Nos encontramos
Los rayos del sol de la tarde brillaban con intensidad sobre el conjunto de tiendas que conforman un modesto mercado ubicado a las orillas de un puerto pesquero; la humedad y el olor salado de las costas inundaban el aire, y el tintineo constante de monedas, así como el bullicio de un mar de voces llenaban el ambiente con el típico ajetreo que se esperaba encontrar en un lugar tan concurrido. A simple vista, no era más que otro día normal en la ciudad de Kardia, pero no por mucho tiempo. De pronto, reclamos y el ruido de objetos rompiéndose irrumpieron en la monótona calma del caos controlado del mercado, mostrando ante los ojos perplejos de la multitud, el cómo tres figuras pasaban sobre ellos cual tormenta retumbante.
La escena de una persecución se gestaba como las olas salvajes de un diluvio inexorable que arrasaba todo a su vista, como un retrato desastroso de una obra cómica carente de risas, en la que, lo que se podía describir como una gata del tamaño de un adolescente promedió de trece años, vestida sólo con harapos y de pelaje marrón, era la actriz principal detrás de todo.
La pequeña figura de Anne se movía desesperadamente entre la multitud, galopando sobre sus cuatro patas esquivando a todo el mundo cuanto podía en movimientos ágiles y equilibrados aun cuando el espacio que se le brindaba era tan limitado, algunas personas le gritaban o trataban de detenerla, pero la carrera de Anne no flaqueaba ni un solo instante.
—¡¡VUELVE AQUÍ MALDITA LADRONA!! —gritaban los orcos corpulentos que la perseguían, ellos no tienen ningún reparo en empujar a la gente en su camino, centrados únicamente en atrapar a la felyxdae que huía de ellos.
—¡Alto! ¡Detente en este mismo instante! —otras voces además de gritos sin sentido se oían llegar a espaldas de Anne, pronto, algunos guardias de la ciudad se unieron también a la persecución, las fuerzas de la ley no hicieron preguntas o una investigación, ellos eligieron un bando rápidamente y sin dudarlo. La pequeña felyxdae pronto se vio perseguida por toda una muchedumbre que clamaba por un pedazo de ella, el mercado ahora parecía la recreación fidedigna de un campo de caza infernal, donde la ignorancia y el prejuicio yacían de espectadores en pleno disfrute de los albores de la histeria colectiva.
—¡ATRAPENLA!!
El pelaje de Anne se erizaba ante toda la atención que recibía, aquellas miradas inquisitivas... los gritos de odio sin ningún motivo... la hacían sentir tan indignada... y muy asustada.
—No te detengas —Anne se repetía constantemente para que su ira y el miedo no nublara su juicio—¡Ignóralos y sigue corriendo! —mientras corría, Anne cubría sus oídos con sus patitas para protegerse de los insultos que le arrojaban y como un consuelo hacia sí misma... El fluir del dolor de las lágrimas parecía ser inevitable... todo era demasiado para ella.
Anne quería lanzar algún reclamo, defenderse de tan horribles calumnias, pero sabía que era preferible guardar su aliento para poder seguir corriendo... Anne era consciente de que sus palabras no serían escuchadas, todo el mundo la había juzgado tan pronto como fue acusada, nadie le creería ni, aunque tuviera razón... Detenerse no era una opción discutible, ella no quería averiguar lo qué le harían si la atrapaban...
Y es que Anne es una felyxdae después de todo, "señores de los gatos" en su lengua común, "falsos felinos" en las lenguas de otros, exiliados y marginados, ante los ojos del mundo entero, la especie de Anne solo era vista como vulgares ladrones o asesinos despiadados, racialmente se los tachaba de timadores o astutos maquiavélicos que quebraban el alma. Aun cuando los errores venían de unos pocos, la raza entera de los felyxdae siempre ha sido repudiada... y el que uno de ellos fuera el responsable de la muerte del emperador Alexandros hace quinientos años... fue el último clavo en el ataúd, y la excusa necesitada que los dejó estigmatizados en lo más bajo y ruin de la sociedad para siempre... los convirtió en plagas... en los chivos expiatorios de todos los males, en el pozo sin fondo donde la gente podía descargar todo su odio sin consecuencias.
