18
La vecina del frente de su departamento los miraba asombrada, estaba regresando de dar de comer a sus gatos y se encontró con tal escena. Dolores se acomodaba a duras penas el cabello revuelto mientras que Jeffrey con los ojos cerrados sonreía y se acomodaba en una esquina del elevador. Bingo. Los habían pillado de la manera más vergonzosa posible.
¿Se sentirá raro coger en el elevador? ¿Hace cuantos años no se sentía descubierta por un adulto? Pensaba, aunque ya le había dado enorme show al vigilante por medio de las cámaras de seguridad.
-buenas noches Do- remarcó la señora Ángela, ahora carente de su característica sonrisa y pomposa vigorosidad.
Miró para el lado en el cual jeffrey estaba recostado y lo ignoró, solo aclaró la garganta falsamente y con la mirada puesta en los números, prosiguió -pensé que te vería más temprano-
-tuve una cita de trabajo, Ángela- ella giró a ver a Jeffrey que la miraba de una manera pícara y a la vez perversa, como si pronto se abalanzaría sobre ella y ninguna señora podría impedírselo.
Ese hombre. Ese hombre le estaba haciendo romper todas sus reglas.
Aquella sensación en su vientre bajo volvió. Cada vez que pensaba en Jeffrey aparecía y no ella excitación pasaba a segundo plano, aunque no desaparecía.
-ah, oye niña ¿sabes que está prohibido mantener todo tipo de contacto en los servicios públicos de este lugar no?- el pitido la interrumpió y de inmediato las puertas se abrieron, la anciana a paso lento salió del cubículo y giró a verla -dale mis saludos a Aura-
La puerta cerró sus respuestas junto con la presencia de aquella invasora señora de metro cincuenta.
Dolores soltó un amplio suspiro y la risa de Jeffrey apareció, haciendo una mueca de disgusto volteó a verlo y él a las justas podía seguir con todo, la risa lo vencía. Se veía adorable con sus ojos cerrados y su nariz arrugada, era como un gigante oso de felpa negro, con olor varonil.
-cuidado mueres- dijo ella irónicamente, ya que Jeffrey se había sonrojado ante el la advertencia, ella no comprendía el nivel de chiste que tuvo aquella escena, más suponía que su mamá a estas horas ya debía saber lo que ahí pasaba.
-lo siento- dijo limpiando sus párpados con esas pesadas y duras manos -es que, yo no cuento con esta interacción, a duras penas veo a los jardineros de los patios contiguos-
-perdón entonces por vivir en un palomar- soltó dicha oración algo malhumorada
-este edificio es todo eso menos un palomar, está en un sitio acomodado y es claro que tus papás te lo regalaron porque es seguro, cómodo y confiable -la miró -yo viví en un edificio más pequeño y por demás barato antes de heredar la casa de mi papá, señorita- Otra vez esa maldita mirada.
-¿cómo supones eso?-
-años de estudio urbano, lectura de ingresos y algunos censos que llegaron en mi época de practicante-
No podía contra su lógica y agregó
-¿sabes lo qué pasó?- cambió de tema
-es una viejita muy chismosa y chacharachera - dijo metiendo ambas manos a los bolsillos de su pantalón.
Ambos rieron y salieron al abrirse las puertas de metal. En silencio, caminaron hasta la puerta del departamento que tenía un elefante colgando de ella. Era un adorno que Connie le había entregado de su último viaje a la India. Decía que los elefantes daban esa paciencia que a Dolores le faltaba.
Esa explicación parecía no convencer del todo a Jeffrey, pero jamás o quizás no tan pronto le diría que aquel regalo era un sinónimo de la eterna espera que le daba saber qué Antonio se había ido sabiendo que lo amaba.
Que en sus años de luto, había preocupado a todos, que necesitaba comenzar de nuevo con alguien nuevo, que la vida no puede acabar en un capítulo, que necesitaba abrirse caminos como ellos, que la piel dura ya la tenía, que había curado sus heridas pero cada vez que suspiraba volvía a abrir esas cicatrices y moría desangrada de nuevo, pero, si no aprendía a amarse a reconstruirse, no podía amar a otra persona.
