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-como que estás muy formal para ir a ese baño común- Lorena ni lo había visto del todo, pero ya lanzaba su veredicto
-eh, es cómodo- añadió Antonio
-una polera, unos pantalones y esos zapatos y estabas listo matador- Lorena se sirvió una cerveza, enseñandosela a él, se la lanzó, con dificultad Antonio la capturo, estaba nervioso.

Estas muchachas eran terribles.

Ella, al darse cuenta de su nerviosismo, sonrió -siempre supe que a Dolores le fascinaban los pinguinos de marinela, pero contigo abusó-
Causo una carcajada en él, ¿lo había comparado con un chocolate?
-subete la manga- tomó un sorbo de su cerveza -despeinate, voy a verla, creo que se murió o algo, además me pone incómoda estar contigo, eres como tu personaje, escalofriante con o sin anteojos, amigo-
-gracias Lorena- dijo Antonio moviendo la lata
Lorena, desapareciendo de su radar, fue por el corredor hacia la habitación de Dolores, él, como un perro obediente, trataba de acatar el pedido.
Hizo lo que pudo con ese cabello, llevandolo por detrás, corriendolo y saliendo de su perpetuo orden, luego, su interés se centró en aquella camisa vino tinto que compró específicamente para esa noche, ¿quién iba a imaginar que una salida sería ir a un bar underground?
Torció un poco la boca en desacuerdo por ese pensamiento, e hizo lo que fue sugerido.
Arremangó aquella camisa, hasta los codos, bien puesta, se sacó el resto del pantalón, ¿quedaba bien?.
Que ridiculez por dios, golpeó con la mano su frente, tenía cuarenta y tantos, no podía ya ni competir contra el mocoso que le tocó el hombro a Dolores.
A pesar de ese simple gesto, él sabía de sus intenciones, los hombres se reconocen, la forma en como la miraba, la manera en como la escoltaba, si, ese polluelo quería aquel gusano.

Vió sus arrugas, las cuales solo se marcaban de más si sonreía, se dió animos, los necesitaba. Examinó su teñida nuevamente, era algo o ponerse colores horrorozos, no, él no pasaba de los tonos frios hasta el negro.
Los pasos se intensificaron y dejaron de importar las peripecias por las cuales pasaria cuando vió un minivestido entubado en su cuerpo, ¿dejaría ir a su hija así? ¡que terrible! Pero a la vez, que excitante verla mas desenvuelta y sin tapujos.
Su hija tenía tres años, ya tendría tiempo para esconderle esa ropa.
Dolores era una mujer incomparable y no era su hija.
Traía unas botas gigantescas, algo de maquillaje oscuro y su cabello totalmente lacio, si que se había esforzado.
Lucía de maravillas, casi casi una mariposa negra de alas brillantes, alas nocturnas.
Él le regaló una sonrisa, de esas que dan los chicos cuando ven a su crush por primera vez para una cita, si, Antonio se estaba convirtiendo en un jovenzuelo de nuevo, no había duda.
Anonado por tal escena, sucumbió ante el arrebatador intento de robarle un beso, el cual, causo gran sorpresa en Dolores, quién aún con los ojos abiertos, le seguía el cariño.
Al separarse, ambas rieron.
Antonio no entendía.
-¿te atendió bien?- le dijo Dolores, Antonio aceptaba con la cabeza, ella lo examinó de arriba a abajo, de costado, para atrás, ¿Antonio estaba hechando culo?, como fuese, le encantaba esa idea.
Sus ojos oscuros rondaban por todo su cuerpo.
Acercándose sigilosamente, depositó un beso en su cuello, susurrando -qué varonil se ve usted hoy-
Él, erizado a más no poder, pero sin perder la galanteria del momento -totalmente suyo, señorita Marquez-
-¡son tan lindos!- gritó Lorena desde la cocina -que me dan ganas de estar soltera-

