13 CON SABOR A IRLANDA

La brisa del otoño era predecible, esa forma tan particular de llevar el frio sobre un sol tan despierto, hacia que muchos se acomodaran las bufandas y gorros, incluso ella, que creía haber salido lista para dar un paseo de media tarde. A decir verdad, Dolores estaba y se sentía sola, no habló con nadie de esto, solo dejo España y ya. No había vuelto a hablar con ninguno de los menores, temía que los recuerdos dolorosos volvieran e hicieran mella en sus pequeñas mentes, ahora carentes de cariño, cariño que fue arrebatado por una persona que profesaba eso exactamente, pero jamás lo fue, una obsesión no puede ser amor.

No sé puede ni siquiera permitir que se le llame así. La última vez que habló de todo, lo hizo con su mamá, quién gustosamente aceptó deshacerse de las cosas que había adquirido por y con Antonio, definitivamente no las quería, no quería su recuerdo y quería a toda costa evitar más calumnias de las que ya le habían echado encima. Quería conservar sólo a Bravo, el pequeño can que acompañaba sus noches en vela, con sabor a Rosé y lágrimas de amargos recuerdos de los que se arrepentía antes de ir a dormir. ¿La prensa?, la prensa acabó con su vida profesional, era una desempleada hacia más de seis meses, sobrevivía de sus ahorros y lo que le quedaba de una que otra foto vendida. No necesitaba más que eso, pensó. Lorena había partido hacia Italia para un diplomado, pero

la llamaba a diario, evitando un posible "suicidio". No podía matarse, no podía cometer reverendo crimen, no sabiendo que el enfermo de su ex estaba vivo, no podía temerle. No de nuevo. Además tenía a bravo, alguien debía hacerse cargo de él, ya que mamá era alérgica y Ben, bueno, Ben acababa todo lo que la matriarca dijese o pensase. La avenida principal estaba desierta, cosa extraña, ya que los autos luchaban a diario por un pedazo en la acera que quedaba cerca de las grandes empresas de telecomunicaciones, en medio de todos esos imponentes edificios de treinta o cuarenta pisos, estaba la galería más deco del distrito. Eso le recordó cuanto había luchado por exponer ahí, sabía que si lo hacía vendería al menos un cuarenta por ciento de sus obras que humildemente rechazaron otras galerías, con la justificación de que "la artista se hizo muy mediática" y eso ensuciaba la buena reputación de esos huecos elitistas. Patrañas, todo era puro morbo. Al llegar a la puerta negra de la galería, presionó el timbre dos veces seguidas, ya que el encargado a veces desaparecía para descansar.

-si, si Bravo, esto es muy frío, pero dentro hay calefacción- Como si Bravo entendiese, empezó a mover la pequeña cola café y ella le regalo una sonrisa En esos tres años de traumas y visitas seguidas al psicólogo, había comenzado a odiar a las personas, no solo por el trato, sino también a cruzar palabras con ellas.

El encargado llegó casi corriendo e intentó secarse el sudor que caía de su frente, con la manga de su suéter

-señorita Marquez, bienvenida- dijo, ella sonrió y dejó que el can ingresase primero, lo cual, provocó una repentina alegría en el guardián, quien parecía tener una tarde complicada.

-no supe que venía hoy- -no- acomodó su cabello y se quitó el grueso abrigo, para darle paso a una manga larga más femenina y no tan pesada

-lo que pasa es que lleve a Bravo a la veterinaria de la otra cuadra y decidí venir a ver si algo había progresado ya que Víctor jamás me devolvió la llamada después de...-

-¡sí!- aplaudió el vigilante -el señor Víctor no vendrá hoy pero me dejo un encargo sobre sus obras-

¿sí?- dijo sorprendida, genial, ahora Víctor ni siquiera avisaba sobre el manejo de sus fotografías

-si, un señor, a decir verdad ni lo conocí, compró la quince y veinticuatro, no sé si lo conozcas pero me dijo que lo alistara porque sus asistentes pasarían por el a las seis de la tarde-

Dolores le cortó -¿hoy?- miró la hora en su teléfono, faltaban cuarenta y cinco minutos para la transacción, lo cual provocó nervios en ella -¿está todo listo?-

-¿podemos avanzar?, le voy explicando en el camino- el viejo hombre siguió su camino, detrás de él, una Dolores nerviosa perseguía su andar lento, sabía exactamente la ubicación de las fotos ya que ella sola se había encargado del montaje y su orden.

