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-¿qué te causa gracia?-
El seseo característico en Antonio, causaba revoluciones en Dolores.
-los libros en los que siempre creía que un muchacho algo mayor me dirá "yo no hago el amor, yo follo"-
-mi estimada- dijo, dejando de besarla -yo si le haré el amor, algo mayorcito me encontró pero lo haré-
-no está mayor para mí, solo está conservado-
-amén a eso-

La temperatura del ambiente parecía incrementar, sus manos rozando la espalda bien trabajada de Antonio, mientras que él, relajaba el momento con besos en el cuello y susurros de amor en todo su ser.
¿Pasaría? ¿Él la dejaría despúes de eso? ¿Sabrá que ella no tiene practica? ¿Dolerá? A decir verdad, no dejaba a nadie llegar hasta esa parte.
Le temía a sentir manos ajenas en su pequeño ser.
Un beso en el hombro silenció todo. Ambos se miraron, él volvió a comer su carne y ella estaba pasmada viendo la devoción que Antonio le transmitia.

       -.-

-si piensas que voy a escuchar a Dolores o Aura o como sea que se llame estás equivocada- Antonio, cegado por la ira prosiguió -¿que les pasa las chicas de tu edad? ¿andan cambiándose de nombre como por magia?-
-calmate- cortó Lorena -si con lo que te cuento y te muestro no te basta, estas mal asesorado, amigo-
Ese "amigo", hizo que la recordara.
Su vil mentira, su poca sinceridad, ¡él era un hombre enamorado! ¡se había enamorado hasta el tuetano de aquella niña! Puso su mundo de cabeza, le había construido un palacio de cristal para que reinara y ella le pagó con eso.
Las rosas tienen espinas, pensó en silencio.

-.-

-para que dejes de estar jugando al soldadito valiente- Alejandra había ingresado a su casa, sin su permiso, sin su compromiso, por demás mortificada e impetuosa.
Golpeó su pecho con un sobre.
Antonio temía por estos arranques, a menudo, Alejandra sacaba sus dotes de detective y urgaba de más en la vida del resto -¿está aquí?-
El silencio reinó, dando a entender todo.
Ella sacó del bolso de piel un encendedor y un cigarrillo, los encendió y provocó molestia -no creo que le joda que lo haga, se "fuma" a mi marido ¿estamos pares, no?-
-ex- dijo Antonio, debía defenderla
-a ver si despúes de lo que verás, defenderás a esa pequeña impostora-
Jaló del respaldar una silla, provocando todo el daño posible, rompiendo la calma con un estridente ruido, rallando el piso.
Sentandose muy oronda, muy ella. Esa actitud era terrible.
-¿porqué ahora?- dijo Antonio, sin entender las ganas de Alejandra contra Dolores.
-¿hablo por mí o por los niños?- se apoyó confiada -sabes, cuando la ví, ese día donde ustedes, par de idiotas, creyeron que no la reconocería, ¿como no? Si es toda tu linea Antonio.- soltó una risa falsa -flacucha, sin gracia, morena, ojos gigantes...-
-¿como entraste?-
-¿importa?-

Antonio emanaba decepción por los poros, ¿esa mujer que hablaba era la mamá de sus hijos? ¿La que hace un año lloraba arrepentida? ¿La que aceptó el divorcio? ¿La que aceptó ser infiel por no recibir lo que daba?

-no te expreses asi, por favor-
-supongo que presentabas presentarle a los niños, ya que viven juntos, ¿te has puesto a pensar que dirán sus padres? ¡saliste en los tabloides! ¡tú el macho que me criticaba por salir en una foto! ¿Una carrera de 15 años por un calentón de veintitantos?, que verguenza Antonio-
-callate, callate por favor Alejandra-

Y así ambos, llegaron a la cita pactada, con sentimientos encontrados y ganas de hablar de más, Antonio entendió que no podía huir más, ahora Dolores, Aura o como se llamase había salido de su vida.
¿Que mas podía lograr?
Ya la había cagado, o eso sospechaba.
¿Dolores robaría cosas suyas para venderle a los medios? ¿Como quedaría después de eso?.
Con cautela abrió el sobre, un acta de nacimiento, esa única hoja de papel blanco habia nublado lo que el venía sintiendo hace seis meses, sintió un nudo en la garganta, empezaba a temblar, sus ojos, perdía la claridad de lo que veía
-¿porqué haces esto?-
-no me lo agradezcas, sólo que resultaste ser demasiado bueno, demasiado noble y ella, bueno, una sudaca de mierda-
-¡cállate!-

-.-

Su respiración era entre cortada, estaba absorto por todo lo que Lorena contaba, entre lágrimas, como consolando su alma al narrar las desgracias de su amiga.
-¿como se que no me mientes?-
-¿enserio? Eres demasiado insensible para estas cosas, Dolores tiene una orden de restriccion en contra de este sujeto, por eso es que nunca de acosto con nadie...- y bebió de su trago -ella no tiene vida social a causa de ese tipo, su madre pagó un dineral ya que en la prisión lo liberaron por buena conducta, peero
-golpeó la mesa- el tipo es un sociópata en potencia, así que por eso lo internaron en una clínica-
-a todo esto ¿dónde esta la madre y el padre de Dolores?-
-ambos están divorciados, o eso es lo que me contó, el papá tiene una familia, un hijo de la edad de nosotras, así que supongo que ese divorcio tiene pene y gastos de un muchacho común- Antonio escupió el sorbo de su bebida, Lorena tenia ese humor terrible
-¿tienen poder? Digo, hay que tener poder para mandar a la gente a una clínica-
-solo te diré que Dolores con un solo lagrimeo puede hacer que su madre compre un departamento mejor que el nuestro pero mi amiga, fanática del dolor, decidió no depender de ellos-
-¿tú conoces al hermano de Dolores?-
-mucho- Lorena rió al recordar aquellas noches compartidas con ese muchacho
-¿es bueno con ella?-
-siempre tuvieron una extraña relación, como esos gemelos malignos, me dan escalofríos a veces-
-osea, se frecuentan- Antonio iba dibujando de a pocos el rostro de aquel muchacho, suponia que debia tener mucho en común para ser catalogado como su gemelo.
-la verdad, ya no deberia contarte más, tu prejuzgaste a Dolores sin saber su pasado-
Y ahí, entre bromas crueles y cosas del destino, entendió que a Dolores, a su Dolores, a su Aura, la habían vejado, la habían ultrajado siendo una niña, que su primer novio la dejo con cortes, heridas y desgarros en el alma.
Se había conmovido hasta los huesos, ya no había forma de desligarse de aquel sentimiento de culpa que lo abordó.
Recordó cada palabra malinterpretada, cada gesto de dolor que ella emitía, si, la había cagado tremendamente.

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