Querido primer amor

Viendo aquellas bellas aves que surcan el cielo, no puedo evitar preguntarme ¿Qué se sentirá poder volar sin atadura alguna? Son libres, pueden dejar este lugar si así lo desean, si ven que no les beneficia; solo deben expandir sus alas y elevarse, alejarse de aquí. ¿Por qué me cuesta tanto a mí?

No sé si lo llamaría defecto, pero siempre termino encariñándome muy rápido con las cosas, los lugares, las personas; pero nada ni nadie se puede comparar con el apego que siento hacia ti. Fuiste mi primer amigo, mi compañero fiel en la niñez; mi primer amor, el chico que logró hacer latir mi corazón frenéticamente; mi primera vez en más de una forma, pues gracias a ti, aprendí lo que es amar incondicionalmente.

Nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que hiciste y sacrificaste por mí. Me defendiste cuando aquellos niños se burlaban de mí porque mi madre decidió abandonarme, me obligaste a comer cuando viste que había perdido demasiado peso en tan poco tiempo, golpeaste a ese chico que intentó propasarse conmigo... Siempre estaré en deuda contigo, sobre todo porque me impediste saltar aquel catorce de febrero de hace cuatro años, cuando decidí rendirme y volar, ser libre.

Ahora que lo recuerdo, esa fue la primera vez que me gritaste desde que nos conocimos, estabas muy enojado. También fue la primera vez que fui testigo de tus lágrimas, llorabas y te mostrabas débil frente a mí, por mí. ¿Cuándo sucedió?

Es una duda que siempre he tenido, pero nunca pregunté. ¿Por qué lo haría? Si cuando tocaste mis mejillas con esa gentileza, mi cuerpo tembló; si cuando posaste tus labios sobre los míos, solo quería que ese momento nunca llegara a su fin. ¿Sabes? Sentí las famosas mariposas, revoloteaban con ímpetu.

Por ello, entendí que te quería, aunque quién sabe, quizá en ese tiempo incluso ya me había enamorado de ti.

Tuvimos una bella relación, ¿no crees? No había celos, casi nunca peleábamos o discutíamos, nos apoyábamos constantemente para ser mejores... Así que, dime, cariño, ¿por qué lo hiciste?

—¿Qué vas a ordenar? —siento su piel cuando intenta llamar mi atención—.

—Un té helado, por favor —pido al camarero—.

—¿No piensas comer nada? —noto el asombro en su voz, pero solo niego como respuesta— Has estado muy callada desde que llegué, ¿sucede algo? Sabes que puedes decirme lo que sea —percibo preocupación en su voz, mas ya no sé la razón de ella. ¿Se preocupa por mí o por él? —.

—Estoy bien. Esperemos que traigan las bebidas.

A los diecinueve años, ambos tuvimos nuestra primera vez, fuimos nuestra primera vez. No pensé que sería como los libros que leía en aquel tiempo, en los cuales siempre relataban aquel momento como mágico y maravilloso. Sin embargo, lo fue. Él estaba tan nervioso como yo, sus mejillas se tiñeron de un bello rojo carmesí; me preguntó muchas veces si estaba segura de hacerlo, que él podía esperar lo que hiciera falta; fue muy gentil en todo momento, entre besos y palabras de amor. Aquella noche de invierno está plasmada no solo en mi piel, sino también en lo profundo de mi alma. ¿Será igual para ti? Lo pregunto, aunque no directamente, porque antes creía que sí, pero ahora ya no estoy segura.

Gracias a ti volví a soñar. Todos rieron cuando confesé que me gustaría escribir profesionalmente, crear una novela que inspire y ayude a quien lo necesite. Luego de mucho tiempo, decidí abrir mi corazón hacia los demás... ¿Me arrepiento? Al principio, sí. Mis supuestos amigos rieron, dijeron que era una pérdida de tiempo; los maestros lucían decepcionados por mi sueño, comentaron que desperdiciaría mi futuro; mi padre creía que estaba bromeando, solo me aconsejó seguir algo que valga la pena. Mi mundo volvió a venirse abajo, pero tú estabas allí, confiando en mí.

—Cariño —sostuviste mi cara y no despegaste tu mirada de la mía—, no dejes que nadie corte tus alas, mucho menos permitas que tengan poder sobre ti y sobre tus decisiones —dejaste un dulce beso en mi frente—. Eres alguien jodidamente asombrosa, y estoy completamente seguro que serás una escritora estupenda. ¡Que se jodan los demás!

No dudo que dijiste esas palabras de corazón, pero supongo que nunca imaginaste lo que conllevaría seguir mis sueños. Me gustaría preguntarte, ¿si lo hubieras sabido, habrías decidido apoyarme?

Me gradué como la mejor de mi generación, lo que me permitió contar con muchas opciones. A pesar de eso, fuimos aceptados en la misma universidad, seguiríamos juntos. Quizá fue mi culpa por no decirte la verdad, pero no fue mi intención, pues nunca lo creí posible.

El destino es algo caprichoso, nunca sabes lo que podría suceder. Mi solicitud para conseguir una beca fuera del país fue aceptada, no lo creía, a pesar de tener la carta de aceptación en mis manos.

—No quiero que te vayas, no quiero alejarme de ti —de tus preciosos ojos brotaban lágrimas de tristeza—. Por favor, quédate.

Muchas veces hablamos de nuestros sueños, sabías muy bien que siempre quise salir del país, empezar de cero; pero ese era el único aspecto que nos diferenciaba, nunca pensaste en dejar el lugar en donde creciste, pues eras feliz.

Acepté quedarme por ti.

¿Por qué cambiaste? Dejaste de portarte cariñoso, casi nunca escribías o llamabas. Pero una semana después, lo entendí.

No te odio, ese sentimiento nunca irá de la mano contigo. Incluso cuando te miré besar a aquella chica y entrar al cuarto de la derecha, no te pude odiar, pero mi corazón dolió como nunca antes.

—Acepté la beca, mañana es mi vuelo —por favor, no llores, no soporto verte así—.

—Ya no te volveré a ver, ¿verdad? —mantén la compostura, no te quiebres frente a mí, te lo pido—.

—Muchas gracias por todo, siempre estaré en deuda contigo —perdón por dejarte aquí y no sostener tu hombro cuando lo necesitas—.

Es hora de volar libremente, aunque no sea junto a ti.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top