Comienzo




—Bueno señor Akerman, todo está en orden, los papeles están en regla— decía una mujer alta, de cabello castaño oscuro, que tenía el cabello atado en una coleta, y llevaba anteojos.

La Agente Inmobiliaria, iba vestida como una oficinista y en sus brazos, cargaba con un montón de carpetas y papeles. De su hombro colgaba un pequeño bolsito que hacía mucho ruido cuando se movía.

—Estas son las escrituras del apartamento, a partir de este momento, este enorme lugar es suyo— dijo la mujer mientras sacaba de su carterita un manojo de llaves y apartó una de ellas para dársela al joven que tenía frente a ella.

—Felicidades por su nueva vivienda, Sr. Akerman — dijo entregando la llave.

El muchacho, sin mostrar ninguna expresión tomó la llave y agradeció a la mujer, mientras ésta le entregaba la carpeta con las escrituras.

—Que tenga un buen día señor Akerman— dijo la mujer estrechando la mano del joven, y abandonó a continuación, el edificio dejando al muchacho solo.

Una vez que la mujer se perdió de vista, el muchacho sonrió. Al fin todos esos años ahorrando dinero, habían dado sus frutos. Ahora tenía su propio apartamento, ya podía dejar al fin la casa de su tío.

Hizo un recorrido por el lugar, mientras en su mente, imaginaba lo que iba a designarle a cada una de las amplias habitaciones.

El living sería obviamente lo primero que verían los invitados. Tenía en su poder algunos de los muebles que su madre le había dejado el día que había fallecido, y esos muebles eran realmente caro conseguirlos. Luego, un poco más allá en la otra sala que daba hacia el balcón, pondría el comedor, compraría uno, pues ya le había echado el ojo encima a uno que vio en una tienda comercial.

En el balcón, que también era amplio, y desde donde se podía observar toda la ciudad, podría también una mesita pequeña y una silla, para esos momentos en que quisiera escribir o leer o simplemente disfrutar de la vista que le ofrecía el lugar.

Regresó al cabo de unos minutos al interior de su departamento, para ir hasta donde pondría la cocina, y contrataría a alguien para que le cocinara, ya que a él precisamente esas cosas no se le daba bien, a menos que prepara té, se considerara cocinar.

Recorrió las otras habitaciones, eran cuatro y el baño, una de las habitaciones estaba frente a la cocina y que daba también una vista hacia la ciudad.

Junto a la que ya había escogido como su habitación estaba el baño, y a continuación estaban las demás habitaciones que eran un poco más pequeñas.

Regresó al balcón, ese lugar se había vuelto ya su favorito, y miraba la ciudad, mientras sentía la suave brisa de invierno acariciar su rostro y jugar con su negro cabello.

—Es demasiado grande para ti ¿no lo crees? —

El muchacho había estado tan concentrado recorriendo su nuevo hogar que no notó cuando alguien más había entrado a él.

—Erwin...— dijo y se volvió a mirarlo, serio — no te oí llegar... ¿cómo entraste? — dijo algo nervioso.

El hombre era alto, rubio, de ojos color azul turquesa y muy apuesto. Lucía un pantalón negro moderadamente ajustado, marcando perfectamente sus piernas, iba envuelto en un abrigo, y de su mano, colgaba una bolsa en la que llevaba su paraguas, pues el día era muy gris y amenazaba de lluvia. A pesar de que era un hombre mayor, su condición física lo hacía lucir un poco más joven.

—Vine apenas recibí tu mensaje, la puerta estaba abierta — dijo y se volvió a señalar la puerta— y quería conocer tu nuevo apartamento. Kenny estará contento de que ya no vivas con él—

—Ese viejo tonto... — murmuro y sonrió. Aunque era un viejo cascarrabias, era la única familia que le quedaba, y ese hombre había cuidado de él luego del deceso de su madre. A su manera, le estaba muy agradecido por todo.