Ella sacó las llaves de su bolso con la mirada de Jeffrey encima suyo, todo el rato, todo el momento, entonces, él se recostó en la pared al lado de la puerta y pensaba que está chica era un desorden andante, que se complicaba tanto con las llaves como en otros asuntos, pero le gustaba que fuera él Antónimo de su orden.
-por favor para de mirarme ¿si?- dijo -me pones nerviosa y odio esa sensación-
-¿crees que lo hago?- ahora él había dado un paso y su respiración golpeaba en la nuca de ella, estaba demasiado cerca.
-si, así como me miras-
-¿y como te miro?-
-eres aterrador- ella no levantaba la vista, se sentía torpe
-lindo cumplido-
-pue...- armándosela de valor intentó callarlo y lo que logró fue que Jeffrey la acolarre con su enorme cuerpo, callándola con un beso, ese beso que había sido interrumpido en el ascensor, ese beso que él sentía que necesitaba desde que observaba la fotografía de ella en su cabecera, ese beso que ansiaba de imaginar sus ojos cerrados, la forma de ellos y la manera tan seductora y nostálgica que tenían, lo estaban volviendo loco.
Tomó su cuello delicadamente y con la otra mano hizo lo mismo, Dolores ni corta ni perezosa y con ganas de más, tiró de su camisa y lo metió con fuerza a su departamento, golpeando de ella para que volviera a su lugar.
Podía sentir su peso por completo y si seguía así el tipo que ahora le robaba un ósculo la aplastaría, así que lo empujó hacia su sillón café recién estrenado por el perro de su vecina. Felizmente el olor a orina se había ido.
Hizo que él se sentara y abrió ambas piernas para poder acomodarse sobre su acompañante, que al darse cuenta de aquella acción, dejó de besarla y surgió de inmediato esa bonita sonrisa que estaba conquistándola.
-lo deseo pero al menos déjame conocer tu cuartel de operaciones tácticas - dijo entre beso, sonrisa, beso
-¿qué pasó? Eso fue muy militar - ella estaba desconcertada, tanto coqueteo, tanta mirada, tanto tacto y no se había percatado que este tipo estaba cortado por la tijera de los caballeros de armadura invisible que ahora difícilmente se ven o se encuentran y están en periodo de extinción.
-no puedo dejar de mirarte porque siendo justos- se saco los anteojos de marco negro que bien le quedaban, para dar paso a sus varoniles ojos con colores verdes oscuros y serios -necesito mirarte en vivo, me cansé de ver el maldito retrato y no poderte ver así -le quito un mechón del cabello y lo coloco detrás de su oreja
-así tan tú- sus manos ahora llegaban a los codos de ella
-¿así como?-
-me levanto temprano para ir a trabajar, no me complico tanto con el horario y el orden porque son parte de mi diario vivir, hasta que te veo, veo esa fotografía en mi cabecera y me cuestiono por no tener a esa musa aquí en mi cama, calentándola mientras no estoy y ocupando su lugar en el baño con sus cremas, sus cepillos, su orden y su desorden-
-es usted todo un seductor- y beso rápidamente su cuello, sintiendo que él tragaba saliva, aseverando que si, la deseaba pero no tan rápido.
-los años no vienen en vano, Mi estimada-
con un poco de vergüenza ante esa aclaración, se levanto de él, Se Rascó la cabeza y lo miró -¿tienes sed o algo?- cruzó ambos brazos
-tranquila- dijo limpiando la luna de sus gafas con un pañuelo que sacó de su bolsillo
-voy a cambiarme, siéntete como en tu casa-
-Gracias-
-aunque mi casa sea de lejos una de Polly pocket al lado de tu casa-
-Dolores- dijo mirándola de manera seria. Así serio y todo pero no dejaba de ser seductor, ¡es más! Le ponía más verlo de esa manera. Se imaginó brevemente a él sentado, en su pupitre, estresado y ella llegando para seducirlo. Debe ser magia.
-ríete- desapareció de su vista, fue a velocidad impresionante a su baño y se dispuso a ver si algo estaba mal en ella, hoy tendría sexo o algo parecido y ni siquiera se había depilado. En realidad, no tenía la necesidad ya que como no tenía un acercamiento más íntimo que de besos con el tipo que de seguro ahora estaría viendo su estante de libros (si era un ratón de biblioteca) confirmó para sí misma.
