Ofrendas

Personaje: Dragón/Gisli (mitología)

Advertencia: sacrificios, agresión

Tiempo: pasado

Protagonista: Miriam, cabello rubio platinado corto por arriba de los hombros, ojos grises

Nota: vi "Damesel" y me puse a escribir cuando la terminé

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-¡Mi pueblo!- dice el rey Arthur -¡Hoy, como cada invierno, hemos de honrar a nuestros antepasados, alimentando a la bestia! ¡La sangre de este sacrificio traerá prosperidad y fortuna, así mismo su castigo por sus pecados!

-¡Por favor!- grita Miriam suplicante -¡Yo no hice nada!

-¡Eres una asesina!- dice el príncipe Jet -¡Nunca debimos dejarte entrar, maldita criada!

-¡No lo entienden! ¡Por favor, nunca le hice daño, deben escucharme!

-¡El tiempo ha llegado!- dice el rey, el príncipe se acerca, cortando la palma de su mano y susurra.

-Es una pena... Si hubieras aceptado mi propuesta, mi padre no hubiera recurrido a esto... Que tu alma encuentre paz y tu cuerpo no sufra demasiado por las llamas de la bestia.

Miriam es lanzada por el borde, rodando cuesta abajo y chocando con arbustos y rocas por su descenso. Su cuerpo cae cansado y débil en la falda de la colina, una por la que no podría volver, escuchando un rugido a la distancia. Con poca fuerza, trato de mantenerse consciente para alcanzar algún escondite, arrastrándose como un gusano por el suelo sin poder soltar sus ataduras, gritando de agonía por los golpes de su caída. Entonces, sintiendo una sombra sobre ella y una cálida y fuerte respiración, el terror se apoderó.

-Dime tus crímenes...- dice una voz gutural -Así sabre tu castigo antes de tu muerte...- Miriam aterrada, decide aceptar su castigo, llevando la mentira como su pecado.

-... Trate de... Matar al... Príncipe...

-¡Mientes!- Miriam siente una presión en su espalda -¡Nisiquiera fuiste juzgada! ¡Dime tu crimen!

-¡Aaaaaah! ¡Por favor! ¡Solo termine conmigo! ¡No puedo volver!- siente una corriente de aire caliente sobre su cabeza, cayendo inconsciente.

-... Descansa, querida... Eres la indicada...

Miriam despierta al escuchar el crujido de fuego y una sensación de calor la lleno, los ojos de la joven se abrieron cansados, notando que su cuerpo reposaba sobre finas telas y era cubierta por suaves mantas. Intentando sentarse, su cuerpo la hizo gruñir por sus heridas, notando que habían sido tratadas y escuchando los pasos de un extraño, entrando en alerta al ver a un hombre acercarse. Aún adolorida, se arrastró al borde y se puso de pie, mirando al curioso caballero de largos cabellos oscuros, ojos ámbar y fino atuendo, buscando alguna forma de escapar aunque él no estuviera armado.

-Querida, deberías volver a la cama.

-Aléjese... ¿Quién es? ¿Dónde estoy? ¿Porqué me salvo?

-Puedes llamarme Gisli, y te encuentras en mis aposentos. Perdoné el susto, pero no podía dejar a una dama herida de esa manera... ¿Puedo saber tu nombre?

-... Miriam... Pero no debería estar aquí. Si la bestia no recibe su sacrificio, el reino perecerá... Mi entrega habrá sido en vano.

-¿Entrega? Disculpe, pero entiendo que fue castigada sin juicio ¿Porqué?

-... Me acusan de intentar matar al príncipe... Todo por negarme a casarme con él.

-¿Porqué te negarías el lujo de ser la esposa de alguien de tanto poder?

-Porque sé que no lo merezco... Solo soy una criada, no sabría como manejar los problemas del reino... Mucho menos podría complacer al príncipe, no puedo amarlo...