-¿ustedes se reunen tan tarde?- gritaba Antonio, ya que la música de fondo era demasiado para su gusto.
Si así se escuchaba afuera, ya maliciaba como se escucharía dentro.
Dolores asentió con la cabeza, una sonrisa "inocente" seguida de esa mirada de compadecete de mí, completaron su escena.
Antonio, con un dedo en la boca, casi haciendola callar -me debes una Dolores-
-luego podrás llevarme al bingo de la benficencia si quieres- respondió tan rápido, que su astucia causaba risa
-¿bingo?- remató él -¿qué te hace pensar eso?-
-ustedes- dijo haciendo circulos con los dedos
-¿los viejitos no hacen eso?-
A penas Antonio iba a responderle, Camila gritó sus nombres desde la puerta de entrada donde ambos aguardaban.
Ella, como la novia disfrazada con su galán de turno, avanzaron tomados de la mano, el hombre de seguridad apuntó algunos datos en el tablero, jaló el brazo de Dolores, que sin inmutarse le extendió y presiono un sello extraño, ¿no tenía tinta?, lo mismo iba a ocurrir con Antonio, que prefirió hacer todo eso solo, sin que el sujeto presionara su brazo, se dejó colocar dicho sello.
Cuando iban a pasar, las luces se apagaron, en una fracción de segundo, el pasadizo se abria para volverse una sala gigantesca de dos plantas, todo neón, entonces, Antonio se dió cuenta de aquel sello, era un pase.
-¿te sientes bien?- le dijo Dolores
-si, solo no estoy acostumbrado a que me sellen como cerdo para matadero-
-perdón, para la próxima le daremos una invitación formal, firmada por los monarcas de España, como a usted le gusta-
-¿qué?-
-cierto, cosas de adultos-
Antonio, inmediatamente, la giró contra él, su respiración tocaba su pequeña nuca de cabellos ahora lacios, puso ambas manos sobre sus hombros, obligando que su acompañante rozara su trasero contra su miembro ya despierto a causa de ciertas ojeadas al micro vestido y prosiguió -cosas de adultos, lo que traigo bajo el pantalón, cosa de adultos lo que te haré si dejas de seguir siendo tan bélica, cosas de adultos lo que ese niñito que te tocó hoy jamás te dará, vamos Dolores ¿seguirás con eso?-

Dolores quiso girar para verlo y él, ejerciendo su poder, lo impidió -niña curiosa-
Ambos rieron, Antonio podía jugar su mismo juego, mientras que Dolores trataba de discimular su enrojecido rostro, tras su cabello.
Su otra amiga llegó hacía ellos, saludando de dos besos a Dolores, pero al verlo, no lo reconoció, reconfortandolo de todas formas
-¿es tu novio?- le dijo, Dolores asintió -esta muy guapo el hombre-, saltando hacia él, le dió un abrazo y siguió hablando -¿quién diría que traerías novio?- el tono de su voz era igual al aspecto de su rostro, totalmente sorprendido
-a ya tu sabes quién le dará un papatús, no dejaba de hablar mal de tí y tu "viejo" novio-
-que hijo de puta- gritó Dolores
-todos pensamos que traerías un sugar daddy pero, amiga, ¡este no está nada viejo!-
-¿sugar daddy?- dijo Antonio
-olvidalo, la fiesta está por empezar-

-yo, yo, yo no se qué decir Dolores- dijo, mientras daba pequeños giros a su acompañante -¿así se baila esto?-
-el electro house, ajá- dijo entre risas, el grupo de Tomas ya había pisado el escenario, pero no fue nada gratificante verlo, en realidad, él había sido un completo patán con ambos, ni los saludo, pasó de largo y quiso sacarlos del sitio.
-¿te sientes bien?- repitió al ver decaer su estado de ánimo
-es raro, ya que siempre vine o sola o con los chicos de la clase, no había problemas en tomar de más o sólo vacilar, pero contigo, tengo que ser más cuidadosa...-
-¿y eso está mal?, no tengo porqué limitarte, eres dueña y ama de ti misma, lo único que cambió es que yo puedo vigilarte para que como buen tornado, no dejes desorden a tu paso-
Dolores estaba cayendo lentamente -¿y si estas semanas se extienden?-
-en mi casa, en nuestra casa, siempre tendrás una cama ordenada, un chocolate exquisito y claro, una nota, ya que yo voy a cuidarte, como mi rosa cautiva-
-¿me encerrarás?- se reía al imaginarse cautiva, pero cautiva de buena manera para Antonio
-no, eres libre y eso es lo que me encanta de tí, pero, seamos sinceros, estos días libres, fuera de la grabación, sólo me has tenido a punta de caricias, televisión, comida y así sucesivamente, no sé si Lorena recoja los condones cuando entre por su maquillaje-
-eres terrible, pues sí, no te equivocas- los besos iban y venían, algunos más sonoros, carnales y pasionales que otros.
Las manos de Antonio sólo llegaban a su espalda baja, aún tenía recelo de tocar mas abajo, cosa que causaba mucha risa en Dolores -¿porqué no me tocas?- le susurró
-¿aquí?- Antonio se sorprendía cada vez más
-es que eres tan adorable, que te lo mereces- comprendió la carga del mensaje, levantando sus fieros ojos, lo observó, Antonio estaba sonrojado, con la boca un poco abierta, ¡lo había logrado!, era muy tímido para admitirlo, eso era lo que cautivaba tanto, que a pesar de ser un hombre, su niño interno seguía intacto.
-me vas a volar la mente, Dolores-
-¿qué?- ella no pudo contener la risa -¿te da más miedo una chica como yo a que te saquen fotos los tabloides? ¡vamos bien, hombre!-