No se había preocupado mucho por su compañera de momentos deliciosos.
Se acomodó el brasier, se peinó el cabello, lavo sus manos, se obligó a no volver a usar el baño y salió dispuesta a matar.
Pero a quien iba a matar estaba husmeando por la ventana de su departamento, vaya, sí que es alto.
Aprovecho su distracción y tomo el teléfono de su bolsillo delantero, algunos mensajes de grupo de amigas, otra llamada de Ben y el recordatorio de mañana temprano hicieron que se desanimara un poco, quería más tiempo con ese sujeto.
Otra vez esa sensación en la parte baja de su estómago, ¿debía ir al doctor?
-hola- susurró, él su eterna y seductora sonrisa
-¿tardé?-
-no-
-ok- silencio incómodo.
Ambos se miraron mutuamente y lo siguiente fue historia.
El sexo no era un tema tabú para Dolores, pero después de lo sucedido, difícilmente dejaba a alguien más entrar en su vida, en su energía íntima y en su cama. Una prenda él, una prenda ella, ese era el compás, hasta que ella tropezó con sus botas y todo se volvió risas.
Esto de someter a un hombre para poder hacerle lo que el cuerpo le dicte, estaba dentro de su premisa, pero, hacerle eso a un hombre de cuarenta y cinco años, con dotes, manías y experiencias diferentes era todo un viaje.
-¿estás segura?- Jeffrey hablaba sobre los labios de ella, ella asentía sin más que chistar, ya había perdido el brasier y lo único que quedaba encima era su calzón de soltera, si, ese calzón que está lleno de dibujos y moños -lindas bragas-
-ah- lo empujó, ocultando su expresión con ambas manos
-espera, espera- bajó aquellas manos y besó sus nudillos entre pequeñas risas que salían combinadas con su poderosa voz - estás medio desnuda y ¿te da más vergüenza que vea tu ropa interior?-
Dolores suspiró y apretó los labios, estaba incómoda-no es eso, es que... debes pensar que soy una chica inmadura y no te culpo, quizás esperabas una mujer, una más femenina con transparencias y yo solo tengo unas lindas braguitas rosas...- empezó a afinar la voz y él soltó una carcajada dulce, estaba cayendo lentamente y le gustaba, no planeaba huir
-me encantan esas braguitas, me excitan más-
-si, se nota-
-ay querida, que voy a hacer contigo-
-eso sonó muy de viejos-
-soy un viejo-
-no- renegó ella
-un viejo que... después de tres meses y momentos a escondidas de tu madre, se está enamorando de ti y no sabe si está bien o mal-
-¿por qué lo dudas?-
-porque no se si estamos haciendo lo correcto, siendo más joven - él frenó lo que ella iba a decir - te hubiera cortejado, me hubiera encantado llevarte a la casa de mis papás en una moto y creerme el tipo más afortunado por tener a una chica como tú a mi lado, pero tengo más de cuarenta, entenderé si un tipo más joven y que te puede llevar el ritmo aparece y decides desecharme, ya que cuando llegues a mi edad yo estaré entubado y quien sabe si podré respirar sin ayuda-
-no entiendo porqué te vapuleas tanto, eres... mírate -y tomó su tiempo -estás bien puesto para tu edad, bien parado, tienes ese aire serio que me provoca oleadas de excitación, esa mirada tuya tan picara que jamás se fue y todo se mezcla con tu inteligencia-
-Gracias-
-las que te adornan-
Inclinó un poco la cabeza y la miró, acariciando con su dedo pulgar los labios de ella - entiendo que tú pasado es de lo que menos quieres hablar pero esto que necesito saber de ti-
-lo sabía, sabía que esto pasaría-
-¿que dices?-
-yo sabía que esto llegaría y no te asustes, mereces saber - otro suspiro largo y prolongado - si quieres vomitar o huir, ya sabes por donde está la salida-
Era un momento tenso, así que la camisa de él fue a parar a otro lado del salón, ella aún no entendía pero quizás esta era su intimidad, su momento pleno.
Piel con piel escuchando cada palabra que quería saber.