A los felyxdae se les prohíbe entrar en cualquier ciudad o pueblo, muchos son maltratados, abusados... o hasta asesinados por el simple hecho de existir... Son criaturas sin derechos o un hogar.... en las murallas de la ciudad de Arthemis siempre puedes ver sus cadáveres frescos colgando como una advertencia, en los pueblos de Mirella y Naphalys, su piel se vende a buen precio, y en gran parte del continente de Phobos, sus testículos son considerados como un afrodisíaco excelente para tener muchos hijos. Y Kardia... si bien Kardia es uno de los pocos lugares que les permite la entrada a los felyxdae... el lugar no les brinda nada más que calles frías y amargas bienvenidas, al racismo y a los prejuicios de la gente poco les importa que se haga con ellos... nadie los ve como personas, solo cómo animales... pero, aun así, es mejor ir ahí que ser cazado en otros lugares donde vive la gente de "bien". Anne no tuvo la mala suerte de nacer como una felyxdae... sólo tuvo la mala suerte de estar en el lugar incorrecto y en el momento incorrecto... toda su vida...
—No se los daré, esto es mío y de nadie más —Anne pensaba mientras se aferraba fuertemente a la fuente de todo este cruel malentendido, un collar de plata con un colgante de rubí en el centro, el último recuerdo de sus padres, y el cual aquellos orcos la acusaban de robar—Ellos son los verdaderos ladrones... solo vieron mi collar y empezaron a gritar mentiras... Y-yo... yo no debí venir aquí... debí pasar la noche en el bosque como hago siempre... ¡Eres una tonta Anne! —ella se reprendía a sí misma, pero eso poco o nada podía calmar el pánico que empezaba a pulular en su pecho cual colibrí, los pequeños estragos del miedo pinchaban sus ojos.
Anne solo había querido conocer la ciudad, dormir en una cama caliente y probar el pescado fresco por la mañana... solo eso... ella siguió las reglas, no miro a nadie, no hablo con nadie, siempre se mantuvo alejada... pero aun así... la vida encontró una forma de atormentarla. Anne nunca pidió ser molestada... nunca pidió ser acusada de robar algo que es suyo... ella no es nada más que una viajera errante que recoge basura para sobrevivir, ella no es una asesina, no es una apostadora, solo es Anne...
—¿Por qué las cosas siempre tenían que ser así? —ella no sabía qué era lo que había hecho mal para que la vida la tratara de esa forma... perder a sus padres cuando todavía era un cachorro, tener que vivir huyendo porque la gente la odiaba sin razón... estar siempre sola, a la deriva de las tinieblas del miedo y la incertidumbre... Anne se preguntaba cuándo llegaría el día en que todo su tormento terminase... cuando los dioses se cansarían de su sufrimiento y la dejarían en paz... cuando dejaría de caminar sola y errante por un sinuoso sendero lleno de monstruos sin corazón... Anne se preguntaba... cuando finalmente encontraría el hogar que tanto anhelaba...
No pasó mucho para que el cansancio mordiera en el andar de las pezuñas de Anne, sus piernas temblaban, y el respirar se le volvió difícil, pasar dos días sin comer y dormir correctamente le pasaban factura a su cuerpo justo ahora que más lo necesitaba. Anne solo pudo seguir corriendo por unos cuantos segundos más hasta que el agotamiento la obligó a detenerse... sus pasos cansados la dejaron justo frente a un callejón sin salida.
Los ojos de Anne se abrieron como platos, las garras frías del miedo destrozaban su espalda. Los pasos detrás de ella se acercaban, coros mordaces de voces malditas.
—¡¡Nononononono!!
El miedo se desbordaba con fuerza de los ojos de la felyxdae mientras dejaba escapar maullidos desesperados y raspaba la pared del callejón con sus garras... su corazón acortaba su respiración desde lo más profundo de su pecho... ella temblaba, aunque la presencia del frío era inexistente...
—No... por favor... —Anne rogaba presa del horror, sus ojos revisaban el callejón con una angustia desmesurada.
Y de entre la neblina del miedo, como si un milagro de Althemys diosa de la fortuna se tratase, los ojos afilados de Anne dieron con una puerta de madera que yacía a su izquierda... había estado tan asustada que no la había notado hasta ahora.
Las sombras de los perseguidores de Anne se agrandan sobre el umbral de las calles que daban al callejón donde ella se encontraba, el vociferar de aquellos gritos sin sentido parecían sacudir las grietas del concreto envejecido... la felyxdae miro a la puerta solo por un segundo fugaz... y no dudo.
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La seda suave de verdes cortinas se mecía levemente al son de la ligera brisa de la tarde, permitiendo que las luces cobrizas del cielo moribundo cruzaran libremente a través del cristal de varios ventanales circulares, bañando el interior de una gran habitación que, antes de la llegada de los rayos del atardecer, se hallaba pobremente iluminada. Allí, se podía ver el vacío ordenado de una taberna libre de cualquier alma, carente de música, clientes u algarabías, solo había silencio, el lugar en si mismo parecía el reflejo de un cementerio lúgubre desolado por las crueles garras del tiempo, el polvo, telarañas, y una pizca de amarga melancolía. Un suspiro profundo se oía reverberar en la forma de un eco ligero que podía abarcar toda la habitación gracias a la ausencia de cualquier otro sonido. La figura de una elfa oscura yacía detrás de la barra, apoyada sobre el mostrador con una expresión sumida entre el aburrimiento y la exasperación.