La sonrisa se desdibujó, Antonio no lo había pensando, giró la cabeza casi perseguido y si, varios muchachos que por ahí pululaban, ya lo habían reconocido.
Dolores había captado el mensaje con solo mirarlo, había "tocado carne".
Dejaron de brincar, de saltar, de sudar y empezaron a sentirse cohibidos, pequeños.
Mentirían si dijeran que aquellos pensamientos no habían dejado heridas, los shots pasaban de lado a lado, Lorena estaba de Dj para ese entonces y la barra libre era totalmente suya.
Tragos iban y tragos venían, la canción de Cecilia Krull le traía malos recuerdos a Dolores, que gustosamente recibía la ronda de gaseosas, ignorando que la cerveza iría a parar donde Antonio, que al parecer ya estaba empilado.
La primera foto grupal llegó, juntandolos a ambos a pesar del incómodo momento y él la besó.
Estaba disminuyendo la tensión, pensó.

-¡acá estás!- un grito proveniente de la multitud, provocó un ligero brinco en Dolores, que ya tenía un remolino en la cabeza
-hola Tomas, ¿recuerdas ah...?-
-si- interrumpió -eres la sensación del lugar, ¿esta bien que haya venido?-
-¿puedes ser menos puerco?- Dolores le dió un codazo, que cayó en sus costillas, -tiene derecho a divertirse-
-¿siempre eres así, callado?-
-¡Tomas!-
-me da curiosidad su personaje, él, las actrices de la serie son bárbaras, Do, ¿viste la serie verdad? Debes ser muy comprensiva, digo, tiene sexo con dos mujeres hermosas, ellas son increibles, sin spoilear...-
Todo enmudeció, la voz cargosa y molesta de Tomas parecía ser un pitido, ese pitido de nuevo.
era cierto, por salud mental, Dolores decidió no ver la serie y ni precisamente porque no entendiera el trabajo de Antonio, sino por las reiteradas inseguridades de su adolescencia y traumas pasados que se convertían en sus fantamas nocturnos.
Antonio sujetó su mano y como queriendo parar lo que haría, habló primero -¿a que viene todo esto? Te he visto todos estos días perseguir, acosar y hasta afanar a Dolores aún en contra de su voluntad y a sabiendas que soy su pareja...- logró captar la mirada de ambos, Tomas que no podía digerir lo que sucedía ya que siempre había tenido a un Antonio pasivo y a veces ausente, mientras que Dolores abría los ojos a más no poder, ¿pareja?, ya hablarían después, pensó.
-¿te gustaría eso? Y más encima te aprovechas de agarrarme por el lado del trabajo para ¿que? Es bajo amigo, es muy bajo y a diferencia tuya, no necesito golpear nada ni a nadie para conquistar a Dolores-
Dejandolo con la palabra en la boca, siguió su ruta hasta la salida, con Dolores detrás y sujetando su mano, ya no pensaba esconderse.

Un grito llegó-perdón señor, es que en mi casa me enseñaron a respetar a los adultos mayores-
-¿es enserio Tomas?- le gritó Dolores girando al verlo aproximarse - que te pasa-
-ay por favor Dolores , sabemos como terminará esto- y tomó su brazo, ella forcejeo un poco, pero el la pegó mas a su lado -sabemos como terminan los hombres en tu vida, ¡como yo! Como muchos en este bar, ¿quién no fue victima de la mantis Dolores?-
Antonio sintió el tirón y giró, ver la cara incomoda de ella y en lo abusivo que podía ser el otro, se acercó, bingo, Tomas había logrado lo que quería, provocar a Antonio e irritarlo, si peleaban, pensó, lo sacarían de aquí por mala conducta -¿no sabías, Antonio? ¿No te lo contó?, es cierto, ella no cuenta nada- dijo entre risas -el corazón seco le decimos-
Dolores tiró de él, pero cada palabra hacía ecos en Antonio que en un rápido movimiento, lo sujeta del cuello,  suspendido en el aire, a casi centimetros del suelo, mientras que con su mano libre, impedía el golpe de Tomas.
Dolores ya no sabía que más hacer, ahora si todos lo miraban, todos, no había ojo o boca en el local que no focalizara su atención en lo que pasaba.
-Antonio, para, por favor- Dolores jalaba de su camisa
-date cuenta de una vez- presionó más su cuello, Tomas estaba rojo, luchando por aire o por no morir en la vergüenza grupal, aún agitaba las manos, pero ya no había punto de comparación, Antonio lo había sometido de una manera bochornoza- te lo cuento de la manera más pausada, ya que a una mujer no se le toca, no se le grita, no se le exige mi estimado y si no quieres terminar dando pena ajena a cuanto te vea, no te acerques a Dolores-
Al soltarlo, impactó contra el suelo y un leve quejido salió de su boca.
Dolores con la sorpresa y la molestia a cuestas, abrió camino a todos, ni sus amigas, ni Lorena habían anticipado lo que pasaría, qué terrible escena.