-... ¿Y crees que mereces morir por la bestia en su lugar?- Gisli se acerca, Miriam retrocede asustada, chocando con una pared lisa -¿Acaso debería regresarte a la colina y dejarte morir?

-... Al menos así... Mi gente estaría a salvo un año más...- Gisli la acorrala, acercándo su mano, pero ella se contrae, por lo que toma su rostro con cuidado.

-No te preocupes... Yo me encargaré del problema.

-... Gracias...- ella alza las manos, en señal de rendición, esperando que la llevara con su rey como una recompensa u ofrenda.

-Te quedarás aquí.

-¿Qué?- él la tomá de sus muñecas -Pero, debo ser yo...

-No... No es necesario que seas tú... Hay personas más insolentes que merecen ese castigo. Ahora, debes volver a la cama.

Sin más, Gisli la cargo y la acostó de vuelta en la cama, aprovechando de revisar sus heridas y cambiar los vendajes, Miriam estaba confundida, pero sería descortés rechazar su amabilidad. No tardó mucho en presentarse como alguien de familia noble, para poder explicar la procedencia de tanto lujo en su cuarto, lo que hizo sentir a la joven aún más indigna de sus tratos. Cuando se recuperó, solo la dejaba salir si él o sus guardias la guiaban a ciegas fuera de su hogar, pues no quería que la chica se sintiera agobiada con los pasillos parecidos a laberintos.

-Estas temblando, Miriam ¿Estas asustada?

-Disculpe, mi señor...

-Ya hablamos sobre las formalidades, no son necesarias, no soy tan importante.

-Solo soy una plebeya, es necesario...

-¿Qué te inquieta?

-... Su hogar se siente mucho más grande que el palacio en el que solía trabajar ¿Tiene personal para limpiarlo?

-Sé lo que intentas, pero no quiero que trabajes para mi.

-Le debo mucho.

-No me debes nada... Estoy feliz de no... No dejar que fueras sacrificada...- él comentario la entristeció -¿Ocurre algo?

-... ¿Qué le pasará si se enteran de que sigo viva?

-Tu pueblo a prosperado con el sacrificio que ofrecí, no se enterarán- Gisli le quita el vendaje de sus ojos, dejando que viera un bello lago.

-Gisli... Esto es... Precioso...

-Tú lo eres más...- él toma su rostro -Miriam, sé que es muy pronto, es probable que temas aceptarme, pero no quiero esperar más...- Gisli se pone de rodillas.

-¿Qué hace?

-Miriam, quiero que te cases conmigo...- Miriam se sonrojada -No tienes que responderme ahora, esperare por tu sí cuanto necesites, pero no pienso dejar escapar esta joya ante mí...

-... Tienes razón, es muy pronto... Pero... Espero que pueda decir que sí algún día...- Gisli se levantó, acercándose para dejarle un beso, pero escuchan pasos.

-Malditos intrusos...- dice Gisli con una voz gutural, cambiado a su tono suave al dirigirse a ella -Esperame aquí, no dejes que te vean ¿Sí?

Miriam asiente, dirigiéndose a unos arbustos, viendo como Gisli se iba, encogiendose y manteniéndose oculta lo mejor que pudo. No pasó mucho para que viera desde su escondite a guardias del palacio, no entendía que hacían ahí, él dijo que estaban prosperando sin su sacrificio. Sus pensamientos se interrumpieron de forma abrupta, pues la habían encontrado, ella intentó escapar, pero sólo fue noqueada en el proceso. Sus ojos volvieron a abrirse, viendo ese enorme salón que reconocía perfectamente, llenándose de terror al ver a su rey en el trono y a Jet mirándola con molestia.

-Deberías estar muerta ¿Cómo escapaste de la bestia?

-... Un animal corto mis ataduras...- mintió, no sabiendo la posición de Gisli con el rey.

-¡Mientes! ¿Quién te ayudo a escapar de la bestia?