—Supongo que necesitarás ayuda con la mudanza, estaré libre mañana, puedo ayudarte si lo deseas—

El joven de cabello negro lo observó, y vio que el mayor, abrigaba sus manos enguantadas con su propio aliento, pues hacía mucho frío y el apartamento, así como estaba de vacío era también muy helado.

—Vamos a beber algo caliente, hace frío— dijo mientras acariciaba uno de los brazos de su amigo.

Se miraron un momento, luego el moreno se apartó un poco mientras carraspeaba su garganta.

—Ya vámonos, yo invito— dijo el menor y dándole un golpecito en el brazo al otro, abandonaron la residencia para ir por algo caliente.

—Iré a hacer las compras, quiero mudarme de una vez— dijo de pronto — también quiero dormir, estoy cansado —

—Bueno déjame ayudarte con eso—

El menor solo lo miraba, se ponía nervioso cuando estaba cerca del rubio.

Pasaron el resto de la tarde comprando los muebles que preciaría para su nuevo apartamento, y cuando estaban mirando las camas, el rubio pregunto al vendedor si podían probar los colchones, y éste les había dicho que sí, y el menor se dejó caer con suavidad sobre este y cerró sus ojos.

— Es muy cómodo...—

Su imaginación echó a volar como siempre que sus ojos se cerraban. Fantaseaba con su amigo, que lo tenía entre sus brazos, lo amaba, y tocaba...

Volvió a abrir sus verdes ojos, al sentir el rose de una mano en su rostro.

—Levi...— dijo el rubio — ¿estás bien? Tu rostro esta algo sonrojado... y estás quedándote dormido—

Se sentó con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, y tras firmar el papeleo para que llevaran sus nuevos muebles a su apartamento, regresó a éste, luego de comprar un hervidor de agua, y un pequeño juego de tazas, invitó a Erwin a su apartamento, cuando la lluvia los atrapó.

Aunque iban ambos bajo el paraguas, habían acabado igual empapando sus ropas.

Levi, debido a su baja estatura había terminado aún más empapado, y al llegar y conectar el hervidor y preparar un café para él y para Erwin, fue hasta el baño donde se quitó el abrigo antes de que este mojara todo el piso.

En cambio, el abrigo de Erwin, estaba solo algo humedecido.

—Este lugar es bastante frío — dijo el menor — tendremos que esperar a que la lluvia se apacigüe un poco, ya luego podrás regresar a tu casa— decía nervioso con la taza en sus manos y apoyado en el mesón que había en la cocina.

Cuando esta se calmó, Erwin decidió que era mejor irse.

Levi lo acompaño hasta la puerta.

—Puedo llevarte a casa de Kenny si quieres— dijo y se volvió a mirarlo, y volvió a acariciar aquella tersa y suave piel tan pálida — ¿Estarás bien? —

—Estaré bien... me quedaré aquí... — inconscientemente tomó la mano del mayor — voy a estar bien... no te preocupes... por favor abrígate... hace frio y llueve ahí afuera... —

Bajó la mirada, si su apartamento hubiese estado ya amoblado, lo habría obligado a quedarse con él, pero no tenía una cama en la que dormir, no la tendría hasta el día siguiente.

Erwin tras regalarle una sonrisa abandonó el recinto, y Levi no cerró la puerta hasta que este se perdió de vista.

Regresó hasta la cocina donde estaban ambas tazas, la suya vacía y la de Erwin a medio acabar.

Se dejó caer deslizándose por el mesón hasta llegar al piso y rodeo sus piernas con sus brazos.

—No podré soportarlo por mucho tiempo... no podré estar cerca de él sin sentirme así de desesperado —

Su primera noche en su apartamento, no fue tan gratificante, y no era de esperar, había dormido muy mal, y su abrigo no se había secado del todo y se lo echó encima para cubrirse, adolorido, se levantó del frio suelo en donde había dormido, al oír el timbre del apartamento.

