14

-¡ya no puedo volver maldita sea!-

-¿porque no?, lo hemos superado todo estos tres años... vamos Dolores, yo aún te necesito, lo se, suena muy egoísta pero tus caricias, tus miradas, es mutuo esto- dijo él apuntándose y luego a ella

-no puedo- dijo ella, quebrando su voz -lo siento, yo...-

El silencio se apoderó la habitación, Dolores era un manojo de nervios, temblaba en cada mirada, cada minuto que pasaba era un entera tortura, necesitaba sacar a Antonio de aquel lugar como sea, pero él no cedía. Simplemente porque no entendía y el amor que se tenían no conocía de impedimentos, por eso justamente le costaba tanto.

- ayúdame Antonio- habló bajo. Antonio parecía no entender los susurros de su amada, quien confundido solo quería protegerla, calmar su dolor y arroparla hasta que se durmiera, como siempre lo hacía en noches difíciles. -debes irte, déjame sola-

-no- remarcó él de una, haciendo que ella saltara hacia él, sujetándose de su cuello -¿qué pasa amor mío?- le sacudió un poco

-vete, él vendrá y nos va a matar, te va a matar- su voz se volvió un suspiro, un hilo Delgado que reventó con el portazo que venía de la sala. Ambos saltaron, Antonio comprendía los nervios de Dolores, estaba evitando un accidente, entonces, decidió ocultarla tras él, en cierta forma lo lograba porque era más pequeña y más delgada, pero el empujón no sirvió de nada, ya que Dolores se le escapó de las manos y fue delante de él, cayendo arrodillada al frío suelo del lugar, Antonio observaba perplejo la escena, ella ni siquiera lo miraba, seguía arrodillada y con la mirada gacha, sollozando a las justas e intentando ser valiente.

Estiro los brazos y los puso hacia los lados, con las palmas descubiertas apuntando hacia ambos lados. Parecía una ofrenda.

-¡¿ qué rayos haces Dolores?!- intento ponerla de pie mientras ella se resistía. Lloraba desconsoladamente.

-linda escena-

Dolores Temía, tenía miedo y todo calzaba, un sujeto ojeroso, pálido y casi muerto en vida se tambaleaba del otro lado de la habitación. Sus dedos sujetaban una pequeña pistola de mango oscuro, suficiente para poder herir o matar a alguien. Como si de la peor telenovela se tratase, el sujeto este gritó -¿qué te dije de que otros te tocarán, Dolores?-

-por favor, él ya se iba- dijo dándole a empujones a Antonio para que se retirase, o al menos para que pueda ponerse de pie y dejara de tocarla

-¿quién es, Dolores? ¿Qué haces acá? ¿Tienes algo que te falla o simplemente no sabes de la privacidad?- Antonio hablaba fuerte con el sujeto aquel. -¿no te contó?, parece que algunas mañas de la señorita no se han ido, soy su ex mucho gusto- su sonrisa enferma, sin dientes y los que quedaban estaban podridos o a punto de caerse, era irreal esa imagen, de como una enfermedad puede transformarte.

Dolores le había hablado de quién la lastimó e hirió sus sentimientos siendo tan joven, pero el tipo que atemorizaba a Dolores y retaba a Antonio era solo una visión de aquel joven vigoroso, grande y robusto que salía en el anuario de su escuela. Lo descifró por la mirada, por sus ojos, se notaba que no estaba en sus cabales, no se tomó la molestia de responder, solo intento por enésima vez levantarla, ella negaba, hasta que el sonido de un disparo reventó en toda la habitación

-¡aléjate!- grito el sujeto, refiriéndose claramente a Antonio, quién gateando dio algunos pasos hacia atrás y ahora dejaba a Dolores a la merced de ese vándalo. Vio dónde había caído el disparo, por el pequeño humo que salía del tapete casi junto a la rodilla derecha de Dolores, ella chillaba asustada, fue cerca a ellos, este tipo estaba dispuesto a dispararles si se atrevían a ignorar sus órdenes.

Era un completo idiota, quería partirle la cara, dejarlo inconsciente y sacar a Dolores de ese lugar tan peligroso. Ya desconfiaba de todos y todo, ¿Cómo era posible que un tipo tan peligroso ande suelto, aún teniendo orden de restricción? ¿Se habrá escapado del sanatorio? ¿lo estarán buscando? ¿Qué pasó con aquel caso?, definitivamente, si salían de ahí, obligaría a Dolores a vender el piso e irse para España. Si querían tener familia o hijos, no podían seguir en esos peligros tan constantes.