—Uhm... Estúpida religión de Demeah y su estúpido lunae de la pureza... —las palabras roncas de Darcy se oían cortadas por la guillotina de un profundo cansancio. Entre bostezos y gemidos espontáneos, el anaranjado de los ojos de la elfa oscura yacen perdidos en la nada, mirando fijamente hacia la quietud desértica en la que se hallaba envuelta su queridísima taberna; su rostro desdibujado descansaba sobre la palma de su mano derecha, mientras los dedos de su mano libre golpeaban rítmicamente los bordes de la madera de la barra como si de las teclas de un piano se tratasen, una gran botella de licor marcada con una etiqueta en un idioma desconocido descansaba medio vacía a su lado... no había un vaso a la vista—Ugh... vaya día más de mierda he tenido... primero, hace un calor del infierno, luego mi único ayudante decide largarse y dejarme todo el trabajo a mi sola, y para guinda del pastel, nadie ha venido aquí ni siquiera para desearme los putos buenos días... —el soliloquio de Darcy suena desordenado, la elfa le habla a la nada como si a esta le importasen sus problemas, y no, no estaba ebria—¡Es la doceava vez este mes, todos días festivos!, ¡¿Quién demonios no bebe en los putos días festivos?! ¡¿Qué le pasa a la gente de esta ciudad?! —la elfa oscura recuesta su cabeza contra la fría madera del mostrador—Kardia es un antro de asesinos, prostitutas, ladrones, embaucadores, esclavistas, violadores, secuestradores, ¡Y un largo etc! —golpeó la mesa—¡Pero oh sorpresa!, resulta que, a pesar de ser lacras sociales, lo peor de lo peor, ¡También son jodidamente religiosos! ¡Religiosos! —Darcy lleva su mirada desordenada hacia una de las muchas mesas vacías de la taberna—¡¿Puedes creerlo?! Jajajajajaja ¡Es absurdo! —su risa carece de cualquier rastro de alegría, cuando dejó de reír y se dio cuenta de su pantomima, la elfa estuvo tentada a terminarse el resto de la botella, pero en su lugar, se desplomó una vez más sobre el mostrador dejando escapar un largo suspiro—Ughhhhh... solo a mí se me ocurre abrir una taberna en una ciudad como esta...
Darcy es la dueña de la taberna "El núcleo del Leviatán" un humilde establecimiento ubicado en el distrito sur de Kardia cerca de los muelles; ex asesina de la orden de las Hermanas Sombrías, luego de sufrir una lesión y un trauma que la dejó marcada de por vida, la elfa oscura dejó atrás la capucha negra de su antigua orden, resolvió (en su mayoría) los conflictos morales de su conciencia, y dedicó el resto de sus días hasta ahora a cuidar de sus hermanas pequeñas y cumplir su sueño de su infancia de abrir una taberna exitosa. Y si bien durante los primeros meses desde su apertura, El núcleo del Leviatán gozo de mucha popularidad entre los residentes y no residentes de la ciudad, las festividades de ley seca instaurada por la religión que gobierna en Kardia, y la apertura de nuevos lugares de júbilo que ofrecían experiencias aún más extravagantes, han dejado a la taberna de Darcy poco a poco en el olvido (que la halla ubicado en un callejón difícil de distinguir tampoco había ayudado mucho que digamos), la elfa oscura odiaba ver el fruto de años de trabajo duro y esfuerzo desmoronarse tan fácilmente...
—Al menos Marcy y Marky no están aquí para decirme "te lo dije"... —Darcy suspiro, el brillo de sus ojos se posó por un breve instante en su regazo, contemplando el esculpido de la prótesis de madera que yacía en el lugar donde alguna vez estuvo su pierna derecha, el sentimiento de una gran nostalgia florecia en su pecho—Quién hubiera pensado que la vida civil sería tan aburrida y llena de decepciones —ella comentó con una extraña alegría, estirando sus brazos ligeramente entumecidos por la falta de movimiento—Ugh... bueno al mal tiempo buena cara, será mejor que busque otra fuente de ingresos si no quiero tener a esas dos chillando sobre mis oídos por no pagar la pensión de su tonta escuela de magia a tiempo... —Darcy se levantó del taburete en el que estuvo sentada por horas, y procedió a guardar lo que quedaba del licor que había estado bebiendo—Espero que el viejo Aldo tenga algo de trabajo para mí... ya no puedo rebanar cuellos como antes, pero- —la elfa oscura no pudo terminar esa línea de pensamiento cuando la puerta de la taberna se abrió y cerró de golpe, el tintineo de una pequeña campanilla era todo lo que podía oírse por algunos segundos.
