Deuda 3/3 (Temblar)

Personaje: Osoro Shidesu (Yandere Simulator)

Parte: 2/3 (Temblar)

Advertencia: temas sensibles (autolesión), Bulling.

Tiempo: actual

Protagonista: Hisa Ishiba, 18 años, cabellos verde corto y liso, ojos azul oscuro

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Habían pasado dos días, Hisa seguía reuniéndose con los delincuentes, pensando que vería a Osoro, pero no apareció, lo que comenzó a inquietarle, más sabiendo que habían peligros a los que él no podía enfrentar con sus manos. Al tercer día, la chica llegó al instituto decaída e inquieta, de alguna forma lo extrañaba, incluso sabiendo que todo empezó por su propia torpeza y que realmente no se consideraba su amiga. Su mirada pérdida se quedó en sus pies, Musume no había asistido el día anterior, por lo que no podía evitar pensar lo peor, entonces sintió una mano en su hombro.

-¿Esperándome, Ishiba?

-... Osoro... Volviste...

-Estuve ocupado... Supongo que te quedaste cerca de los otros.

-Sí, yo... Esperaba al menos...

-Bien, vamos a clase, necesito que me pongas al día.

Osoro tomó la mano de Hisa y fueron en dirección al salón, su comportamiento extraño a la joven, se veía distante como siempre, pero era diferente a lo que estuvo acostumbrada. Se sentaron en sus mesas y comenzaron a ver las tareas antes de que tocará el timbre, al igual que algunos otros, hasta que llegó la profesora con un hombre acompañándola. Puso unos papeles en el escritorio y puso la mirada enfrente, se le veía tensa, aunque la chica estaba inquieta, su compañero parecía saber que estaba pasando.

-Jóvenes, su compañera Musume Ronshaku, ha desaparecido. Su padre ha venido con la esperanza de que alguien tenga información sobre su paradero.

-¡Sí, fueron los delincuentes!- dice una de las amigas de Musume -Seguro con ayuda de la torpe de Ishiba.

-Ajá ¿Tienes pruebas?- dice Osoro con seriedad, lo que silencio a la chica.

-¿Alguien más tiene información?- dice el padre -¿Algún contacto?... Hisa, si sabes algo, dilo...

-No, no sé...- el hombre se acerca a ella, susurrando.

-Sera mejor que digas la verdad o tu madre será despedida y sera desalojadas. Sé que mi hija se la pasaba buscándote ¿Dónde está?...

-No hables, ya dijiste suficiente- dice Osoro.

-No te metas, muchacho.

-Hice un trato con ella, yo decido si sigue hablando. Y como ella dijo, no sabe nada, por lo que le recomiendo que las deje en paz.

-¿Sabes algo?

-... Nada respecto a ella. No es de mi interés su vida de niña mimada- el hombre miraba con ira, pero entonces recibió un mensaje anónimo, al ver la expresión de su rostro, Osoro sabía de que se trataba, lo que su cara dejó claro.

-Hisa, vienes conmigo. Si te niegas, haré tu vida un infierno.

Hisa miraba confundida y se levanto de su puesto al no ver intenciones de la profesora de interferir, teniendo que seguir al hombre hasta una limusina, donde un segundo hombre le dio un maletín. Tras unos minutos, pasaron a la oficina donde Ahake trabajaba, viendo a la mujer ser llevada y subida en el vehículo, quien se acercó a su hija y la abrazo con preocupación, pensando lo peor. Fueron llevados por varias calles, hasta un lugar de la ciudad abandonado y descuidado, una camioneta estaba parada en medio de un estacionamiento y, a su lado, un hombre con tatuajes en los brazos y una máscara roja.

-Bajen- dijo el hombre, bajandose del vehículo, seguido de las Ishiba -Ya estoy aquí.

-¿Los trajiste?

-Sí, ten...- le desliza el maletín -Ahora dame a mi hija.

-Aun no- el contrario recoge el maletín.

-Ya te di el dinero...

-¿Crees que te mande a traer a las Ishiba solo para que miraran?

-¿Qué me estas pidiendo?

-Entregarlas a mi, claro.

-Me deben dinero.

-Pero si tú también me debías más de lo que te pedí y no te he hecho miserable todavía. Si quieres que tu hija vuelva contigo entera, te sugiero que me hagas caso.

-¿Pará qué las quieres?

-¿Acaso te importa?

-... No...- agarra a la madre y la arroja al suelo -Puedes quedarte con ellas, iba a despedirla y desalojarlas mañana de todas formas.

-Mamá- Hisa se acerca preocupada, ayudándola a levantarse.

-Estoy bien, no te preocupes, Hisa- el hombre chasquea los dedos, la camioneta fue abierta, dejando ver a la chica atada y amordazada.

