren el trayecto a la Universidad de Seúl.

Cuando bajan — cuando Baekhyun atisba al pequeño Luhan en la entrada del edificio principal de la Facultad de Literatura — sus pies se elevan en puntas frente a Chanyeol y sus manos bajan la máscara para dejar al aire sus labios que se impactan contra la mejilla de un amargado Chanyeol que se vuelve piedra al sentir su cálido tacto.

— Suerte en tus clases, Channie. Nos vemos a la salida — y el rubio se aleja y se detiene a unos metros, volviéndose a verle para agitar la mano que oculta bajo es larga manga de un abrigo que no es suyo y volver a correr donde su amigo le espera.

Entonces Chanyeol sonríe y niega con la cabeza, porque ha intentado ser menos él y más Baekhyun. Amar al rubio de esa forma torpe y dulce como lo hace el bajito. Sin embargo, Chanyeol sólo puede amarlo como lo hace.

Entre gruñidos, entre rodadas de ojos por toda la inocencia que despide Baekhyun y abrigos calientes que cubran del frío a su pequeño novio de porcelana. Porque Chanyeol ama a Baekhyun con todo lo frío de su personalidad y todo — absolutamente todo — lo cálido de su corazón.

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