La elfa oscura se volteo para anunciar que el lugar ya estaba cerrado, mas los ojos de Darcy no vieron a nadie, (al menos no de inmediato), fue tal su despiste, que ella estuvo a punto de tomar aquella intromisión solo cómo una broma de mal gusto producto del pésimo sentido del humor de su estrés postraumático, pero al bajar su mirada hasta la mitad de la puerta, fue ahí que se topó con la trémula figura de una felyxdae que luchaba por retener el oxígeno en sus pulmones. Decir que aquella vista la sorprendió sería quedarse corto, la elfa se quedó completamente muda, por alguna razón que ni siquiera años después llegaría a descubrir, Darcy se quedó hipnotizada por la extraña visitante que había irrumpido tan de repente en la melancolía de su ubérrimo sosiego. Darcy solo se dedicó a mirar a Anne por varios segundos llenos de silencio, no paso mucho tiempo antes de que las miradas de la elfa y felyxdae se cruzaran.
—¿H-hola? —Darcy saludó torpemente "¿Puedo ayudarte? "
La felyxdae no respondió, ella solo olfateo el aire balanceando su cabeza de forma curiosa, para después gatear de un solo tirón por toda la sala hasta saltar sobre la barra y caer detrás del mostrador justo al lado de Darcy, todo aquello en tan solo un flash de medio segundo. La elfa oscura no pronunció palabra alguna, solo parpadeo repetidas veces, con la expresión perpleja de su rostro marcada por la sorpresa y la intriga.
Anne no se da cuenta o ya de plano ignora el par de ojos anaranjados que quemaban su espalda, la felyxdae estaba muy ocupada en regular su respiración, y calmar los aleteos dolorosos de su corazón. Encogiéndose lo mejor que podía detrás de la barra, el azul en los ojos de la felyxdae viajaba de vez en cuando sobre la puerta por la que había venido.
Una sonrisa se estiró de forma inconsciente en los labios de Darcy mientras sus ojos analizaron sin pestañear todo de la pequeña felyxdae... el como ella apoyaba sus patitas sobre el mostrador y miraba de reojo sobre el borde del mismo con su naricita toda arrugada en concentración... su pelaje esponjoso que la hacía parecer una nube andante... ese curioso olor a cedro y vallas que despedía...
—¡Dioses que adorable es! —Darcy chillo internamente.
Hipnotizada, Darcy se vio muy tentada a acariciar la cabeza de Anne, pero la elfa oscura despertó de su burbuja cuando noto que el pelaje de Anne se erizaba, la elfa estuvo a punto de preguntarle qué pasaba, cuando se vio interrumpida una vez más por la abrupta apertura de la puerta de su taberna. Está vez se trataban de cuatro guardias de la ciudad, seguidos de cerca por dos orcos con serios problemas de sobrepeso.
—¡Allí está! —gritó uno de los orcos señalando a Anne, quien dejó escapar un chillido horrible y se acurrucó tan fuerte contra el piso tras el mostrador que parecía que iba a fundirse en él.
—¡Sal en este momento o las cosas serán aún peores para ti!
Darcy frunció el ceño, la elfa ignoró a sus nuevos invitados no deseados, observando cómo Anne estaba al borde de las lágrimas temblando de miedo, mas ella no trataba de huir o luchar, la pequeña parecía haber aceptado su destino... Darcy empezó a ver rojo en ese mismo instante.
—Lo siento por las molestias Darcy, pero- —uno de los guardias empezó a hablar, pero Darcy no lo estaba escuchando, ella estaba preocupada por la felyxdae que había entrado en su taberna buscando ayuda.
La elfa oscura solo tuvo que mirar de reojo a aquellos orcos y los guardias para hacerse una idea de toda la historia.
—Guárdate las disculpas para alguien que realmente crea en ellas Percy —Darcy dijo, interrumpiendo el protocolo de palabrerías que usaban los guardias cuando irrumpían en cualquier propiedad privada—¿Que quieren gordo y súper gordo con esta pequeña?
—¡No te metas en esto orejas largas, esto no te incumbe!