-yo... yo...- y Dolores volvió a quebrarse, hace más de tres años que ya no se sentía así, vulnerable, pero realmente, no había dejado ir a Antonio del todo, era su primer amor - yo me enamoré, a los dieciséis de un tipo que abusó de mi, en todo el sentido de la palabra, tuve que huir literalmente de este sujeto, mis papás hicieron lo imposible por recuperar mi tranquilidad pero la policía lo único que atinó a hacer hasta encontrarlo -se estaba quebrado y no podía darle pena - era sugerirme un cambio de identidad... mi verdadero nombre es Aura, Jeffrey, adoraba ese nombre, adoraba mi ser, estaba orgullosa de quien era y como me sentía... pero este tipo, me rompió y si no fuera por la empleada de su casa, no estuviera aquí contigo.-
El rostro desencajado de Jeffrey era lo único que existía en la sala, solo acariciaba su pierna derecha y con la otra mano, le acercaba el papel higiénico para poder limpiar un poco su llanto. Mientras tanto habían pasado del llanto doloroso y con fuertes confesiones a la risa inmensa de dejar a sus papás y la preocupación, era una mujer que la había pasado realmente mal, pensó él para sí mismo.
-luego llegó el amor de mi vida, casi cuatro años y lo unico que tengo de él, son fotos y su chaqueta de cuero- suspiró y así finalizo su historia -él murió en un hospital por el ataque de mi ex novio, la bala no llegó a salir del todo y bueno, es todo lo que sé, su familia se encargó de borrarme del mapa y su ex esposa jamás dejó de ser su "esposa"-
-me arde el corazón- añadió
-¿por qué?-
-porque no entiendo como una niña se convirtió en mujer a la fuerza y cuando creyó ser feliz, su felicidad acabó de pronto y se volvió a repetir y repetir-
-si, es escalofriante, pero ¿sabes que puede ser más escalofriante que eso?- le dijo. Él la miró expectante a su respuesta -que cuando le disparé pude cerrar esa parte que él había abierto con su enfermedad y su miedo, era la pus de mi vida y necesitaba que saliera para poder surgir-
-ven- Jeffrey dirigió su vista al suelo, asintiendo, de a pocos se puso de pie y extendió su mano para que Dolores lo siguiera - vamos a dormir-
-¿no habrá acción?- dijo entre risas, estaba más que claro que después de la historia, es lo que menos pasaría.
-lo deseo, créeme, pero prefiero que tú alma sane y cuando sane, cosa que ayudare mucho -y levantó la mano -vamos a destrozar tu cama y la mía, no saldremos de ahí por lo menos en dos días seguidos-
"Puedes usar lo que gustes, disculpa por no acompañarte más rato, lo que más hubiera querido es estar ahí a tu lado.
Eres mi perfect date, Jeff.
Besos
Do"
Y lo dejó acostado, con el cabello desordenado, sin ropa, en su cama, con el sueño más Plácido y el recuerdo más delicioso dentro de todo, dormir con su compañía, su olor tan varonil y esa respiración pausada.
Al cerrar la puerta de su departamento, comprendió que esa sensación rara era Jeffrey entrando de a pocos en su vida, era el miedo de saber que este tipo venía con todo a por ella y paro en seco, ¿estaría lista para dar ese paso?
Las prácticas de sus alumnos resultaron como deseaba y terminaron antes de la hora, los revelados manuales tomarían una semana y media así que solo se encargaron de estudiar mejor los ángulos y la entrada de la Luz a la sala oscura que habían adecuado.
Tomó la escalera y empezó a guardar las cajas con las emulsiones en los estantes, sus alumnos iban despidiéndose uno a uno y ella asentía como podía. Quería irse pronto.
-tranquila, te necesitamos más acá que allá en la galería- le dijo James, el profesor principal del curso, sus pisadas resonaban en la habitación. Él se estaba acercando
-lo sé, pero son buenos así que ya veré donde encajo- dijo juntando sus libros y algunas pertenencias en su mochila
-quiero, mejor dicho, deseo pedir una fecha en la galería del centro ¿podré?-
-oh, no se si estará disponible ahora pero le enviaré un mail al curador, él no vive aquí-
-pero no planeo que uses tus influencias-
le dijo entre risas
-si tú me pides que te de mi corazón o mi galería te la doy-
-¿me estás coqueteando?-
-siempre- y apuntó a su corazón, ambos rieron, Dolores sabía que James desde el primer momento empezaba a coquetear descaradamente, no solo a ella, habían alumnas, en la calle, pero siempre ubicando sus gustos; a veces pastas a veces chocolate.