Allí estaban algunos de sus amigos, que se había tomado la molestia de llevar sus cosas, al menos la mayoría de ellas, como su ropa, objetos personales, algunos muebles, y una chica de coleta, traía literalmente una enrome caja llena de comida y justo en ese momento, su estómago rugió. No era para menos, desde el día anterior que no había entrado a su estómago nada más que agua.

La muchacha, le estampo un pan en la boca, cuando este iba quejarse, y ya dándose por vencido se quitó de en medio para dejarlos pasar.

Antes de cerrar la puerta tras él, se aseguró de que no había nadie más. En realidad, estaba esperado poder encontrar a Erwin, pero este no se veía por ningún lado.

Adentro, todo era un caos, sus amigos habían iniciado a desempacar sus cosas y a ordenarlas.

—Es un bonito apartamento, pero es muy solitario— decía otra chica.

—Me gusta estar solo Petra, lo sabes. Me gusta la tranquilidad— dijo y miró al resto del grupo.

—Solo querían saludarte, hace mucho que no te ven, y Kenny fue quién nos dijo que ya habías conseguido un apartamento.

La muchacha lo miró, el joven, lucía cansado y sus ojos de por si adormilados, se veían aún más adormilados.

Pasó poco más de una hora en que el grupo de jóvenes entraba y salía de su apartamento, dejando las cajas en el suelo, para ir a buscar las demás que estaban abajo.

—Bueno, ya nos vamos, solo veníamos de paso, vamos al cine, Sasha nos invitó a todos, y Connie espera abajo por nosotros. Descansa ¿quieres? Te ves horrible con esas ojeras.

Se apartó de él y llamó a todos, y tras despedirse de Levi, abandonaron el recinto, no sin antes recibir la gratitud de su amigo.

Se dirigió luego hasta la cocina donde encontró la caja que había traído Sasha y que tenía algo de mercadería.

Entre sus cosas, sus amigos habían traído su equipo de música y su laptop, y al conectarlas puso música y empezó a ordenar un poco.

A los pocos minutos, llamaban otra vez a su puerta, y el joven pesó que talvez, a algún de sus inesperados visitantes, se les había olvidado alguna cosa. Sin embargo, eran los empleados de la tienda en la que había comprado su cama y el closet para su habitación.

Los hombres se fueron luego de que Levi firmara el comprobante de que sus cosas habían llegado en buenas condiciones a su residencia.

Comenzó con el baño, luego la cocina, y su habitación, para luego comenzar a fregar todo el lugar, incluida las ventanas y todo lo que allí se encontraba.

Una vez, llegaran los demás muebles, y la cocina, ya estaría completamente disponible para habitar aquel enorme lugar.

Ya en la noche, una vez más llamaron a la puerta, y esta vez su corazón se aceleró. Ahí estaba Erwin, agitado y algo empapado, miró la mano del rubio y vio que el paraguas que traía se había roto.

Lo hizo entrar inmediatamente y lo guio hasta el baño evitado las cajas con sus cosas que estaban esparcidas por el suelo. Buscó entre sus cosas alguna toalla, y por suerte halló una y se la dejo a Erwin.

—Ten... déjame tu ropa, la pondré junto a la estufa... como no tengo otra forma de secarla lo haré usando la estufa que está en la sala...

Encendió la estufa, y usó las cajas que tenía allí, para colgar la ropa de Erwin.

—¿Fuiste a buscar tus cosas tu solo? — oía que le hablaba desde el baño — iba a ayudarte con eso, pero se me presentó un problema en el trabajo... lo siento—

—No te preocupes, de echo... las trajeron por mi... no todas mis cosas, pero si la ma...— guardó silencio al entrar otra vez al baño, y encontrarse con el torso desnudo de Erwin frente a él...