—Si no quieres tener problemas con nosotros más te vale-
—Huy mira cuánto miedo tengo —Darcy se burló—Entran gritando en mi puta taberna, tienen el descaro de amenazarme —Darcy le regaló un fugaz vistazo a Anne quien ahora la miraba expectante, la elfa le dio una sonrisa de "no te preocupes yo me encargó" y siguió hablando—Y, por si fuera poco, me entero de que están acosando a mi nueva ayudante —la elfa oscura señaló sin ningún desliz u cambio de expresión que demostrara que aquello era mentira. Una mueca de horror e incredulidad marcaron el rostro de Anne, y Darcy se hubiera reído de aquella expresión si no tuviera que mantenerse sería—Así que creo que este problema me incumbe demasiado cerdito—Darcy se dirigió a Anne—¿Trajiste las cosas que te pedí cariño? —la elfa preguntó armando el trasfondo de su acto, aquello salió tan natural y suave que incluso Darcy se sorprendió de sí misma... ella solo esperaba que Anne le siguiera el juego.
—N-no señora... —Anne respondió rápidamente y sin vacilar, su voz ronca por el llanto era tan pequeña que apenas podía oírse, aun así, tenía un color tan hermoso que Darcy tuvo que clavarse las uñas en su pierna para no chillar de la emoción.
—¡No me vengas con mierdas tú maldita-
Darcy fulminó al orco con la mirada, y este se calló enseguida.
—Ellos me interrumpieron antes de que pudiera realizar las compras... —Anne miró nerviosa a todos, y luego agregó un "lo siento" que solo Darcy pudo oír... ella sabía que la felyxdae se disculpaba con ella por otra cosa.
—Está bien —Darcy le dijo a Anne con el mirar apacible de sus ojos—¡¿Ven lo que hicieron?! —gritó con una ira fingida (¿fingida?)—¡Más les vale que hayan tenido una buena razón para molestar a mi ayudante cuando estaba trabajando, o juro por Sefir que esta habitación se llenara de sangre! —arrojó una mirada asesina los guardias y los orcos al mismo tiempo que sacaba una daga de la sombra de sus largos cabellos y la clavaba en el mostrador, todos retrocedieron unos pasos, el aire de pronto olía a muerte, incluso Anne se vio afectada.
—Uh... —Percy habló—S-si lo que dices es cierto D-Darcy... bueno, tú muchacha está metida en un serio problema...
—¡Esa pequeña bastarda se robó nuestro collar de plata! —los orcos gritaron antes de que el guardia pudiera continuar.
—Si... eso...
—¡Eso es mentira! —Anne gritó, la fuerza de un valor renovado al sentirse segura al lado de aquella extraña que la defendía sin ningún motivo—¡Este collar es mío!
—¡Ja! ¡Como si alguien fuera a creerle a una puta rata como tú! —pero ellos empezaron a burlarse.
—¡Solo hay que mirarla para saber que miente! ¡Es una sucia pordiosera! Si no fuera culpable no habría salido corriendo en primer lugar.
El pelo de Anne se erizo por tercera vez en el día... pero ella no dijo nada, estaba cansada... Por su parte Darcy se estaba conteniendo con todas sus fuerzas de matar a aquellos orcos ahí mismo, mas en lugar de dejarse llevar por las llamas de la ira que recorrían sus venas, Darcy desvió su mirada hacia Anne, esta vez para observar de cerca el objeto detrás de toda esta discordia, la elfa se preguntaba por qué no lo había visto antes.
Darcy solo tuvo que mirar el collar de plata por unos segundos, para después estallar en una carcajada estridente que provocó que todas las miradas en la habitación estuvieran sobre ella.
—¡De qué mierda te ríes!
—Darcy por favor no nos hagas perder más el tiempo, solo entrega a la chica y-
—No les voy a dar una mierda —Darcy espetó, el filo de su mirada parecía cortar almas—Ese collar es de artesanía élfica.
—¡Y eso que-
—ESO significa que ustedes dos son unos ladrones de mierda sin cerebro —Darcy soltó un suspiro—Incluso para robar algo tienes que tener una pizca de sentido común e investigar. Las joyas élficas siempre tienen una runa que sirve como mecanismo de defensa para que hijos de puta como ustedes no las roben —Darcy señaló su cuello, la línea de una sonrisa retorcida pintó sus labios—Ya sea un anillo o un collar, si no eres el dueño original y usas el objeto esté se encogerá hasta asfixiarte o destrozar tu dedo —la elfa oscura chasqueo sus dedos y el hilo latente de una pequeña llama surgió de las puntas—Y eso si es que puedes llegar a tocarlo, ya que si lo haces, tu piel se prenderá en llamas. Jejeje es un método brutal, pero funciona muy bien si me lo preguntas —Darcy señaló a Anne, quien al igual que todos los presentes se veía visiblemente horrorizada por lo que la elfa había dicho—Yo la veo a ella muy bien, asique eso quiere decir que es la dueña original del collar.