-por favor James...-dijo algo incomoda
-vamos Dolores, te conozco hace algún tiempo, ya hemos tenido nuestros momentos, me has dejado en claro que no es lo que buscas y no has aceptado ninguna cita, te dije de todas las maneras posibles que normal si me rechazas pero dame un chance, de que estoy algo maduro y mayor y pensarás que un motero fotógrafo aficionado como yo...-
-no es eso- le cortó su parafernalia -eres un sol conmigo, si no fuera por ti y tu profesionalismo estaría cagada y sin trabajo...eres el tipo más sexy, cool e interesante que he visto en mi vida, cualquiera estaría vuelta loca por ti, ¡las alumnas están locas por ti y tus ojos azules! ¡No puedo salir contigo porque las tipas nos interrumpen a cada rato! Y no es que esté celosa pero...-
-ese lenguaje- interrumpió James -¿pero?-
-pero hay alguien en mis sabanas ahora y le estoy dando una oportunidad, mejor dicho, me estoy dando una oportunidad-
lo miró con pena, esperando algo más pero él sólo sonrió y acepto con la cabeza
-de verdad, quiero ver como va y si llego y él aún está en mi cama sabré que está bien, mi vida antes de no ha sido fácil y ahora siento que todo o gran parte va en buena dirección-
-son las seis- corto enseguida, él comprendía el rechazo pero le dolía de todas formas, así que no le quedó de otra que mirar la pantalla de su teléfono -¿te llevo?-
-trato hecho- dijo con una sonrisa y se dispuso a guardar lo que faltaba del aula
E intentando también romper aquel incómodo momento con un leve empujón de brazo -te adoro James y adoro haber follado contigo pero no necesito esto ahora-
-siempre habrá Netflix en tu casa o en la mía, Do-
-siempre- terminó la oración.
-Dolores- le dijo, ella giró esperando una queja o algún consejo -no suelo decir decir esto a nadie y la mayoría de chicas o me las follo o me follan y no llegamos a base dos pero -agacho su mirada y golpeo la mesa delicadamente -él es un maldito tipo con suerte y si se descuida voy por ti -
-¿qué?-
-es verdad- y encogió los hombros -soy el tipo más directo y cero ascos que te encontrarás-
-¡oh, James! Es lo más lindo que me has dicho- y corrió a abrazarlo
-y de la nada el tipo rompió mi cámara y yo le rompí un vaso de cerveza en la cabeza, muy gringo muy todo pero no me malogras una semi profesional y te vas ileso como si nada hubiera pasado- contaba James, rieron.
Este tipo de amistades le hacían falta a Dolores para sellar de una vez su oscuro pasado.
Quería un amigo que no la viera todo el rato con pena, que no creyera que si lloraba o si se quedaba sola iba a morir. Que entendiera que ella puede, que ella es capaz y que ella tiene poder sobre ella misma, que ella es un fénix en todo el sentido de la palabra.
Miró el piso del departamento y supuso que Jeffrey se habría ido, pues no había rastros de actividad o luz encendida alguna ¿qué más quería? Era un polvo acumulado y eso que se alargó por algunas semanas. Ese dolorcito volvió y se enfrascó en un trago amargo que remontó en sacar las llaves, colocándola en la cerradura, pero en vez de empujar la puerta, esta cedió y
-ta tan ta taaan- vio a Jeffrey que con un gesto mega cómico la esperaba de seguro para estar con ella, sentado en su sofá y con los brazos abiertos, con comida caliente. Dolores sorprendida por el detalle y por saber que él no había huido
pero
¿como le explicaba a Jeffrey de James?
-hola- se acercó a darle un beso en la mejilla ya que aún no comprendía la relación que tenían pero Jeffrey esquivó aquel beso para posicionarlo en sus labios,presionando la mano con su cintura, marcando territorio -no sabía que traías compañía-
-James- dijo Dolores
-hola- Jeffrey estiró la mano -Jeffrey-
-eres un puto suertudo-
Y la risa surgió de inmediato en aquella sala.
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