Pero, ¿a que fetichista cochino e inmundo le interesaría los autorretratos de Dolores descolorida y en grises sobre una bañera?, eso si que era nuevo, fotografías de más de dos metros que hacían eco en una sala llena de retratos de otras personas. La gente aquí era rara.

-¿señorita me escucha?- dijo chasqueando los dedos para sacar a la chica de su viaje astral, Dolores volviendo en si, acepto con la cabeza, el hombre prosiguió -se hizo una subasta, entre el señor Ben...- buscó en sus anotaciones y leyó el nombre de papá -Ben Stewart...-

Ella soltó una risita, era obvio, mamá y Ben no dejarían que esas fotos fueran a otro lugar más que a su sala monocromática recientemente renovada.

-el señor Ben Stewart y el señoooor- dijo alargando la palabra innecesariamente -el señor Jefferson Thomas, ¿lo conoce?-

-al primero si- dijo mirándolo -es mi papá, pero al segundo no, ¿hicieron subasta?-

-si, vía telefónica, con el señor Víctor aquí presente, no le exagero, el señor Thomas pagó más de cincuenta mil por foto-

Dolores no entendía nada, ¿Cómo alguien podía triplicar un precio tan básico? No desprecia su trabajo, pero si le causaba sorpresa, esas sorpresas que traían hormigueos bajo la panza, ese hormigueo, esa sensación de que todo iría bien. Seguro Ben se cambió de nombre, pensó.

-¿a donde la llevarán?-

-a un departamento en el Upsite de la zona noroeste-

-es acaudalado nuestro comprador- dijo golpeando el piso con el taco de su bota, viendo con cuidado a Bravo hacer sus maromas y descartando que Ben de haya inmiscuido en la compra.

-parece -dijo moviendo la cabeza -su representante vendrá y nos explicara cómo enviarlo-

-¿lo hará usted solo?-

-quise, pero insistió en traer a alguien bueno, a varias personas-

-es bueno tener cuidado ya que...- Bravo comenzó a chillar, alguien estaba afuera, es más, de tres a cuatro personas se podían distinguir desde ahí

-voy, ya regreso para darle más detalles-

Sacó el teléfono del bolso y fue directamente al número de Víctor

"Eres un hijo de perra Víctor, nunca me dijiste que las obras se vendieron a ese precio"

"Cariñito, la primera ronda va por mí, el tipo quedó loco contigo diré, con tus fotos"

"Te odio, ¿lo conoces?"

"No, sólo se que pidió máxima discreción, te enviaré la compra venta y algunos extras que pidió por el correo, puras formalidades"

"¿Pidió algo extra?"

"Pidió que la fotógrafa fuera a instalarlo"

"¿Que más pidió?¿Un oral en las rocas? Debe ser un viejo asqueroso"

"Bebita, están pagando mitad de un millón porque tu vayas, taladrees, perfores la maldita pared, cuelgues los cuadros y te largues de ahí por donde viniste, hablamos al rato, te amo"

Maldito, pensó. El chirriar de la puerta, pasos de varias personas hacían eco en la sala, uno a uno se fueron acercando, Un saludo formal a cuatro personas, innecesario a decir verdad ya que todos dirigieron su interés en proteger adecuadamente las fotos para poder llevarlas a su destino final.

Tres hombres y una señorita. La encargada, al ver que la misma chica de las fotos estaba en su delante, solo le regaló la sonrisa más hipócrita de la vida y siguió escribiendo por teléfono. Dolores ya tenía un buen de ese tipo de chicas en tacones, ruidosas y ajenas a la realidad. Le hacían sentir menos, fuera del planeta. Ella solo observaba como desmontaban las fotos y las bajaban de la pared de forma lenta, para colocarlas en una cama de tapiz de burbujas de plástico.

-curiosas fotos- una voz rasposa, varonil y atenta

se posó en ella, acto seguido, ella levantó la vista, un hombre mayor, de ojos verdes oscuros, cara fina, barba bicolor como sus fotos, nariz respingada y sonrisa amena le hablaba, posando su mano derecha en su barbilla y raspando la con su larga barba. Vaya tipo, pensó.

-soy la fotógrafa- extendió su mano, él, devolvió el saludo y con eso, sintió sus manos, grandes y rasposas, muy muy varonil.

