Obra 2/2 (No Me Escondas Tu Rostro)

Personaje: Stefano Valentini (The Evil Within 2)

Partes: 2/2 (No Me Escondas Tu Rostro)

Advertencia: intimidad, inseguridad

Tiempo: desconocido (espacio mental/STEM)

Protagonista: Lucy, paciente aislada, cabello castaño claro corto, ojos azules (utiliza una máscara/prótesis por varias cicatrices y heridas de su rostro [como se ve esta a imaginación de ustedes])

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Stefano tomó la mano de la chica y la arrastró por los pasillos, ella no entendía muy bien la situación, solo quería que él le regresará la máscara. La hizo entrar en un cuarto iluminado, con algunos muebles, un espejos y varios colgadores de ropa; Lucy no terminaba de entender que estaba pasando, solo que no estaba segura con la emoción del fotógrafo.

-Veamos...- Stefano se detiene y la mira con atención -Ojos azules... Castaño claro...

-¿Qué haces?

-Veo cuál es el atuendo adecuado para la foto...- alza su barbilla -Hombros para atrás... Brazos arriba...

-No creo que esto sea buena idea...

-Lucy, querida, tus inseguridades no van a detener mi inspiración... Tal vez naranja...- se acerca a los colgadores.

-Es que, perdón que lo diga, pero es una terrible idea.

-Sí, el naranja tampoco me convence...

-No, habló de esto, la foto.

-Dije que no me harás cambiar de opinión.

-¿Al menos me regresas la máscara?

-No, hasta que hayamos tomado la foto perfecta- le pasa un vestido.

-¿Violeta?

-... Lo sé...- toma el vestido de nuevo -Es difícil elegir el vestido perfecto... Esta obra necesita el vestido perfecto, pero aún no sé cuál.

-No lo hay, menos para esta cara. Sólo regresame la...

-Alto...- la detiene -Hay uno...

-¿Hablas en serio? Es imposible que hables en serio...

-De hecho, es algo especial... Nadie más lo ha usado.

El fotógrafo se acerca de nuevo a los colgadores de ropa, sacando un conjunto dentro de una cobertura para que no tomará polvo, se lo extendió a la chica y la empujó al vestidor. Él espero que ella saliera, entonces, escuchó sus pies descalzos sobre el piso de madera, usaba un vestido negro, la falda era algo esponjada y la basta estaba en diagonal, habían cintas rojas que se dispersaban al bajar de la cintura y dos cintas blancas que se sostenían del corsé por los hombros.

-Te ves... Radiante...

-Podemos ahorrarnos esto...- contesta avergonzada.

-¿No puedes aceptar mis alagos?

-¿Las mentiras que dices para que siga con esto?

-¡No son mentiras!- Stefano se mostró molesto por el comentario, Lucy se asustó -No tengo razones para mentirte...

-No puedo creerlas de todas formas, sabiendo lo que tienes en frente realmente...

-Vamos...

Vuelve a tomar su mano, llevándola arrastrada, hasta que llegaron a otra habitación, pero esta era mucho más iluminada que cualquiera de las anteriores. Había una chimenea, algunos sillones rodeandola, un tocadiscos en una esquina y un trípode frente al escenario, las paredes tenían un tapiz azul, deteriorado y rasgado, dejando ver un segundo tapiz rojo.

-Siéntate ahí, por favor- señala el sillón más grande.

-¿Cuándo me darás mi máscara?

-Dije que cuando terminé, no perderé la oportunidad de tener esta foto por esto- señala la máscara -Por favor, siéntate.

-Ahg- gruñe, frustrada, para luego sentarse -En este punto, creo que preferiría estar muerta.

-Oh, querida... La muerte no es algo vulgar que sólo pasa, es glorioso por el hecho de que no tiene manera de evitarse.

-¿Me matarás entonces?

-No, pero eso no quita el hecho de que la muerte reclamará tu alma purificada de tu putrefacto y temporal recipiente.

-... ¿Qué hago?- preguntó Lucy, algo distraída.

-Relájate...

-¿Cómo se supone que haga eso estando en esta situación?

Stefano podía notar la tensión de la chica, dejó la cámara reposar sobre el trípode, enciende el tocadiscos en la esquina del cuarto, que reproducía la instrumental de un obra de teatro, y se acercó a ella, Lucy comenzó a retroceder en el mueble. Ve como el fotógrafo se para detrás de ella, su expresión no decía mucho, pero la tensión era suficiente para partir una barra de metal; él la toma de los hombros con calma, comenzando dar pequeños masajes, ella estaba algo inquieta pero cómoda con tal acción.