-... Nadie.

-¡Sé que mientes! ¡Así como mentiste al decir que no me amabas! ¡Di la verdad!

-... Si espera un nombre, no tengo nada que darle...- el príncipe Jet la golpea.

-¡Insolente!- dice el rey Arthur -Encontraremos al culpable de tu liberación y será sacrificado.

-¡Será una búsqueda fracasada, pues nadie liberaría a un sacrificio para la bestia!

-Y aún así, aquí estás...- contesta el príncipe -Pero está vez, no habrá quien te salve.

El príncipe Jet sacó su espada, Miriam cerró los ojos, esperando que la hoja cortara su cuello, pero entonces el suelo tembló, se escucharon gritos desde afuera. Paso un momento, la pared de la puerta principal fue destruida de un golpe, pues un dragón negro ya hacía de pie entre los escombros que este derribó. El joven noble, en un acto de puro temor, levantó a la chica por el cabello y la arrastró hacía la bestia, ella no podía evitar sentir cierta familiaridad, esperando que Gisli pudiera ser feliz aunque fuera sacrificada.

-Esto no volverá a ocurrir...- Miriam es tirada por el príncipe -¡Tu sacrificio, tu pago de sangre, esta aquí! ¡No debes seguir buscando, pues ahora te lo entrego como debió ser!

-¡Guarda tu espada, cobarde!- grita el dragón, Miriam se mantiene inclinada -¡Me cansé de escucharte, insecto!

-¡Oh, poderoso ser, discúlpanos!- dice el rey, arrodillandose -¡No éramos conscientes de la insolencia de mis súbditos para liberar la ofrenda!

-¡La única insolencia que he presenciado es la de ustedes al sacrificar a una joven inocente! ¡Han corrompido el juramento! ¡Y lo que es peor...!- un calor abrasador llena el lugar y un rugido se hace presente, siguiendo un susurro -Intentaron matar a mi prometida.

-Gisli...- Miriam alza la mirada, viendo al mismo joven acercarse a ella, liberando sus grilletes de un zarpazo.

-El rey de la montaña...- Gisli carga a Miriam y mira con ira a los nobles.

-Las llamas de mi ira consumirán su campos y mi ejército tomará sus tesoros, como compensación de sus crímenes.

-No... ¡Espere!- el príncipe intenta alcanzarlo.

-¡¿Acaso prefieres entregarte como sacrificio por el sufrimiento que le hiciste pasar?!- grita Gisli iracundo -Ella no merece a un hombre como tú, por lo que seré yo quien tome su mano. Y no puedes hacer nada al respecto.

Gisli estaba llevándose a la chica, pero una hoja atravesó su pecho, los soldados del rey de la montaña se lanzaron contra el príncipe, tomando los a él y a su padre como prisioneros. Miriam se llevó al dragón a la entrada derrumbada, donde más guardias los auxiliaron y los llevaron al castillo en la montaña, que era tan inmenso como ella había afirmado. La joven se ofreció a tratar sus heridas, pues el médico había muerto hace poco por su edad y no tenían a mucho personal para su situación. Ella estaba terminando de poner los vendajes en su pecho, escuchando su respiración calmada, cuando una mano la detuvo por la muñeca.

-No te alejes...- dice Gisli exigente y algo temeroso.

-¿Estas bien?

-Gracias a ti...- Miriam le da una sonrisa suave, aunque algo confundida.

-... No me dijiste...

-... No tenía como decirte.

-¿Porqué me perdonaste? No tenías como saber si era inocente.

-Tu corazón...- ella mira confundida -Puedo escuchar la honestidad en tu corazón, sé cuando me ofrecen criminales... Pero por primera vez en años, cambiaron la ofrenda. Quería saber porque, resultando ser que eras lo único que he deseado desde que empezó mi reinado.

-¿Qué es eso?- Gisli la besa.

-Alguien a quien amar.

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