-por favor, déjalo ir, yo... yo voy a quedarme disponible para ti, por favor- habló Dolores, casi implorando

-me debe una charla el amigo- y soltó una carcajada -tanto tiempo Aura, ¿Cuánto fue? ¿Tres años donde te acostabas con este vejete?- Ahora si Antonio quería golpearlo, molerlo y dejarlo ahogándose en su sangre, era lo menos que se merecía -¡Antonio! Una celebridad en la casa, ¿Cómo le trato mi mujer en mi ausencia? Hace unos orales que ni se imagina, es una belleza pero muy... -hizo el que buscaba la palabra y se acercó a ella, cogiendo un mechón de su cabello y tirándole, lo que causó un grito en ella y una indignación tremenda en Antonio

-¡ya sé!, muy nada, eso, como un café sin azúcar-

-tu eres el enfermo que la violó- Antonio lo asesinaba con la mirada

-no, no la viole, fui su primera vez-

-eres un maldito- dijo

-fue tan exquisito, pero lo malo fue la sangre, mucha y la gente que es tan morbosa, se indigno- y volvió a tirar del mechón de cabello -perdí todo, perdí mi vida, mi familia, mi tranquilidad-

-¡puto perro rastrero de mierda!- gritó Antonio -la violaste, la dejaste casi sin vida ¿y te quejas de lo que te hicieron pagar?-

-cállate que el agregado eres tú, no yo, además si hubieras seguido a El juego de tu familia perfecta en tu país perfecto, no tuvieras que ser parte de esta escena tan deplorable, pero gracias- ahora, tomó mucho cabello suyo e hizo que ella se parara, a su costado -la preparaste para irnos-

-por favor, para- rogaba Dolores

-pero si tendremos nuestra luna de miel- disparo al suelo de nuevo, casi alcanzando a Antonio y con la punta del arma, presiono la mano de la chica, quien gritó desesperada, pues este le había quemado la mano.

-otra herida- y río como si fuese la mejor broma del mundo, estaba abstraído de la realidad y no le importaba herir a "quién más amaba", en su cabeza.

Dolores se lo merecía, por no respetarlo, no esperarlo como él creía y por desafiarlo en sus ideales. Empezó a jalonearla, logrando que diera algunos pasos y alejándola lo más posible del tipo al que había atemorizado. Intentaba no darle la espalda porque era un blanco fácil, así que usaba a Dolores de escudo, cogiendo una maleta llena de cosas, al parecer dinero, volvió a arrastrarla, logrando que ella cayera y se lastimara la boca

-inútil-refunfuño, la tomó del pie y arrastró de ella, aún tenía fuerzas para sacarla del lugar. Por otro lado de la sala, a Antonio se le partía el Alma al ver a su amada en ese estado, siendo tan herida y lastimada por un amor enfermizo, porque nadie sabe de quién se enamora y ella cometió ese error, sus ojos se llenaron de lágrimas e iba a gatas tras ella. Otro disparo más cayó, ahora el siguiente objetivo era él.

-genial, infidelidad en mi propia cara- gritó -vamos gatita, despídete del señor-

-vete, vete Antonio- y se cubrió el rostro, estaba manchada de sangre y llena de vergüenza, vergüenza ajena porque no quería arrastrar a Antonio en sus penas, en sus desvaríos amorosos.

Lamentándose ambos de las peleas estúpidas que tenían, de momentos lejos el uno del otro por diferentes motivos y todas esas pérdidas de tiempo que no ayudan para valorar a la otra persona, todo eso volvía como flashbacks.

sus caricias, sus miradas, el primer momento de ambos, que difícil se veía todo desde esa perspectiva.