-no debimos haber ido, lo siento tanto- decía Dolores mientras se quitaba los zapatos y los arrojaba en algún lugar de la sala -sé que no es un lugar para tí, peor con tu trabajo, creo que te traje para mal-
-son jóvenes, ¿quién no lo ha hecho?-
-¿tú lo has hecho?-
-yo era muy calmado, aprendí a defenderme a causa de la vida- lo miraba autocompasivamente, vaya a saber si Antonio era todo lo contrario a lo que es ahora.
-¿tanto así?-
-Dolores, yo no era el tipo que soy ahora- y empezó a desabrocharse la camisa, exhibiendo aquellos pectorales, que quiraban el habla, él al darse cuenta de ese gesto, sonrió -yo, yo no era de peleas ni nada de eso, fui demasiado tranquilo a decir verdad, era flaco, largo, con espinillas, aire melancólico y un fumón en potencia, las chicas no me veían, solía pasar mis vacaciones en una casita de campo, regresaba a clases y así sucesivamente, mis hermanos mayores se llevaban todo crédito, hasta que me enamoré a los veinte y me case a los treinta, acabo de tener hijos, es una vida realmente aburrida-
-¿nunca tuviste un amor prohibido?-
Él negó con la cabeza
-o sea, soy algo como...- y rió -¡te lleve a sitios donde nunca fuiste! Soy como, ¿tu profanadora?- se tapó la cara con las manos
-eres el amor de mi existencia -dijo quitando esas diminutas manos de esmalte negro- ese que llega después del peor error de tu vida-
-¿sientes algo por mí?- inclinó su cabeza para mirarlo, él tenía un aire extraño, aire que sólo los artistas natos, observadores de la vida, rescilientes como Dolores, podían verlo.
Las mejores cosas fluyen de ebrios, dicen.
Él asentió, giró para verla y se encontró con sus ojos gigantes, con aquel maquillaje que ahora le hacía lucir como un pequeño mapache -por favor Dolores, no me digas que no lo sientes-
-¿es normal para tí ir dandonos besos por ahí?-
El reproductor de musica se encendió, programado como despertador, con una lista ya puesta.
Ambos miraron al equipo de audio, luego, acompañaron la sinfonía con carcajadas, eran cosas de locos.
-esa mierda siempre suena a esta hora-
-¿y porqué?-
-Lorena trabajaba hasta esa hora para un bar, se suponía que era un aviso para ir por ella, pero...-
Las palabras fluían de la menuda boca de Dolores, la forma en como levantaba esas cejas oscuras, las manos pequeñas en su explicación, las risas y ese jadeo de puerco que odiaba tanto.
Esa frente que solía arrugar con cada sorpresa, bajando hasta su nariz, que de a ratos tomaba colores rojizos debido al constante roce de sus manos, sus labios y su mentón.
Ese mentón pequeño y redondo.
Tan besable.
La deseaba, pero no como para poseerla una noche, la deseaba para darle besos antes de dormir, bañar sus sábanas en afecto al caer la madrugada, cuidar sus sueños y despertarla a punta de vergazos.

(Error de la escritora)

cuidar sus sueños y despertarla con gemidos otorgados para ella, esa era la manera de como deseaba tenerla.
Se había enamorado hasta los cabellos.
-te amo- sólo eso salió de aquella boca, ella, sin siquiera entender el ritmo de su narración, su agitación o algo más, sólo acarició su rostro
-ven- se puso de pie -bailemos-
-oh, el señor Sabina nos hará el honor...-
-tu compañero de nacionalidad-

Y matarme contigo si te mueres
Yo no quiero comerme una manzana dos veces por semana
Yo ni quiero Paris sin aguacero y Venecia sin tí
Ni carne ni pecado
Muchacha de ojos tristes, es que mueras por mí

Porque el amor cuando no muere, mata

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