Eso parece algo normal para ti, ¿no?

Rodeado de tanta sangre y violencia, era natural, al final nos traicionaras de la peor manera.

Vendiendo nuestra información al mejor postor.

Y, a lo lejos, tu observabas la carnicería que se armaba en nuestro lugar seguro, con esos ojos tan fríos y helados como el hielo y a la vez ardientes de dolor.

Luchamos por nuestra vida, pero al final caímos ante el enemigo, ante tu maestro, aquel que habías dicho dejaste atrás, no fueron más que mentiras.

Fui un iluso.

Los demás no confiaban en ti, decían que no eras de fiar. Al final tenían razón.

Y pagaron por mi ingenuidad.

Te aprovechaste de mi, sabías de mis sentimientos por ti y los usaste a tu favor. Me manipulaste y me hiciste creer que sentías lo mismo.

Te defendí de los malos comentarios, de sus ataques, cure tus heridas, pensando felizmente que habías cambiado, que el pasado había quedado atrás.

Bien dicen que no hay que confiar en un asesino.

Bien dicen que en la guerra y el amor todo se vale.

Y tú lo aplicaste al pie de la letra, usaste mi amor a favor de tu guerra.

No sabes cuánto te odio ahora y cuánto me odio, porque sin importar que me hayas traicionado no puedo sacarte de mi cabeza, no puedo dejar de amarte.