—¡M-mientes! —uno de los orcos siguió insistiendo, pero por el temblar de sus piernas Darcy supo que no duraría mucho.
—¿Eso crees, cerdito? —la malicia danzaba en las burlas de la elfa—Podemos hacer una prueba, ven a tocarlo y veremos si miento o no.
El silenció volvió a reinar de forma espesa sobre la habitación, nadie se atrevía a moverse o hablar, los orcos se veían frustrados al estar de espaldas contra la pared, los guardias inútiles se veían nerviosos y totalmente fuera de lugar, Anne estaba quieta con los ojos abiertos cual farol, lista para huir si tenía que hacerlo, y Darcy, ella solo sonreía, portando la mirada engreída de alguien que saboreaba el dulce néctar de la victoria.
—Pagaras por esto puta elfa... —dijeron los orcos antes de aceptar su derrota y salir de la taberna. Con la dimisión de tal calumnia y sin nada más que hacer, los guardias los siguieron y también se fueron sin más. Darcy soltó un gruñido molesto, le hubiera gustado que la felyxdae recibiera una disculpa y tal vez una indemnización por las molestias, pero sabía que no tenía caso, en su lugar prefirió centrarse más en Anne, quien tan pronto todos se marcharon había soltado el aire contenido de sus pulmones y se desplomó de rodillas al suelo, parecía que le iba a dar un ataque.
—Hey hey, tranquila chica, ya se fueron —Darcy se acercó presa de la preocupación a Anne tratando de calmarla. Sabrán cuán grande fue la sorpresa de la elfa cuando en respuesta a su buena voluntad es recompensada por un abrazo de la felyxdae.
—Gracias... —Anne logró decir entre lágrimas aferrándose a la ropa de Darcy con fuerza, como si temiera que esta fuera a desaparecer y todo no fuera más que una cruel mentira. La elfa sonríe con simpatía cubriendo a Anne con sus brazos también, la felyxdae se ve tan pequeña y frágil en sus brazos que Darcy teme que pueda llegar a lastimarla.
Darcy no sabía cómo explicar el porqué de sus acciones... solo sabía que en cuanto vio a Anne entrar en su taberna, justo cuando se topó con las súplicas de sus ojos celestes mirándola, sintió la necesidad de protegerla, Darcy odiaba las injusticias más que cualquier cosa... ser una elfa oscura no era precisamente un lujo... el racismo y la discriminación estaba siempre a la vuelta de la esquina... pero en su caso era algo tolerable... al igual que todo el mundo Darcy sabía por las cosas horribles que pasaban los felyxdae, y la asqueaba... nadie debería recibir ese tipo de trato...
La elfa oscura se preguntaba por cuánto dolor tuvo que pasar Anne hasta encontrarla, cuanto tuvo que haber suplicado por ayuda sin que nadie se la diera...
¡Como si alguien fuera a creerle a una puta rata como tú!
¡Solo hay que mirarla para saber que miente! ¡Es una sucia pordiosera!
Hacía mucho tiempo que Darcy no sentía tantos deseos de matar...
—Y-yo siento mucho los problemas que te cause... —Anne dice luego de un tiempo, la felyxdae no se aleja de los brazos de la elfa, su voz ya no es quebradiza por el dolor del agotamiento, pero sigue siendo pequeña y débil.
—No te preocupes por eso, odio a los que se aprovechan de los demás —Darcy la consoló, vacilante, la elfa trazó las puntas de sus dedos sobre el pelaje de Anne y al no obtener una negativa o reclamó por parte de la felyxdae el ligero toque de Darcy pronto se convirtió en suaves caricias—¡¡Dioses es muy suave!! —la elfa chillo internamente mientras podía acariciar la cabeza de Anne—¿C-como te llamas por cierto? Yo soy Darcy...
—A-anne... —tartamudeo ante los mimos de Darcy sin rastro de querer detenerla, nadie nunca la había acariciado, bueno... alguien lo intento una vez... pero fue una experiencia tan horrible para Anne que la volvió muy aversiva del contacto físico, sin embargo, con Darcy se sentía diferente... le gustaba... la hacían sentir en paz... como si nada más que solo aquellos dulces toques sobre su pelaje fueran lo único que importaba en el mundo.