-Mutsumi...- iba a acercase, pero un chico con máscara azul lo detiene -¿Qué diablos?

-Muchacho, llegaste, te estábamos esperando. Querías unas palabras con ella ¿No es verdad?- el enmascarado se acerca a Musume.

-Si vuelven a lastimarlas, de cualquier forma que se les ocurra...- agarra a la chica de la barbilla -Ire por ustedes y haré sus vidas un infierno, destruire cada parte de tu pequeño reino y sufrirás cada instante de tu patética existencia.

Dicho eso, se hizo el intercambio, Musume fue entregada a su padre y las Ishiba fueron subidas a la camioneta, saliendo del lugar. Ahake abrazaba a su hija con preocupación, teniendo al enmascarado a un lado y al de los tatuajes del otro, esperando que no pusieran a su hija como un objeto. El vehículo estuvo en silencio durante el camino, hasta que llegaron a su destino, las puertas fueron abiertas, viendo una bella casa, con un pequeño jardín y con espacio suficiente para seis miembros. El hombre y el chico las ayudaron a bajar, lo que confundió a las mujeres mientras los seguían, viendo a otros extraños entrar con maletas detrás de ellos.

-¿Qué hacemos aquí?

-Es su nuevo hogar.

-¿Qué?...- él le da el maletín -No entiendo ¿Porqué nos ayudan?

-"La vida de una buena persona no se debe perder en el mar de ignorantes"- el hombre se quita la máscara.

-¿Koichi?

-... Han pasado años, desde ese día...

-Yo... No sé cómo agradecerte... Estoy en deuda contigo.

-No, yo acabo de saldar las mías. Tu esposo me salvo la vida una vez y, de no ser por el muchacho, no habría podido ayudarlas... Tu hija...- la madre voltea a ella.

-Hisa, tranquila. Estamos a salvo...- Hisa la mira un poco inquieta -Él es el hombre del que hablaba tu padre.

-... Pero, papá nunca mencionó que fuera...

-¿Un criminal?- dice el muchacho, revelando su rostro -Si soy honesto, no parece ser algo que te importe.

-¿Osoro?... ¿Tú hiciste esto?- Osoro asiente -No debiste hacerlo, yo...

-No tienes ninguna deuda conmigo, Hisa...- ella se mira confundida -Hace un mes pensé en dejarte libre, pero... No quería qué te alejaras y desaparecieras por culpa de Musume. Incluso si no lo prometí, la idea de que te lastimara me hacía hervir, así que decidí guardarmelo.

-... Pero ¿Qué hay del secuestro de Musume?

-Ella te humilló conmigo a tu lado y no pude hacer nada para evitarlo... Quería venganza y dejarle en claro que si te ponía un solo dedo encima, las iba a pagar- Hisa abraza a Osoro.

-Creo que estoy en deuda contigo de nuevo.

-No, eres libre del trato y no me debes nada. Por lo que si quieres alejarte, lo entenderé, pero no pienso dejarte sola tan fácil.

-... Yo también disfruto de tu compañía, Osoro.

-Oh...- Ahake interrumpe el momento -No tenemos nuestras cosas...

-Yo ya me encargué de eso- dice Koichi confiado -Sus cosas están en sus respectivos cuartos.

-¿Y cómo es que consiguieron nuestras cosas?- preguntó Hisa, una sonrisa nerviosa se vio en el hombre.

-No has cambiado, Koichi.

-Y tú estas igual de encantadora. Siempre me arrepiento de no decirte la verdad.

-¿Qué? ¿Qué te enamoraste de mí? ¿O que eres el líder de los Yakuza lengua de Dragón?- los tres se mostraron sorprendidos -Usai me lo dijo, no era muy bueno guardandome secretos.

-Algo me decía que era muy amable para ser policía.

-¿Tu padre era policía?- preguntó Osoro a Hisa, confundido por la relación amistosa de ambos hombres, a lo que ella asintió.

-No, él era amable porque sabía que, si algo le pasaba, llegarías para cuidarnos.

-Y llegué tarde...

-Supongo que el destino es extraño. Mi hija conoce a tu ¿Hijo?

-Aprendiz.

-Ambos quedan enamorados sin decirlo y hacen que nos reencontremos.

-¿Cómo qué enamorados?- cuestionan ambos jóvenes a la vez.

-Oh por favor, muchacho, es muy obvio.

-... No puedo creer que lo diga... Pero tiene razón...- dice Osoro con sus mejillas rosadas, a lo que Hisa voltea a mirarlo colorada -Tú... Me gustas... Hisa...

-... Creo que... También me gustas...- Osoro toma la mano de Hisa y deja un beso en su dorso, a lo que ambos adultos miran con ternura.

-Ay, amor joven...

-Mamá, no hagas eso...

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