-¿Qué haces?

-Estas terriblemente tensa, querida. Te hago un favor.

-¿Y eso... Ay... De qué te sirve?...

-Tranquila, querida...- le susurra al oído.

-... No... No hagas eso- Lucy se cubre el oído, respondiendo con la voz temblorosa, pero él toma su muñeca.

-Cierra tus ojos...- ella los cierra, desconfiada, pero confundida e intrigada.

-¿Ahora qué? ¿Qué vas a hacerme?

-Tú eres una mujer cautelosa, eso puedo verlo, así como eres fuerte cuando se trata de lo que hace que tu corazón se acelere- le vuelve a susurrar, deslizando la mano del hombro al punto donde está el corazón.

-¿Qué estás...?

-Shshsh... Deja que tu mente se separe de tu cuerpo...

-Stefano...- por primera vez lo llamo por su nombre, con una voz débil.

-Tirate del risco...- él roza su mano al cuello de la chica, rodeandolo con sus dedos delgados -Déjate caer en ese encanto... Deja que te lleve a la oscuridad del abismo...

-Ah... Stefano...- su respiración se aceleraba con cada roce de su mano enguantada sobre su piel, queriendo que toque su rostro.

-Y entonces, cuando ya no puedas sentir el peso de este recipiente, cuando tu alma este sintiendo el toque de las sombras en tu caída...- sintió como las manos enguantadas la soltaban -Abre los ojos.

Lucy abrió los ojos con cansancio, pero Stefano ya estaba con la cámara en el trípode, no podía entender cómo pasó, pero su mente se sentía apagada con tantas emociones mezcladas, no le gustaba sentirse así, aunque su cuerpo no decía lo mismo. El fotógrafo tomó múltiples fotos, incluso llegando a tomarla desde distintos ángulos, estaba fascinado con el resultado; entonces se detuvo, dejó la cámara de nuevo en el soporte y se dirigió al sofá.

-Estuviste radiante, querida. Y las fotos son un encanto al ojo de cualquiera, realmente, increíble.

-No... Tú... Me siento rara, pero... Me gusta...

-Oh Lucy... Eres gloriosa, no tengo palabras para describir lo encantado y fascinado que estoy de que mi Obscura te trajera conmigo...

-... ¿Puedes darme mi máscara?...- Stefano cambio su expresión de una sonrisa a una mueca de disgusto. Tira la máscara lejos -Oye...- él la detiene.

-No la necesitas, no conmigo...

-Pero...

-¡No me ocultaras tu rostro de nuevo!- la toma con brusquedad de los brazos -No veré esta obra solo en una fotografía, mientras estás conmigo llevando esa cosa... No sería lo mismo que verte de pie frente a mí como te estoy viendo.

-... ¿Porqué dices estás cosas? No tiene sentido...

-Me encanta verte, eres la obra que nunca pude recrear. No puedo perder esa vista...

-... ¿Quieres tocarlo?...- dice ella de pronto.

-¿Qué?

-Nada, solo... Perdón, es que... Tus palabras me tienen confundida y...

-¿Me dejarías tocarlo? ¿Tocarte?- pregunta algo sorprendido, pero con una sonrisa nerviosa y emocionada.

-... Sí... No tienes que...

-Quiero hacerlo... Desde que me dejaste verte por primera vez.

Lucy se acomodó en el sofá, vio como Stefano se quitó sus guantes, dejando ver marcas de cicatrices en sus manos, ella cerró los ojos y entonces comenzó a sentir su roce. Las puntas de los dedos se deslizaban con delicadeza sobre su piel, luego las palmas abrazaban sus mejillas mientras sus pulgares acariciaban sus párpados, la chica temblaba con su tacto.

El fotógrafo se sentía hipnotizado, su mente se nubla en la fascinación y el deseo, sin aviso, plantó sus labios sobre los de la chica, ella abrió los ojos. Las manos de Stefano pasaron de su rostro a su cuello y su espalda, estaba sorprendida, pero la sensación de la piel áspera tocando su nuca le dieron escalofríos, volviendo a caer en ese encanto que la hundió cuando sintió su roce sobre ella.

-Stefano...

-No pude evitarlo, querida. Me tienes maravillado...

-¿Lo dices en serio?

-No puedo estar más seguro de lo que estoy al decir que me encantas, me fascinas y me hipnotizas con solo verte. No dejaré que ese hechizo se aparte, no te dejaré ir y no dejaré que escondas tu rostro de mi.

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