-soy... soy Thomas- se rascó la nuca, como nervioso y gratamente sorprendido. -¿porque te parecen curiosas?-

-porque me conmueve como hiciste de tu tristeza, arte-

Un flashback volvió a su mente, era ella, con un poco de vino restante de la botella, casi tambaleando, sacándose fotos en la casa de Madrid, sola, abandonada, con todo un desorden y su cabeza también. La punzada volvió y era innegable que sus ojos se le llenaran de lágrimas, aún dolía. El sujeto, sorprendido por el hecho intentó a toda costa evitar que llorara, pero justo cuando iba a acercarse, la ruidosa mujer acaparó su atención, creando un ambiente tenso y la obvia separación de ambos a extremos de la sala.

-señor Thomas- le explicaba ella el trámite y las firmas para el embarque y traslado legal de las fotografías. Dolores al escuchar el nombre, solo cuestionó

-¿usted es el señor Thomas?, ¿quién compró las fotos?- dijo nerviosa ¿Cómo iba a reconocerlo? Si ella había hecho trabajar a su mente con la imagen de un tipo viejo, gordo, calvo y asqueroso de por medio, pero para ser justos, ¿qué el señor Thomas no era eso?, no, para nada, atlético, casi un metro noventa de estatura, ropa casual, casaca de cuero, botas negras, pantalón oscuro y polera Blanca, en definitiva no era el prototipo que ella creía.

Ambos la miraron, él, apretó los labios y le regaló una sonrisa de esas que provocan sexo o algo así, volvió hacia ella dando unos pasos y le dijo -Jeffrey Thomas-

-interesante- dijo asintiendo

-¡señor Thomas!- la joven mujer quería acaparar la atención del hombre a como de lugar, pero este, como si de una cobra se tratase, no quitaba la mirada de Dolores y esto parecía no importarle. Estaba logrando incomodarla. ¡qué hombre por Dios! Pensó.

Las miradas iban y venían, pero a pesar de mucho esfuerzo de disimular, la mujer que la trataba peor que a perro abandonado, logró su cometido, robarle toda la atención posible. Al parecer alguien tenía asuntos de alcoba pendientes y este no era un buen momento para mirar hacia los costados. Eran amantes, es un hecho. Cuando ya terminó el embarque y posterior seguro a la van que transportaba las obras, él, en un acto muy claro, decidió que los hombres y su trabajadora avanzaran con prisa, para así poder tener un momento mientras juguetea con Bravo.

Arrodillado, pasaba sus grandes manos sobre el lomo del animal, que seguía haciendo sus gracias a cambio de cariño. Dolores vio las manos del tipo, uñas recortadas, grandes, gruesas, dedos largos y un anillo de color negro en su dedo anular. ¡Genial! Era casado, ya no podía andar con idioteces a estas alturas de su vida. Hasta que otra vez, chispas de colores imaginarios se dispararon cuando ambos hicieron contacto visual.

Si que era extraño. Esos ojos verdes oscuros, la forma en como la miraban, la inspeccionan, ella estaba segura que era un tipo que con esa sonrisa siempre lograba lo que quería. Mentiría si no dijera que se imaginó esa boca besando su cuerpo y esas manos apretando su...

-el curador me habló sobre una paga extra que realice para que la artista fuera personalmente a hacer la instalación ¿correcto?- Genial, el escaneo corporal la había dejado divagando, hasta que dos neuronas la de la idiotez y la poca concentración, hicieron sinapsis y habló

-si, usted tiene mi número en el contrato, dígame el día y pasaré por su casa para ayudarlo con esas manos que... usted desea que...A él se le escapó una risa tan natural y ella quedó en vergüenza

-a Bisou no le caería mal un poco de compañía, lleva a Bravo el día que vayas-

¿Bisou? ¿Cómo sabía el nombre de Bravo?, por inercia el perro sintió que el se ponía de pie y fue tras su ama. Jefferson, después de limpiarse un poco la mano por haber tocado el suelo, se la extendió y le dijo

-Bisou es mi labrador-si-entonces es un hecho señorita, mi representante estará en contacto con usted, ya que me voy de viaje y no podré atenderla, aunque quisiera-

Ella movió la cabeza sorprendida, ¿escuchó mal o él dijo que...? ¡Patrañas!

Esa noche, alguien googleo a alguien y los resultados eran pocos, solo los de una empresa inmobiliaria que provenía de Irlanda del Norte con cede aquí. Esa misma noche también, alguien usaba su red social para ver fotos de alguien y solo obtenía fotos etiquetadas de alguien riendo, en fiestas y/o comiendo. Interesante, pensó ese alguien.

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