La felyxdae no pudo evitar soltar ronroneos complacídos, nunca en su vida se había sentido tan segura como ahora... era una sensación tan extraña que la mareaba... las palabras y actuar de aquella elfa oscura se repetían una y otra vez en su mente... Anne estaba feliz y tan confundida... nadie se había preocupado por ella antes... mucho menos la habían defendido... y cualquier otro felyxdae en su situación vería en las acciones de Darcy cómo un engaño de dobles intenciones... pero Anne... ella no podía explicarlo en palabras que tuvieran sentido, pero contra todo su mejor juicio, sentía que podía confiar en Darcy...
—Es un lindo nombre... —la elfa tarareo, el gris de la piel de su rostro se pintaba ligeramente de rojo al oír los ronroneos de Anne.
Pérdidas en su pequeño mundo de ensueño, la felyxdae y la elfa oscura prolongaron la calidez de aquel abrazo por varios segundos que para ellas se sintieron eternos, hechizadas por lo íntimo de su cercanía como si sus cuerpos hubiesen sido moldeados para permanecer juntos. Los ronroneos de Anne eran lo único que podía oírse atravesar el umbral del silencio, eso claro hasta que los rugidos hambrientos de su estómago decidieron matar el momento. Con la ilusión rota, Darcy se alejó rápidamente de Anne víctima de una gran vergüenza, la realización de lo mucho que se había dejado llevar por la calidez de aquel abrazo la golpeó con severidad, Anne solo un gemido decepcionado, la separación fue tan abrupta que la felyxdae pensó que había ofendido a Darcy de alguna forma.
—Lo siento... —Anne se disculpó—Con todo este problema me he olvidado de que no he comido nada en todo el día...
—¡Está bien! Y-yo... —Darcy se apresuró a decir negándose a mirar a Anne—Dioses, ¿Qué demonios me pasa? —su cara ardía en llamas—Eso es muy normal, has tenido un día difícil, espérame aquí, D-déjame ver si tengo algo para ofrecerte.
—¡N-no! Está bien, ya has hecho mucho por mi... —Anne se apura en declinar cortésmente—Yo no tengo con qué pagarte...
—No tienes que hacerlo, iba a almorzar de todas formas, además no me importa seguir contando con tu compañía... —Darcy casi se atraganta con su lengua—Y-ya sabes, P-por qué la comida sabe mucho mejor cuando la compartes con alguien...
Anne solo asintió ligeramente con la cabeza enfocando sus ojos en la elfa, la felyxdae no sabía qué más decir, no estaba acostumbrada a hablar mucho con la gente, pero tampoco iba a rechazar la comida gratis. Por su parte, Darcy se sintió pequeña ante la mirada ilegible que Anne le regalaba, mientras se dirigía a la trastienda de la taberna, la elfa se preguntaba en qué estaba pensando la felyxdae.
—Es muy linda... —era lo que Anne pensaba.
Más pronto que tarde Darcy regresó con dos cuencos humeantes en sus manos, despedían un aroma que Anne nunca había olido antes... no era muy agradable. Hay que decir que la elfa oscura no era la mejor cocinera del mundo... la amargura del primer bocado sólo confirmó las sospechas de Anne... ni siquiera sabía que estaba comiendo, el contenido parecía una maza negra y burbujeante... sin embargo, había sido hecho para ella... la felyxdae no recuerda cuándo fue la última vez que alguien le ofreció algo de comer...
—No está tan mal... —Anne pensaba entre cada bocado, el fantasma de lágrimas sin derramar rozó el pelaje de sus mejillas.
—¿Estás bien? —Darcy preguntó—Sé que cocino mal... pero no tan mal como para hacerte llorar...
—Sabe horrible... —Anne se río—Pero aun así... es la mejor comida que he probado en mucho tiempo... —una gran sonrisa pintó los labios de la felyxdae, un pedazo de su corazón impregnado en un gesto de agradecimiento genuino—Muchas gracias...
—O-oh... E-está bien —Darcy sentía que podría desfallecer bajo la luz de aquella hermosa sonrisa—C-como todo lo que quieras... Una niña en pleno desarrollo como tú lo necesita si quiere crecer grande y fuerte.
La alegría en los ojos de Anne se atenuó, Darcy lo notó de inmediato.
—Umm... ¿Dije algo malo o...
La elfa no obtuvo una respuesta inmediata
—No soy una niña...
—Eh?...
—Tengo veinte años...
—Oh...
La tela fibrosa de un incómodo silencio las cubre brevemente, la elfa y la felyxdae desvían sus miradas.