-muévete perra-Siguió empujándola, tirando de su pierna.

en un rápido movimiento, donde ella cayó de panza al suelo, le metió una patada a la mano, creando un crujido tosco y el grito del sujeto que caía de rodillas ante ella, con la otra mano, intentó coger el arma, pero el disparo fue a parar a la otra sala. Dolores agotada, cansada, herida y con rencor, le quitó el arma de una patada, lo tomó rápidamente y le dijo -espero que te pudras donde sea que te pudras, porque no voy a permitir que me vuelvas a herir, nunca más, jamás-

-no me voy a ir solo- río él, lo que provocó un temblor en ella, ¡no!, giro la cabeza inmediatamente y vio a Antonio sentado, a las justas podía sostenerse y apretaba la parte izquierda de su pecho, junto a su corazón, la sangre estaba llegando al piso, algo volvió a crujir, era el tipo recomponiéndose

-¡te advertí!, te dije que no me iría solo- Aprovechó el quiebre de Dolores, que de una patada logró desequilibrar, haciendo que esta caiga sentada, ella no dudó más, se aguantó el dolor del golpe y le disparo dos veces en la cabeza.

-¡y así se quiebra un plato con esa velocidad!- grito Ben, dando palmadas a la pequeña Dolores que lo había logrado.

Había logrado su primer tiro al blanco.

-lo logré?- dijo con su voz modosita. Como su mamá le había enseñado, las niñas no gritan, las niñas no pelean, las niñas toman té, tienen hijos y juegan a las muñecas. No aprenden tiro al blanco, no aprenden a tomar un arma y disparar. -este es nuestro pequeño, confidencial y sucio secreto- le dijo Ben estirando su meñique, ella, entre risas, envolvió su meñique junto al suyo. Ben la había preparado para la vida, a su manera.

La sangre manchó la pared y reventó el vidrio de la ventana, arrojó el arma al suelo y corrió hacía Antonio, quien se estaba desplomando ante sus ojos, se sacó la blusa y empezó a hacer presión sobre la herida -vamos a salir, vamos a...- sacó el teléfono del piso y empezó a presionar números para llegar a emergencias, colocando el altavoz, el timbre de la llamada sonó, una mujer al otro lado hacia su trabajo

-emergencias buenas noches...-

-tengo un herido de bala, le dejo la llamada encendida para que rastree el móvil- dijo mientras miraba a Antonio cerrar los ojos -no, no te duermas, vamos mírame- y de pequeños golpes en sus mejillas la observaba, el asentía con la cabeza

- es difícil mantener la cordura en estos momentos -

-amor, mírame, pronto vendrán, ya la sangre no saldrá más-

-Do-lo-res- y después de decir eso empezó a toser sangre, manchando su camisa celeste que tantas veces Dolores desabrochaba con impaciencia.

-cuando esto pase, nos vamos a ir lejos, lejos, voy a aceptar tu propuesta de matrimonio, viviremos en una granjita...-

-si, siempre ha sido mi sueño vivir en una granja lejos del monóxido de carbono, con una caballeriza, mucha paja y algunas vacas...-

-¿vacas?- dijo él colocándose encima suyo, quitándole las sábanas blancas que cubrían sus pechos y tomándolos, provocando olas de placer en Dolores

-vaquitas y dos llamas, tres perros y un gato malhumorado y pesado- decía retorciéndose en la cama

-cliché- dijo lamiendo sus pezones, pero sin dejar de mirarla fijamente, esto hacía que Dolores gimiera de a pocos

-touché- ella ya había cerrado los ojos mientras Antonio hacia de las suyas con su cuerpo.

-todo lo que desees Dolores, si prometes ser siempre mía-

-siempre tuya, siempre mío, siempre nuestro mr. Big-

Risas salieron por parte de ambos.

Dolores hacia presión, debía evitar el sangrado.

Diez minutos y aún no llegaban pese a haber llegado a la ubicación, ya era desesperante el momento, había limpiado la sangre de la boca de Antonio que evitaba desfallecer ante ella. En un intento para hablar, ella le impidió gastar algo de energía, la necesitaría cuando lleguen a sacarle la bala, pero él la calló con su mano, tomando la suya.

-yo, yo... yo - dijo con dificultad -siempre creí que tu eras el amor de mi existencia...-

-eres el amor de mi vida, Antonio- dijo entre lágrimas.

Sus palabras sonaban a despedida y ella buscaba evitarlo a toda costa

-no, soy tu primer amor, ese amor que tu me enseñaste, yo solo soy un capitulo en tu vida, tu eres todo mi libro...Dolores, te amo, te amo con un amor no civilizado- y paso su mano libre sobre el rostro de ella...

-no me vas a dejar Antonio, así que no te despidas- él solo le sonrió y los paramédicos llegaron.

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