—¿Qué tienes? Estas muy raro desde hace un tiempo... —

Levi abandonó el baño, y sin importarle que afuera se caía el cielo de tanto que llovía, salió hasta el balcón. Era imposible que siguiera fingiendo que no le provocaba nada estar junto a Erwin, incluso aunque, solo este le dirigiera alguna mirada o una sonrisa.

—Ya no puedo... no puedo... no puedo...— se repetía una y otra vez mientras escondía su rostro entre sus brazos, donde sus manos se entrelazaban por detrás de la cabeza.

—Levi...—

El joven alzo la vista al frente.

—Levi— llamó Erwin otra vez, y esta vez se volvió lentamente con su rostro empapado, y con el agua resbalando por aquella melena negra y por su rostro.

—Erwin...— sollozó —lo siento tanto... — lloró.

—¿Qué sucede Levi? — Erwin, llevaba solo la toalla a la cadera, la que Levi le había dejado momentos antes de salir disparado del baño al verse superado por sus sentimientos.

—Erwin...—

—Levi... hace un tiempo que estas actuando extraño, te he visto muy deprimido, últimamente lloras demasiado... no es normal en ti... ¿dime que sucede? —

La lluvia golpeaba con fuerza los tejados de las construcciones de la ciudad, y el cielo se iluminaba brevemente debido a los relámpagos.

El cabello de ambos se pegaba ahora a sus rostros, y Erwin tomó las manos frías y temblorosas de Levi, para luego acariciar el rostro del menor y apartar el cabello mojado de éste.

La poca distancia que había entre ellos se acortó al fin, siendo Erwin quién acortó la distancia entre sus labios y los de Levi.

Otro estruendo de los truenos, y el destello de un relámpago silenciaron la lluvia unos momentos, dando a Erwin la oportunidad de al fin unir aquella boca con la suya.

Fue cosa de segundos, pero había sido los segundos más hermosos para Levi. Cuando Erwin se apartó, Levi fue tras esa boca, pero se detuvo antes de lograr su cometido.

—Esto no está bien... — dijo y sujetó las manos de Erwin que seguían tomando su frío rostro, pero Erwin, junto su frente con la del menor que miraba hacia el suelo, sin poder creer que había pasado al fin. Que Erwin lo besaba.

—No estamos haciendo nada malo... — decía el rubio — no estamos haciendo... nada malo...—

Entonces Levi, alzó su mirada a aquella empapada expresión que Erwin le estaba ofreciendo en ese momento.

Volvió a besarlo, esta vez con algo más de intensidad, y lo guio al interior del apartamento, sin dejar de besarlo.

—¿Dónde está tu habitación? — preguntó Erwin, separándose levemente de Levi, pero acariciando su delgado rostro.

—Es por ahí— indicó el menor y otra vez su boca se vio presa de la otra. Mientras avanzaban hasta el cuarto, Erwin fue despojando a Levi de su ropa, hasta dejarlo por completo desnudo, y se dejaron caer sobre la cama que tan prolija y ordenada lucía.

—Esperé tanto tiempo por esto...— susurró Levi —que me parece mentira que estés aquí ahora...—

Erwin, besaba el delgado cuello del menor mientras este hablaba.

—Si no me arriesgaba... no podría comprobar mis sospechas...—

—¿Sospechas? —

—Si, hice mis propias conjeturas cuando empezaste a evitarme hace un tiempo, y cuando llorabas sin una razón aparente—

—Lo supiste todo el tiempo... y permaneciste junto a mí a pesar de todo...—

Erwin solo le dirigió una dulce sonrisa. Pero Levi lloraba.

Se abrazó al menor, quién también regreso el gesto, para luego, dar rienda suelta a todo lo que habían estado fantaseando el uno con el otro.

—Quiero amarte... ¿me lo permites? — susurró Erwin besando el torso del moreno.

—No dejes de hacerlo...— respondió Levi, y sintiendo una calidez que hacía mucho tiempo no sentía, permitió a Erwin, que lo amara como él lo deseara.

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