Por alguna razón, más allá de la vergüenza, aquella nueva información trajo una extraña sensación de calma que hizo sentir a Darcy menos nerviosa alrededor de Anne, como si una puerta llena de posibilidades le hubiese sido abierta solo para ella. El corazón de la elfa oscura aleteaba con fuerza, el sudor corría por sus manos y su frente... mientras más miraba a la felyxdae, mas la elfa oscura sentía que las llamas de algo que aún no comprendía del todo florecían en su pecho.
—No puedo dejar que se vaya... —Darcy pensaba, no quería que Anne se fuera todavía, no podía concebir el hecho de que la felyxdae cruzara por la puerta de su taberna y no volviera nunca más, las palabras "proteger" y "mantener" roían en su cerebro como una orden que estaba dispuesta a cumplir.
—Señorita Darcy... —con un ligero susurro es el llamado de Anne que logra sacar a Darcy de sus profundos pensamientos, la felyxdae ya había terminado de comer y ahora miraba fijamente a la elfa oscura, su mirada conflictiva denotaban que estaba luchando con las próximas palabras que quería decirle—Y-yo... estoy muy A-agradecida por todo lo que ha hecho por mi... —Anne juega con las puntas de sus dedos, la elfa oscura oye cada palabra con atención—Y sé que me dijo que no le debía nada... pero no me siento bien conmigo misma aprovechándome de usted de esa forma... y SE que usted no lo ve a sí... pero... yo sí... —Anne bajó su cabeza rearmando sus pensamientos, Darcy espero pacientemente—Yo me preguntaba... si... S-si podría trabajar aquí y ayudarla en su taberna como pago por toda su ayuda... ¡Yo prometo que no seré una molestia para usted! S-se cocinar muy bien... y tengo la fuerza suficiente para cargar el cuádruple de mi propio peso... también... —Darcy interrumpió las divagaciones de Anne, soltando una larga carcajada... estuvo tan cerrada en sus pensamientos que la elfa oscura no se había dado cuenta de que la felyxdae tenía el mismo dilema que ella... ninguna quería alejarse de la otra.
—Estaba bien —Darcy acepta la propuesta de la felyxdae—Será bueno tener algo de ayuda, no tienes idea de lo difícil que es dirigir este lugar yo sola —comentó mientras toma los cuencos vacíos en sus manos—No es que sea una vaga cansada, pero no tener una pierna en serio te debilita demasiado jejeje...
—¡Trabajaré muy duro se lo prometió señora Darcy!
—Por favor no me digas señora, solo Darcy está bien, me haces sonar como si fuera una anciana... sólo tengo veintisiete años... Pero, en fin, ¿qué tal si te llevo a tu habitación y te explico de camino todo lo que tienes que hacer? —la elfa empezó a subir las escaleras que llevaban al segundo piso de la taberna.
—¡¿Habitación?! —Anne exclamó sorprendida siguiendo a Darcy de cerca, algo cálido florecía en su pecho.
Y mientras la elfa oscura y la felyxdae seguían su camino hasta el segundo piso, todo el resto del mundo desapareció a su alrededor, solo sus voces y su compañía era todo lo que importaba ahora, y todo lo que les importaría el resto de sus vidas.
Cual acto de las hadas del roció, gotas de lluvia empezaron a caer poco a poco, el viento aullaba al son de una suave brisa helada que besaba a todo lo que se encontraba en su camino. La noche pronto había caído en la ciudad de Kardia, el frío y la oscuridad eran quienes gobernaban sus calles ahora, sin embargo, en el interior de El núcleo del leviatán, la calidez y la luz reinaban cual paraíso de alegrías y manjares. La figura de una joven felyxdae dormía plácidamente entre los brazos de la elfa oscura que la había salvado, la delgada tela de una sábana blanca cubría el pudor de sus cuerpos desnudos, los restos de sus ropas adornaban el suelo, y el perfume intenso del sudor y el deseo ahora en reposo bañaban la habitación como el vestigio del acto desenfrenado que se había gestado ahí fruto de un amor a primera vista, los ronquidos de Darcy y el ronroneo de Anne se oían como el coro de una bella melodía, a la elfa oscura y a la felyxdae la vida les había pagado solo con horrores y sufrimiento, la felyxdae y la elfa oscura habían visto y hecho cosas que las perseguirán para siempre en el mundo de sus pesadillas, ellas habían estado solas y recorriendo un camino lleno de tinieblas y monstruos, pero ahora que se habían encontrado, y por primera vez en toda su vida, podían tener algo de paz, podían empezar a vivir. Aún no estaban seguras de lo que eran, o en lo que se volvería su relación, pero de lo que sí podían estar seguras, es que mientras se mantuvieran juntas, todo estaría bien.
Fin
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